lunes, 29 de marzo de 2021

#A278 Un Ejemplo de Fe

Serie: Tras las Pisadas de Jesús  Día 13



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     Introducción.    


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


El fundamento de este domingo, de este mensaje y Su Ministración en específico, lo podemos encontrar en Deuteronomio 31: 1-8, que dice:


“1 Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, 2 y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán.

 3 Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. 4 Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó.

 5 Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. 6 Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.

7 Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. 8 Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”


Amados hermanos, queridos amigos, Moisés llegó al borde de la tierra prometida, pero no pudo entrar. 

Surge una pregunta. ¿Porqué? 

Él también desobedeció.

Ahora, el plan de Dios y sus promesas deberían cumplirse. 

Sería Josué, quién encomendado a ser fuerte y valiente, derrotaría a los pueblos enemigos y repartiría la tierra.

Este domingo 28 de Marzo del año 2021, el título del mensaje es :


Un Ejemplo de Fe

Oremos

    Misión y Obediencia  


Amados, Josué completó su misión, en una muestra clara de obediencia. 

Aceptó su misión y la llevó a buen término. 

No fue fácil, cometió errores, pero llevó honrosamente su parte, su responsabilidad y decisión, su compromiso, en este asunto.

Amados, Jesús sigue invitándonos a llevar su yugo; Él asegura que eso nos dará descanso. 

Hoy su "yugo" es muy diferente al que llevó Josué y sin embargo, llevarlo requerirá la misma Obediencia que Moisés necesitó para sacar a Israel de Egipto o la Obediencia que hizo falta para que Josué repartiera la tierra.

La Obediencia sigue siendo clave.

¿Qué "yugo" te invita a llevar el Señor hoy?

¿Por qué crees que Jesús nos ofrece descanso?

Cuando Dios dice: "se fuerte y valiente", ¿qué situación anticipa?

¿En qué necesitas ser fuerte y valiente hoy?


Amados, el Ser obediente a la Voluntad y Propósito de Dios, nos requiere Ser mansos y humildes de corazón.

Observa y Discierne lo que dice Mateo 11: 29-30, al respecto:

“29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;

 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”


En esta porción de la Palabra de Dios, Él nos habla de mansedumbre y humildad.


Quien es manso y humilde tiene paz en su corazón. 


En el otro extremo, la persona orgullosa vive enferma interiormente, llevándola a pensar que siempre tiene la razón de todo, y colocando en su corazón una carga que se hace imposible de soportar. 


Podemos decir que estas personas mantienen sus “caprichos” hasta limites inentendibles y pasan momentos de sufrimientos innecesarios. 


Por eso tienen opresión en sus vidas y no saben cómo hacer para vivir en paz.


Jesús nos dio una enseñanza muy contundente de cómo debemos ser en nuestro interior para poder tener paz en el corazón.


Mateo 11:29 nos dice que “… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.”


El Señor nos abre su corazón y nos enseña cómo una persona puede alcanzar la paz y el descanso en el alma por medio de la Mansedumbre y la Humildad.


Es muy importante que cada consejo de Jesús lo tomemos muy en serio y lo apliquemos para poder vivir con el alma libre de toda carga innecesaria.              


            El Orgullo          


Amados, queridos amigos, la persona que se maneja con soberbia y no desea ser humilde, es aquella que en manera continua quiere manejar y manipular a las personas que están en su entorno para que hagan lo que él o ella desean.


Esto es sumamente peligroso porque la manipulación es un pecado muy profundo, ya que es querer adueñarse de los demás para que hagan lo que deseas.

Cuando alguien manipula utiliza las herramientas de la seducción, mentira, halagos, u otras; lo hacen para de esta forma poder controlar de la manera que fuese a su entorno.


La Palabra de Dios nos dice en 2a. Corintios 11:14 

“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.”

Cualquier persona que en verdad es humilde, no presiona a nadie para que hagan lo que el desea, sino que se mueve en la vida enseñando y educando a las personas en la sana doctrina, para que de esa forma sea el Espíritu Santo el que haga la obra en el corazón de los demás.


Pero la persona orgullosa, soberbia, manejada por su ego es capaz de hacer cualquier cosa para engañar y seducir a las personas en falsas doctrinas llevándolas a que hagan su propia voluntad y no la de Dios.


Efesios 4:14, nos dice la Palabra de Dios:


“para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,”


Amados, para vivir en paz, debemos vivir sin controlar y para ello debemos de Conocer que el Espíritu Santo es el único que puede vencer mi orgullo.


La Palabra de Dios nos dice en Salmos 51:10 


“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.”


El Espíritu Santo es el que produce dentro de cada uno de nosotros un corazón LIMPIO. 


Ya que el corazón de los seres humanos se va ensuciando en manera continua por él andar de la vida, y debemos ser limpiados por medio de la sangre de Jesús todos los días para que dé esa manera saquemos toda tiniebla que nos pueda apartar del Señor.


Ahora, no solo trabaja con nuestro corazón el Espíritu Santo, sino que también va dándole a nuestro espíritu, rectitud. 


En nuestro espíritu esta la conciencia, donde radica nuestra moral, que luego es traducida en las acciones que tenemos en la vida. 


Lo que el Espíritu Santo va realizando dentro nuestro, es enseñarnos por medio del Discernimiento qué es lo que esta bien, y qué es lo que esta mal.


La mansedumbre y la humildad son características del carácter de Jesús que debemos Conocer, Discernir, recibir y practicar, pero solo lograremos hacer eso con la ayuda del Espíritu Santo.


En el antiguo Testamento, bajo el Pacto de la Ley, hubo Varones, Siervos de Dios que fueron Manos Y Humildes; veamos Números 12.


“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.”

Números 12: 3


Nada en la vida podremos transformar en nuestro interior si no interviene la presencia del Espíritu de Dios. 


Por eso debemos clamar, Anhelar y acudir a su ayuda para que de esa forma todo lo que dentro de nosotros nos limita se transforme para que seamos mansos y humildes de corazón.


Así como Pablo lo expresa, en la 2a. Carta a los Corintios:


“Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros;”

2a. Corintios 10: 1


           Escucha la Voluntad de Dios        


Amados en Cristo, queridos amigos, Juan 6:38 “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”


El Señor Jesús nos enseña cómo el siendo Dios, se humillo y camino sobre esta tierra con un solo objetivo, que era hacer la voluntad del Padre que lo envío.


¿Y qué pasa con nuestras vidas?

¿Tenemos que hacer la voluntad del Padre?


Acá es la gran pregunta que tiene solo una respuesta muy personal, y es desde adentro de nuestro corazón. 


Nosotros debemos Anhelar hacer su voluntad y decidir.


Jesús llego a decir en un momento de su vida:


Lucas 22:42 


“diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”


Amados hermanos, queridos amigos, seguramente en muchas oportunidades deseamos no entregar nuestras vidas a Dios en forma completa porque nuestro ego interior es el que nos quiere manejar para que hagamos lo que la carne desea y no lo que el espíritu y en Su Espíritu Santo, debemos hacer.


La Palabra de Dios, nos dice en Gálatas 5:17 


“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.”


Los deseos de la carne dentro de cada uno de nosotros, siempre van a qu

erer dominarnos y llevarnos a que no hagamos la voluntad de Dios, sino lo que a nosotros nos parece contradiciendo al Espíritu Santo. 


Por eso es tan importante comprender que nuestra carne no desea hacer la voluntad de Dios NUNCA, solo desea hacer lo que ella quiere.


Juan 3:6, nos dice: 


“Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”


Amados, llega un tiempo en nuestra vida donde necesitamos tomar conciencia y dedicarnos a las cosas del Espíritu y así poder vivir en plenitud en esta tierra.


           Fe en Acción        


Amados hermanos, amigos, el capítulo 11 de Hebreos es como el “paseo de la Fama” de la Biblia para los grandes personajes de la Fe. 

Piensa en gente como Abraham, Moisés y David, conocidos como los Padres de la fe.  

Escudriñemos cuidadosamente y encontraremos a dos mujeres entre estas famosas figuras, entre las cuales esta Rahab.

Rahab era una extranjera de la famosa ciudad de Jericó que fue conquistada por los israelitas.

Vamos a la Palabra de Dios, en esta parte de la historia del pueblo Hebreo y de la genealogía de Jesús:

“1 Y Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sitim a dos espías, diciendo: Id, reconoced la tierra, especialmente Jericó. Fueron, pues, y entraron en la casa de una ramera que se llamaba Rahab, y allí se hospedaron[a]. 2 Y se le dio aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí, unos hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para reconocer toda la tierra. 3 Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la tierra. 4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido, y dijo: Sí, los hombres vinieron a mí, pero yo no sabía de dónde eran. 5 Y sucedió que a la hora de cerrar la puerta, al oscurecer, los hombres salieron; no sé adónde fueron[b]. Id de prisa tras ellos, que los alcanzaréis. 6 Pero ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los tallos de lino que había puesto en orden en el terrado. 7 Y ellos[c] los persiguieron por el camino al Jordán hasta los vados, y tan pronto como los que los perseguían habían salido, fue cerrada la puerta. 8 Y antes que se acostaran, ella subió al terrado donde ellos estaban, 9 y dijo a los hombres: Sé que el Señor os ha dado la tierra, y que el terror vuestro ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes de la tierra se han acobardado[d] ante vosotros. 10 Porque hemos oído cómo el Señor secó el agua del mar Rojo[e] delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y de lo que hicisteis a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a quienes destruisteis por completo[f]. 11 Y cuando lo oímos, se acobardó nuestro corazón, no quedando ya valor[g] en hombre alguno por causa de vosotros; porque el Señor vuestro Dios, Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Ahora pues, juradme por el Señor, ya que os he tratado con bondad, que vosotros trataréis con bondad a la casa de mi padre, y dadme una promesa segura[h], 13 que dejaréis vivir a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y a mis hermanas, con todos los suyos, y que libraréis nuestras vidas[i] de la muerte. 14 Y los hombres le dijeron: Nuestra vida[j] responderá por la vuestra[k], si no reveláis nuestro propósito; y sucederá que cuando el Señor nos dé la tierra, te trataremos con bondad y lealtad[l]. 15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana, porque su casa estaba en la muralla de la ciudad, y ella vivía en la muralla.” 

Josué 2: 1-5

Lo que la hace única no es solamente el hecho de que era extranjera, sino también prostituta; efectivamente, no es exactamente el perfil que uno esperaría ver entre los “grandes” de la Biblia. 

Sin embargo, cuando los dos espías israelíes se colaron en Jericó, fue Rahab quien los escondió y los ayudó a escapar. 

Los rumores de que los israelitas acampaban en el desierto al otro lado del río Jordán habían llegado al pueblo de Jericó. 

Habían oído hablar de los milagros de Dios, pero mientras el resto de Jericó confiaba en su poderoso muro para protegerse de cualquier enemigo, Rahab decidió poner su fe en el Único Dios Verdadero.

¿Qué hace que la historia de Rahab sea tan extraordinaria? 

¡La primera clave es su fe! 

Al igual que tú y yo, Rahab fue salva por la fe. 

Esa fe la movió a la acción, salvando a los dos espías israelitas. 

Del mismo modo, nosotros también estamos llamados a poner la fe en acción, a veces asumiendo riesgos y yendo en contra de la cultura popular, al igual que Rahab.

En segundo lugar, sus acciones para con los espías israelitas nos recuerdan la promesa de Dios a Abraham y a sus descendientes: 

“Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan" 

Génesis 12:3

La tercera clave en la historia de Rahab es la Gracia y Misericordia de Dios. 

Rahab era una mujer con un pasado. 

Ella había vivido una vida llena de pecado y sin embargo Dios la incluyó entre los grandes de la Biblia e incluso la mencionó en el árbol genealógico de Jesús. 

¿Cómo es posible que una prostituta extranjera diera la talla? 

Para recordarnos que no hay pecado demasiado grande o remordimientos tan complicados que Jesús no pueda perdonar y sanar.

Si estás luchando con errores del pasado, remordimientos y pecados, solo déjalos ir. 

Sabes…¡eso también pasará!

Deja de aferrarte a los errores del pasado y dáselos a Jesús. 

¡Comienza dando un paso de fe!


           Ejemplo de Fe       


Amados en Cristo, queridos amigos, en Génesis 32 Jacob, un hombre cuya vida estaba llena de drama familiar es un buen ejemplo de fe. 


Después de engañar a su hermano Esaú (que amenazó con matar a Jacob) de su derecho de nacimiento y herencia, Jacob huyó a la casa de su tío Labán. 


Muchos años más tarde, Jacob decidió volver a casa; que fue cuando él recibió la palabra; Esaú estaba en el camino a su encuentro, con un ejército de 400 hombres. 


Para Jacob, este fue el punto de ruptura. 


Ansiaba una nueva vida, un nuevo comienzo. 


Su pasado lo perseguía. 


Había engañado a su hermano, había mentido a su padre, y su nombre era un constante testigo contra él. 


Escucha, el nombre Jacob significa «suplantador» o «engañador»


Jacob se apartó de toda su familia y pasó la noche solo en el campamento. 


Esa noche, un hombre apareció y un combate de lucha estalló. 


Jacob luchó implacablemente, pero pronto se dio cuenta de que no luchaba contra hombre alguno. 


Estaba luchando con el propio Dios, y sin embargo, aunque no podía ganar, Jacob no se rendiría, gritando «¡No te dejaré ir a menos que me bendigas!»


En respuesta a este acto de fe, a Jacob le fue dado un nuevo nombre: Israel. 


Por fe, a Jacob se le dio un nuevo nombre y su Propósito, le fué revelado.


Ya no sería Jacob el engañador, sino que sería Israel, el nombre dado a la nación elegida de Dios.


           Conclusión       


Amados hermanos, amigos queridos, surge entonces una pregunta en mi corazón:


¿Estás dispuesto a ser tú mismo un ejemplo de Fe?


Jesús dice claramente lo que significa seguirlo: 


“…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (Lucas 9:23–25). 


Nuestra comprensión moderna de la frase "tome su cruz y sígame" es a menudo inadecuada. 


En los días de Jesús, la cruz siempre simbolizada la muerte. 


Cuando un hombre llevaba una cruz, él ya había sido condenado a morir en ella. 


Jesús dijo que, para seguirlo, uno debe estar dispuesto a morir. 


No todos enfrentaremos la muerte de un mártir. 


No todos seremos encarcelados, golpeados o torturados por nuestra fe. 


Entonces, ¿A qué clase de muerte se refería Jesús?


Pablo explica en Gálatas 2:20, 


“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. 


Amados, seguir a Cristo es ser también un Ejemplo de Fe.


Significa morir a nuestra manera de hacer las cosas. Consideramos que nuestra voluntad, nuestros derechos, nuestras pasiones y nuestras metas son crucificados en la Cruz con Él. 


Nuestro derecho a dirigir nuestras vidas está muerto para nosotros (Filipenses 3:7–8). 


La muerte implica el sufrimiento. La carne no quiere morir. Morir a uno mismo es doloroso y va en contra de nuestra inclinación natural a buscar nuestro propio placer. 


Pero no podemos seguir a Cristo y a la carne (Lucas 16:13; Mateo 6:24; Romanos 8:8). 


Jesús dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).


Pablo sufrió más que la mayoría por causa de Jesús. 


Él les dijo esto a los cristianos de Filipos: "Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él" (Filipenses 1:29). 

La palabra concedido aquí significa "mostrar favor, dando libremente como regalo". Pablo no presenta el sufrimiento como una maldición, sino como un beneficio.


El sufrimiento puede tomar muchas formas. Al elegir obedecer al Señor Jesucristo, estamos poniéndonos en desacuerdo con el mundo. Gálatas 1:10 dice, 


"Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. 

Al adherirse estrechamente a las enseñanzas de la Biblia, nos preparamos para el rechazo, la burla, la soledad o la traición. 


A menudo, la más cruel persecución proviene de aquellos que se consideran espirituales, pero han definido a Dios según sus propias ideas. 


Si optamos por tomar una firme posición por la justicia y la verdad bíblica, nos aseguramos ser incomprendidos, escarnecidos, o algo peor. Tenemos que tener en cuenta que ninguna amenaza de sufrimiento disuadía a los apóstoles de predicar a Cristo. 


De hecho, Pablo dijo que perder todo valía la pena 


"…a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte" (Filipenses 3:10). Hechos 5:40–41 


Describe la reacción de los apóstoles después de que recibieron otra paliza por predicar acerca de Jesús: “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”.


El sufrimiento de alguna forma siempre va a ser una parte de ser un verdadero seguidor de Cristo. 


Jesús dijo que el camino que lleva a la vida es difícil (Mateo 7:14). 


Amados, nuestras dificultades también son una manera de identificarnos de un modo muy reducido con Su sufrimiento.


Jesús dijo que, si le negamos delante de los hombres, Él nos negará ante Su Padre en los cielos (Mateo 10:33; Lucas 12:9). 


Hay muchas maneras sutiles de negar a Cristo. 


Si nuestras acciones, palabras, estilo de vida, u opciones de entretenimiento no reflejan Su voluntad, negamos a Cristo. Si pretendemos conocerlo a Él, pero vivimos como si no, negamos a Cristo (1 Juan 3:6-10). 


Muchas personas eligen esas formas de negar a Cristo porque no quieren sufrir por Él.


A menudo nuestro mayor sufrimiento proviene del interior cuando batallamos para tener control sobre un corazón que debe morir a su propia voluntad y entregarse al señorío de Cristo (Romanos 7:15–25). 


En cualquier forma que se presente el sufrimiento, debemos aceptarlo como una insignia de honor y un privilegio en el cual nos gozamos, tal como los apóstoles, 


“…de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:41).


           Oremos       


¡Dios los Bendice! 


Ps. Jorge Macías Benítez