Serie: Tiempo de Transformación
#A234 Entre Leones
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
Amados en Cristo, queridos amigos, estamos viviendo un Tiempo en el cuál es muy común ver a muchas personas e incluso hijos e hijas de Dios, sintiéndose con temor, amenazados y con todo ello incluso paralizados y sin esperanza.
En esta mañana, el Señor me llevado a tomar fundamento en un mensaje original de Charles Spurgeon el 4 de septiembre de 1879 y actualizado por este siervo de Dios.
Dice la Palabra de Dios:
“Me rodean leones feroces
que con avidez devoran a sus presas humanas;
sus dientes penetran como lanzas y flechas,
y sus lenguas cortan como espadas.”
Salmos 57:4
Algunos de ustedes no podrían decir esto, y deberían estar sumamente agradecidos por no estar obligados a decirlo.
Dichosos los jóvenes que tienen padres que son y entonces viven en familias cristianas.
Su entonrono en tal caso es distinto y entonces deberían crecer en una Atmósfera en la que se desconocen las heladas destructoras y las ráfagas congelantes.
Viven en circunstancias muy favorables.
Viven allí donde Dios es adorado, donde la oración familiar no es olvidada, donde pueden contar con una guía amable en la hora de dificultad y consuelo en el tiempo de prueba.
Ustedes moran donde los ángeles van y vienen, y donde Dios mismo se digna morar.
¡Cuán agradecidos deberían estar y cuán santos deberían ser!
Amados, quienes viven cerca de la Puerta Hermosa del templo no deben olvidar a los muchos que gimen entre las tiendas de Cedar.
Si tu alma no está entre leones, alaba a Dios por ello y luego, ten compasión de aquellos que se quejan tristemente.
El Salmo a120:5-7 dice:
“5 Cuánto sufro en el lejano Mesec.
Me duele habitar en el distante Cedar.
6 Estoy cansado de vivir
entre personas que odian la paz.
7 Busco la paz;
pero, cuando hablo de paz, ¡ellos quieren guerra!”
Amados, el Mensaje y Ministración del Señor de esta mañana, lleva por título :
Entre Leones
Oremos
Mi Alma está entre Leones
Amados en Cristo, queridos amigos, la Palabra de Dios dice:
"Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos"
Siempre que nuestras propias circunstancias favorables nos conduzcan a olvidar a quienes son perseguidos y probados, nuestras propias misericordias estarían obrando en nuestro perjuicio.
"Somos un solo cuerpo."
Si un miembro sufre, todos los demás miembros deben sufrir con él; por ello, vamos a volver nuestros pensamientos hacia nuestros hermanos perseguidos en este día, para que nuestras súplicas, nuestro Clamor unidos como un solo hombre nos sostenga en medio de toda dificultad y seamos libres, si el Señor se agrada en hacerlo.
¿Cuándo puede un cristiano decir en verdad: "Mi alma está entre leones"?
Tal es el caso cuando, ya sea porque provengamos de familias impías o porque debamos ganar nuestro sustento diario entre gente inconversa y malvada, estemos sujetos a reproche y reprensión, y burlas y guasa por causa de Jesucristo.
Entonces podemos decir: "Mi alma está entre leones."
Muchas personas que he conocido – yo fui uno de ellos - , son los únicos miembros de sus respectivas familias quienes dieron su decisión al Señor.
Bendigo Su nombre en el Nombre de Jesús porque a menudo está tomando a uno de un hogar, y a un miembro de una familia, para llevarlos a Sus pies.
Alguna persona que está muy lejos de ser cristiana, podría entrar aquí por pura curiosidad, pero Dios se encuentra con ella y se convierte en el primero de sus parientes y amigos que dirá:
"Yo soy de Jehová."
He escuchado muchos testimonios en el cuál me dicen:
"no sé de nadie de mi familia que haya hecho alguna decisión de fe: todos ellos se oponen a mí."
En un caso así, el alma está entre leones, y es muy duro y agobiante encontrarse en tal posición.
Haríamos bien en compadecer a una esposa diligente y comprometida que esté ligada a un marido impío.
Quizá incluso, frecuentemente es un bebedor cuya oposición equivale a brutalidad, agresividad, golpes incluso.
Un espíritu dulce y amoroso, que debería ser abrigado como una tierna flor, es magullado y pisoteado, conducido a sufrir hasta que el corazón grita adolorido: "Mi alma está entre leones."
Poco sabemos nosotros de los martirios vitalicios que soportan muchas mujeres de Dios.
Amados, nadie sabe lo que los obreros diligentes y comprometidos de Dios tienen que soportar de sus compañeros de trabajo.
No tengo duda que habrá empresas en este Tiempo del Señor, en los que hay libertad de fe; también frecuentemente la mayoría de los empleados de nuestra Nación, de este Continente, del mundo, son grandes tiranos en materia de fe y creencias.
Se los digo en su cara; si un hombre bebe con ellos, y blasfema con ellos, lo admiten como compañero; pero cuando un hombre confiesa que teme a Dios, le hacen la vida muy difícil.
Amados en Cristo, queridos amigos, tu que escuchas hoy, te pregunto, ¿acaso no tiene alguien tanto derecho de orar como tú lo tienes de blasfemar? ¿Y acaso no tiene él, el mismo derecho a creer en Dios que tú tienes a no creer?
¡Este es un país ha sido maravillosamente libre!
Al menos hasta hoy.
Casi tan libre como era Estados Unidos en los viejos tiempos, cuando cualquiera tenía libertad de vapulear a su propio esclavo; pues el trabajador reclama ahora libertad para reírse de cualquier otro trabajador que decida ser sobrio y actuar en convicción con su fe, y hasta llega a insultarlo.
Existen grandes empresas en todo el país, aún en el mundo, en las que un cristiano tiene que aguantar desprecios desde la mañana a la noche y soportar burlas que no deberían golpear el rostro de hombres honestos, y que no existirían del todo, si los Hijos de Dios fuesen tan amantes de la libertad como profesan serlo.
Ellos declaran que nunca serían esclavos; pero son esclavos, esclavos de su propia impiedad y borrachera social, financiera, la gran mayoría de ellos; los hombres alcanzan su libertad únicamente cuando llega la Gracia Divina y rompe la cadena.
Cuando un hombre serio determina con firmeza servir a Dios, parecería que los de mala calaña deban ponerle su pie encima, y tratarlo con toda clase de indignidades que la malicia pudiera fraguar.
Podría ser que lo hagan para divertirse o sencillamente por envidia o temor a ser despalzados por las virtudes de los Valores y Dones que el Espíritu a entregado a Sus Hijos, pero la víctima no lo siente así.
Amados, no me digan que la persecución concluyó cuando el último mártir fue quemado en la hoguera.
Hay mártires que tienen que sufrir la hoguera alimentada por el fuego lento de crueles burlas día tras día; y yo bendigo a Dios porque la antigua firmeza todavía permanece entre nosotros, y porque todavía sobrevive el viejo espíritu, de tal forma que los hombres desafían las risas burlonas y la calumnia y persisten en su camino.
Yo podría contarles historias que los conmoverían y los deleitarían, de lo que dice y hace el orden común de los empleados en contra de quienes profesan su fe, y cuán valerosamente los justos y los verdaderos hombres soportan todo, y, a la larga, vencen también, y muchas veces influencian a sus compañeros para que confiesen su misma fe.
Ellos nos llaman a todos farsantes e hipócritas, y cosas parecidas, pero saben que no somos así, y si tuviesen un gramo de hombría cesarían de decir esas mentiras.
Reflexión
Amados en Cristo, queridos amigos, el texto bíblico nos habla de un alma entre los leones.
¿Por qué el salmista los llamó leones? "Perros" sería un buen nombre con el que merecerían ser llamados.
¿Por qué habría de llamarlos leones?
Porque, a veces, el cristiano está expuesto a enfrentarse con enemigos que son muy poderosos - quizá dueños de mandíbulas muy fuertes - fuertes para morder, desgarrar y desmembrar.
A veces, el cristiano está expuesto a personas que rugen estrepitosamente sus infidelidades y sus blasfemias contra Cristo, y es algo terrible estar entre leones como esos.
Amados, el león no solamente es poderoso sino cruel; y es una crueldad real la que sujeta a hombres bien intencionados al reproche y a la falsedad.
Hoy estamos en medio de un Tiempo de Orar
Los Enemigos de Cristo
Amados en Cristo, queridos amigos, los enemigos de Cristo y de Su pueblo son a menudo tan crueles como leones, y nos matarían si la ley se los permitiera.
El león es una criatura de gran astucia, que se desliza furtivamente, y luego da un súbito salto; y de la misma manera el impío se desliza agazapado hacia el cristiano, y, si es posible, salta sobre él para atraparlo en un momento de descuido.
Si se imaginan descubrir una falta en él, ¡le caen encima con todo su peso!
Los impíos vigilan a los justos, y si pudieran atraparlos en su lenguaje, si pudieran hacerlos enojar, u obligarlos a decir una palabra impropia, cuán ávidamente les darían un zarpazo. Engrandecen su falta, la ponen bajo un microscopio sumamente potente, y arman un alboroto por ello.
"¡Repórtenlo! ¡Repórtenlo!", - dicen - "¡queremos que se sepa!"
Cualquier cosa en contra de un auténtico hijo de Dios, es una dulce fruta para ellos.
Quienes son vigilados diariamente, censurados diariamente, ultrajados diariamente, obstaculizados diariamente en todo lo que es bueno y agraciado, van con lágrimas en los ojos delante del Dios que sirven y claman: "Mi alma está entre leones."
Es a ellos a quienes me dirijo en este día, a manera de consuelo.
A Manera de Consuelo
Amado, tú estás entre leones, mi querido y joven amigo; entonces tendrás comunión con tu Señor y con Su Ekklesia.
Cada día domingo, y cada vez que nos reunamos, esta bendición es pronunciada sobre ti, para que goces de la comunión con el Espíritu Santo.
La comunión con el Espíritu Santo te lleva a la comunión con Jesús, y esto involucra que seas conformado a Sus sufrimientos.
Ahora, tu Señor estuvo entre leones. Los hombres en Su día no tenían ninguna buena palabra para Él; si al Padre de familia llamaron Beelzebú, no podrían llamarte jamás con un nombre peor que ese.
Decían que era un hombre comilón y bebedor de vino; tal vez podrían decir lo mismo de ti, y sería igualmente falso.
No tienes que avergonzarte porque te arrojen la misma mugre que arrojaron a tu Señor; y si alguna vez sucediera que fueses despojado de todo, y se levantaran falsos testigos en tu contra, e incluso fueras condenado como criminal y llevado a la ejecución, aun así tu porción no sería peor que la Suya.
Amados, solo recuerden que ustedes son los seguidores de un Señor Crucificado, y no pueden esperar ser los consentidos del mundo.
Si ustedes son cristianos, la inspirada descripción de la vida cristiana es tomar la cruz.
¿Acaso esperan ser mecidos sobre las rodillas de ese mismo mundo impío que colgó a su Señor en el patíbulo?
No; todos sabemos que quien es amigo del mundo es enemigo de Dios.
Esta verdad es inmutable.
La afirmación el Salmo 37: "maquina el impío contra el justo, y cruje contra él sus dientes" es tan cierta hoy, como lo fue en años remotos.
Ustedes podrían seleccionar una religión de moda, y atravesar el mundo confortablemente con ella; ahora, si poseyeran la verdadera fe, tendrían que luchar por ella.
Amados, si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no son del mundo, antes Él los eligió del mundo, por eso el mundo los aborrece.
Cuando el que ha vivido en un lugar por mucho tiempo, pasa caminando por la estrecha calle, los perros no le ladran, pues lo conocen muy bien; cuando pasa un extraño, en seguida se ponen a ladrar.
Así es como tú sabrás si eres un ciudadano del mundo o un peregrino que va camino a la tierra mejor.
Tampoco estaba solo tu Señor.
Recuerda la larga línea de profetas que fueron antes de Cristo.
¿Cuál de ellos fue recibido con honor?
¿Acaso no apedrearon a uno, y mataron al otro con la espada, y cortaron en pedazos a uno con una sierra, y eliminaron a todos los demás?
Amados, sabemos que la marcha de los fieles puede rastrearse por su sangre y observarse por sus cicatrices.
Y después que el Señor ascendió al cielo, ¿cómo trató el mundo a la iglesia?
En las calles de Roma, y en todas las grandes ciudades, a menudo se escuchó el grito fiero: "¡los cristianos a los leones! ¡Los cristianos a los leones! ¡Los cristianos a los leones!"
En altas horas de la noche los hombres gritan: "¡fuego!", cuando una casa está en llamas; o una turba grita: "¡pan!", si se está muriendo de hambre; pero en la vieja Roma, el grito más amado para el corazón de los romanos, y el más expresivo de su horrible enemistad con el bien, era "¡los cristianos a los leones!"
De todos los espectáculos intrépidos que el Imperio Romano vio alguna vez, el que excitaba al populacho por sobre los demás, era ver a toda una familia: un hombre y su esposa, tal vez, y una hija mayor y un hijo, y tres o cuatro niños, todos marchando hacia la arena, y que abrieran la gran puerta, para que pudieran salir veloces los leones y se abalanzaran sobre ellos, y los despedazaran.
¿Qué daño habían hecho?
¡Habían perdonado a sus enemigos!
Ese era uno de sus grandes pecados.
· Rehusaban adorar a los dioses de madera y de piedra.
· Rehusaban blasfemar el nombre de Jesús a quien amaban, pues Él les había enseñado a amarse los unos a los otros, y a amar a toda la humanidad.
Por cosas como estas, los hombres alzaban el grito de: "¡los cristianos a los leones! ¡Los cristianos a los leones!"
A todo lo largo de la historia, este ha sido el grito del mundo contra todos los que han seguido fielmente los pasos de Jesucristo.
Justo ahora, Su Mano misericordiosa y en Su Gracia en este Tiempo han impedido la persecución abierta, pero si esa mano fuese retirada, el viejo espíritu bramaría de nuevo.
Amado Escucha, la simiente de la serpiente odia todavía a la simiente de la mujer; si el dragón antiguo no estuviese encadenado, devoraría al hijo varón, como ha intentado hacerlo muchas veces.
No se engañen, pues de una forma o de otra, el viejo aullido de: "¡los cristianos a los leones!", pronto se escucharía en México y el mundo – como ocurre en algunos lugares - si el Poder todopoderoso no estuviera sentado en el trono y reprimiera la ira del hombre.
Si ustedes que tienen que sufrir una medida de persecución por causa de Cristo, deben estar muy contentos por ello, pues son considerados dignos no solamente de ser cristianos, sino de sufrir por causa de Cristo.
Les ruego que no sean indignos de su supremo llamamiento, sino que sufran penalidades como buenos soldados de Jesucristo.
En estas aflicciones están teniendo comunión con su cabeza y con su cuerpo y Su Espíritu; por tanto, no se avergüencen.
Amados, si están entre leones, deberían ser conducidos más cerca de Dios.
Cuando tenían una gran cantidad de amigos, se podían regocijar con ellos; pero ahora que ellos se han vuelto en su contra, y que ustedes han comprendido esta verdad: "los enemigos del hombre serán los de su casa," ¿qué deben hacer?
Bien, pues, acercarse más a Dios de lo que lo hubieren hecho jamás.
Jesucristo amó de tal manera a Su iglesia que, cuando miraba a Sus pobres discípulos dijo: "He aquí mi madre y mis hermanos."
Ustedes deberían hacer lo que hizo su Maestro: convertir a su iglesia en su padre y su madre y su hermana y su hermano; es más, mejor aún, hacer que Cristo sea todos ellos y mucho más para ustedes.
Hagan que el Señor sea todo lo que los más queridos mortales podrían ser y mucho más.
Conclusión
Oh Amado, ¡solo asegúrate de habitar cerca de Dios!
Todos los cristianos deberíamos hacerlo, pero cada falsa acusación, cada comentario cáustico, cada frase cortante, deberían conducirnos más cerca del pecho de nuestro Padre.
Entre más nos censuren, más constantemente deberíamos morar bajo el refugio de Sus sagradas alas, y encontrar su gozo en el Señor.
Salmo 91 nos dice:
“1 Los que viven al amparo del Altísimo
encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso.
2 Declaro lo siguiente acerca del Señor:
Solo él es mi refugio, mi lugar seguro;
él es mi Dios y en él confío.
3 Te rescatará de toda trampa
y te protegerá de enfermedades mortales.
4 Con sus plumas te cubrirá
y con sus alas te dará refugio.
Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.”
Amado, habiéndote acercado a Cristo, permíteme decirte, a manera de consejo y a manera de consuelo también, que debes esforzarte por estar muy tranquilo y feliz.
No te preocupes.
Es más, dale a la burla la menor importancia posible.
Es algo grandioso tener un oído sordo; procuremos mejor hacernos sordos a la calumnia y al reproche, como lo hizo el salmista cuando dijo:
"Soy, pues, como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay reprensión."
Salmos 38:14
Un ojo ciego para ver la insensatez de los enemigos es, a menudo, más útil para un hombre, que dos ojos que siempre está mirando con recelo a su alrededor.
No vean todo, no oigan todo.
Cuando se hable una palabra dura, no la escuchen; si no pueden evitarlo, olvídenla tan pronto como puedan.
Ama más entre menos te amen: retribuye la enemistad con Amor.
Ascuas amontonarás sobre ellos si no devuelves esas frases duras excepto mediante un acto de amabilidad.
No te defiendas casi nunca: es un desperdicio de aliento, y es echar perlas delante de los cerdos.
“No desperdicien lo que es santo en gente que no es santa. ¡No arrojen sus perlas a los cerdos! Pisotearán las perlas y luego se darán vuelta y los atacarán.”
Mateo 7:6
Aguanta una y otra vez.
Recuerda que nuestro Señor nos ha enviado como ovejas en medio de lobos, y las ovejas no se pueden defender a sí mismas.
El lobo puede comerse a todas ovejas si quisiera; pero, ¿no ven que hay más ovejas que lobos ahora en el mundo, diez mil ovejas por cada lobo?
Aunque los lobos se comieron su ración, y aunque no se ha dado nunca el caso que una oveja devorara a un lobo, sin embargo, las ovejas están aquí, y los lobos han desaparecido.
Las ovejas han logrado esa victoria: y también lo hará el pequeño rebaño de Cristo.
Amado, Escucha:
El yunque es golpeado por el martillo, mas el yunque no devuelve los golpes nunca, y, sin embargo, el yunque desgasta al martillo.
La paciencia desconcierta a la furia y vence a la malicia.
El principio de no resistencia involucra una resistencia que es irresistible.
La paciencia firme que no puede ser provocada, sino que, como Jesús, cuando es vilipendiada no devuelve el ultraje, tiene la seguridad de conquistar.
Esto es lo que ustedes que son perseguidos, necesitan aprender: que entre más metidos estén entre leones, más deben acercarse a su Dios, y así estar más tranquilos, y ser más pacientes cuando más se enfurezcan los hombres en su contra.
Si el Señor puede cerrar fácilmente la boca de un león, puede cerrar igual de fácil la boca de un hombre impío.
Él puede remediar todos tus problemas en un instante, si lo quisiera, y puede darte un camino allanado hacia el cielo, si le agradara; sólo recuerda que si todo fuere allanado en el camino al cielo, el cielo no sería tan dulce al final, y no tendríamos una oportunidad de exhibir esas gracias cristianas que son manifestadas y educadas por la oposición del mundo.
Dios no apagará el fuego de la persecución, pues consume nuestra escoria; pero moderará Su Poder de tal forma que ningún grano del metal puro se pierda.
Los leones están encadenados, querido amigo; no pueden ir más allá de lo que Dios les permita. Lo más que pueden hacer en este país, como una regla, es rugir, pero no pueden morder; y el rugido no rompe los huesos; entonces, ¿por qué tener miedo?
El hombre que teme que se rían de él, no es ni medio hombre, y casi merece el escarnio que recibe.
No se preocupen por lo que les digan.
Amados, las palabras no les podrán hacer daño.
Endurezcan su espíritu ante eso, y sopórtenlo con gallardía.
Cuando su corazón desfallezca, vayan y díganselo a su Señor; y luego prosigan, calmados como era su Señor, no temiendo nada, pues Dios los sostendrá.
Los leones podrán rugir, pero no pueden despedazar. No les tengan miedo.
Nuestro grandioso Señor y Rey pudo haber estado acompañado de veinte legiones de ángeles cuando se encontraba en el huerto, esperando una señal de Su dedo, pero Él decidió continuar siendo un hombre solitario y sufriente.
Si Él quisiese en este día, podría barrer a los impíos como tamo delante del viento: Su longanimidad es para su salvación, si en alguna manera se volvieran y se arrepintieran.
Si su fe fuera como debería ser, sería un gran gozo para ustedes saber que Él siempre está con ustedes, que siempre está cerca de ustedes.
Si alguna vez pareciera no estar presente con algunos de Sus siervos, nunca estará lejos de Sus siervos perseguidos.
No hay nunca un momento mejor para ver al Hijo de Dios, que cuando el mundo calienta el horno siete veces más de lo acostumbrado.
Allí está el horno ardiente.
Vé y ponte en su boca y mira hacia adentro.
Echaron en él a tres hombres atados, con todo y mantos y turbantes y la llama era tan fuerte que mató a los soldados que los habían echado dentro.
¡Pero, miren! ¿Acaso no pueden verlo?
El propio Nabucodonosor se acerca a mirar.
¡Vean cuán grandemente se asombra!
Llama a los que le rodean, y les pregunta: "¿No echamos a tres varones atados dentro del fuego? Miren ustedes, hay cuatro.
El aspecto del cuarto es extraño y misterioso.
Están caminando sobre los carbones como si caminasen en un jardín de flores.
Parecen llenos de Gozo, y caminan tranquilamente como conversan los hombres en sus jardines al aire del día; y ¡ese cuarto - ese misterioso cuarto - es semejante al Hijo de Dios!"
Ah, Nabucodonosor, tú has visto una visión que ha sido vista a menudo en otras partes.
Cuando el pueblo de Dios está en el horno, el Hijo de Dios está también en el horno.
Él no dejará solos a aquellos que no lo abandonan.
Si nos asimos a Él, tengan la seguridad de que Él se asirá a nosotros hasta el fin.
Amados, ¡no teman a los leones!
¡Nuestro Sansón se volverá contra ellos, y los destrozará en un instante si la hora ha llegado!
¡Amen…!
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez
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