domingo, 11 de abril de 2021

#A279 Obediencia: Lealtad en Acción. parte I

Serie: Tras las Pisadas de Jesús  Día 14

 #A279 Obediencia: Lealtad en Acción 





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     Introducción.    


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


El fundamento de este domingo, de este mensaje y Su Ministración en específico, lo podemos encontrar en el libro de los Hechos, que dice :


“Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”


Hechos 4:23-31

Amados en Cristo, queridos amigos Los primeros discípulos oraban juntos, comían juntos y hacían vida diaria juntos. 

Este acto de fidelidad fue una respuesta natural de la salvación que habían recibido.

Este domingo 11 de Abril del año 2021, el título del mensaje es :


Obediencia: Lealtad en Acción

Oremos

   Obediencia y Lealtad 


Amados, sabes, la obediencia te hace leal; la fidelidad, es decir la Lealtad logra cosas impresionantes. 

El concepto de ser fiel o leal, significa también ser perseverante; por lo tanto es un ciclo el que vive el creyente. 

Por ser obediente es fiel y al ser fiel no se da por vencido, lo que lo lleva de nuevo a ser obediente.

Es ahí donde queda patentada la necesidad de una vida de fe al rededor de otros creyentes. 

Nos ayudamos a llevar nuestras cargas mutuamente y así cumplimos la ley de Cristo, obediencia y lealtad tomadas de la mano.

Ahora, lo curioso es que la misma palabra que se traduce, del griego al español, como Lealtad o fidelidad, es la que se traduce en otros pasajes como "fe". 

Entonces podemos entender que la Lealtad es también creer, confiar y depender.

Con razón, las dos cosas que llaman la atención de Dios son la Fe y la Obediencia, porque ambas muestran la condición de nuestro corazón hacia Dios.

Ahora, les invito a hacernos algunas preguntas en relación con esto que estamos reflexionando:

¿Cómo puedes apoyar a tus hermanos a crecer en obediencia?

¿Cómo puedes apoyar a tus hermanos a crecer en fe?

¿Cómo te pueden ayudar tus hermanos a crecer en fe y obediencia?


            Crecer en Obediencia          


Amados, queridos amigos, hay quienes tratan de predicar el evangelio fácil; dicen que solo es importante creer y que no importa cómo se vive. 

Sin embargo, sabemos, aún más, Conocemos que no es así; por esto, una de las dimensiones que abordaremos el día de hoy es: “Crecer en Obediencia a Dios”.

Cualquier siervo de Dios que es ungido con el Manto de pastor, tiene en sus manos la oportunidad de bendecir la iglesia y también tiene la oportunidad de bloquear la iglesia, ya que es el hombre que ha recibido esa Unción y autoridad.

La Biblia lo describe en Apocalipsis como la estrella en la mano derecha del Señor Jesucristo, antes que llegue el mensaje a la iglesia; es eso lo que el Señor lo da a los pastores.

Para que la iglesia reciba la voz de Dios, siempre será necesario el pastor, porque es un compromiso de y con autoridad.

Si se quiere una iglesia creciente, se necesita un pastor creciente, si el ministro está avivado, el resultado será una iglesia avivada.

Amados, si nuestro Anhelo es una Ekklesia en continuo crecimiento intencional en cada uno de los miembros, el pastor debe estar en continuo crecimiento intencional en lo personal.

Si el pastor es un hombre de fe, la iglesia será una iglesia de fe, si hay visión en el pastor, habrá visión en la iglesia, si el pastor es de metas, la iglesia será de metas.

Amados, es en los pastores que esta la autoridad de bendecir; no obstante, todo depende en cómo se rindan a los pies del Señor.

La Ekklesia es el candelero, pero no se encenderá la luz si el pastor no la enciende; él es la autoridad puesta por Dios.

Si se entra en estado de conformismo, de creer que no se necesita más, que es suficiente y se esta bien de la manera presente, hasta allí llegará el impacto de la iglesia y de cada congregación, grupo pequeño, casa / congregación, etc.

Si tu eres un pastor y es tu Anhelo ser una pieza útil para el crecimiento y mejoramiento personal de cada miembro la iglesia, Dios lo hará y te usará.

Amados, no es posible poner solo una parte; en verdad todo el esfuerzo y las ganas, todo el intelecto y lo que hay en el corazón, debe estar a disposición del maestro.

El Evangelio es Sobrenatural, por lo tanto no cae en las filosofías humanas; cuando el pastor comienza a razonar y filosofar y dejar de lado la palabra de Dios, y a querer enseñar filosofías humanas, está en peligro.

Los pulpitos de nuestras congregaciones deben ser Cristo céntricos, solo Dios debe estar en medio de todo lo que se diga y haga; en cada servicio, se debe exaltar solo el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Se debe predicar la doctrina apostólica, el arrepentimiento, el bautismo y el recibir del Espíritu Santo; se debe predicar, ministrar el cómo vivir en santidad.

Es por todo esto que Pablo le dice a Timoteo: 

“prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.” 1a. Timoteo 4:3

Pero la recomendación especial de parte de Dios es: “tú se sobrio en todo.”

El pueblo le pidió consejo a Jeroboam, querían dirección de los ancianos.

El pueblo de Dios lo que necesita es dirección, antes de la acción; sin embargo, hay quienes reaccionan en vez de dirigir y no es así como debemos de vivir nuestra Fe.

Debemos tener crecimiento y evolución intencional personal con Dios, porque como pastores somos quienes debemos dar esa dirección.

No podemos ser simplemente pastores de reacción o reactivos, que las circunstancias hagan que reaccionemos.

Sansón era un hombre que tenía dones especiales en Dios; tenía bendición, unción y propósito de Dios, pero sí seguimos cada uno de los pasos de Sansón, veremos que fue un hombre de reacción.

Amados, nos es necesario tener mucho cuidado, ser prudentes; el Señor nos ha llamado para dirigir su iglesia y eso es lo que debemos hacer.

           Acompaña el crecimiento en Fe        


Amados en Cristo, queridos amigos, Charles Spurgeon, predicó el 12 de Diciembre de 1867 un mensaje  que guiado por el espíritu Santo, nos ilustra al respecto.


Spurgeon, comparte (colaboración del Ps. Jorge Macías Benitez):


Los apóstoles dijeron: "Señor, auméntanos la fe." 


Amados, la fe es el don de Dios, y nos es otorgada en grados. 

La fe no es siempre la misma en cuanto a su grado, inclusive en el momento del nuevo nacimiento. 


No todos los niños son igualmente fuertes cuando nacen en este mundo.


No toda fe es igualmente fuerte al principio. 


Algunas veces, quienes son primeros al principio, después se convierten en los últimos, y a veces quienes son los últimos al principio, aventajan a los otros. 


Amados era Cristo, queridos amigos, Dios no nos da a todos nosotros la misma dotación de fe cuando empezamos. 


Algunos de nosotros somos muy delicados, muy atribulados, y encontramos muy difícil aferrarnos a la más pequeña de las promesas de Dios. 


Ahora, toda fe es de la misma naturaleza; aunque no toda es de la misma cantidad o grado, toda es de la misma calidad. 


Un diamante es un diamante, aunque no sea más grande que un chícharo o la cabeza de un alfiler.


La palabra de Dios nos dice:


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo, y no en otro; El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.”


Lo mismo sucede con la fe. 


Amados, una Fe como un grano de mostaza es igualmente la fe del elegido de Dios como si fuera una montaña. 


¡Es fe viva! 


Es la misma fe, aunque sea más pequeña en cantidad. 


No siempre recibimos la misma cantidad de fe, pero después que la hemos recibido, ¡Crece!

 

La vida posterior de los propios apóstoles nos lo muestran. 


Reflexionemos en Pedro, a manera de ejemplo. 


En un tiempo, pobre Pedro, ¡en verdad, cuán digno de lástima era! 


Pedro se sentó para calentar sus manos junto al fuego en el palacio del sumo sacerdote, y estando sentado en ese lugar, una criada atrevida le dijo: 


"tú también estabas con Jesús el galileo,"


Amados, tan débil era la fe de Pedro que ¡en verdad negó a su Señor! 


Pero pocas semanas después de eso, el Espíritu Santo descendió sobre Pedro, y ahora, el mismo hombre que se sonrojó de temor ante una criada arrogante, está ante miles de personas en las calles de Jerusalén, hablando con el mayor aplomo a favor del Evangelio del Cristo crucificado. 


Ahora no hay ningún temor, ningún temblor, ninguna incredulidad en Pedro, pues Pentecostés había llegado,  había sido fortalecido y hecho valeroso por el Espíritu Santo. 


¡Cuán maravillosamente había cambiado! 


Casi hubieras llegado a pensar que había dos Pedro, en vez de uno. 


Tan maravillosamente había crecido en fe y en valor. 

 

Además, es evidente que la fe crece, pues ha habido, y hay, miles de otras personas que, manifiestamente, han tenido más fe de la que tú o yo hayamos tenido jamás, y que sin embargo han descubierto que su fe no siempre fue fuerte. 


Miren a los mártires: consideren cómo iban a su muerte cantando himnos en el camino. 


¡Cuántos de ellos triunfaron en el anfiteatro, cuando eran soltadas las fieras para que los destrozaran! 


¡Cómo eran arrojados en húmedos y fétidos calabozos, donde permanecían hasta que les crecía moho, siendo abandonados para que murieran de hambre, y sin embargo, cómo murieron allí con gozo en sus corazones e himnos en sus labios! 


Esos eran hombres de fe, a quienes ni tú ni yo somos dignos de desatar la correa de su calzado: ellos eran mucho, mucho más grandes que nosotros. 


Sin embargo, si le hubieran preguntado a cualquiera de ellos, les habrían respondido que no eran mejores que nosotros cuando comenzaron, pero que Dios, por Su gracia, alimentó y cultivó su fe hasta volverse lo que fue. 

 

¿Saben ustedes lo que es este crecimiento en la fe? 


No podemos volvernos padres o madres que alimenten a algunos de nuestros hermanos o de nuestros oyentes, hasta que no tengamos este crecimiento en la fe. 


Bendigo a Dios porque yo he visto a muchos de ustedes crecer en la fe, y mi sincera oración es que cada uno pueda crecer para plena certeza de la esperanza hasta el fin, de tal manera que yo pueda decir de todos: 


"vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás." 


Sí, hermanos, efectivamente vemos que la fe crece en otros de manera tan clara, como hemos visto crecer los arbustos y las plantas en el campo.

 

Además, creo que ustedes y yo estamos conscientes que nuestra propia fe ha crecido. 


Yo sé que la mía ha crecido. 


Sé que algunas veces es más débil, pues podemos retroceder; sin embargo estoy consciente que, a la vuelta de los años, mi fe es más robusta de lo que era.

 

Les diré de qué manera crece la fe. Algunas veces crece en intensidad. 


Ustedes creen en las mismas cosas, pero ahora las creen con mayor firmeza. Un niño tiene una perla en su mano. 


Sí, pero ahora el niño ha crecido y se ha convertido en un hombre, y tiene la misma perla, aunque ahora la sostiene de una manera muy diferente. 


Cuando sostenía la perla siendo un niñito, ustedes tal vez podrían habérsela arrebatado; pero ahora que es un hombre, ¡miren cómo cierra sus puños y aprisiona con fuerza su tesoro! 

 

Lo mismo sucede con el hombre que crece en la fe. Empuña de tal manera las verdades eternas que no podrías arrebatárselas. 


Él ha aprendido a permanecer firme. 


No es sacudido por cualquier viento de doctrina. Mantiene el timón de su alma fijo en la dirección del puerto de su destino, sin importar que soplen los vientos y la tormenta brame y gima a su alrededor. 

 

La fe también crece no solamente en intensidad sino en alcance; de tal forma que creen más de lo que antes lo hicieron. 


Al principio creemos en unas cuantas grandes verdades, y luego el conocimiento viene en nuestra ayuda, y en lugar de sólo tres o cuatro grandes verdades majestuosas, aprendemos diez, y conforme avanzamos más, aprendemos cien verdades.


Sin embargo, a veces, nos duele confesar que conforme nuestra fe crece en alcance, disminuye en intensidad, lo que resulta en una ganancia muy pobre. 


Amados, si creemos más y creemos todo con la misma intensidad que lo hicimos al principio, entonces nuestra fe está creciendo verdaderamente, y estamos avanzando de una forma sumamente saludable y feliz.

 

La fe verdaderamente crece:


Sabemos que crece en esos dos aspectos mencionados, pues algunos de nosotros hemos estado conscientes de ese crecimiento. 


Amados, sería algo muy extraño si la fe no creciera. 


Fue un gran milagro cuando Josué hizo que el sol se detuviera, porque ese día el sol fue la única cosa en todo el mundo que se quedó quieta. 


Todo lo demás se estaba moviendo. 


Es parte de la ley de Dios que cada estrella gire: que no haya nada inerte. Aun el propio sol grandioso gira, y sigue constantemente su poderoso curso. 


Aquel día el sol fue lo único que se detuvo, y por tanto fue un verdadero milagro. Ahora, si la fe no creciera, sería lo único en el cristiano que estaría quieto sin crecimiento, pues todo lo demás en el hombre, ciertamente crece.

 

Además, ¿acaso Cristo no nos enseña esto, cuando habla primero de hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga? 


En otro momento se nos dice que somos niños, que pensamos como niños, y hablamos como niños; pero que cuando nos convirtamos en hombres, dejaremos lo que era de niño. 


En otros lugares algo se dice acerca de los hijitos, y luego acerca de los jóvenes y luego acerca de los padres. 


No voy a mencionar todos los ejemplos (son demasiado numerosos), en los que, tanto por medio de metáforas como por medio de lenguaje directo, somos enseñados por la palabra de Dios que todo en el cristiano crece, y por tanto su fe, que es como su diestra, también debe crecer. La fe, entonces, es susceptible de crecimiento.

¡Dios los Bendice!