domingo, 14 de febrero de 2021

#A272 Retribución y la Fe Parte II

Serie: Tras las Pisadas de Jesús


#A272 Retribución y la Fe
Parte II
 



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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!
Este domingo, continuamos recibiendo del Señor, Señales y Dirección en este Mensaje y Su Ministración parte de esta Serie: Tras las pisadas de Jesús.


Continuando con aquel momento en que Zaqueo, el Judío cobrador de impuestos, tuvo su encuentro y su llamado de parte de Jesús.


Nuestro fundamento:


“7Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Lucas 19: 7-10


Amados, aquellas personas que tienen rencores, resentimientos, amarguras, que no pueden olvidar y perdonar pero quieren la bendición de Dios, estan anhelando  algo que nunca les llegará. 


La Bendición de Dios no vendrá, sino la maldición en tanto no halla verdadero arrepentimiento y perdón al prójimo. 


Dios nos enseña que tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; Él ama a tu prójimo, tanto como te ama a ti y te exige que lo ames, pero a él también le exige que te ame. 


Dios no va a justificar a tu prójimo si no te ama y no te justificará a ti, si no lo amas a él. 
Dios te lo dice de esta forma: 


“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré” Génesis 12:3


Si tu prójimo te bendice, lo voy a bendecir, pero si te maldice yo lo maldeciré; y si tu bendices a tu prójimo, te voy a bendecir, pero si lo maldices te maldeciré. 


Dios toma como una afrenta personal y Él mismo se pone al frente de la venganza si tú no amas a tu prójimo como te amas a ti mismo. 


¡Dios es justo!


Amados, el título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:
Retribución y la Fe
Parte II

Dios Bendice a los que bendicen a Sus Hijos


Amados, en el subtítulo que el Señor esta Ahora Ministrando, dice con claridad que Dios Bendice a los que Bendicen a Sus Hijos.


Veamos el testimonio en Su Palabra, al respecto de esta afirmación y promesa.


Edom fue un pueblo muy fuerte, orgulloso, cuya ciudad estaba enclavada en el desierto, construida en las rocas de las montañas, en lugares muy altos, y cuya capital se llamaba Sela, aunque con el tiempo pasó a llamarse Petra. 


Esta ciudad de Petra, el 7 del 7 del 2007, fue reconocida como una de las maravillas del mundo, sólo que no hay ni un solo habitante en ella, y la ciudad está intacta, porque fue construida en la roca, de modo que el tiempo no ha podido destruirla. 


Además de haber sido construida en la roca, ha sido edificada en un lugar donde el acceso a esta ciudad es por desfiladeros muy difíciles de pasar sin que le arrojen algo desde arriba; por lo tanto, esta ciudad tenía unas defensas naturales extraordinarias, que eran las mismas montañas. 


Los edomitas en su corazón decían: 


“¿Quién podrá entrar y destruirnos?”


Dios les dijo: 

“Yo los haré caer a ustedes”


Abdías 4 anuncia: 


“Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová”.


Luego le dice cómo sería derribado, en Abdías 7: 


“Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ello entendimiento”.


¡Dios usó a los mismos aliados de ellos, los que estaban adentro, para destruirlos!


Ellos tenían tesoros escondidos y estaban confiados en que nadie los encontraría, pero sus aliados conocían esos tesoros.


El libro de Abdías comienza diciendo: 


“Visión de Abdías, Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones”.


El profeta Abdías sale a anunciar a las naciones lo que le iba a pasar a Edom. 


El mensaje es: 


“He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera”.


Dios se lo dijo antes de que Edom se sienta abatido, se lo dijo antes de que sucediera. 


En la actualidad, la ciudad está totalmente abatida; las únicas personas que concurren son los turistas, pero no hay allí residentes. 


Abdías 3 dice: 


“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tu que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada”.


El enemigo tenía que entrar por los desfiladeros para invadir la ciudad, ésta era considerada inexpugnable. 


Abdías 3 y 4 señala: 


“…que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque en las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová”.


Las ruinas actuales de Petra son testimonios visibles, tangibles de esa profecía. 


Alrededor de Petra hay muchas ciudades, más indefensas que ésta, pero que hasta hoy subsisten, desde hace 2 mil o 3 mil años siguen estando en pie, algunas en medio de un desierto, con hotel 5 estrellas y sobre él una piscina desde donde se puede divisar el desierto.

 
No obstante, Petra es un testimonio de que la palabra de Dios no puede ser traspasada; dijo Jesús: 


“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Marcos 13:31


Amados, reflexionando en todo este Testimonio del como terminó la descendencia de Esaú, ahí en Petra, es importantísimo para nuestra descendencia, la relación que tenemos con nuestros hermanos naturales y espirituales; también debemos incluir a nuestros pastores y líderes. 


Hay gente que se ofende muy fácilmente con sus hermanos y con sus líderes, otros se ofenden con sus cónyuges, o con sus hermanos. 


Cuando los hermanos se casan, aparecen la familia extendida, y ello puede complicar las relaciones. 


Aparecen los problemas que causan daños a la familia y a la descendencia. 


Los hermanos se pelean y los primos que se quieren y quieren juntarse no lo pueden hacer porque se han peleado los padres. 


Cuando un hijo le dice a la madre: “No vas a ver más a tu nieto”.


 ¿Tú crees que terminará bien la descendencia de un padre o una madre que se comporta de esa manera con el abuelo o la abuela del niño? 


¡Claro que No! 


El espíritu que se mueve en el padre y en la madre se manifiesta en el hijo. 


Vas a ver al niño hablando como el padre o como la madre, con la misma desfachatez.


Tienes que tener temor de Dios, porque Él es vengador de estas cosas. 


Dios no quiere terribles sacrificios, quiere que ames a tu prójimo. 


¡Él te manda que ames a tu prójimo como a ti mismo! 


Dios no te da derechos a estar ofendido, dolido, enojado, sin poder olvidar; tienes odio y rencor pero tú lo quieres adornar con un nombre más bonito y dices: “Tengo un dolor”. 


No digas que tienes un dolor, dí que tienes un resentimiento adentro, no le pongas otro nombre. 

La Justicia de Dios

Amados, no lo dudes, Dios hará justicia por tu prójimo y te condenará a ti.
Abdías 10 y 11 dice: 


“10Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. 11El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos”.


Los versículos: 12, 13 y 14 comienzan diciendo: 


“No debiste”. “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia”.


Dios no va a aceptar esa actitud de venganza, de resentimiento, de burla, respecto de tu prójimo.


Amados, Él nos exige y nos demanda que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 


¿Es complicado de entender? 


Dios no quiere que nos gozemos en el infortunio de nuestros hermanos, jactándonos y alegrándonos, por ello. 


Edom debió haber llorado por Judá porque eran hermanos, debió haberse puesto de rodillas y clamado a Dios por Judá, para que tuviera misericordia. 


¡Dios detiene el juicio sobre alguien cuando aparece otro que intercede! 


Moisés intercedía por el pueblo y decía: 


“Dios, detén tu mano, acuérdate que es tu pueblo”. 


Intercedía Moisés, y Dios detenía el juicio. 


Edom tenía que ser aliado de Judá y estar a favor de él, pero no; primaron las heridas familiares, los recelos y unos cuantos siglos de luchas acordándose de lo que uno le hizo al otro. 


¿Cómo actuamos, que decidimos en situaciones similares?


Abdías 13 continúa diciendo: 


“No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad”


¡Los edomitas entraban en Jerusalén como si fueran parte de los babilonios, llevándose con ellos las pertenencias del pueblo de Judá y Dios estaba mirando lo que pasaba!


Abdías 14 sigue diciendo: 


“Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia”.


¡Esta es la causa por la que Dios profetiza y promete hacer desaparecer del mapa la descendencia de Esaú!


Han quedado las fotos como testimonio de que Dios cumple sus juicios, para que sepas cómo será tu juicio el día que vengas delante de Dios y tus cuentas no estén debidamente arregladas.


Abdías 15 continúa: 


“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”.


Hay quienes hablan y creen en una ley; le dicen que es la ley de la retribución. 


En lo personal, Creo firmemente en esta porción de la Palabra de Dios en Gálatas 6: 7-10 que afirma: 


“7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”


Amado, si tú siembras amor, cosecharás amor, si siembras resentimiento, cosecharás resentimiento, si siembras odio, recogerás odio.


¡Lo que tú siembres, vas a cosechar!


Si siembras dinero para la obra de Dios, cosecharás más dinero para la obra de Dios. 
Ahora, ¿crees en lo que nos Dice el Señor en Su Palabra?


“todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.

Conclusión

Amados, ¡Hoy es día de ponerse a cuentas con Dios! 


Quien se humilla delante de Dios y reconoce su pecado, alcanza misericordia; entonces, al que es humilde y busca al Señor de corazón, la recompensa que viene sobre su cabeza es perdón y vida eterna. 


Porque Dios le da la salida a aquel que reconoce su pecado. 


¡Hay esperanza para el que se humilla, para el que confiesa! 


¡Hay esperanza para aquel que se vuelve a Dios de todo corazón! 


Ahora, el soberbio no reconoce su pecado y quiere justificar la causa de su dolor, la causa por la que está resentido, herido o por la que él odia o no puede mirar a esa persona a los ojos. 


Así que el creyente tiene un gran consuelo, y es que Dios perdona las heridas del que confiesa. 


Amado, que no te importe lo que te han hecho o lo que te han dicho, sino que perdones y bendigas. 


Si estás dispuesto a eso, tienes que pedirle perdón a Dios por tus malas actitudes; así, su retribución, su Bendición vendrá a ti.


Esto viene de Dios, el quiere restaurarte y no condenarte, quiere bendecirte, perdonarte, quiere que vivas, no que mueras, ¡te ama Dios! 


La bendición de Abraham también es nuestra bendición, porque somos descendencia suya, somos el pueblo de Dios. 


Recuerda siempre lo que dice el Señor:


“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”  Apocalipsis 3:20.


Oremos


¡Dios los Bendice! 


Ps. Jorge Macías Benítez.