domingo, 12 de septiembre de 2021

#A302 Sombra y Figura

Reino de Dios Ministerios

Ps. Jorge Macías benitez


Ministración semanal


Introducción 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, Reino de Dios Ministerios!

Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!


Hoy el Señor me ha movido para que el Ministre al respecto dé Esclavitud y Libertad, de Vida y muerte, de Luz y oscuridad, de Sombra y Figura.

En la Palabra de Dios, Dios nos habla, nos muestra y queda Testimonio de personas y naciones que pasaron por esos matices, por situaciones que mostraron luces y sombras como esas, en sus vidas.

La esclavitud de Israel en Egipto es sombra y figura de lo que iba a venir; es decir que lo ocurrido con el pueblo de Dios es una ilustración de lo que sucede en la vida del creyente.

Con esto, no quiere decir en absoluto que no haya ocurrido realmente, al contrario, la esclavitud de Israel fue más real de lo que imaginamos. 

Ahora, lo que digo es que esta esclavitud ilustra perfectamente la condición en la que él pecado ha esclavizado a la humanidad sin Dios.

El título del Mensaje y Su Ministración este mediodía del 12 De Septiembre del año 2021, es:

#A302 Sombra y Figura

Oremos

Sumisión o Libertad

El pecado tiene al hombre en las mismas condiciones de sumisión que Egipto tenía a Israel. 

Tanto más libre se siente el hombre de hacer lo que quiera, tanto menos puede abandonar su condición, siendo esclavo de vicios, malos hábitos, soledad y un vacío que no puede llenarse con nada.

Amadas y amados en la Fe, en Cristo, queridas amigas y amigos, buscadores de Verdad, Libertad, de Esperanza, así como Moisés fue "la mano de Dios" para ejecutar su juicio sobre faraón y su obra libertadora sobre Israel, así Jesús es un "mejor" Moisés, cuya acción y obra ejecutan el juicio de Dios y al mismo tiempo libertan al hombre.

El paso indispensable para que la humanidad reciba libertad, al igual que Israel recibió la suya, es que acepte la necesidad de un salvador.

Es en este contexto que surgen preguntas a responder:

¿De qué esclavitud te ha liberado Dios?

¿Con qué esclavitud batallas aun? 

¿Qué te impide ser completamente libre?

Cuando miras tu vida antes de conocer a Jesús, ¿qué diferencias encuentras con tu vida actual?

¿Que y quien te hace Libre?


Libre de Esclavitud

Actualmente en varias partes del mundo hay muchas personas que viven bajo regímenes seculares totalitarios, como la China y Corea del Norte. 


Si desobedecen a las autoridades, son condenadas a encarcelamiento en centros de concentración o gulags. 


Otras viven bajo regímenes totalitarios con una ideología religiosa, como Irán y la mayoría de los países musulmanes, donde tienen que obedecer a los líderes religiosos o ser perseguidas o encarceladas. 


Sin embargo, hay habemos naciones libres, democráticas donde hay millones de personas que son esclavas de su propio pecado porque no saben lo que Cristo ha hecho por ellas. 


Este tipo de esclavitud personal es devastador. 


¿Y tú, sabes que Cristo te ha liberado de la pena y del poder del pecado, o sientes que estás luchando una batalla perdida? 


Sé que tenemos entre nosotros personas que leen estas palabras y se encuentran luchando una batalla personal contra el pecado. 


Otras muchas, en este momento se encuentran total y completamente esclavizadas por el pecado. 


Dios quiere que entiendas como vencer el poder del pecado en tu vida para poder ser verdaderamente libre. 


¿Cómo se logra eso?


Dice la Palabra de Dios:


“Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: “Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.  Ellos le contestaron: “Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: 'Serán libres'?”. Jesús les respondió: “En verdad les digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres””

Juan 8: 31-36

Énfasis por el Pastor Jorge Macías


Los fariseos revelan cómo el orgullo los había cegado a la realidad de su estado cuando contestaron a Jesús: 


“Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie”. 


Se olvidaron que fueron esclavos del faraón en Egipto, esclavos de Asiria y Babilonia, y en el momento en que Jesús les decía estas palabras estaban esclavizados por Roma. 


La razón por la cual menciono esto es porque el orgullo hace que una persona se engañe a sí misma. 


No dejes que tu orgullo te impida admitir tu necesidad ante Dios. 


Si rehusas humillarte, tu orgullo te alejará de la libertad que Dios quiere darte hoy.


Después de leer las palabras de Cristo, ¿estás seguro de que eres libre de la pena y del poder del pecado? 

Amadas, amados en Cristo, Jesús murió y resucitó por esa libertad verdadera, o como dijo, para que fuéramos realmente libres.  Este es el objetivo de la vida cristiana. 


Dios quiere que seas realmente libre para que disfrutes la vida que diseñó para ti. 


Solo así podrás servirle.


Esclavitud y Batalla

Antes de continuar con el tema de la libertad del pecado, quiero aclarar un poco el verso Juan 8:34 porque muchos leen esto e inmediatamente malinterpretan lo que Jesús dice. 


La palabra comete en esta frase, "todo el que comete pecado”,  está en el tiempo presente. 


Esto significa que Jesús se refiere a aquellos que voluntaria y continuamente practican el pecado. 


No se refiere a las personas que pecan, se arrepienten y le piden perdón a Dios. 


Habla de las personas que pecan y practican él pecado sin ninguna pena o arrepentimiento. 


Esta es la razón por la que Dios quiere que nos acostumbremos a confesar nuestros pecados con regularidad. 


En 1a. Juan 1:9 tenemos la promesa: 

"Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”  


Amadas, amadas en la Fe, las palabras confesamos y es en este versículo también están en el tiempo presente. 


Juan literalmente dice que, si confesamos con regularidad nuestros pecados, Dios con regularidad perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. 


Observa que Juan no dice “alguna maldad” o solo la “maldad incidental”; no,  dice con claridad que “toda maldad”.


Confesar tu pecado con regularidad es algo muy esencial porque te hace recordar que necesitas a Dios. 


A medida que admites tu necesidad, Él dispensará Su gracia y misericordia sobre ti. 


Vida de Esclavo o Libre

Para realmente discernir la importancia de ser libre del poder del pecado en tu vida, es esencial que recuerdes cómo era tu vida antes de recibir a Cristo. 

Al igual que Pedro, creo que nunca debes olvidar que Dios te ha concedido la purificación de tus pecados pasados.

Mira lo que dice Su Palabra en 2a. Pedro 1: 9

“Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”

2 Pedro 1:9-11

 

Pablo tampoco olvidó lo que había hecho antes de ser salvo, dijo: 

“Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí” 

1a. Corintios 15:9-10

Además, Pablo declaró de sí mismo: 

“Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero” 1a. Timoteo 1: 15 

Amigas y amigos queridos, ¿Recuerdan cómo vivían cuando no eran creyentes y lo que hacían? 

¡Eras esclavo del pecado! 

Hacías cosas que sabías que estaban mal, y tu consciencia te condenaba constantemente. 

Todos - sin duda alguna - tratamos de dejar ese pecado, pero siempre volvíamos a caer en lo mismo.  

Te prometías no volver a cometer el mismo pecado, pero lo volvías a hacer. 

Luego, ponías un poco de empeño en tu promesa; pero nuevamente fracasabas, te frustrabas y te sentías aún más culpable por tu pecado.  

Tu temor, enojo o resentimiento te controlaban y gobernaban tu vida. 

Parecía no haber remedio para lo que estabas pasando. ¡Esto es ser esclavo del pecado!

Oh amadas y amados en la fe, como creyente, Pablo experimentó este dilema de pelear con su naturaleza pecaminosa. 


Fue perdonado y declarado justo en Cristo, pero reconoció que la batalla contra él pecado continuaba. 


No como antes cuando no era creyente, sino que la lucha contra el poder del pecado tomaba lugar en su mente—en sus deseos y pensamientos. 


Pablo menciona esta batalla en Romanos 7:15-18. 


Presta atención a sus palabras y mira si te identificas: 


“Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no”.   


¿Has experimentado esta lucha?   


¡Estoy seguro que sí! 


¿Por qué haces las cosas que odias? 

¿Por qué tienes pensamientos tan corruptos? 


La respuesta es muy simple. 


Tienes una naturaleza pecaminosa en tu interior y tienes una nueva naturaleza que también mora dentro de ti. 


Ambas están en conflicto. 


En tu mente aceptas que la ley de Dios y Su verdad son justas, pero existe otro poder que actúa en tu interior y constantemente intenta derrotarte. 


¿Cuál es la solución? 

¿Cómo puedes experimentar la libertad que Cristo prometió?


Nuestro Libertador

Nuestra respuesta de parte de Dios para el problema del pecado se encuentra en la comunión con Jesucristo. 


En el momento preciso en que recibiste a Cristo, algo impresionante sucedió en tu interior. 


Este es el primer paso hacia la libertad. 


Fue tan impresionante que no entendiste por completo lo que acababa de suceder. 


Percibías una diferencia, pero realmente no entendías lo que había sucedido. 


Recuerdo el día después de entregarle mi vida a Cristo; estaba consciente de que algo había cambiado, pero no lo podía describir. 


Si me hubieran pedido que lo explicara, no lo podría haber hecho. 


La Biblia dice que Dios me ha limpiado de mi pecado y me ha dado una nueva naturaleza. 


Esto es lo que se conoce como el nuevo hombre (Ef. 4:24). 


Pedro explicó que este nuevo hombre es la naturaleza divina de Dios (2P.1:4). 


¿Por qué Dios nos da esta nueva cualidad? 


Para que, por instinto, queramos hacer lo que Él manda. 


Esta nueva naturaleza nos da el deseo y la voluntad de hacer lo que el Señor quiere que hagamos. 


En Romanos 6:17-18 Pablo describe exactamente lo que sucedió el momento en que creímos la veracidad del evangelio, dijo: 


“Pero gracias a Dios, que aunque ustedes eran esclavos del pecado, se hicieron obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fueron entregados, y habiendo sido libertados del pecado, ustedes se han hecho siervos de la justicia”


En algún momento todos fuimos esclavos del pecado, pero cuando obedecimos el llamado de Dios, fuimos liberados del pecado y nos convertimos en esclavos de la justicia. 


Pero este es solo el primer paso hacia la libertad. 


Cuando comenzamos a seguir a Cristo nos damos cuenta de que hay un problema. 


Ese problema es que todavía pecamos y fallamos. Luego, nos preguntamos cómo es que esto le sucede a alguien que ha sido liberado del pecado. 


Es porque todavía tenemos la naturaleza pecaminosa en nuestro interior. 


Tu naturaleza pecaminosa ama el pecado, pero tu nueva naturaleza ama la justicia. 


Mientras vivamos en este cuerpo carnal aquí en la tierra, tendremos que lidiar con nuestra naturaleza pecaminosa y sus deseos.


Conclusión

En Cristo tenemos Victoria, ¡queridas hermanos y Hermanas en la fe de Cristo!

¿Cómo lidias con esta batalla entre tus dos naturalezas? 

¿Cómo puedes experimentar la libertad que Jesucristo prometió a Sus discípulos? 

El primer rayo de luz llega al creyente cuando está lleno del Espíritu Santo y experimenta inmediatamente la libertad. 

Esto es lo que Pablo explicó en Gálatas 5:16-17, 

“Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen” 

Aquí Pablo nos da la simple solución para darle fin a esta batalla. 

Nos dice que simplemente andemos por el Espíritu. 

Si ando bajo el control del Espíritu (el poder de mi nueva naturaleza), no cumpliré los deseos de mi carne (mi vieja naturaleza).  

La palabra anden en el versículo 16 está en el tiempo presente, por lo tanto, tu entrega al control del Espíritu debe ser constante y frecuente. 

Si es así, no cumplirás los deseos de la carne. 

En el griego, la palabra no conlleva una doble negación. 

Esta es la manera más enfática de decir que tus deseos carnales tienen que ceder al poder del Espíritu.

Finalicemos, entonces.

Pablo nos dice, Lleno del Espíritu: 

“Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias” Romanos 6: 11-12

Amadas, amados en Cristo, es Clave, Vital y Verdadero que obedezcas esta verdad, de lo contrario estarás obedeciendo a tus lujurias en lugar del Espíritu.

Creamos y consideremos un Hecho el que estás muerto al pecado; sencillamente toma la decisión de no obedecer al pecado, ni permitir que te domine en ese momento. 


¡Aquí es donde comienza la verdadera libertad!


Tienes que reconocer esta decisión de vital importancia y solo entonces es que dejarás de obedecer los deseos de tu carne y darás inicio con la Obediencia a la Voluntad de Dios. 


No permitas que el pecado reine en tu cuerpo mortal. 

Considerarte muerto al pecado, que es la manera de despojarte del viejo hombre.

Oremos

Dios los bendice

Ps. Jorge Macías benitez