domingo, 24 de mayo de 2020

#A237 Luz de Gozo

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A237 Luz de Gozo

 

 

 


 

 

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Introducción

 

Nota:  a partir de un Sermón predicado el Domingo 15 de junio, 1862 por Charles Haddon Spurgeon En el Tabernáculo Metropolitano, Newington

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta mañana del domingo 24 de mayo del 2020, el Señor nos quiere llevar a 2 enseñanzas en una porción de Su Palabra que seguramente serán sorprendentes para quienes no están familiarizados con la vida que Dios ha Diseñado para quienes deciden un camino con Él.

 

Para los creyentes sinceros, estas maravillas son hechos reconocidos, pero para el mundo incrédulo parecen asuntos muy extraños.

 

Dice la Palabra de Dios:

 

“Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.”

Salmo 37:4

 

Amados, en primer lugar, la vida del creyente es descrita aquí como un deleite en el Señor.

 

Así se nos confirma la gran verdad de Dios, que la fe verdadera rebosa de Gozo y de felicidad.

 

Los hombres impíos y los que simplemente profesan con los labios y no en su corazón, no ven nunca a la fe como algo lleno de deleite.

 

Para ellos la fe es únicamente servicio, deber o necesidad; no puede ser placentera ni deleitable.

 

El título del mensaje esta mañana es:

 

Luz de Gozo

 

Oremos

 

Deleite ante el Señor

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ante esta declaración de nuestro fundamento, surgen preguntas:

 

·      ¿Por qué tienen que ir a la Casa del Señor?

·      ¿No es debido a una costumbre que evitarían de buen grado si pudieran?

·      ¿Por qué siguen las ordenanzas de la Iglesia?

·      ¿Acaso no es por una esperanza farisaica de acumular méritos o por un temor supersticioso?

·      ¿Cuántos no ven a la religión como un amuleto que permite escapar de las enfermedades, o como un mal menor que ofrece una vía de escape al temible juicio?

 

Para muchas personas, aun hermanos en Cristo nuestras reuniones o Asambleas semanales pueden resultar monótonas y la adoración, incluso producirlas fatiga.

 

Solo preguntemos a quienes pertenecen al mundo su opinión acerca de la fe; a pesar de que practican metodológías, método expositivo – el más reconocido hoy y en particular entre los secacionistas - consideran que todo es deprimente y aburrido: "¡qué pesado es todo eso!"… piensan y hablan.


Aman la fe del mismo modo que el burro ama su trabajo y así la vuelven religión; la “aman” como el caballo el látigo, o el prisionero sus trabajos forzados.

 

Hoy, la iglesia “exige” predicas cortas y sería mejor si no se predicara ninguno.

 

Amado, te recuerdo que el orígen de este mensaje es Junio de 1862… ¡y sigue sindo actual!

 

¡Su Ekklesia no ha cambiado!

 

Con cuánta alegría no reduciría la que debiera de ser Su Ekklesia, las horas del domingo.

 

Ciertamente ellos preferirían que el Día de Señor se guardase una vez al mes.

 

La necesidad gravosa de costumbres piadosas pesa sobre ellos como el tributo que paga una provincia conquistada.

 

Desarrollan su práctica de la fe de la misma manera que pagan sus impuestos o las cuotas de una autopista; solo lo hacen por hábito.

No saben lo que es una ofrenda voluntaria ni tampoco pueden entender el amor lleno de
Gozo que produce la comunión de los santos.

 

Sirven a Dios de la manera que Caín lo hizo, quien trajo su ofrenda, es cierto, pero la trajo tardíamente; la trajo porque era costumbre de familia y no iba a permitir que su hermano lo superara; la trajo del fruto común de la tierra y con un sombrío corazón sin amor.

 

Los Caínes de hoy ofrecen las ofrendas que se ven forzados a traer, y no mezclan la fe en la sangre de Jesús con lo que traen.

 

Vienen como con pies de plomo a la Casa de Dios, y se van tan rápidamente como si tuvieran pies de plumas.

 

Sirven a Dios, pero lo hacen porque esperan obtener algún beneficio o porque no se atreven a no servirle.

 

Amados, el pensamiento del deleite en la fe es tan extraño para la mayoría de los hombres, que en su vocabulario no existen dos palabras más distantes entre sí que "santidad" y "deleite."

Ah, pero los creyentes que conocen a Cristo entienden que el deleite y la fe están unidos de tan bendita manera que las puertas del infierno no pueden prevalecer para divorciarlos.

 

Los que amamos a Dios con todo nuestro corazón, encontramos que Sus caminos son caminos agradables y Sus vías son de paz.

 

Los santos descubren en su Señor tal gozo, tales desbordantes deleites, tal sobreabundante bendición, que lejos de servirle por costumbre, queremos seguirle aunque el mundo entero rechace Su nombre como algo que perjudica, que daña sobremanera.

 

El temor de Dios no es compulsión.

 

·      Nuestra fe no es una cadena.

·      Nuestra profesión no es una prisión.

·      No somos arrastrados a la santidad, ni forzados a cumplir con el deber.

 

Oh, no, señores, nuestra fe es nuestro recreo.

 

Nuestra esperanza es nuestra felicidad, nuestro deber es nuestro deleite.

Sé, o más bien
Conozco que siempre circulará una calumnia en contra de la fe de Cristo que afirma que vuelve infelices a los hombres.

 

Pero nunca ha habido un mayor malentendido, una falsedad más vil para maldición del mundo.

 

¡Debido a que no podemos actuar irresponsablemente, ni pecar descaradamente, ni presumir como siervos del pecado, ustedes piensan que somos infelices!

 

Ah, señores, bien está escrito:

 

"El extraño no se entremeterá en su alegría."

 

El secreto del Señor está con aquellos que le temen y su gozo no puede ser arrebatado por nadie.

 

Déjenme recordarles, sin embargo, que las aguas mansas corren más profundas.

 

El arroyo que murmura sobre las rocas se seca en el verano; pero el río que corre profundo fluye rápidamente, venga sequía o calor, aunque en su superficie se deslice plácidamente entre los prados.

Amados, nosotros no proclamamos en voz alta nuestros gozos como ustedes divulgan sus diversiones, porque no necesitamos hacerlo.

 

Nuestros gozos se conocen de igual manera en el silencio como en medio de estimulante compañía.

 

No necesitamos de las relaciones que el mundo ofrece para alegrarnos, ni mucho menos de las variadas distracciones que les dan completa felicidad.

 

No necesitamos la copa, ni la fiesta, ni violines, ni danza, para alegrarnos; ni el toro de engorda ni la bodega repleta de vinos, para sentirnos ricos.

 

Nuestra felicidad no está en la criaturas pasajeras sino en el eterno e inmutable Creador.

 

Oh Amados, Sé bien, Conozco en Su Gracia,  que a pesar de todo lo que digamos, esta calumnia va a sobrevivir generación tras generación; esta es, ¡que el pueblo de Dios es un pueblo desdichado!

¡Vaya mentira y calumnia!

 

Amados, Ahora tranquilicemos al menos nuestras conciencias por la preocupación que sentimos por ustedes y que ustedes queden sin excusa si no creen. 

 

Ciertamente tenemos Gozo

 

Ciertamente nos deleitamos y no intercambiaríamos ni una onza de nuestros deleites por toneladas de los deleites de ustedes.

 

No cambiaríamos algunas gotas de nuestro gozo por todos los ríos de sus deleites.

 

Nuestros gozos ni son artificiales ni están pintados, sino que son sólidas realidades.

 

Los nuestros, son gozos que podremos llevar con nosotros a nuestra cama en el polvo silencioso; gozos que dormirán con nosotros en la tumba y con nosotros despertarán en la eternidad; gozos a los que podremos mirar de nuevo y vivir en retrospectiva; gozos que podemos anticipar y conocer aquí y luego en la eternidad.


¡Hallelujah!


Nuestros gozos no son burbujas que sólo resplandecen y se revientan.

 

No son manzanas de Sodoma que se convierten en cenizas en nuestra mano.

 

Oh, amados, ¡nuestros deleites tienen sustancia, son reales, verdaderos, sólidos, duraderos, eternos!

 

¿Qué más diré?

 

Saquen de sus mentes ese error; el deleite y la verdadera fe están tan unidos como la raíz y la flor; son tan indivisibles como la verdad y la eternidad.

 

Son, de hecho, dos preciosas joyas engarzadas la una junto a la otra en la misma montura de oro.


Pero hay también en nuestro texto algo muy sorprendente para los mundanos, aunque se trata de una maravilla que entienden fácilmente los cristianos.

 

El texto dice:

 

"Y él te concederá los anhelos de tu corazón."

Salmos 37:4

 

El mundano dice:

 

"yo creía que la fe era solamente abnegación; nunca me imaginé que al amar a Dios podíamos cumplir nuestros anhelos más extremos. Yo pensé que la piedad consistía en matar, destruir y suprimir nuestros deseos."

 

¿Acaso la fe de la mayoría de los hombres no consiste en una visible abstinencia de pecados que son amados en secreto?

 

Amado, Escucha… la piedad negativa es muy común en esta época.

 

La mayoría de los hombres suponen que nuestra fe está conformada por cosas que no debemos hacer, más que por placeres que podemos disfrutar; por ejemplo:

 

·      No debemos ir al teatro.

·      No debemos cantar canciones, ni trabajar los Domingos, ni decir groserías, etcétera.

·      No debemos hacer esto, no debemos hacer aquello.

 

Muchos suponen que somos una categoría de personas huraña y miserable que, sin duda alguna, hacemos en privado lo que nos privamos de hacer en público.


Ahora, es cierto que la fe es autonegación.

 

También es igualmente cierto que no es autonegación.

 

Amados, los cristianos tenemos dos identidades.

 

Está el viejo yo y en él ciertamente hay que negar la carne con sus afectos y concupiscencias.

 

Ahora, ¿que hay del nuevo yo?

 

Hay un espíritu nacido de nuevo, el nuevo hombre en Cristo. 

 

Un Nuevo Hombre

 

Amados en Cristo, queridos hermanos, nuestra fe no exige ninguna autonegación de ese nuevo yo.

 

No, dejamos que tenga libre desarrollo en cuanto a sus anhelos y deseos.

 

Puesto que todo lo que pueda anhelar, todo lo que quiera gozar, lo puede obtener sin peligro alguno.


Cuando alguien dice: "mi fe contiene algunas cosas que debo de hacer y otras que no debo de hacer", yo le respondo: "oh Amado, la mía contiene cosas que amo hacer y también comprende cosas que odio y menosprecio."

 

Mi fe no tiene cadenas; yo soy libre como el hombre más libre.

 

El que teme a Dios y es un verdadero siervo de Dios, no tiene cadenas que le aprisionen.

 

Puede vivir como quiera, pues quiere vivir como debe.

 

Puede ver colmados sus deseos, pues sus deseos son santos, celestiales, divinos.

 

Puede seguir sus anhelos y deseos hasta el límite de su posible realización y obtener todo eso que anhela y desea, puesto que Dios le ha dado la promesa y Dios le dará el cumplimiento de ella.

Pero no se queden con la idea de que no queremos mover un dedo porque hay avisos de Prohibido en nuestro camino; no piensen que no vamos por allí, a la derecha, o por allá a la izquierda, porque no nos atrevemos.

 

Oh, señores, no lo haríamos si pudiéramos.

 

No querríamos hacerlo aunque la Ley fuese cambiada.

 

No compartiríamos sus placeres aunque pudiéramos.

 

Aunque pudiéramos ir al cielo viviendo como viven los pecadores, no elegiríamos ni sus caminos ni su conversación.

 

Sería un infierno para nosotros si fuéramos obligados a pecar, aun si el pecado no recibiera ningún castigo.

 

Aunque pudiéramos participar en sus borracheras, y si pudiésemos compartir sus concupiscencias, ¡oh ustedes impíos!, si pudiéramos disfrutar de su júbilo y de su aparente “gozo”, no los querríamos.


Querido amigo, no nos estamos negando a nosotros mismos cuando renunciamos a estas cosas.

 

Es solo que despreciamos el júbilo de ustedes.

 

Sentimos abominación por ello y lo pisoteamos.

 

Un pájaro dijo a un pez una vez :

 

"no puedo entender cómo es que tú vives todo el tiempo en el elemento frío. Yo no podría vivir allí. Debe de ser un sacrificio continuo para ti no volar hacia los árboles. Mira cómo yo me remonto a las alturas." "Ah, dijo el pez, no es un sacrificio para mí vivir aquí, es mi elemento. Nunca he aspirado a volar, eso no es para mí. Si fuera sacado de mi elemento me moriría a menos que me regresaran de inmediato y, cuanto antes, mejor."


Así el creyente siente que Dios es su elemento natural.

 

Quien en Verdad vive en Fe, no trata de escapar de su Dios, ni de la voluntad ni del servicio de su Señor; además, si por un algún tiempo fuese apartado, cuanto antes pudiese regresar sería mejor.

 

Si cae en malas compañías se siente miserable y desdichado hasta que se libra nuevamente de ellas.

 

¿Acaso la paloma se niega a sí misma cuando no come carroña?

 

No, ciertamente la paloma no se podría deleitar en la sangre, no querría alimentarse de ella aunque pudiera.

 

Cuando un hombre ve una piara de cerdos bajo un roble deleitándose con sus bellotas y emitiendo gruñidos de satisfacción, ¿se niega a sí mismo cuando pasa de lejos y no comparte en la fiesta de los cerdos?

 

Oh no, de ninguna manera; él tiene mejor pan para comer en su casa, y el alimento de los cerdos no es ningún bocado exquisito para él.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, así pasa con el creyente.

 

Su fe es un asunto de deleite, y algo que le da satisfacción, y no tiene que negarse a sí mismo cuando evita algo y se aleja.

 

Sus gustos han cambiado, sus deseos son otros.

 

Él se deleita en su Dios, y gozoso recibe el anhelo de su corazón.

Todo esto nos ha servido a modo de introducción.

 

Ahora vamos al texto mismo. Hay dos cosas muy claras en el texto. La primera es un precepto escrito sobre brillantes joyas, "Deléitate en Jehová." La segunda es una promesa mucho más preciosa que los rubíes, "y el te concederá los anhelos de tu corazón."

Deléitate en Jehová


Así nos deice nuestro fundamento.

 

Amados, la Ley de los Diez Mandamientos fue escrita sobre piedra, - tal vez duro granito - en la que los hombres no podían encontrar mayor Gozo.

 

Esta ley del mandamiento, "Deléitate en Jehovah," no es una ley de piedra para ser escrita sobre tablas de granito.

 

Contiene un precepto de centelleante brillantez, digno de escribirse sobre amatistas y perlas. "Deléitate en Jehovah."

Mis queridos hermanos, ¡cuando el deleite se convierte en deber, entonces, ciertamente, el deber es deleite!

 

Cuando mi deber es ser feliz, cuando tengo el mandamiento expreso de ser feliz, entonces ciertamente, ¡debo ser un pecador si rechazo mis propios gozos y me aparto de mi propia bendición! ¡Oh, qué Dios tenemos, que hace que nuestro deber sea ser felices! ¡Qué Dios tan bondadoso, que valora como la obediencia más digna de su aceptación, la obediencia alegre dada con un corazón lleno de gozo! "Deléitate en Jehovah."

Amados, ¿qué es este deleite? 

 

He estado meditando en la palabra "deleite" y no puedo explicarla.

 

Ustedes saben que es una palabra única.

 

Una palabra especial.

 

No puedo usar nada excepto la propia palabra para describirla.

 

Si la miras, resplandece con luz, brilla como una estrella, más aún, como una constelación brillante, radiante con dulces influencias como las Pléyades.

 

Es Gozo, pero es más que eso, es Gozo sobreabundante; es descanso, pero es un descanso tal que permite la máxima actividad de cada pasión del alma.

 

¡Deleite! Es júbilo sin frivolidad.

 

¡Deleite! Es paz, pero es más que eso; es paz celebrada con festividad, con banderitas colgando en todas las calles y toda la música tocando en el alma.

 

¡Deleite! ¿A qué podré compararla?

 

Oh Amado, dirígete al cielo si quieres saber lo que significa el deleite.

 

¡Mira allí a los espíritus que tocan las cuerdas doradas con sus dedos! ¡Escucha sus voces, cuando con repiques de gozo desconocido a los oídos humanos cantan Al que les amó y les libró de sus pecados con su sangre!

 

Míralos cómo guardan el Día del Señor eternamente en el gran templo del Dios viviente, y mira al trono de la Gracia, y mira, y mira y mira de nuevo, absorto en la gloria, beatificado en Jesús, lleno del cielo, desbordando sumo gozo.

 

¡Esto es deleite!

 

Sé que no he podido describir la palabra.

 

Tienen que tomar esa palabra y deletrearla letra por letra; y luego deben pedir al Señor que ponga en sus corazones un dulce marco mental, conformado por los siguientes ingredientes:

 

·      Un perfecto descanso de todo cuidado terrenal

·      Una perfecta entrega de ustedes mismos en las manos de Dios

·      Una intensa confianza en Su amor por ustedes

·      Un amor divino hacia Él, de tal manera que estén dispuestos a ser cualquier cosa o a hacer cualquier cosa por Él

·      Agrega a todo esto, un gozo en Él

·      Cuando tengas todo esto, pon todo a hervir

 

¡Solo entonces tendrás el deleite en el Señor tu Dios!

 

Matthew Henry dice:

 

"el Anhelo es amor en acción, como un pájaro en pleno vuelo; el deleite es amor en descanso, como un pájaro en su nido."

 

Tal es el significado de la palabra, y tal el deber prescrito.

 

"Deléitate en Jehová."

 

¿De donde viene este Deleite?


Amados en Cristo, queridos amigos, vamos concluyendo.

 

El texto nos dice: "Deléitate en Jehová."

 

Deléitate en Jehovah, en Su misma existencia.

 

Que haya un Dios es motivo suficiente para hacer que el hombre más infeliz sea feliz si tiene fe.

 

Hoy. las naciones se derrumban, las dinastías caen, los reinos se tambalean,

 

Sabes, ¡qué importa, que mas da…! ¡puesto que hay un Dios!

 

El padre se ha ido a la tumba, la madre duerme en el polvo, la esposa se ha ido de nuestro lado, los hijos son arrebatados, pero hay un Dios.

 

Solo esto basta para que sea un manantial de Gozo para los verdaderos creyentes para siempre.


Deléitense también en su dominio. "¡Jehovah reina! ¡Regocíjese la tierra!." ¡Jehovah es Rey!

 

Oh Amado, ¡venga lo que venga, Él se sienta en el trono y gobierna bien todas las cosas!

 

El Señor ha preparado su trono en los cielos y Su reino gobierna sobre todo.

 

De pie en la carroza de la providencia, sostiene las riendas y guía a los veloces caballos de conformidad a su voluntad.

 

Dios es exaltado por sobre los montes y por sobre las colinas; Dios tiene influencia sobre todas las cosas, tanto sobre las cosas magníficas como sobre las minucias.

 

¡Alégrate mucho, oh hija de Sión, Jehovah es Rey eternamente y para siempre, aleluya, aleluya!


Cada atributo de Dios debe ser un rayo fresco en esta luz de sol llena de deleite.

 

Para nosotros que conocemos nuestra insensatez, que Él sea sabio debe ser motivo de Gozo.

 

Para los que temblamos a causa de nuestra debilidad, que Él sea todopoderoso debe ser causa de regocijo.

 

Que Él sea eterno debe ser siempre el tema de nuestra música, cuando nos damos cuenta que somos hierba y nos secamos como la hierba verde.

 

Que Él sea inmutable debe darnos una canción, pues nosotros cambiamos cada hora y no somos los mismos por mucho rato.

 

Que Él esté lleno de Gracia, que desborde gracia y que en el pacto, Él nos haya dado esta gracia, que sea nuestra, nuestra para limpiarnos, nuestra para guardarnos, nuestra para santificarnos, nuestra para perfeccionarnos, nuestra para llevarnos a la gloria, todo esto debería impulsarnos a deleitarnos en Él.


Oh Hijos de Dios, ustedes están hoy junto a un río muy profundo; a lo mejor ya se han metido en ese río hasta los tobillos y conocen un poco de sus corrientes claras, dulces, celestiales.

 

Ahora, solo Escucha¡más adelante la profundidad es mayor y la corriente es más deleitosa aún! ¡Ven y lánzate en ese río! ¡Ahora sumérgete en el mar sin límites de la Divinidad!

 

Amado, piérdete en su inmensidad; deja que Sus Atributos cubran toda tu debilidad y toda tu insensatez, y todas las otras cosas que te hacen gemir y que te deprimen.

 

¡Regocíjate en Él, aunque no puedas regocijarte en ti mismo!

 

Triunfa en el Dios de Israel, aunque en ti mismo exista una razón para desesperar.


El cristiano siente también que puede deleitarse en todo lo que Dios ha hecho en el pasado.

 

Esos Salmos que terminan con:

 

¡Porque para siempre es su misericordia!, donde encontramos divisiones tales como estas: 'Og, el Rey de Basán: ¡Porque para siempre es su misericordia! Sejón, el rey amorreo: ¡Porque para siempre es su misericordia!'

 

Oh Amado, todas estas repeticiones nos muestran que el pueblo de Dios, en tiempos antiguos, estaba habituado a pensar mucho en las acciones de Dios, de tal forma que no las amontonaba en el lomo de un solo versículo, sino que las dividía, con el objeto de tener un cántico para cada una de ellas.

 

¡Amado, Su pueblo debe recordar las obras del Señor!

 

Debe contar sus hechos poderosos. Debe cantar:

 

"Tu diestra, oh Jehovah, ha quebrantado al enemigo;" "Jehovah es un guerrero. ¡Jehovah es su nombre!;" "¡Cantaré a Jehovah, pues se ha enaltecido grandemente!"

 

Debe continuar recordando sus obras, hasta llegar a las obras de la gracia en su propio corazón; y al llegar a este punto, debe cantar con mayor dulzura que antes.

 

No debe dejar de cantar, ya que debido a que nuevas misericordias fluyen hacia ellos cada día, cada día debe elevarse una alabanza, y cada noche debe ser un testigo de Su Gracia.

 

"Deléitate en Jehovah."


Si todo eso que ya he mencionado no fuera suficiente, podríamos deleitarnos en todo lo que Dios realizará, delitarnose en todos los triunfos espléndidos que todavía tiene que lograr; en todas las glorias de los últimos días; en los esplendores de Su trono, cuando todos los ejércitos de Dios se encuentren por fin; en Su triunfo sobre la muerte y el infierno, y en Su victoria final sobre el pecado, cuando haga que toda la tierra se llene con Su alabanza.

Oh, hermanos míos, el tiempo no nos alcanzaría, la eternidad podría no ser suficiente, ciertamente, para hacer una lista de todos los diferentes puntos del santo deleite que los creyentes pueden encontrar en el Señor su Dios, cuando se encuentran en un marco mental que es espiritual.

 

Deben deleitarse en Dios Padre, en su eterno amor por ustedes cuando no había nada amable en ustedes; en la elección de sus almas, en la justificación de ustedes en Cristo, en entregar a Su unigénito Hijo para redimirlos del infierno.

 

Deben deleitarse en Jesús, deben:

 

"Decir lo que Su brazo ha hecho,
Qué despojos de la muerte obtuvo;


Cantar únicamente a Su amado nombre,
¡Digno es el Cordero!


Deben deleitarse en Dios Espíritu Santo, en Sus operaciones que dan vida, en Sus iluminaciones, en sus consolaciones, en la fortaleza que les da, en la sabiduría que les imparte, en la fidelidad con que les cuida, y en la certidumbre que al final les va a perfeccionar, para ser dignos de participar de la herencia de los santos en la luz.

 

Amados, podríamos tomar aquí ramificaciones que llevan a miles de temas.

 

Deléitense en Dios como su padre, como su amigo, como su ayudador.

 

Deléitense ustedes en Jesucristo como su hermano, como su prometido, como su pastor, como su todo en todo.

 

Deléitense en Cristo en todos Sus oficios, como profeta, sacerdote, y rey.

 

Triunfen en Él, porque mirra, áloe y casia exhalan todas Sus vestiduras.

 

Deléitense en Cristo, en Su gloria y en Su humillación, en Su cruz y en Su corona, en Su pesebre y en Su triunfo eterno, en Quien llevó cautiva a la cautividad.

 

Deléitense en el Espíritu Santo, en todos Sus varios tratos con las mentes de los hombres.

 

Deléitense en Pentecostés y en los muchos Pentecostés que todavía vendrán. 

 

Ahora, mejor concluimos.

 

¿Qué más podríamos decir?

 

Seguramente podríamos hablar sin parar.

 

¡Deléitate en Jehovah! ese grandioso tema lleno de Gozo y sin fronteras, y deléitate en Él para siempre.

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez