Serie: Con Visión hay Camino
#A229 Conocimiento Propio
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
El Fluir del Rio de la semana pasada Amados en Cristo, estoy seguro que a ustedes todos como a mí, nos ha dejado mucho en que Orar, Reflexionar y Discenir.
Con todo, el Mover, Su Mover continúa y Ahora nos quiere Llevar a nueva Posición y con ello Expandiendo Identidad y Territorio.
Para ello es que nos quiere introducir en un terreno poco explorado, un terreno que sin embargo debiera Ser el primero en Ser explorado:
Nuestra propia Humanidad y Ser
Amados en Cristo, queridos amigos, no podemos olvidar que hemos sido Creados a Su Imagen y conforme a Su Semejanza.
Veamos lo que nos dice Su Palabra en Génesis 1:26-28
“26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Este 2do. Mensaje de esta Serie: Con Visión hay Camino, lleva por título:
Conocimiento Propio
Oremos
Visión y el Auto Conocimiento
Amados en Cristo, queridos amigos, en este mensaje estudiaremos lo que significa conocerse a uno mismo.
En el Amor del Señor te invito a que Reflexionemos en algo que es desafortunadamente común.
El creyente que no se conoce a sí mismo, no Crece y Evoluciona espiritualmente pues no puede ir más allá de lo que sabe.
Ningún creyente puede ir más allá de la Visión que Dios le haya dado; así que, la vida que expresa depende de la medida de la Visión, de Revelación y no únicamente de Conocimiento que haya recibido.
Cuando desconocemos nuestras faltas y nuestra verdadera condición espiritual, no persistimos en la búsqueda de lo que sigue, ni tenemos interés en avanzar en el camino que tenemos por delante.
En la vida cristiana es muy importante examinarse, escudriñarse a uno mismo.
Dice Salmos, registrando lo que en David el Espiritu Santo movió:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;”
Salmos 139:23
Amados en Cristo, queridos amigos, sólo debemos Confiar plenamente en Dios y caminar según el Espíritu Santo, no según la carne; tarde o temprano nos damos cuenta de que en nuestra naturaleza finita estamos muy limitados y de que nuestra carne no es digna de confianza.
Es imposible llevar una vida espiritual si uno no se escuriña a sí mismo.
Ahora, ¿Cómo podemos escudriñarnos sin conocernos?
Amados, Dios tiene como Su Propósito que sepamos que nuestra carne, por ser corrupta, no puede satisfacer lo que El exige.
No vivimos en el Espíritu Santo debido - en parte - a nuestra ignorancia, a nuestra falta de auto Conocimiento.
Por desconocernos nos aprobamos, confiamos en nosotros mismos, en nuestra suficiencia y por lo tanto no tenemos idea de por qué el Señor dijo:
“Separados de Mí nada podéis hacer”
Juan 15:5
Amados, el Espíritu Santo nos fue dado para ayudarnos en nuestra debilidad; pero como ignoramos que somos débiles, no buscamos Su ayuda y como resultado, permanecemos en nuestra debilidad.
Si no sabemos quienes somos, nos tendremos confianza y estaremos seguros de nosotros mismos, pensando que somos personas capaces.
Esto nos llena de orgullo, lo cual desagrada a Dios sobremanera.
Cuando uno no se conoce a sí mismo, lleva una vida pobre desde el punto de vsita espiritual; nuestra conciencia es insensible, es irresponsable, injusta, despiadada, tensa, irascible e implacable.
Aunque la situación empeore continuamente, tendemos a sentirnos cómodos y conformes, sin percibir cuán grande es nuestro vacío, y cuán completa y valiosa es la salvación que Cristo efectúa.
En consecuencia, perdemos incontables bendiciones.
El primer requisito para avanzar es Conocerse uno mimso, pues quienes se conocen a sí mismos, Anhelan lo mejor y más.
Los que no se conocen no tienen hambre ni sed en su corazón y tampoco pueden ser llenos del Espíritu Santo.
Es absolutamente indispensable que el creyente se conozca a sí mismo.
Origen del Auto Conocimiento
Amados, en este punto surge una pregunta al menos:
¿Cómo se percatan las personas del mundo de sus errores?
El método que usan es la introspección; es decir, reflexionan sobre sus propios actos analizando lo que han hecho.
Todos en general “nos examinamos por dentro” y determinamos nuestros motivos y acciones.
La introspección se describe comúnmente como una reflexión o autoevaluación.
El hombre común no puede conocerse a sí mismo si no se examina interiormente.
He escuchado con frecuencia que muchos creyentes dicen que deben examinarse para ver si han cometido algún error.
Déjenme decirles que el creyente no se examina a sí mismo.
La introspección es un gran engaño y a perjudicado a muchos creyentes.
Debemos preguntarnos:
1. ¿Enseña la Biblia que debemos evaluarnos a nosotros mismos?
2. ¿Puede la reflexión ayudarnos a conocernos en verdad?
3. ¿Trae algún beneficio examinarse a uno mismo?
Al creyente, por consiguiente, no le corresponde evaluarse a sí mismo.
¿Enseña la Biblia que debemos evaluarnos a nosotros mismos?
¿Se halla en la Biblia algún mandamiento en cuanto a escudriñarse a uno mismo?
El hermano Griffith Thomas dice que en la Biblia solamente hay dos pasajes donde se menciona el escudriñarse; no obstante, ambos se refieren a algo específico.
Vamos a ambos pasajes.
“Pero pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”
1ª. Corintios 11:28
Esta evaluación, este escudriñarse personalmente no se hace con el propósito de obtener santidad, sino que se refiere a comer el pan y beber la copa en la cena del Señor.
Amados, debemos examinarnos, escudriñarnos y ver si podemos Discernir que el pan y el vino son a Imagen y Semejanza del cuerpo y la sangre del Señor, y si estamos conscientes de su significado espiritual.
Si no lo hacemos, la cena del Señor, que debe ser un testimonio, se puede volver un simple rito.
Así que el escudriñarse al que alude este versículo se relaciona con nuestra participación de la mesa del Señor, y no sugiere que busquemos errores en nuestro interior para poder progresar espiritualmente.
Veamos amados:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos”
2a Corintios 13:5
Este versículo, más definidamente que el anterior no nos pide que examinemos nuestra condición interior.
Este pasaje alude a algo específico; en aquellos días en Corinto, había muchos que calumniaban a Pablo diciendo que no era un apóstol.
Por lo tanto, Pablo les pidió que se examinaran a sí mismos para ver si estaban en la fe.
El parecía decir:
“Si ustedes tienen fe, eso es una prueba de que yo soy un apóstol. Si Dios no me ha llamado a ser apóstol a los gentiles, ¿cómo pueden ustedes ser salvos? Dios me llamó a predicarles el evangelio a ustedes corintios, y el hecho de que sean salvos demuestra que soy un verdadero apóstol. Si ustedes no tienen fe, entonces yo no soy un apóstol”.
Amados, este auto examen no se hace para obtener santidad, sino que se sugirió en un caso específico que se daba en Corinto, y tenía como fin ver si los corintios tenían fe.
En el Antiguo Testamento encontramos un pasaje que dice:
“Meditad bien sobre vuestros caminos” Hageo 1:5, 7
Observemos amados que este versículo no indica que debemos examinarnos a nosotros mismos, sino que meditemos sobre nuestros caminos. Este tipo de examen es externo.
También, la palabra meditar según el idioma original significa reflexionar; es decir que debemos reflexionar sobre nuestro comportamiento, no sobre nuestra condición interna.
¿Puede la reflexión ayudar a conocernos en verdad?
Aun si nos examináramos a nosotros mismos, sabemos por experiencia que es imposible conocernos del todo.
Veamos lo que la Biblia dice al respecto.
Jeremías 17:9 dice:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Puesto que tal es el caso, no podemos confiar en un examen propio ni podemos evitar ser engañados por éste.
En ocasiones estamos equivocados, pero nuestro corazón nos dice lo contrario; o tal vez no lo estemos, pero debido a alguna debilidad, nuestro corazón nos dice que estamos equivocados.
Si el corazón fuera recto, podríamos usarlo como una norma; pero dado que es engañoso, no podemos ser guiados por él.
Si usamos la norma equivocada para examinarnos, es prácticamente inevitable ser engañados.
Permite que te comparta esta historia:
En cierta ocasión un hombre tomó las medidas para construir una chimenea de metal de tres metros de largo.
Cuando la chimenea estuvo lista se dio cuenta que ésta tenía treinta centímetros de más; así que le reclamó al hojalatero por este defecto, el cual midió la chimenea y le indicó que medía exactamente tres metros; sin embargo, el hombre insistía que ésta medía treinta centímetros más de lo que él había especificado.
De repente, el hojalatero notó que a la regla del hombre le faltaba un pedazo.
El hijo del dueño de la chimenea había cortado la regla con el serrucho mientras jugaba con ella, y por eso las medidas no concordaban.
Amados, al examinarnos a nosotros mismos, debemos preguntarnos primero si podemos confiar en tal juicio.
Escucha, somos corruptos y perversos a los ojos de Dios.
¿Cómo podemos examinarnos a nosotros mismos?
Podríamos pensar que auto examinarse es una virtud, pero en realidad, es un gran error.
La estructura de nuestra psiquis es muy compleja.
Es imposible determinar con exactitud cómo nuestros deseos, pensamientos, sentimientos y otras manifestaciones de nuestro corazón interactúan y se afectan mutuamente.
Es un proceso muy complicado; de tal modo que aun si pudiéramos examinarnos, no podríamos conocer con exactitud cómo somos.
Mientras examinamos nuestros sentimientos, no sabemos cómo actúan ni cómo se relacionan con otras áreas.
No podemos confiar en ellos, ya que el más leve cambio afecta nuestros sentimientos en innumerables maneras.
Muchas veces no entendemos claramente algún asunto, porque desconocemos nuestras propias intenciones, las cuales a su vez pueden estar teñidas por un pecado oculto o un mal pensamiento o algún prejuicio o nuestra personalidad o por otros innumerables factores.
Amados ningún conocimiento que provenga de nuestro ser es digno de confianza ya que es inexacto y extremadamente complejo.
En el caminar de nuestras vidas, nos encontramos con personas que poseen ciertas cualidades de las que no están conscientes; o con personas que no tienen ciertas cualidades y piensan que las tienen.
Por ejemplo, es común que después de ser salvo, hablemos mucho del amor cristiano.
Un mantrimonio que ha recibido a Cristo recientemente, puede estar pensando que se tienen mucho amor, pero en su hogar no tenier armonía.
¿Podemos confiar en el autoanálisis de tal persona?
Si no podemos confiar en el yo, entonces ¿qué propósito tiene examinarse a uno mismo?
En Salmos 19:12 se hace la pregunta “¿quién podrá entender sus propios errores?”
Nadie. No hay duda de que no podemos entenderlos por nuestra propia cuenta.
Beneficio y Bendición
¿Trae algún beneficio y nos bendice examinarse a uno mismo?
En la Palabra de Dios no se enseña que uno deba hacerse un examen personal.
La experiencia nos dice que no es posible hacernos un examen imparcial; así que, si persistimos en autoanalizarnos, perjudicaremos profundamente nuestra vida espiritual.
El examen que uno hace de sí mismo produce dos clases de resultados: conformismo o desánimo.
Cuando alguien se examina y cree que es muy bueno, se conforma con su condición; pero si cree que es malo, se desanima.
Dios me ha enseñado que nadie puede conocerse verdaderamente examinándose a sí mismo.
Hebreos 12:2 dice: “Puestos los ojos en Jesús”.
Amados, para poner los ojos en El uno debe apartar la mirada de cualquier otro objeto o persona.
Debemos quitar los ojos de lo que no debemos mirar, y ponerlos en lo que sí debemos contemplar.
Pienso que esta cláusula podría traducirse: “Puestos los ojos exclusivamente en Jesús”.
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“Nuestra vida espiritual se basa en que miremos a Jesús, no a nosotros mismos; si nos contemplamos a nosotros mismos y no lo obedecemos, sino no nos enfocamos en ÉL, en mirar a Jesús, sufriremos una gran pérdida espiritual.”
Ps. Jorge Macías Benítez
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Amados, Ahora Conocemos que la introspección - que es el análisis de nuestros sentimientos, intenciones y pensamientos - es bastante perjudicial.
Nuevamente, nuestro hermano Griffith Thomas dijo:
“Existe hoy un dicho común: “Por cada vez que uno se mire a sí mismo, debe mirar a Cristo diez”.”
Yo lo cambiaría por:
“Mira a Jesús once veces y no te mires a ti mismo ni una sola vez”.
Hace unos años leí una fábula acerca de un ciempiés y un sapo. El sapo le preguntó al ciempiés:
“Cuando caminas ¿cuál pie mueves primero?” Cuando el ciempiés trató de determinar con cuál pie empezaba a caminar, ya no pudo moverse.
Entonces, cansado por el esfuerzo, decidió no pensar más en ello y se despidió; cuando comenzó a caminar, trató de adivinar cuál pie había movido primero, y esto de nuevo lo inmovilizó.
De repente el sol apareció entre las nubes, y cuando el ciempiés vio los rayos, se puso muy contento y corrió a su encuentro olvidándose por completo del orden en que movía sus pies.”
Amados, esta fábula es un cuadro exacto de nuestro vivir cristiano.
Cuanto más tratamos de analizarnos a nosotros mismos, menos podemos movernos y más retrocedemos; pero cuando miramos la luz del Señor, avanzamos sin siquiera darnos cuenta.
Hace tiempo recibí un artículo de una revista inglesa llamada Los Vencedores, que hablaba de experiencias espirituales profundas.
El título del artículo era: “¿Qué es el yo?”
El escritor decía:
“El yo no es otra cosa que la reflexión y el análisis de uno mismo”.
Esta expresión es en verdad profunda y muy cierta.
En el momento en que el yo se activa, uno se encierra en sí mismo. Debemos recordar que el alma es la parte sensible del yo.
Conocimiento e Identidad que Enciende el Fuego
Después del avivamiento de Gales, un profesor de una universidad fue a ver al predicador Evan Roberts.
Después de pasar el día juntos y formularle muchas preguntas, el profesor escribió un artículo en el periódico sobre las impresiones recogidas en dicha entrevista, en el cual dijo que el señor Roberts era un hombre que no estaba consciente de sí mismo.
Nuestro fracaso es el resultado de examinarnos interiormente.
Lo único que acude a nuestra memoria es nuestra victoria o nuestro fracaso, y como resultado, Cristo no puede manifestarse libremente en nosotros.
Podemos ser victoriosos poniendo los ojos en Jesús, no en analizarnos incesantemente.
No es un asunto de eliminar los malos pensamientos y retener los buenos; ni de extirpar algo en nosotros, sino de permitir que Cristo nos llene al grado de que nos olvidemos por completo de nosotros mismos.
Cuando nos examinamos por dentro, nos detenemos
.
La Biblia no dice que prestemos atención a la manera en que corremos, sino que corramos con nuestra mirada puesta en Jesús.
Amados:
“Si en lugar de tener una verdadera comunión y entonces reflexión profunda en Unidad con Cristo en Su Espíritu Santo, lo que hacemos es autoanálisis, nuestro solo pensamiento nubla la visión.”
Ps. Jorge Macías Benítez
Cuanto más nos examinamos, sin la Presencia de Su Espíritu Santo, más nos confundimos.
Si ponemos nuestros ojos en Jesús, espontáneamente correremos la verdaera carrera de la vida hacia el cumplimiento de Su Propósito.
Conclusión
Recuerdo cuando yo estaba aprendiendo a andar en bicicleta, manejaba viendo hacia abajo.
Yo fijaba los ojos en el piso, pensando que así tendrían más control sobre la bicicleta y no perdería el equilibrio.
Pero cuanto más fijaba mis ojos en el piso, más temblaban mis manos y más fácilmente perdía el equilibrio.
Poco a poco, caída a caída, raspó a raspón, golpé a golpé – y alguna que otra espina de rosa clavada en mi cara (lo cuál es real) - , me fueron llevando a discernir el poner mi mirada en el horizonte, hacia el frente, viendo el camindo y así olvidándome de mis limitantes para poner mis sentidos en el camino.
Para mantener el equilibrio, debía fijar los ojos en el camino.
Amados, nuestra vida opera de la misma manera; cuando nos miramos a nosotros mismos, caemos.
Debemos mirar siempre adelante.
El fracaso espiritual de muchos Hijos de Dios, se debe a la introspección y la reflexión; es decir le ponen demasiada mente, pensamiento a la letra.
Escucha:
“A Dios no es necesario entenderlo; basta con que le Creas y Obedezcas”
Ps. Jorge Macías Benítez
Cuando el creyente se encierra en sí mismo para examinarse por dentro, se le hace imposible seguir adelante.
El autoexamen, aparte de no ser un mandamiento bíblico, es improductivo y nos impide progresar espiritualmente.
Aquellos que al final del día se hacen un análisis personal examinándose interiormente, se engañan a sí mismos.
El apóstol Pablo ni se juzgaba a sí mismo, ni se preocupaba por el juicio de los demás.
El dijo:
“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sacará a luz lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”
1ª. Corintios 4:5
Pablo sabía que sólo cuando el Señor ilumina con Su luz, puede uno saber lo que está bien y lo que está mal.
Si un creyente constantemente se analiza a sí mismo, fracasará, porque se sentirá orgulloso si piensa que es mejor que sus compañeros, o se desanimará si logra ver sus faltas.
Cuando el conocimiento de uno mismo impide la iluminación que procede de Dios, el resultado es muy diferente.
Hoy…¿Cómo estás tú?
Los dejo con esta Reflexión para Oración y Discernimiento y vernos la próxima semana para continuar.
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez