domingo, 9 de octubre de 2022

#A352 Amor que Guía

 


Introducción


Cuando nos acercamos a Dios, muchas veces ese primer pulso inicial tiene que ver con una búsqueda inerte hacia el amor. Sabemos que todo lo mundano es tirano y mentiroso, solo en su presencia conseguimos algo verdadero.

Dios es amor, lo escuchamos todo el tiempo y en todas partes, no hay duda. Sin embargo la idea que las personas tienen del amor, no siempre corresponden con el amor puro y verdadero que él nos propone. A pesar de esto, en lugar de abandonar, debemos persistir y aventurarnos a ser guiados por ese amor.

Mientras en otras actividades necesitamos ser guiados constantemente por nuestra razón, con Dios debemos estar preparados para aceptar algo mas profundo y fuera de nuestro entendimiento. Éste amor es sobrenatural y en tanto, debemos estar dispuestos a qué nos transforme.

Amar y ser amados de la manera en que Dios quiere, es un proceso encausado por la fe. Cuando alguien todavía no cree lo suficiente, no puede decodificar el mensaje que Jehová tiene para su vida.

I. Ser guiados por el amor – Caracterización del amor


1. Amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19)


El amor no es un invento de la humanidad, o un entramado complejo de circunstancias. 

Amamos porque es el sentido de nuestra existencia y su raíz es el Creador. 

Él ama su creación y nos permite compartir y vivir de ese amor, de otra manera sería imposible.

Cuando nos acercamos a su presencia, él empieza a darnos de ese amor que parecía inexistente. 

Empezamos a actuar de manera distinta hacia los otros, y nuestra mirada cambia de manera irremediable. 

Dios es quién permite que esto sea posible, cuando aceptamos y priorizamos su amor en nuestras vidas.

Intentar amar a alguien sin aceptar primero el amor de Dios, resulta prácticamente imposible

No hay manera pues su ley es la que rige todo movimiento existente en la tierra. 

Empecemos creyendo que el amor no nos pertenece, es un don divino.

2. Guiados por el amor porque el amor es el mandamiento principal (Juan 15:12)


Seguir a Dios no es simplemente decirlo ó intentar aparentarlo. 

Dios no es superficial. 

Él nos demanda acciones, hábitos y enseñanzas. 

Nos da orden, pues el verdadero amor es organizado, por eso el mundo está tan lejos de conocerlo. 

Éste amor requiere de esfuerzo, esa es la parte qué menos suele gustar a la humanidad, pero sin duda la mas importante. 

Jesús enseñó qué el principal mandamiento del Padre era amar de la manera en que él nos ama

Esto significa de manera apasionada, haciendo el bien, de forma perenne, sin mirar intereses de por medio. ¿Es sencillo? No. ¿Es imposible? Tampoco.
Cuando tomamos éste mandamiento cómo él rector de nuestras vidas, comprendemos mejor lo qué Dios nos pidió a través de Jesús. Por ejemplo, quién anda en el mundo quizá cuestione qué sí alguien nos hiere una mejilla, debemos volver la otra.

Esa es la voluntad de Dios, y solo en la fe y el amor podemos experimentar qué no es imposible. (Mateo 5:38-46

Es la diferencia entre ser verdaderos hijos de Dios y seguir formando parte del mundo.

3. Guiados por el amor – El amor es apasionado (Efesios 5:2)


Dios realmente nos enseñó el significado de la pasión al permitir el sacrificio de su hijo, por nuestra salvación. 

Éste acto es el eje central en el qué debemos pensar cuando queremos entender la magnitud de su amor.

Es probable que cuando aceptemos vivir en el Evangelio, debamos sufrir en su nombre. 

En Filipenses 1:29-30 se nos explica qué creer, también significa padecer. 

La pasión es estar dispuestos a aceptarlo, y la pasión en Cristo se diferencia en qué confiamos que Dios siempre está a nuestro favor. Es decir, no sufrimos en vano.

La parte central de amar con pasión, es saber qué cualquier dolor experimentado, es es pos de la obra de Dios. 

Así como Jesús padeció para que se honre el nombre del Padre, nosotros también debemos estar disponibles y dispuestos. De esto se trata el verdadero amor qué nos enseña su Palabra.

II. Ser guiados por el amor – Consecuencias


1. Al ser guiados por el amor, el amor transforma (Colosenses 3:5-14)


Cuando algo realmente conmueve nuestra vida, por consecuencia nos transforma. 

Por ejemplo, los padres no vuelven a ser los mismos después de varios años de criar un hijo. 

Es una experiencia qué impacta y qué marca la diferencia.

El amor de Dios actúa de ésta manera. Nos toma y nos hace de nuevo. Por ello a medida que vamos amando y apropiándonos de sus enseñanzas, renunciamos al pecado. 

Es necesario qué lo hagamos, no opcional.

La violencia, el odio, resentimiento y egoísmo no tienen cabida cuando se trata de amar a Dios. 

Debemos alejarnos de todo aquello que contamine nuestro templo, y de esta manera poder seguir inundando nuestro espíritu del Evangelio.

2. Cuando somos guiados por el amor todo coopera para bien (Romanos 8:28)

Cuando la fe nos mueve y aumentamos nuestro amor hacia el Padre, tenemos seguridad en qué todo nos sale bien. 

A pesar de la aflicción nuestra vida está encaminada, estamos bajo su protección y nuestros pasos tienen propósito.

El amor de Dios dibuja ese mapa qué nos indica exactamente lo que debemos hacer. Conocerlo es aprender qué solo en su amor podemos vislumbrar su Gloria e inmensidad.

Es por esto qué la pasión se vuelve un regocijo, mas no una tortura. Es decir, padecemos alegremente. Pues nos vestimos de amor para ir a todas las partes que Jehová quiera llevarnos.

3. No estamos solos nunca más (Mateo 28:19-20)


La Palabra de Dios nos asegura qué su amor es esperanza y gozo sin fin. 

Tiene ese calor característico y fraternal que recuerda a la niñez pero que no hace mas que expandirse. 

Él nos acompaña de la manera mas incondicional y pura qué existe.

¿Hasta cuando dura su amor? Podemos estar tranquilos de que jamás abandona. 

El Amor De Dios es Eterno.

La Biblia nos asegura que Él estara con nosotros hasta el fin del mundo, cuyos tiempos están bajo la orden del Padre. 

En esto se distinguen los amores y placeres carnales, a los dones divinos de Dios. 

En un mundo donde domina la pérdida, él permanece como la única promesa real. 

Nuestro propósito en éste mundo debe ser alcanzar sus promesas y vivir en esa salvación. ¿Estamos preparados?

Aceptar ser guiados por un amor tan real es aceptar que la tristeza es estacional, que el dolor se mueve, pero que hay algo real y que dura para siempre.

Conclusión

Jehová se encarga de no dejar cabos sueltos en los mensajes que nos transmite a través de su Palabra. 

Es claro al enseñarnos que sin amor no hay propósito. 

Sin esa expresión de su presencia seríamos como objetos planos y sin funcionamiento. 

Su amor nos da profundidad.

El Padre nos guía hacia un amor apasionado, en algunas situaciones doloroso, porque eso es lo que implica la pasión. 

Sin embargo, jamás en vano. 

Ser hijo de Dios nunca es una pérdida, pues aunque exista la aflicción, éste amor es lo único capaz de mantenernos a flote.

Su amor está sustentado en una fe firme y solo puede expandirse. 

El amor de Dios no tiene fin, dura lo que nosotros queremos que dure. 

Solo debemos cuidarlo y avivarlo como lo único indispensable en nuestras vidas, porque realmente lo es.

En el Amor del Señor...

Ps. JORGE MACIAS BENITEZ.
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