domingo, 5 de mayo de 2019

#A186 Irrupción del Reino Parte III


Serie : Una Vida de Oración

#A186 Irrupción del Reino
Parte III

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Introducción
Amados en Cristo, queridos hermanos, decíamos la semana antepasada :

“El Reino de los cielos se hace fuerte y solo los violentos lo arrebatan. Pero no es violencia de armas o bombas, sino violencia de vida. La misma violencia que encierra una semilla capaz de levantar el concreto cuando germina o la violencia de un útero que expulsa un niño al nacer. Esa es la violencia del Reino”.  Serafín Contreras G.
Amados en Cristo, queridos amigos, Cuando el Reino de Dios irrumpe en cualquier Esfera de Influencia produce cambios profundos y definitivos.

El Silencio de Dios

Como humanos, tenemos la tendencia a comprimir la historia antigua y pensar en ese pueblo que podría estar separado por 300 o 400 años como si fueran contemporáneos, cuando, de hecho, el Antiguo Testamento cubre un par de miles de años de historia judía. 

Solo pensemos en este paréntesis de 400 años donde no hay una palabra de Dios :

·      Ninguna profecía es escuchada en la tierra.
·      Dios está callado a su pueblo.

Ellos habían estado acostumbrados a las profecías de Jeremías y de Isaías, Miqueas y Nahúm, Joel y todos los demás, y ahora, de repente, Dios está callado por ¡400 años! Piénsalo. 

Vayamos atrás 400 años. 

Estamos de vuelta en el siglo XVI.

Estás de vuelta en los 1590´s.

Eso es más o menos 30 años antes de que los peregrinos pongan pie en Norteamérica. 

Hay un montón de historia que toma lugar en los últimos 400 años en el mundo. 

Por todo ese período de tiempo, Dios está absolutamente callado hasta que el rol y el oficio de profeta es instituido nuevamente en medio del pueblo judío.
Un de Repente de Dios

Cuando este hombre sale del desierto que era el lugar de encuentro tradicional entre Dios y sus profetas, como Elías en el Antiguo Testamento. 

Este es un hombre con una gran auto denuncia.

Él ha vivido de miel y vegetales silvestres, langostas y miel. 

Su nombre era Juan el Bautista. 

Él era un asceta y sale del desierto con un anuncio. 

Primero hay un llamado solemne. 

Él es el nuevo procurador del pacto, y el primer llamado al pueblo es, ¿cuál? ¡Arrepiéntanse! Ese es su mensaje. 

Antes de nada, Arrepiéntanse. 

Luego les da una razón para el arrepentimiento.

Él dice, “Arrepiéntanse porque el reino de los cielos se ha acercado”…¡Wooowww!

Juan está diciendo ahora que hay un tiempo de crisis, un tiempo de juicio que ha caído sobre el pueblo y que todos están llamados a arrepentirse debido a este momento crítico en el drama de la redención.  

Tal momento que él está anunciando es la apertura, la llegada del Reino de Dios prometido, es decir la restauración del Reino de Dios sobre su pueblo.  

Nuevamente,  de repente, Dios por medio de Juan el Bautista, hace una cosa extraordinaria. 

Llama a todo el pueblo de la nación, al río Jordán para ser bautizados.
Hay mucha confusión al respecto. 

El bautismo de Juan NO es el mismo del bautismo de Jesús y el bautismo del Nuevo Testamento.

Va de nuevo…. el bautismo de Juan NO es el mismo del Bautismo de Jesús y el Bautismo del Nuevo Testamento.

Era un bautismo preparatorio, específicamente diseñado para que los judíos estén limpios cuando el rey venga. 

Es un período inter-testamentario; una práctica desarrollada entre los judíos. 

Si un pagano o un gentil deseaba convertirse al judaísmo, tal persona tenía que pasar por una ceremonia de purificación ritual que era llamado algo así como el “bautismo del prosélito”. 

Ahora, los judíos no tenían que ser bautizados porque ellos no eran considerados inmundos; pero los gentiles eran considerados inmundos.

Si un gentil quería llegar a ser judío, no solo tenía que abrazar las doctrinas del judaísmo y lo demás, sino que tenía que tomar un baño porque estaba inmundo. 

Él era extranjero y un extraño para con el pacto. 

Por eso tal ceremonia tomaba lugar cuando en el período inter-testamentario los convertidos fueron llamados al bautismo.

En ese contexto, viene saliendo Juan el Bautista del desierto y no está llamado a los paganos y a los gentiles al bautismo; ¡está llamando a los judíos a ser bautizados! 

Las autoridades religiosas en Jerusalén están enfurecidas. 

Están disgustados. “¿Qué quieres decir con que tenemos que ser bautizados? ¡Somos los hijos de Abraham!”
 
Estaban indignados.

Se sentían insultados ante la sola sugerencia de que necesitaban tener un rito de limpieza ceremonial. 

Pero había una razón para eso; Juan estaba diciendo que vean que hay un nuevo capítulo siendo escrito en ese momento en la historia de redención. 

El Reino de Dios está cerca.

Nuestro Rey está por aparecer, y ellos no están listos para Él. 

Necesitaban tomar un baño porque ellos, como pueblo de Dios, están inmundos; él anuncia la llegada del Reino de Dios.

Ahora, el énfasis en su anuncio, amados, está en su cercanía radical. 

Observen que los profetas en el Antiguo Testamento hablaron acerca de la venida del Reino en el futuro, pero éste era indefinido. 

Era vago…en algún momento nuestro príncipe volverá. 

En algún momento en el futuro, Dios va a enviar su Mesías.

En algún momento en el futuro, el rey de Dios como David vendrá a la tierra. 

En cambio, lo que Juan estaba diciendo es, ¡Está cerca!
 
No solo en algún momento en el futuro indefinido, sino que está por pasar; él usa dos metáforas para describirlo.

Él dice, por un lado, “El hacha está puesta a la raíz de los árboles”

No es como si el leñador estuviera cortando la parte exterior de la corteza, sino que ha penetrado hasta el centro mismo del árbol. 

Esa imagen sugiere que un golpe más del hacha y el árbol terminará derrumbándose.

También dice que el bieldo está en su mano, esto es que el momento de la cosecha está por producirse. 

El instrumento que el granjero utiliza para separar la paja del trigo ya ha sido completamente hundido en la pila donde está la mezcla de paja y trigo.

Está a punto de tirarlo al aire y dejar que el viento se lleve la paja consigo. 

Es un período de profunda crisis. 

Entonces llega Jesús, y Él está predicando el Evangelio. 

Ahora, la palabra “evangelio” que ya hemos observado en otros contextos, pero déjenme decir esto de ella. 

En el Nuevo Testamento hay diferentes maneras en las que el término “evangelio” es usado. 

Si le pregunto hoy a una persona, “¿qué es el evangelio?” De seguro diría, “Bueno, el evangelio es uno de los cuatro libros que enseñan de la vida de Jesús—el evangelio de Mateo, Marcos, Lucas y Juan”.

Los llamamos evangelios porque son un género literario particular, una forma de presentar una biografía mostrando a la persona y obra de Jesús. 

Cuando leemos a Pablo, cuando Pablo habla del evangelio, habla del “evangelio de Jesucristo” porque para Pablo el contenido del evangelio es la vida y la obra de Jesús. 

Esas son las Buenas Noticias, cómo ha cumplido este drama de redención en su propia persona y a través de su propia obra. 

Aunque reflexionemos en una pregunta : ¿para qué es el evangelio?

Cuando Jesús predica el Evangelio, él no habla de un libro, y Jesús no dice, “estoy por predicarte el evangelio de Jesucristo”.
 
Amados, el Evangelio que Jesús proclama es el Evangelio del Reino

Puedes notar eso mientras lees la Biblia; de forma particular mientras lees los evangelios y mientras escuchas las enseñanzas de Jesús.

Mucho de su enseñanza se centra alrededor de parábolas. 

Pero, ¿cuál es el motivo principal de las parábolas de Jesús? 
  
Vean si esto les suena. 

Mientras Jesús enseña a sus oyentes, les diría: “El Reino de los Cielos es semejante a…” o “El reino de los cielos es como esto…”.  

En su ministerio de sanidad diría, “Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros”

Él está anunciando el principio y la Irrupción del Reino de Dios.

Conclusión

En Mateo 22 leemos esta parábola. 

“Tomando la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo. Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir…”

Amados, todos sabemos cómo continúa la parábola. 

El rey está invitando al pueblo a la fiesta de bodas y la llegada del matrimonio del hijo del rey, pero todo el mundo está muy ocupado. 

Nadie quiere ir, y ellos están ignorando esta celebración del clímax del reino de Dios. 

Así Dios dice que está bien, que ellos no vengan. 

Que ahora vayan por los caminos y los senderos y que traigan esos extranjeros y esos extraños, gente que no tenga dinero. 

Que los lleven porque su hijo será honrado. 

El rey va ser reconocido con propiedad. 

Toda esta parábola está enfocada en la venida del rey, el rey que es rechazado por su propia gente. 

Así, si es que vamos a entender todo el Diseño de la Palabra, no nos atrevamos a pasar por alto esta idea central e importante del Reino de Dios que comienza en las primeras páginas de la Biblia y se extiende hasta el libro del fin, o el Apocalipsis, donde se celebra la entronización de Cristo, y los ángeles del cielo cantan : 

“El cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas… el honor, la gloria y la alabanza… [porque su reino será] por los siglos de los siglos”

Amados en Cristo, queridos amigos, ¿cuán a menudo hemos  pensado en términos de esta idea central del Nuevo Testamento, el Reino de Dios? 

No vivimos en una monarquía en México, en este continnete y en la mayoría del mundo.

De hecho, le tenemos una establecida alergia a los monarcas. 

Sin embargo, cada cristiano vive en una Monarquía donde Cristo es llamado el Rey de reyes y el Señor de señores. 

Creo que uno de los errores más tristes que se ha difundido a través de una teología defectuosa es la idea de que el Reino de Dios ya ha llegado a su plenitud. 

Hay quienes enseñan lo que se llama “escatología realizada”, que dice que ya no nos queda esperar nada en términos de la consumación del Reino de Dios.

Creo que esto corre de forma contraria al Nuevo Testamento, el cual promete todavía un futuro para el pueblo de Dios, donde el Reino de Cristo se manifestará visiblemente a su regreso. 

Pero hay otra seria distorsión, y es una posición que enseña — y  ha sido muy difundida —que el Reino de Dios es completamente futuro, que el Reino de Dios no ha llegado de ninguna manera, estado o forma hasta el momento.

En Verdad y con absoluta Certeza Creo que esa posición no contiene el anuncio fundamental de Jesús mismo, el Evangelio del Reino de Dios, el cual ya ha empezado. 

El Reino de Dios ha empezado, y nuestro rey ya ha sido coronado.
Él ya fue coronado e investido. 

Mientras estoy hablando, Jesucristo es ya el Rey de reyes y Señor de señores. 

Eso es una realidad. Amados, el pueblo de Dios debe vivir, debemos de vivir como súbditos en una monarquía, sujetos a nuestro Rey.

Oremos

¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez