martes, 2 de febrero de 2021

#A270 Respuesta de Fe

Serie: Tras las Pisadas de Jesús

#A270 Respuesta de Fe



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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


El día de hoy, el Señor nos llevará en esta Serie de Minsitraciones de un polo a otro, con la historia de hoy. 

Amados en Cristo, queridos amigos, pienso que no hay nada más extremo que un ciego pobre y un cobrador de impuestos rico.

Sin embargo queda claro que, caminando detrás de Jesús, lo que encontraremos siempre es saciedad de necesidades. 

Zaqueo, así de rico como era, también estaba necesitado. 

Sus riquezas y su manera de obtenerlas lo habían alejado de todos.

Los romanos, por más de que trabajaba para ellos, lo seguían tratando como clase menor, por ser un judío más. 

Por otra parte, los judíos lo tenían por impuro, debido al trabajo que ejercía y a cómo lo ejercía. 

Zaqueo no pertenecía a ningún lugar, no tenía una Identidad, hasta que se encontró con el maestro de Galilea hablándole de frente.

Él pensó que buscaba ver a Jesús, pero era Jesús quien lo estaba buscando.

Sabes… ¡quizá lo mismo sucede contigo, conmigo! 

¡Es Jesús quien te está buscando hoy! 

¿Cómo le responderás?

- ¿Qué tipo de barreras te hacen difícil el acercarte a otras personas?

- ¿Consideras que la condición social sea un impedimento para que la gente busque a Dios?

- ¿Por qué fue que Zaqueo se ocultó para ver a Jesús? ¿Haces lo mismo?

- Leyendo el Salmo 139. 1 – 12, responde: ¿servirá de algo “ocultarnos” de Dios? ¿Por qué?

- ¿En qué momento Zaqueo demostró su Fe?

Veamos el fundamento del Señor para esta Ministración:

“1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.”

Lucas 19: 1-6

El título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:


Respuesta de Fe


Ocultarse de Dios


Profundicemos un poco más, con esta porción en Salmos:


1Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.

2Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;

Has entendido desde lejos mis pensamientos.

3Has escudriñado mi andar y mi reposo,

Y todos mis caminos te son conocidos.

4Pues aún no está la palabra en mi lengua,

Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

5Detrás y delante me rodeaste,

Y sobre mí pusiste tu mano.

6Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;

Alto es, no lo puedo comprender.

7¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

8Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

9Si tomare las alas del alba

Y habitare en el extremo del mar,

10Aun allí me guiará tu mano,

Y me asirá tu diestra.

11Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;

Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.

12Aun las tinieblas no encubren de ti,

Y la noche resplandece como el día;

Lo mismo te son las tinieblas que la luz.


Salmos 139: 1-12

Amados, la primera vez que aparece esta reacción, el esconderse de Dios, ocultarse de Él, es en la escena del primer caso de pecado, cuando el hombre y la mujer se escondieron de Dios. 


Quien se esconde es debido a la oscuridad que ha invadido su vida, la cuál es incompatible con la luz, no queriendo que ésta exponga su culpa. 


Es un mecanismo automático y que está bien definido en las palabras: 


“Todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz” Juan 3: 20


El hecho de esconderse de Dios es señal evidente de que el pecado ha hecho acto de presencia y es una prueba irrefutable de culpabilidad. 


Precisamente lo que intenta el que se esconde, que su culpa no se descubra, y con ello manifiesta que es culpable. 


La acción de esconderse le delata.


Los primeros que pecaron se escondieron entre los árboles del huerto. 


Hoy hay muchos escondites, donde millones se esconden detrás de razonamientos y argumentos. 


Sabes amado en Cristo, querido amigo….el pecado es pecado, auqnue le cambiemos o pongamos nombres o adjetivos calificativos en este tiempo.


Está el escondite de la mayoría, es decir, que la mayoría hace lo mismo que yo, lo cual me permite pasar desapercibido en medio de la multitud; si yo soy culpable, entonces hay muchísimos culpables y esa culpabilidad colectiva diluye mi culpabilidad personal. 


No soy peor que otros. 


Está el escondite de la existencia del mal en el mundo, que muchos emplean para auto-justificarse y, de paso, atacar a Dios, porque ¿qué clase de Dios es éste, que consiente que haya tanta injusticia? 


Está el escondite del escándalo en el nombre de Dios, pues sus representantes en la tierra no son diferentes a los demás e incluso son peores. 


Si quienes tenían que dar ejemplo no lo dan, ¿quién me va a acusar a mí?


Amados, todos estos escondites no son más que intentos de ocultarse de Dios. 


En verdad son falsos escondites, porque el culpable nunca puede salir absuelto de su culpa mediante el mecanismo de señalar culpas ajenas. 


Además son falsos escondites porque es en vano querer esconderse de Dios, como experimentaron los dos que se escondieron entre de los árboles del huerto.


Ocultarse o Ser Cubierto


Amados en Cristo, queridos amigos, así como hay un ocultarse de Dios, hay un ser cubierto por Dios; esto, en el sentido de que Dios es refugio y protección. 


David en sus huidas de Saúl tuvo que buscar escondites continuamente, para escapar de su mano. 


Por eso aprendió a entender y Discernir que Dios es un refugio, un lugar protegido donde estar a resguardo de las asechanzas de su enemigo; de ahí que haya tantas referencias en el libro de los Salmos a esa verdad. 


Hace años había una canción que se cantaba en muchas congregaciones y cuya letra comenzaba así: 


“Cristo es la roca de poder; escóndeme, escóndeme, escóndeme. Hasta que pase, oh Señor, la tempestad, escóndeme, escóndeme con tu poder.”


Amados, ¡Qué bueno es saber que viviendo en un mundo tan peligroso como el que vivimos, tenemos refugio en el que estamos protegidos de las fuerzas que quieren destruirnos! 


Un refugio seguro, al que el prudente acude para encontrar cobijo.


Cuando Dios se oculta


Amados, por otra parte la Palabra de Dios habla también al respecto de ocasiones en las cuales es Dios quien se oculta de nosotros. 


Este ocultarse se puede dividir en dos clases: 


Cuando nosotros tenemos la percepción de que Dios se oculta 

Cuando verdaderamente Dios se oculta


Hay muchos pasajes, especialmente en los Salmos, en los que se tiene la percepción de que Dios se ha ocultado. 


Es una manera de hablar, pero sirve para exponer la impresión de que Dios parece indiferente o que se ha olvidado de nosotros. 


Especialmente puede ocurrir bajo circunstancias de aflicción, en las que la maldad se está saliendo con la suya y parece que Dios no hace nada, precisamente cuando más falta hace. 


Pero ese “ocultarse” de Dios, es simplemente la sensación humana, que en su estado de limitación llega a conclusiones incorrectas.


Ahora, hay otros pasajes que muestran que efectivamente Dios se ha ocultado, es decir, ha retirado su presencia, su paciencia y su misericordia, quedando solamente su ira. 


Esconder el rostro, referido a Dios, es sinónimo de lo peor, porque si él es vida y luz, ese ocultarse significa que lo que resta es muerte y tinieblas. 


No es un ocultarse arbitrario ni caprichoso, pues siempre está fundamentado en su justo juicio contra la obstinación y rebeldía reiterada de su pueblo, de sus Hijos e Hijas.


La Bendición de estar en la Presencia de Dios


Amados, la presencia de Dios, trae bendición permanente, tal y como sucedió en la vida y familia de Obed-Edom: 


“Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-Edom, en su casa, tres meses; y bendijo el Señor la casa de Obed-Edom y todo lo que tenía”.

1ª. Crónicas 13:14.


El Arca representaba en aquel entonces la presencia de Dios y su protección. 

Tener el arca, era tener a Dios mismo en su propia casa. 

Cuando tu traes la presencia de Dios a tu casa, sucederá que nada te faltará, las bendiciones te seguirán a ti, a toda tu familia y hasta tu a descendencia. 1a Crónicas 27:4-8.

Amados, es una Bendición que muchos contemos con un lugar cada domingo donde podemos disfrutar de esa presencia sin que nada nos lo impida. 

Tener el privilegio de ir y poderle adorar, bendecir y glorificar su nombre; el sumergirnos en sus ríos de agua de vida, olvidándonos del tiempo y los problemas. 

Amados, alimentarnos de su palabra, también es estar en su presencia.

Ahora, surgen en mi corazón algunas preguntas 

¿Debemos conformarnos con solo un día a la semana, cuando sabemos que cada día tenemos la libertad de poder venir y presentarnos delante de él en nuestro lugar secreto? 

¿Deleitarnos en su presencia, anhelarle, desearle, y tener comunión con el Espíritu Santo y echar mano de todas las bendiciones que como hijos tenemos al tener ese acceso directo al trono de Dios?

Amados, Él Anhela que le busquemos día y noche, todos los días de nuestras vidas. 

Él Anhela bendecirnos y prosperarnos, y para ello basta con que le amemos con todo nuestro corazón, le sirvamos y seamos obedientes a su palabra. 

¿Pues acaso no dice en las Escrituras, que él nos anhela celosamente?. Santiago 4:5

Amados, podrán levantarse fuertes tormentas sobre tu vida, más el siempre estará para tomarte de la mano, sostenerte y levantarte; y sabrás que a pesar de las pruebas difíciles, la bendición y protección de Dios nunca te faltarán. 


Dios Anhela que le Conozcamos y que nuestro corazón vivamos la garantía que todo aquellos pasará, y lo mejor siempre vendrá; ¡porque tener a Dios, es tenerlo todo!


Presencia de Dios en Casa


Ahora amados, el Señór me lleva a reflexionar e su Anhelo para nosotros: Su Presencia en Casa.


Durante los últimos días del reinado de Saúl, se había producido un triste abandono de la adoración a Dios, y eso se reflejó en la vida de la nación. 


Pocas personas, quizás ningunos celebraban cultos. 


El Tabernáculo, es decir, la tienda de la reunión que se había usado a través de todo el tiempo que anduvieron errantes por el desierto se había deteriorado y su mobiliario estaba disperso por todas partes.


La presencia de Dios estaba asociada con el Tabernáculo, por cuanto no lo tenían no sentían a Dios cerca. 


Ya no había ese sentido de humildad, sencillez, dependencia y reverencia ante la Presencia de Dios. 


Es por este motivo que David anhelaba con todo su corazón restaurar la adoración a Dios en el lugar central que le correspondía y era en la vida de la nación. 


Eso implicaba reunir el mobiliario disperso del Tabernáculo, cuya pieza más importante era el Arca del pacto, el sitio donde Dios moraba entre su pueblo y le revelaba su gloria. 


La palabra “arca” significa caja o cofre. 


Entre las cosas que tenía era una parte superior que se llamaba “el asiento de la misericordia” o el “propiciatorio”. 


En su interior había tres objetos:


Un recipiente de oro con maná

La vara de Aarón

Los diez mandamientos grabados en dos tablas de piedra


Antes de Cristo toda la adoración estaba descrita mediante tipos o símbolos, a manera de Señales de parte de Jehova, de Dios, del Padre.


El arca era el símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo, y era considerada como el trono terrenal de Dios. 


Era el Arca el recuerdo de que Dios está cercano para ayudar, y digno de que estemos delante de él con reverencia y sobrecogimiento. 


Esa es la razón por la que David anhelaba traer el arca. 


David buscó 30,000 hombres para escoltar el arca hasta Jerusalén. 


Mientras esto ocurre hubo una muerte que detuvo la celebración y ante el temor David dejó el Arca en la casa de Obed-Edom.


“pues por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza.”

1ª. Crónicas 15: 13


Obed-Edom sabía lo que el Arca había causado en los filisteos, sabía lo que había acontecido con Uzá por tocarla y se dio cuenta que David tenía miedo de seguir adelante con ella, sin embargo, le abrió de par a par las puertas de su casa sin temor alguno. 


Es que sabemos de lo que es capaz en hacer nuestro Dios. 


Es que quien no trata con respeto las cosas de Dios trae muerte, pero quien la trata con reverencia trae vida para sí. 


Quien acoge la presencia de Dios jamás pierde. 


Quien recibe a Dios en su familia tiene la bendición de caminar en bendición. 


Es peligroso jugar con las cosas sagradas. 


No juegue con su familia que también es sagrada.


Amados, el arca del pacto era el símbolo más importante de la Fe hebrea. 

Se ubicaba en el lugar santísimo y representaba la presencia divina en medio del pueblo para proporcionar fe, sustento y poder a Israel. 

Saúl la sacó de aquel sitio y la comenzó a llevar a la guerra para asegurar la victoria; sin embargo, los filisteos la tomaron como botín y la llevaron como trofeo al templo del dios Dagón. 

La consecuencia de tal sacrilegio fue el juicio de Dios sobre los filisteos y su divinidad inútil.

Israel estuvo sin el arca bastante tiempo. 

Al llegar David buscó traerla de nuevo a Jerusalén. 

Una tragedia sucedió en el camino y murió un varón en el trayecto (2 Samuel 6:6, 7). 

El temor cayó sobre el pueblo y el rey, y no completaron el viaje. 

Mientras se decidía qué hacer, el arca se llevó a casa de un levita de nombre Obed-edom (2 Samuel 6:8–10). 

Al paso de los meses corrió la noticia de que en ese hogar se manifestaba una prosperidad especial (2 Samuel 6:11, 12). 

Al escudriñar y Discernir las formas en las que la casa es bendecida cuando la presencia de Dios reposa en ella.

1. La presencia de Dios bendice el hogar cambiando el ambiente espiritual

Obed-edom era un levita que tenía una casa común hasta que llegó el arca. 

El juicio sobre Uza, de seguro produjo temor de Dios en los miembros de la familia. 

El arca les recordaba que el Señor estaba allí, por lo que seguramente las personas empezaron a reverenciar a Jehová en el lugar. 

Cambiaron las reglas de conducta y se aplicó más cuidado en las palabras y las acciones, porque tenían mayor conciencia de que el Altísimo los observaba a cada instante. 

En el trato entre esposos, o padres e hijos, incluso entre los trabajadores de la casa se notó una diferencia provocada por el conocimiento de la cercanía de la gloria celestial.

El símbolo de la presencia divina ya no existe, pero la realidad de que Dios está siempre presente es innegable. 

El Salvador del mundo prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. 

Pablo afirma que Cristo habita por la fe en nuestros corazones. 

Jesús habló del Espíritu Santo morando con nosotros permanentemente. 

Es necesario que invoquemos a diario el nombre del Señor en nuestro hogar, que fluyan en casa la alabanza y la adoración, que en las recámaras, la cocina, el comedor y el patio alguna voz publique la gloria del Padre celestial. 

De modo que el mover y la percepción del Espíritu Santo nos sea manifiesto. Que Jesucristo sea rey soberano de nuestra familia.

2. La presencia de Dios bendice a las familias prosperando a la familia entera

El Señor bendijo al hombre y a la familia que recibió el arca en su casa. 

Esa bendición fue notoria a la comunidad. En tres meses ocurrió un cambio drástico. 

El ambiente era especial y en las propiedades hubo fruto y bonanza. 

Los campos del varón fueron fértiles, los ganados productivos, todo se incrementó. 

Jehová estaba contento con quienes lo recibieron con amor y reverencia. 

A Uza lo mató y sobre su hogar vino desgracia por irreverente, pero a Obed-edom le iba bien. 

La Biblia dice que bendijo su casa y todo lo que tenía (2 Samuel 6:11). 

La presencia de Dios en ese lugar trajo grandes beneficios. 

El Señor recompensó la fidelidad de ese hogar.

“El Todopoderoso Bendice especialmente a las familias que abren las puertas a su divina presencia.”

Ps. Jorge Macías Benítez

En cada hogar que se recibe con amor y reverencia al Señor las bendiciones económicas y materiales se derraman. 

No buscamos a Dios para que nos prospere, pero el éxito y la prosperidad son una consecuencia de honrar al Eterno. 

Es importante y necesario que le demos honra y gloria a Jehová en nuestra casa. 

Que lo hagamos sentirse a gusto y esté contento con el trato que le damos. 

Que le demos el primer lugar en todo. 

De repente – como lo dice Su Palabra en el Nuevo testamento - nos vendrán toda clase de Bendiciones. 

Padres e hijos contaremos con el apoyo divino en todo proyecto que emprendamos, nos volveremos productivos y prósperos. 

La presencia de Dios en nosotros hace la diferencia.

3. La presencia de Dios hace que la bendición en la familia sea testimonio atractivo para otros.

Al principio nadie quería el arca porque la relacionaban con juicio y muerte (6:6–9). 

No obstante, la bendición divina sobre la familia de Obed-edom hizo que la perspectiva cambiara. 

Los que vieron el favor del Señor sobre la casa del levita llevaron la noticia al rey de todos los bienes que ellos disfrutaban a causa de la presencia de Jehová. 

David vió en Discernimiento de Dios que esa prosperidad se necesitaba en todos los hogares de Israel, y se consagró a la tarea de regresar el arca a Jerusalén. 

Preguntaron a Obed-edom qué había hecho para evitar la ira de Dios y obtener la gracia, y prepararon el retorno.


Conclusión


Amados, muchas ocasiones atravesamos problemas familiares y probamos amargura; aunque, ninguna crisis es eterna cuando la presencia de Dios llega a nuestro hogar. 


Si el Señor es bien recibido en casa se producirán cambios para bien. 


Su Gracia nos llevará por el camino de paz, de triunfo y de esperanza. 


Será tan fuerte la bendición que los demás parientes y vecinos se darán cuenta de que el Todopoderoso está con nosotros. 


El bien y la misericordia nos seguirán todos los días. 


Probaremos el sabor del Victoria y el Gozo del Señor, como resultado de la bienhechora presencia divina. 


Tendremos no sólo un testimonio de salvación, sino de prosperidad. 


Nuestra situación espiritual, emocional, física y material – al final y como consecuencia de nuestra comunión con Dios -  será completamente transformada. 


Por nuestro Testimonio, otras personas anhelarán la bendición y tendremos oportunidad de testificar que todo lo que somos y tenemos es gracias a que el Eterno nos cobija. 


Entonces el evangelio de Cristo alcanzará nuevos hogares a través de nosotros.


Luchemos por la familia que el Señor nos ha dado. Intercedamos por los de nuestra sangre sin desmayar; demos el mejor testimonio de Cristo para que sean ganados por la palabra o por la conducta. Busquemos con fuego en nuestro corazón, en Su Espíritu, la salvación de los nuestros a toda costa. Sacrifiquemos lo necesario para que lleguen al Conocimiento de la verdad. 

Que nuestra luz resplandezca en la casa de nuestros padres y hermanos con toda su fuerza para que las tinieblas no tengan cabida.


Oremos


¡Dios los Bendice! Ps. Jorge Macías Benítez.


miércoles, 27 de enero de 2021

#A269 Fe que Sana

Nueva Serie: Tras las Pisadas de Jesús


#A269 Fe que Sana



 



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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


La semana pasada el Señor nos Ministró fundamentando en el capítulo 10 de Marcos versículos 46 al 52, que nos dice:


“46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.”


Hoy y en esta Serie, “Tras las pisadas de Jesús”, nos habla desde otra perspectiva y en referencia a la enfermedad de Ezequías; es uno de esos pasajes que nos muestra, con mucha claridad, el poder y la efectividad tanto de la fe, como de la oración.

Amados, Ezequías usó como gran argumento en su favor el haber andado rectamente delante de Dios y, sin lugar a dudas, la obediencia es poderosa delante de Dios, pero hoy nuestro mayor argumento es Cristo.

Podemos acercarnos a Dios sabiendo que Él nos oye, aun cuando hayamos pecado, porque Cristo es nuestra garantía tanto de ser oídos, como de ser atendidos.

Ezequías no sólo sanó, recibió una señal impresionante como garantía. 

Vamos a nuestro fundamento en esta Ministración:

“1  En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. 2Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: 3 Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. 4 Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. 7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.

8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día? 9 Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? 10 Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados. 11 Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.”

2ª. Reyes 20: 1-11


¡Vaya Señal que Dios hizo, manifestando en la Oración de Su Profeta Isaías!

Amados, nuestra señal, en cambio, colgó de una cruz dos mil años atrás. 

Nosotros no necesitamos señales hoy; en todo caso lo que  necesitamos es creer que lo que Dios hizo antes también lo hará hoy.

¿Qué oración estás presentando a Dios últimamente?

Si Él respondiera con un "sí" a tu última oración, ¿cuántas personas serían beneficiadas?

¿Es tu oración guiada a ser individual, centrada en ti solamente?


El título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:


Fe que Sana


Oración

Sanidad y Pecado


Profundicemos un poco más.


Observemos lo que dice Lucas.

“Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, gritando:

—¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros!

Jesús los miró y dijo:

—Vayan y preséntense a los sacerdotes.

Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.

Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado».”

Lucas 17:11-19 (NTV)

Que impactante pasaje, vaya que si.  La lepra en la época de Jesús era una enfermedad incurable; la lepra es una enfermedad que hace que la gente pierda partes de su cuerpo. En ese entonces era considerada una enfermedad que, más que ninguna otra, era señal del desagrado o rechazo a Dios. Es por ello que Jesucristo, que vino a quitar el pecado del mundo, puso especial empeño en sanar a los leprosos que se cruzaban en su camino.

Nadie se quería acercar a una persona leprosa por temor a ser contagiado; la lepra no solo causaba dolor físico sino también un dolor espiritual y emocional para quien la padecía, por el rechazo que causaba hacia las demás personas. La lepra era lo peor que a alguien le podía pasar.

Los diez leprosos clamaron misericordia; la misericordia significa compasión no merecida. A diferencia del resto de la gente, Jesús no rechazó a los leprosos sino que se acercó a ellos. Cuando una persona está lejos de Dios pero clama misericordia, el Señor los escucha. No existe poder humano que pueda ayudarnos a superar la crisis de nuestro espíritu y de nuestra alma cuando nuestra relación con Dios ha sido distante. Lo solución para nuestro distanciamiento con Dios es precisamente que nos acerquemos a ÉL y que clamemos a Su misericordia.

Estos leprosos eran de la religión judía y su religión nunca los salvó de la lepra. Estos hombres decidieron salir de la resignación que les brindaba su religión, para entrar en el verdadero mover de Dios.

Reflexionemos:

“El perdón nos da una esperanza de vida; la obediencia nos limpia de la lepra espiritual que en ocasiones padecemos, pero lo más importante de todo, es ser agradecido con Dios. Muchos no valoramos el milagro de vida que somos como creación de Dios; por el contrario, lo destruimos con toda la inmundicia que nos ofrece el mundo.  

Así es. Dios no nos dio pulmones para que los llenemos de tabaco y nicotina. 

ÉL no nos dio el hígado para destruirlo con el alcohol. Dios nos dio la vida para que la disfrutemos.”

Seamos agradecidos


El ser agradecido no solo se manifiesta con palabras sino también con acciones. Necesitamos ser agradecido con nuestros padres (papá y mamá). 

Habemos muchas personas ingratas en el mundo que no sabemos valorar lo que Dios nos ha dado.

Si en algún momento hemos pensado que Jesús ve igual tanto a las personas agradecidas como las que no lo son, estamos equivocados.  La Palabra dice que Jesús preguntó por los otros nueve leprosos.  Jesucristo puso en contraste la actitud de gratitud del que regresó con ÉL con la ingratitud de los que habían compartido con Él el mismo favor y que no regresaron.

Es impresionante el privilegio que todos tenemos, sin excepción, de contar con el favor de Jesús. ¡Fueron diez los que fueron limpiados!

Es lamentable como respondemos nosotros a los favores de Cristo.  ¡Solo uno valoró el milagro de sanidad que trajo Jesús a su vida!

La ingratitud es un pecado muy común. 

De los muchos que somos beneficiarios de la misericordia de Dios, hay pocos, muy pocos, que se muestran agradecidos a Dios.  ¿Y cuántas veces demuestran ser más agradecidos aquellos de quienes menos se esperaba? 

No pasemos por alto que solo volvió uno de Samaria a dar las gracias, mientras que los otros nueve de Judea olvidaron agradecer a Jesús el favor recibido.

¿Cómo animó Cristo a este samaritano agradecido? 

Los otros recibieron sanidad y no les fue revocada, pero la sanidad del samaritano quedó especialmente confirmada cuando Jesús le dijo: “Tu fe te ha sanado”.

Lo anterior solo confirma una cosa:

Que Jesucristo, más que esperar agradecimiento por parte de nosotros, lo que realmente espera es que tengamos fe en ÉL, porque el verdadero y más grande acto de agradecimiento que podemos tener hacia Dios nuestro Señor es creer en Jesucristo Su Hijo, quien fue crucificado para el perdón de todos nuestros pecados.

¡Donde está nuestra fe, ahí está nuestro agradecimiento!

Dios de lo Sobrenatural


Podemos descansar seguros en la fe de que Dios, que es el Dios de lo Sobrenatural, escucha nuestras oraciones. 


Él es un Dios todopoderoso – ni siquiera un gorrión cae a tierra sin su voluntad.


Un hombre que había estado enfermo por treinta y ocho años tomó su lecho y se fue como un hombre sano. (Juan 5: 1-17)


Jesús puso sus dedos en los oídos de un hombre que era sordo y tartamudo. Suspiró y dijo: "¡Sé abierto!", y se abrieron sus oídos y pudo hablar con claridad. (Marcos 7: 32-35)


Pedro le dijo a un hombre que hacía ocho años estaba paralítico: 


"¡Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama!"


Entonces se levantó de inmediato. (Hechos 9: 32-35)


"Se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo… y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres." 

Hechos 5: 12-15


Hay muchos ejemplos de sanidad sobrenatural en la Biblia. 


Ahora, ¿son estos milagros sólo una cosa del pasado? ¿Sana Dios la enfermedad de las personas? ¿Qué dice la Biblia en realidad sobre la sanación?

Fe en un Dios Todopoderoso

En los primeros días del cristianismo, cuando la Iglesia estaba empezando a construirse, Dios usó milagros como estos para edificar la fe. 


El denominador común en todos estos milagros radica en una palabra. Fe. 


Ninguna sanación puede llevarse a cabo sin fe en Dios, que es todopoderoso para salvar. (Sofonías 3:17) 


Jesús dijo a la mujer que tocó el borde de su manto para ser sanada: 


"¡Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote!" 

Marcos 5: 34


Dios es igual de poderoso para sanar en el tiempo que vivimos ahora. 


"Porque yo Jehová no cambio."

Malaquías 3:6.


Por medio de Él está disponible el mismo poder como en el pasado.



Una conciencia pura delante de Dios


Amados, Santiago escribe: 


"¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."

Santiago 5:14-16.


"Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados."


Deja que la luz de Dios brille sobre tu vida. 


Tú sabes si estás en pureza frente Dios, o si conscientemente ocultas algo por lo que no estás dispuesto a darte por vencido. 


No puede haber sanación si hay algún pecado oculto. Reconocer el propio pecado y arrepentirse del pecado puede traer sanación. 


No está escrito que confesar el pecado garantiza sanidad. Tampoco que la confesión es un requisito previo para la sanación. 


Si hay algo que se interpone en tu relación con Dios, algo que impide a tu espíritu ser puro, entonces debe ser eliminado. 


Amados, esto es tan cierto y relevante para el que tiene salud perfecta como para el que está enfermo.


La enfermedad, sin embargo, jamás es un motivo para acusar a alguien por ser injusto, menos a uno mismo. 


Esto incluye tanto trastornos físicos como mentales. 


Puedes desgastarte con la pregunta: 


¿Por qué Dios me castiga de esta forma? 

¿Qué estoy haciendo mal?


Si eres honesto contigo mismo, si te purificas a ti mismo, y si ordenas tus asuntos, entonces todo estará bien.


Dios escucha nuestra Oración


Amados, Dios nos responde cuando oramos. 


Como seres humanos tenemos que estar reconciliados con el hecho de que no siempre Dios contestará nuestras oraciones de la forma que esperamos. 


En los versos está escrito: "La oración de fe salvará al enfermo." 


La enfermedad nos puede llevar a todo tipo de tentaciones – impaciencia, intranquilidad, ansiedad, quejas, etc. 


Si utilizamos estas oportunidades para ser salvos de estos pecados, entonces Dios puede hacer una obra en nosotros que no necesariamente se hubiera  llevado a cabo estando sanos. 


Las pruebas que experimentamos pueden fortalecer nuestra relación con Dios; ¡de este modo somos salvos! 


Salvos del pecado que está en toda la humanidad y que es la mayor enfermedad de todas.


Tenemos un Dios que escucha nuestras oraciones, y que no es indiferente con nosotros. 


¡Continúa en la fe! ¡Cree en el Dios de los milagros! ¡Cree en el Dios de lo Sobrenatural!


Has sido obediente a lo que está escrito en la carta de Santiago, y las oraciones de fe son ante el rostro de Dios. 


Él toma estas oraciones en consideración. Pueden remecer el corazón de Dios. 


Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros. 


Él escucha, y pone atención, y en el tiempo justo obra. 


Tenemos un Dios que escucha nuestras oraciones, y que no es indiferente con nosotros.


En ocasiones la sanación puede ser instantánea. 


De las puertas de la muerte a la  plena salud, en un abrir y cerrar de ojos. 


En otras ocasiones uno ni siquiera alcanza a darse cuenta que la flecha ha comenzado a dar la vuelta desde la enfermedad a la salud. 


Algunas veces se lleva a cabo un "milagro" por medio de las manos del médico. 


Pero jamás dudes que Dios ha escuchado tus oraciones. "La oración eficaz del justo puede mucho." ¡Continúa en la fe! ¡Cree en el Dios de los milagros!


Regresando a la historia de Ezequías en 2ª. Reyes 20. 


Estaba enfermo, y pronto a morir. 


El profeta Isaías fue con él y le dijo: 


"Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás." Pero Ezequías oró a Dios, y Dios envió a Isaías de vuelta a Ezequías con el mensaje: "Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano… Y añadiré a tus días quince años."


El plan de Dios era que Ezequías muriera, pero sus oraciones conmovieron el corazón de Dios.


Conclusión


Podemos aprender a confiar en Dios en tal grado que estamos en perfecta paz en Él. 


Dios es  poderoso para salvarnos. 


De la enfermedad y del pecado, que es la mayor enfermedad de todas.


Cree que en las manos de Dios todo está como debe ser. 


En enfermedad y salud, esfuérzate en seguir las pisadas de Jesús, y vence sobre el pecado. 


Utiliza las situaciones que Dios ha dado para ser transformado en la imagen de su Hijo. (Romanos 8:29) 


¡Y cuando llegue el momento de volver a casa para estar con Dios, entonces te regocijarás! 


No es una muerte eterna. 


¡Es una vida eterna con el Señor!



Oremos


¡Dios los Bendice!


Ps. Jorge Macías Benítez







domingo, 17 de enero de 2021

#A268 Una Exclamación de Fe

Nueva Serie: Tras las Pisadas de Jesús


#A268 Una Exclamación de Fe



 



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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


Jericó, como en tiempos del Antiguo Testamento, aquí también es el lugar geográfico de un suceso impresionante.

Suponemos que el ciego que aparece en este relato, es el mismo quien Marcos, en su evangelio, describiría con el nombre de Bartimeo.

Varias cosas suceden a la vista de los discípulos: 

La gente suele preocuparse muy poco por las necesidades de otro y se molestan por los gritos del ciego. 

Tenemos a este ciego que hace todo un escándalo con tal de ser atendido por Jesús. 

El Maestro no va hacia Bartimeo, al contrario, pide que se lo traigan. 

El ciego tiene que hacer su propio esfuerzo para ser atendido por Jesús. Una pregunta extraña, un milagro evidente y luego, hasta el más molesto terminó dando gloria a Dios.

Cada uno de estos sucesos contienen una enseñanza en particular.

Así como tú y  yo seguimos a Jesús por alguna razón, así también habrán otros alrededor nuestro que lo buscarán por sus propios motivos. 

Ninguno de estos es perjuicio para tu motivo personal. 

Amados, Dios es los suficientemente capaz de atender la necesidad de cada uno.

El fundamento de hoy en la Palabra de Dios nos dice:

“29Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.”

Mateo 20: 29-34

Al comparar Mateo 20:29-34 y Marcos 10:46-52. 

o ¿Te parece que ese día hubo dos milagros semejantes de sanidad o que los tres escritores describieron el mismo acontecimiento de diferente manera? 

o ¿Por qué? 


Jesús conocía la necesidad de Bartimeo; era obvio que estaba ciego, entonces, ¿por qué le preguntó: 

o ”¿qué deseas que haga por ti”?


Si Jesús te preguntara en este momento: 

o "¿qué quieres que haga por ti?", ¿qué le responderías?


¿Qué tipo de “ceguera” necesitas que Dios sane en tu vida?


¿Qué aprendemos del carácter perseverante de Bartimeo?


¿En qué momento el ciego demostró su Fe?


El título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:


Una Exclamación de Fe


Oración


Ceguera Espiritual


“Oír, oiréis, pero no entenderéis; mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo; han hecho duros sus oídos y sus ojos se han cerrado”.

Mateo 13: 14-15


Amados en Cristo, queridos amigos, la ceguera espiritual es una dimensión de la naturaleza humana caída, a causa de la cual la humanidad en lo general se encuentra completamente incapacitada para poder comprender y mucho menos discernir las verdades espirituales y aceptarlas como fe salvadora y, por lo tanto, se mantiene en rebeldía espiritual.

Al contemplar el estado de las cosas en el mundo actual, impresiona profundamente la persistente presencia enfermiza de la ceguera espiritual. 

Es la enfermedad esencial de nuestro tiempo y algo natural en el ser humano, y que forma parte de este desde su nacimiento.

Amados, debemos comprender que hay cosas que no podemos entender y aun menos, Discernir espiritualmente; en ello, nuestra obligación es descubrir cuáles son esas cosas, incomprensibles aún para nosotros. 

Quien no reconoce esta capacidad humana, pone un al Diseño de Dios mismo. 

Se esconde tras una razón que considera soberana pero no se da cuenta de que es una razón esclava. 

El acto supremo de la razón está en comprender que hay cosas que la superan.

Cuando ello ocurre, es justo cuando entramos en el “terreno” de la naturaleza Sobrenatural del Conocimiento de Dios y el Discernimiento que solo en Koinonía con Él, con Cristo y con el Espíritu Santo, podemos recibir.

Es entonces que debemos sustituir el valor de la verdad por el de la búsqueda de la verdad y, por lo tanto, de la sinceridad. 

Ahora, nunca debemos confundir esos términos con la humildad, porque a veces se trata solamente de presunción, que está muy ligada a la ceguera espiritual.

Para explicar de una forma más sencilla lo que es la ceguera espiritual podemos decir que es no ver la vida como Dios la ve, y su resultado lógico y directo es no Discernir las cosas espirituales. 

Este estado termina en el momento en que Dios, por su misericordia, imparte vida y luz espiritual, sin la cual la persona se encuentra incapacitada para comprender y entonces empezar a Discernir las verdades del Evangelio, las cuales únicamente pueden ser recibidas espiritualmente.

En la Biblia existen numerosas referencias que nos hablan y exponen la ceguera espiritual y también a que únicamente Dios puede iluminarnos para desprendernos de ella. 

Sin embargo, esta solución divina, este Diseño Sobrenatural de Dios solamente podemos aplicarla en nuestra vida personal cuando seamos plenamente conscientes de nuestra particular ceguera.

“El hombre no acepta naturalmente las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él. Y no las puede entender porque sólo espiritualmente pueden ser juzgadas”.

1ª. Corintios 2:14

Ya hemos visto qué es la ceguera espiritual y cuál es el único medio para combatirla. 

Ahora, muchos no somos conscientes de nuestra propia ceguera y aún creemos que estamos en el camino correcto y que por ello esa enfermedad espiritual no nos concierne. 

No obstante, existen síntomas que, si los analizamos detenidamente y con toda sinceridad, podemos darnos cuenta palpable de nuestro error. 

Escavemos, profundicemos un poco más.

Escavando


“Hagan venir a mi pueblo,

que tiene ojos pero está ciego,

y tiene oídos pero está sordo.”

Isaías 43: 8


La  ceguera espiritual consiste en estar ciegos completamente a los estatutos de Dios. 

Esta ceguera es más que evidente en las personas que aún no ha entregado sus vidas a Dios, ya que estas personas muchas veces no tienen la capacidad de ver las verdades y la voluntad de Dios para vivir una vida agradable ante Él debido a que el enemigo los tiene vendados

Pero, no podemos pensar que solo ellos padecen de ceguera espiritual. 

Lamentablemente, en el pueblo cristiano también puede verse este tipo de ceguera. 

Cuando una persona no ve la vida de la misma manera que Dios, cuando se insensibilizan a la palabra y a las cosas espirituales, y cuando comienzan a pecar continua y deliberadamente, existe ceguera espiritual en la vida de ese cristiano.

Cuando un cristiano está padeciendo de ceguera espiritual por las razones que sean, hay esperanza pues le servimos a un Dios misericordioso y a un Dios que perdona multitud de pecados. 

Lo importante es reconocer; en Latino América existe un refrán o un dicho que dice: 

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”

Amados, nosotros los cristianos debemos evitar caer en eso. 

Ese fue el problema de los fariseos; ellos se indignaron cuando Jesús insinuó que ellos estaban ciegos ya que ellos no querían ver ni enfrentar la verdad.

Los fariseos tenían delante de ellos evidencias más que contundentes para creer en el Hijo de Dios; sin embargo se negaron a aceptar la realidad y conocer la Verdad. 

Esto los colocaba en una posición peor a la que estaba el ciego de esta historia, ya que ellos se negaban a ver que creer en Jesús significa ver espiritualmente, en tanto que los que no creen en Él permanecen ciegos.

Síntomas de Ceguera Espirtual


Amados, los Principales síntomas de ceguera espiritual, entre otros, son:

1. La búsqueda de ganancias personales: 

a. Cuando la persona está cegada por consideraciones de carácter personal acerca de cómo le afectarían a él las cosas y cómo podría sacar mayor provecho de ellas, tanto en el terreno espiritual como en el material. 

b. Si un día te preguntas: 

i. “qué voy a ganar o a perder si hago esto o aquello”, estás en grave peligro de ceguera espiritual.

2. El celo religioso exacerbado: 

a. Debemos ser conscientes de que tener especial celo por algo no prueba necesariamente que ese algo sea correcto, ni tampoco que estemos en el buen camino. 

b. Nuestro celo puede ser en sí mismo algo que nos ciega y no nos permite contemplar el entorno de una determinada situación, sino que solamente apreciamos lo que pensamos que es mejor, sin ningún tipo de consideraciones, e incluso a veces sin atender opiniones ajenas e imparciales.

3. El fanatismo religioso: 

a. Aunque al principio la palabra fanático llegó a significar protector del templo ya que proviene del latín ‘fanum’, que significa templo. 

b. Posteriormente adquirió el sentido de una intemperancia desmedida en defensa de la religión. 

c. En otras palabras, el fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz hacia una determinada causa, en este caso FE.

Amados en Cristo, queridos amigos, la diferencia entre una persona de Fe y una persona fanática reside en el hecho de que la persona de Fe esta como un medio para aprender y salvarse, mientras que el fanático trata la religión como una empresa. 

Además, la persona fanática considera que quien piensa diferente a ella se convierte en una especie de adversario religioso.

El fanático es, por lo general, una persona ignorante e ingenua que no acepta consejos ni opiniones, y que se identifica con la causa que defiende actuando como juez de su verdad.

Efectos de la Ceguera Espiritual


La ceguera espiritual es una condición real en todo ser humano desde su nacimiento y por lo tanto, debemos anhelar y buscar ayuda inmediata para nuestra sanidad en el mismo momento en que somos conscientes de esta ceguera, de esta condición. 


De no hacerlo, jamás tendremos una fe vívida sobre las verdades del Evangelio y, por ello, nuestra salvación espiritual será cada día más difícil de vivir en Gozo.


Por otra parte, una persona que no acepta sinceramente su ceguera espiritual nunca tendrá a su alcance el arrepentimiento de sus acciones, ni verá con claridad el mensaje que Cristo quiere comunicarle para mejorar su vida cristiana. 

Esta propia ceguera espiritual entonces, nos hundirá más aún en el entorno del diario vivir.

“En definitiva, las personas verdaderamente ciegas espiritualmente son aquellas que creen únicamente en lo que miran, y deliberadamente prefieren no ver nada. 

Miran el mundo que existe a su alrededor, pero se rehúsan a ver en el mismo cualquier orden o significado. 

Están ciegos porque deciden serlo; inclusive negarían su vida antes que confesar su enfermedad. 

Prefieren seguir siendo ciegos antes que ser salvos.”

Ps. Jorge Macías Benítez 

Prefieren ser su propio dios antes que confesarse con el Dios verdadero.

En otras palabras, perder la visión espiritual es perder el rango sobrenatural de la vida espiritual y quedar totalmente incapacitados para una efectiva y afectiva espiritualidad. 

El ciego no alcanzará a ver lo que Dios quiere hacer en su vida ni tampoco la situación por la que está atravesando, lo cual le conducirá irremediablemente hacia su propia destrucción.

Recuperar nuestra Visión Espiritual


Amados, nunca habrá sanación espiritual si no somos plena y sinceramente conscientes de nuestra enfermedad. 

Si sabes que estás padeciendo de algún tipo de ceguera espiritual, no te lo niegues a ti mismo. 

Humíllate ante la presencia de Dios y pídele Clama a Dios que te abra los ojos espirituales, todos los “sentidos” espirituales para que puedas ver lo que El tiene reservado para tu vida. 

No permitas que el enemigo te ponga una venda en los ojos y te robe tu salud espiritual. 

Abres tus ojos y muévete dentro de la voluntad divina y verás que Dios cumplirá sus propósitos en tu vida y así podrás andar en los caminos que El ha marcado para ti.

Esta es la única fórmula para la sanación espiritual: 

Humillarte ante Dios, reconocer tu ceguera y pedirle a El que sane tu vista espiritual y traiga luz a tu corazón.

Amados, la visión espiritual es siempre un milagro del cielo. 

El que verdaderamente ve espiritualmente ha experimentado un milagro, justo en el fundamento de su vida. 

Entonces toda su vida espiritual brota de un milagro: 

El de habérsele impartido vida a unos ojos que antes no veían. 

Es justamente aquí donde comienza la vida espiritual: viendo.

Pídele siempre y en todo momento al Espíritu Santo que obre en ti este milagro para que puedas ver y Discernir; así Jesús no tendrá que decirte: 

“por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo ni oyen ni entienden” Mateo 13:13

Conclusión


“Hijo del hombre, tú vives en medio de una casa rebelde; tienen ojos para ver, pero no ven; oídos para oír, y no oyen, porque son una casa rebelde”. Ezequiel 12: 2

Amados, existe un refrán que dice: 


"El que no sabe es como el que no ve"


Hoy, cuando vivimos en un mundo secularizado, este dicho parece cobrar un sentido tan real. 


Se ha vuelto una especie de muletilla decirle a las personas "Dios lo bendiga", o "yo tengo a Dios en mi corazón; sin embargo, reflexionemos. 


¿Que tanto le conocemos realmente? 

¿Que tanto le estamos siguiendo con sinceridad y entrega? 


A la pregunta que Jesús hace a sus discípulos: "- quien dicen que soy yo -" Mateo 16:15, muchos no sabríamos contestarla. 


Seguramente, la mayoría de las respuestas que escucharíamos, serían cosas superfluas, ya que estamos tan ciegos que esa misma "enfermedad" no nos permite ni siquiera saber quienes somos y terminamos siendo "ciegos que guían otros ciegos" como dice la Palabra de Dios en Lucas 6: 39.


La ceguera en la biblia indica poca fe, dureza de corazón. 


Somos tan ciegos ante las necesidades del otro, hasta para decirle con amor en que ha fallado, pero también en la falta de humildad para saber aceptar los errores, en no perdonar y no entender que pidiendo perdón se sanan los corazones heridos, en no saber amar pero también en no amarnos. 


En dar la espalda cuando lo que se necesita es el hombro. 


Amado, en el Nombre de Jesús, quiero invitarte, exhortarte a que te preguntes lo que estas viendo en tu nivel mas intimo, mas personal, mas espiritual, mas desde tu corazón, en tu relación con Dios.


Oremos


¡Dios los Bendice!


Ps. Jorge Macías Benítez







domingo, 20 de diciembre de 2020

#A267 El Privilegio del Amor de Dios

Serie: La Gracia de Dios

#A267 El Privilegio del Amor de Dios


 


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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!

El pasado viernes por la tarde, en la Reflexión Devocional que compartí el Señor Ministró, entregó como fundamento la 1ª. carta de Pablo a los Corintios 13 versículos 1 al 3, que dice:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”

Amados en Cristo, queridos amigos, en esta maravillosa carta del apóstol Pablo a los corintios es en donde se desarrolla la piedra angular en el cristianismo: El Amor. 

Los teólogos y estudioso que escudriñan asarosamente la Palabra de Dios, a tal punto que han llamado esta porción de la escritura el “Himno de Amor del Nuevo Testamento”. 

En el Antiguo Testamento hay un capítulo dedicado a expresar de acuerdo a la poesía hebrea  un cántico de amor, y es el Salmo 45 de los hijos de Coré donde se describen la gloria y la unión de Cristo y la Iglesia. 

También tenemos el libro de los Cantar de los Cantares que es un cántico hebreo que exalta el amor entre un hombre y una mujer a través de 8 capítulos. 

Amados, la continuidad del Discernimiento y reflexión que el apóstol Pablo comparte, guiado por el Espíritu Santo, corresponde al tema de los dones espirituales y es interrumpido al llegar a este capítulo. 

Es en este capítulo13 de 1ª. de Corintios que se establece la importancia de vivir en dominio propio en el uso de los dones a través del amor. 

Ahora amados, no está Pablo refieriédonse al amor como el hombre naturl lo entiende; en realidad se refiere a otro tipo de amor, uno único.

Se está refiriendo al Amor de Dios.

El título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:

El Privilegio del Amor de Dios

Oración

Dios es Amor


Amados, al discernir el contexto de esta carta de Pablo en 1ª. de Corintios, vemos que en el capítulo 12 se nos habla primeramente de la diversidad de dones, operaciones y ministerios; luego se nos enseñan los 9 dones del Espíritu Santo, después se nos habla de la unidad del cuerpo de Cristo a través de la diversidad de dones y talentos. 

Posteriormente si nos vamos al capítulo 13 que habla del amor llegamos al capítulo 14 que habla de la forma de cómo regular el uso de los dones espirituales. 

No obstante, podemos encontrar una forma de Discernir un continuo en todo lo que Pablo viene diciendo si consideramos la parte final del ultimo versículo del capítulos 12: 

“Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aún más excelente” 1ª. Corintios 12:31

Este último versículo del capítulo 12, Pablo exhorta a los creyentes a buscar practicar los mejores dones, pero a continuación dice: 

“Mas yo os muestro un camino aún más excelente”

Amados, este camino aún más excelente es el Amor. 

Es este versículo precisamente, el que nos da la llave de la continuidad en la Ministración del Señor, con el mensaje que nos entrega por medio de Pablo. 


El Camino mas excelente


Amados, nos perdamos de vista la importancia que los dones del Espíritu Santo tienen en la vida del cristiano; sin embargo, Pablo no quiere continuar sin antes recordarles a los corintios el tema del Amor. 

El Amor en sí constituye la plataforma donde tienen origen el resto de las grandes virtudes humanas y al mismo tiempo determina el uso correcto de los dones espirituales bajo las correctas motivaciones. 

El Amor es un concepto muy utilizado en nuestra sociedad, y hasta cierto sentido, un tanto trillado. 

Ahora, a la luz de la Palabra de Dios el Amor puede considerarse un don otorgado por Dios a los hombres: 

“… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5

También es considerado un fruto del Espíritu Santo el cual tiene que cultivarse y desarrollarse: 

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” Gálatas 5:22-23

Al mismo tiempo constituye la esencia de nuestro glorioso Señor: 

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” 1ª. Juan 4:8

Amados en Cristo, queridos amigos, en nuestra sociedad, le llamamos amor a la pasión sensual que dos jóvenes sienten el uno por el otro, al afecto de un padre hacia su hijo o viceversa, al cariño cultivado por una amistad sincera, al pacto matrimonial que mantiene unidos a una pareja. 

Ahora, realmente que es el Amor a la luz de la Biblia. 

Para poder Discernir mejor este concepto, el griego en el cual fue escrito el Nuevo Testamento utiliza cuatro palabras diferentes para referirse a cuatro diferentes formas en las cuales el amor puede expresarse entre los seres humanos. 

Veamos brevemente en qué consiste cada uno.

1. Eros era una palabra utilizada en la cultura helénica para referirse al amor que está basado en lo sensual y físico que busca el placer personal de su carne lo cual lo vuelve egoísta ya que se centra en sí mismo. Generalmente se guía más por sus instintos y deseos que por el razonamiento. Este tipo de amor habla de enamorarse, de los sentimientos y de lo romántico, pero no habla de compromiso, entrega o fidelidad. Algunos lo han llegado a comparar este amor con un instinto animal.

2. Fileo (φιλέω) es la segunda palabra que los griegos usaban para referirse al amor y este denota el afecto entrañable entre amigos, razón por la cual C. S. Lewis lo llamaba “amistad”. Para los antiguos la amistad era considerada una de las grandes virtudes y sentimientos que podían surgir entre dos personas, tal y como la Biblia lo registra referente a David y Jonatán, lamentablemente hoy ha perdido su valor y solo basta preguntarnos cuántos amigos tenemos realmente para corroborar esta afirmación. Fileo nace como respuesta de lo que la otra persona ha hecho por ella y está influenciado por los sentimientos y emociones. Este tipo de amor, o mejor dicho cariño está limitado únicamente a los amigos y nunca a los enemigos o personas que le causan daño.

3. Stérgo (στέργω), es un amor que da, comparte y se sacrifica entre familiares. C. S. Lewis lo llamo afecto, y lo considero el más humilde de todos los amores: “El afecto, como ya he dicho, es el amor más humilde, no se da importancia. La gente puede estar orgullosa de estar «enamorada» o de su amistad; pero el afecto es modesto, discreto y pudoroso”. Es un amor hasta cierto punto instintivo, como el de una madre a sus hijos, pero es incapaz de ir más allá de la frontera de los lazos familiares.

4. Agapáo (ἀγαπάω), es el amor de Dios. No está basado en las emociones sino en un acto voluntario, en la  decisión de amar a una persona: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,  sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”, (1 Juan 4:10). Agapáo no ama como consecuencia de lo que otros han hecho por él, sino por voluntad propia, sin considerar méritos o esperar algo a cambio, se extiende a toda persona sin importar su condición social, económica, material y hasta a los enemigos, “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen”, (Mateo 5:44). Es un amor sacrificial y se desarrolla a través de la negación y la vida en el espíritu.

Amados, el Amor del cual habla Pablo es el Agapáo (ἀγαπάω) ó Ágape, y llama la atención que este vocablo tiene muy poco uso en la literatura profana de los griegos; no obstante,  este término comenzó a popularizarse en los textos del Nuevo Testamento como en la Septuaginta, y en el caso específico del Nuevo Testamento aparece alrededor 130 veces como verbo, y 120 veces como sustantivo. 

El amor constituye un regalo de Dios que se derrama en nuestros corazones y al mismo tiempo es un fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida, este amor es sacrificial y entregado para bien de los demás y de allí la importancia que Pablo resalta ya que en este sentido es capaz de regular las intenciones y motivaciones bajo las cuales se ejercen los dones espirituales y el ministerio.

La Fuente para ejercer nuestros dones


Amados en Cristo, queridos amigos, la importancia y preeminencia (privilegio) del Amor del que nos Ministra hoy el Señor por medio de Pablo en 1ª. e Corintios 13, se encuentra en el hecho de que es la fuente de motivación correcta para ejercer nuestros dones espirituales y ministerio. 

Si no existe este Amor en nuestros corazones difícilmente encontraremos las motivaciones correctas para ejercer nuestros dones. 

Amados, muchos que ejercen sus dones solo con el fin de lucrarse de ellos: 

“Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” 2ª. Pedro 2:15

Muchos como los fariseos ejercen su ministerio y practicas piadosas solo para ser vistos por los hombres: 

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 6:1

En general, la principal motivación para ejercer nuestros dones y ministerio debe ser el Amor porque cualquier cosa que hagamos sin amor no tiene valor para Dios. 

Pablo dice que de nada sirve hablar en muchas lenguas si no hay amor, sus lenguas humanas o angélicas viene a ser solo ruido disonante en los oídos de Dios: 

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.”

También nos dice que de nada sirve tener profecía, ni entender todos los misterios maravillosos del evangelio ni poseer toda la ciencia de este mundo o incluso tener una fe tan grande capaz de trasladar los montes, ya que si no hay amor de nada sirve: 

“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy”

Amados, de nada sirven los grandes sacrificios que se realicen, si no es el amor lo que los motiva de nada sirve: 

“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.”
1ª. Corintios 13:3

Entonces, debemos evaluar cuales son las motivaciones que nos impulsan a desarrollar nuestros dones y ministerio, porque debería ser el Amor ya que cuando sea así nuestro único fin será servirle de corazón sencillo a Dios buscando siempre honrar su nombre y contribuir con el bien de la iglesia del Señor.

El Amor Cristiano 


Ahora, el Amor que surge del Trono de la Gracia y nos es entregado por el Espíritu Santo y en comunión con el Padre y el Hijo, es compartido en los versículos 4 al 7 de 1ª. Corintios 13 que describen el amor mayormente en términos negativos. 

Pablo menciona aquí quince características de este amor.

"4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

El amor verdadero busca el bien de otros sin considerar sus méritos o falta de ellos. 

Las quince características que señala nos ayudarán a evaluar nuestras relaciones personales y a reconocer un sentimiento auténtico. 

Si no las tenemos, con toda seguridad que no existe una interacción correcta. 

Cada una de ellas podría introducirse con la frase “quien ama de verdad…”  y pueden aplicarse para describir el vínculo que guardamos con nuestros familiares, cónyuge, novio o novia o con los hermanos de la iglesia, con nuestros semejantes.

Lo que “si” es el amor 13:4a

Paciente. Quien ama de verdad es paciente. Literalmente, quiere decir “lento para “enojarse”, que no se irrita con facilidad. 
o En el Nuevo Testamento se usan dos palabras para expresar esta idea. La primera se refiere a la capacidad de aguantar la presión de una carga pesada, ya sea real o figuradamente, como cuando se está sufriendo una persecución intensa. 
o La segunda señala la facultad de soportar a una persona insufrible, con quien cuesta gran esfuerzo llevarse bien. 
o La actitud descrita en este caso es de la segunda clase, y nos capacita para sobrellevar a otros
Benigno. La persona que ama de verdad es bondadosa porque manifiesta misericordia y amabilidad hacia los demás.
Lo que “no” es el amor 13:4b–6
No es celoso. La persona que ama de verdad no tiene envidia, no sospecha, ni desconfía de quien ama. En Proverbios 31:11 (“El corazón de su marido está en ella confiado, 
Y no carecerá de ganancias”) se describe la forma en que funciona esta relación de amor genuino. El esposo deposita su confianza absoluta en su esposa, quien debido a su conducta ejemplar, no le da motivo para que dude de ella. Si queremos a alguien de verdad, nunca daremos lugar al recelo.
No es jactancioso. Esta característica se refiere a que la persona que ama no busca ser el centro de todo, sino que lo sea el ser amado. Cristo nos amó y por eso se entregó a sí mismo por nosotros.
No se envanece. Quien de verdad ama no es arrogante; no se siente superior, ni es orgulloso.
No es indecoroso. Esto significa que no se comporta de una manera vergonzosa ni muestra una conducta descortés o ruda. No es necesario decirle “¡No trates así a…!”
No busca lo suyo. Quiere decir que uno no va por la vida buscando beneficios personales ni pretende salirse siempre con la suya.
No se irrita. Alguien que ama no se deja provocar fácilmente. Esto no quiere decir que jamás se enoje o se sienta ofendido. Más bien que donde existe el amor verdadero no es fácil que haya enfado, porque el amor no da lugar a la impaciencia.
No guarda rencor. Se refiere a que no permite que un mal crezca, ni pasa el tiempo meditando en las ofensas recibidas. No hace largas listas de agravios sino que busca disculpar, perdonar y olvidar lo sucedido.
No se goza en la injusticia sino que se solaza en la verdad. El verdadero amor hace énfasis en lo positivo y no en lo negativo de la otra persona, como algunos que se deleitan en señalar el mal que otros cometen porque así pueden criticarlos y exaltarse así mismos, pensando que son mejores que los demás. 
o Al ver a la persona amada cometer algún pecado, lo lamenta porque sabe que traerá consecuencias tristes para los dos. 
o Más bien se regocija en los triunfos del otro.
También es sincero. No se siente a gusto al ver que alguien va por un camino equivocado, sino que busca lo mejor y la verdad para los dos.

Conclusión


Cierra esta poderosa y ungida “descripción” que es en verdad una exhortación a Discernir el Amor, en el versículo 7, cuando nos dice al respecto del Amor que viene de Dios:

Sufre TODO. En el pasaje se mencionan cuatro rasgos positivos que incluyen “todo”. Quien ama de verdad soporta todo lo que pueda venir, sean insultos, heridas, o desilusiones.
Cree TODO. Siempre se confía en el otro. No significa aceptar cualquier cosa que diga, sino que hay una seguridad total en él o ella.
Espera TODO. La persona que muestra este sentimiento manifiesta una actitud optimista en cuanto al futuro. No pasa grandes períodos de tiempo preocupado por el mañana. Espera lo mejor para el ser amado y para ella.
Resiste TODO. El apóstol ahora introduce la otra clase de paciencia, la de aguantar una carga pesada. Aun en medio de grandes conflictos. Quien ama de verdad soporta el peso del sufrimiento y muestra paciencia y perseverancia cuando está bajo presión.

Finalmente amados, nos comparte el Señor esta Declaración, “El amor nunca deja de ser.”
Con ello nos indica que este supremo sentimiento nunca fallará.

La expresión se traduce como “el amor jamás cae ni termina”, haciendo un contraste con lo que es temporal o condicional.

Quien de Verdad ama, sigue haciéndolo a pesar de las circunstancias difíciles que puedan venir.
Podemos concluir diciendo que el Amor verdadero evidencía dos características primordiales que abarcan a todas las mencionadas:

1. No considera el mérito o falta de mérito de la persona amada, ni se basa en alguna condición. 
Es como el amor de Dios que aún cuando lo ofendemos en todo, nos sigue queriendo (Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”).
2. Este sentimiento, cuando es verdadero busca lo que es mejor para la persona amada.

Por medio de estas palabras el Apóstol deja sentada con absoluta Certeza que sólo el Amor triunfa 

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” Colosenses 3:12

Oremos


¡Dios los Bendice!


Ps. Jorge Macías Benítez







domingo, 13 de diciembre de 2020

#A266 Victoria por medio de la Gracia

Serie: La Gracia de Dios


#A266 Victoria por medio de la Gracia



 


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Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!


Escudriñando dentro de mi corazón, luego del mensaje devocional del pasado viernes “Derrota el desaliento”, el Señor movía mi corazón a continuar en esta línea de profundizar en la Victoria.


Así, llegó a mí en una de las muy selectas fuentes de inspiración – claro primero el fundamento en la Visión que de Dios recibo – y así, un mensaje del Príncipe de los predicadores Chalres Spurgeon, que este compartió el 19 de Mayo de 1867.


Amados en Cristo, queridos amigos, como Hijo y Siervo de Dios, para mi ha sido clara Su Visión de Victoria y que esta solo es posible precisamente por que nos regala inmerecidamente con Su Gracia.


Amados, la señal distintiva de un cristiano es su confianza en el amor de Cristo y la entrega de su Amor a Cristo en recíproca correspondencia. 


Primeramente, la fe estampa su sello en el hombre, capacitando al alma a decir con el apóstol: “Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí.” 


Entonces el amor proporciona el refrendo y estampa en el corazón: gratitud y amor a Jesús. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”


Claro es el Señor, hablándonos por medio de Pablo en Romanos.


Nuestro fundamento esta tarde lo encontramos en Romanos 8:37, que nos dice:


“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”


Con esto en nuestros corazones, vamos a Orar y entregar este tiempo y La Ministración del Señor este día suyo del domingo 13 de diciembre del 2020, en este mensaje que lleva por título:

Victoria por medio de la Gracia


Oración


Dios es Amor


Amados, los hijos de Dios somos gobernados en sus poderes íntimos por el amor; el amor de Cristo nos constriñe. 


Ahora, es así como Creemos en el Amor de Jesús y entonces lo reflejamos. 


Nos regocijamos debido a que el amor divino se ha posado sobre nosotros; lo sentimos derramado en abundancia en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado y entonces, motivados por la gratitud, amamos fervientemente al Salvador con un amor puro. 


En aquellas grandiosas épocas que constituyen el heroico período de nuestra Fe cristiana, esta doble señal podía ser vista muy claramente en todos los creyentes en Jesús. 


Eran personas que conocían el amor de Cristo, y se apoyaban en él, tal como un hombre se apoya en un báculo cuya confiabilidad ya ha comprobado. 


No hablaban del amor de Cristo como si fuese un mito que debía ser respetado o una tradición que debía ser reverenciada. 


Lo veían como una realidad bienaventurada y en él depositaban toda su confianza. 


Estaban persuadidos de que ese amor los transportaría como sobre alas de águilas y los sostendría todos sus días, y permanecían confiados en que sería para ellos un cimiento de roca contra el cual podían golpear las olas y podían soplar los vientos, pero la habitación de sus almas permanecería segura si se cimentaba en él. 


Amados, el amor que sentían por el Señor Jesús no era una apacible emoción que ocultaran internamente en la cámara secreta de sus almas, y de la que hablaran exclusivamente en sus asambleas privadas cuando se reunían el primer día de la semana y cantaban himnos en honor de Cristo Jesús el Crucificado, sino que para ellos era una pasión de una energía tan vehemente e integralmente consumidora, que permeaba en todas su vida, se volvía visible en todas sus acciones, hablaba en su plática común, y miraba a través de sus ojos incluso en sus miradas más comunes. 


El amor a Jesús era una llama que se nutría de la propia médula de sus huesos, de la esencia y del corazón de su ser y, por tanto, a fuerza de arder se abría paso hacia el hombre exterior, y refulgía allí. 


El celo por la gloria del Rey Jesús era el sello y la marca de todos los cristianos genuinos. 


Debido a que dependían del amor de Cristo, se atrevían a mucho, y debido a su amor a Cristo, hacían mucho. 


Gracias a su confianza en el amor de Jesús, no temían a sus enemigos, y debido a su amor a Jesús, rehusaban huir del enemigo incluso si se aparecía en sus más terribles formas. 


Los Primeros Tiempos


Los cristianos de los primeros siglos se inmolaban continuamente sobre el altar de Cristo con gozo y presteza. 


En dondequiera que estuvieran testificaban en contra de las perversas costumbres que los rodeaban. 


Consideraban algo digno de un asqueroso desprecio que un cristiano fuera como la gente común. 


No se conformaban al mundo y no podían hacerlo pues habían sido transformados por la renovación de sus mentes. 


Su amor a Cristo los forzaba a dar testimonio en contra de todo lo que le deshonrara por ser contrario a la verdad, a la justicia y al amor. 


Eran innovadores, reformadores y destructores de ídolos por doquier; no podían quedarse tranquilos dejando que otros hicieran lo que quisieran siguiendo sus propias opiniones, antes bien, su protesta era continua, incesante, molesta para el enemigo pero aceptable para Dios. 


El cristiano era un pájaro de llamativos colores en cualquier sitio, porque el amor por Jesús no le permitía disfrazar sus convicciones; era un extraño y un forastero en cualquier parte, porque el propio lenguaje de su vida diaria difería del de sus vecinos. 


Donde otros blasfemaban, él adoraba; donde otros proferían juramentos habitualmente, su “sí” era sí, y su “no,” era no. Donde otros se ceñían la espada, él no resistía el mal; donde otras personas—cada una de ellas—buscaban su propio bienestar y no el de su hermano, el cristiano era reconocido como alguien cuyo tesoro estaba en el cielo y había puesto sus afectos en las cosas de arriba.


El amor por Jesús convertía al cristiano en un protestante perpetuo contra el mal por causa de Jesús; y todavía le conducía más lejos. 


Se convertía en un testigo constante de la Verdad que había comprobado ser algo muy precioso para su propia alma. 


Los cristianos eran como Neftalí, de quien se decía: “Neptalí, cierva suelta, que pronunciará dichos hermosos.” 


En los días apostólicos, los cristianos mudos, los testigos silenciosos, eran escasamente conocidos. 


La matrona hablaba de Cristo a los sirvientes. 


Habiendo aprendido de Jesús, el niño hablaba de Él en las escuelas. 


Mientras el obrero cristiano daba su testimonio en el taller, y el ministro cristiano (y había muchos ministros cristianos en aquellos días, pues todos los hombres ministraban de acuerdo a su habilidad) se paraba en las esquinas de las calles, o se reunía en sus propia casa rentada con decenas o veintenas, según fuera el caso, declarando siempre la doctrina de la resurrección, de la encarnación de Cristo, de Su muerte y resurrección y del poder limpiador de Su sangre. 


El amor de Jesús, como lo he dicho al comienzo, era una pasión real para aquellos hombres, y su confianza en Jesús era real y práctica; de aquí que su testimonio en favor de Jesús fuera valeroso, claro y decidido. 


En el antiguo testimonio cristiano una trompeta resonaba que despertaba al viejo mundo que estaba asentado en un profundo sueño, soñando sueños inmundos; aquel mundo no quería ser despertado, y revolcándose en el sueño, pronunciaba maldiciones graves y múltiples, y juraba vengarse contra el perturbador que se atrevía a interrumpir su horripilante reposo. 


Mientras tanto los creyentes en Jesús—hombres a quienes no les bastaba con dar testimonio con sus vidas y testificar con sus lenguas en los lugares en que su destino los colocaba—continuamente estaban comisionando a grupos de misioneros para que llevaran la palabra a otros distritos. 


A Pablo no le bastaba predicar el Evangelio en Jerusalén o en Damasco, sino que le era necesario viajar a Pisidia o a Panfilia, y viajar hasta los últimos confines del Asia Menor, y entonces, tan lleno de Cristo estaba, que sueña con la vida eterna, y quedándose dormido, oye en una visión a un hombre de Macedonia, al otro lado del azul Egeo, que le suplica: “Pasa… y ayúdanos.” 


Con la luz matutina Pablo se levanta, plenamente resuelto a abordar un barco y predicar el Evangelio en medio de los gentiles. 


Habiendo predicado a Cristo a lo largo de toda Grecia, pasó a Italia, y aunque estaba encadenado, entró como embajador de Dios dentro de los muros de la imperial ciudad de Roma; y se cree que después de eso, su espíritu sagradamente inquieto no estuvo satisfecho con predicar a través de toda Italia, sino que tuvo que visitar España y se dice que llegó incluso hasta Bretaña.


La Anhelo del cristiano por la causa de Cristo era ilimitada; más allá de las columnas de Hércules y hasta las más apartadas islas del océano, los creyentes en Jesús llevaron las noticias de un Salvador nacido para los hijos de los hombres. 


Aquéllos eran días de gran celo. 


Hoy estamos en medio de días de tibieza. 


Aquéllos eran tiempos cuando el fuego era como de carbones de enebro, que guardan un calor sumamente intenso, y ni los naufragios, ni los peligros de ladrones, ni los peligros de ríos, ni los peligros provocados por falsos hermanos, ni la espada misma, podían detener el entusiasmo de los santos, pues ellos creían y por eso hablaban, ellos amaban y por eso servían incluso hasta la muerte. 


De esta manera los introduzco a nuestro texto. 


¡He aquí a los hombres y su conflicto por Cristo! 


Era natural, era inevitable que provocaran enemistad. 


Ustedes y yo no amamos mucho a Cristo ni creemos mucho en Su amor; me refiero a la mayoría de nosotros. 


Constituimos una generación enfermiza, indigna y degenerada. 


Dejamos al mundo en paz y el mundo nos deja en paz. 


Nos conformamos en gran manera a las costumbres mundanas y entonces el mundo no se exaspera con nosotros. 


Nosotros no acosamos a los hombres declarando perpetuamente la verdad como deberíamos hacerlo y, por tanto, el mundo no se impacienta con nosotros—nos cataloga como una muy buena clase de personas, un poco extravagantes, tal vez un poco enloquecidos, pero aun así muy tolerables y bien portados—así que no tenemos ni la mitad de los enemigos que los cristianos de tiempos antiguos enfrentaron, porque no somos ni la mitad de cristianos verdaderos, no, no somos ni siquiera la décima parte de santos como ellos lo fueron. 


Ahora, si fuéramos más santos, en la misma proporción en que lo fuésemos nos enfrentaríamos a la misma batalla, aunque pudiera ser de otra forma. 


Aunque hablé críticamente de todos, hay un puñado de personas aquí—así confío—que han sido capacitadas por la gracia divina para conocer el poder del amor de Jesús, y viven bajo sus influencias, y contienden por la soberanía del Rey coronado de espinas. 


Ellos son quienes soportan el mismo tipo de luchas—aunque en otras formas—como los conflictos de los días apostólicos, y éstos son quienes pueden usar sin falsedad el lenguaje de mi texto: 


“En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”



Victorias ya ganadas


Amados, contemplen atentamente al héroe en potencia. 


No se necesita violentar la imaginación para concebir a este lugar como un anfiteatro romano. 


Allí, en el centro de la arena, está de pie ese héroe. 


Las grandes puertas de las jaulas de los leones son alzadas por medio de máquinas, y tan pronto como son abiertas, veloz y furiosamente salen osos y leones y bestias salvajes de todo tipo, previamente dejados sin alimento para que crezca su ferocidad, con los que ha de contender el héroe. 


Así era el cristiano en los días de Pablo, y es así ahora. 


El mundo es el teatro del conflicto: los ángeles y los demonios son espectadores; una gran nube de testigos contempla la lucha, y los monstruos son azuzados contra él, con los que ha de contender triunfalmente. 


El apóstol nos proporciona un pequeño resumen de los males contra los que tenemos que combatir, y coloca primero a la “tribulación.” La palabra “tribulación,” en latín, significa: “trillar,” y el pueblo de Dios es arrojado con frecuencia en la era para ser azotado con el pesado flagelo de la tribulación; pero es más que vencedor, puesto que no pierde nada excepto la paja y el tamo, y de esta manera el trigo limpio es separado de lo que no le beneficiaba. 


Sin embargo, la palabra original en el idioma griego sugiere una presión externa. 


Es usada en el caso de personas que están sosteniendo cargas pesadas y tienen un gran peso encima. 


Ahora, los creyentes han tenido que contender casi en todas las épocas con circunstancias extremas. 


En este Tiempo, sólo hay unas cuantas personas que en un momento u otro de sus vidas se enfrentan a una presión extrema, ya sea por causa de enfermedad, o por la pérdida de bienes, o por duelos, o por alguna otra de las mil y una causas de las cuales brota la aflicción. 


El cristiano no tiene una senda pareja. 


“En el mundo tendréis aflicción,”


Es una promesa segura que nunca deja de cumplirse. 


Ahora, los verdaderos discípulos han sido sostenidos bajo todas las cargas, y ninguna aflicción ha sido capaz jamás de destruir su confianza en Dios. 


Se dice de la palmera que entre más cocos cuelguen de ella, más erguida y más altanera se proyecta contra el cielo; y lo mismo sucede con el cristiano. 


Como Job, nunca es tan glorioso como cuando ha experimentado la pérdida de todas las cosas, y al final se alza desde su muladar más poderoso que un rey. 


Amados hermanos, queridos amigos, han de esperar enfrentar al adversario en tanto que permanezcan aquí; y si ahora sufren por el peso de la aflicción, recuerden que deben vencerla y no ceder a ella. 


Clamen al Fuerte pidiéndole fuerzas, para que su tribulación produzca en ustedes paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza que no avergüenza. Lo siguiente en la lista es “angustia.” 


Yo encuentro que la palabra griega se refiere más bien a la aflicción mental que a cualquier cosa externa. 


El cristiano sufre por causa de circunstancias externas, pero esto probablemente sea una aflicción menor que el dolor interno. 


“Estrechez de espacio” se asemeja al significado de la palabra griega. 


Algunas veces nos encontramos en una posición en la que sentimos como si no pudiéramos movernos, como si fuéramos incapaces de voltearnos a la diestra o a la siniestra: la vía está cerrada; no vemos ninguna liberación, y nuestra propia conciencia de debilidad y perplejidad es insoportablemente terrible. 


Tal vez algunos de quienes ven o escuchan este mensaje – o lo hagan posteriormente porque alguno de quienes lo hacen ahora, lo comparten - ustedes se han visto sumidos en ese estado en que su mente está distraída y no saben qué hacer; en que no pueden calmarse ni estabilizarse. 


Estarían quizá incluso, considerando calmadamente el conflicto, si pudieran, para luego entrar en él como un hombre con pleno dominio de sus cinco sentidos; pero el demonio y el mundo, la tribulación exterior y el desánimo interior combinados, los arrojan de un lado a otro como olas de la mar, hasta quedar, para usar una expresión sajona de John Bunyan: “muy apabullados por todos lados en su mente.” 


Un Cristiano Genuino


Ahora, si tú eres un cristiano genuino, saldrás de ésto sin mayores consecuencias. 


Serás más que un vencedor sobre la turbación mental. 


Llevarás esta carga, así como cualquier otra, a tu Señor y la pondrás sobre Él; y el Espíritu Santo, cuyo oficio es ser el Consolador, les dirá a las atribuladas olas de tu corazón: “Enmudezcan.” 


Jesús dirá, al caminar sobre la tempestad de tu alma: “¡Yo soy, no temáis!”;  Y aunque la tribulación externa y la turbación interna se juntaran como dos mares que contienden, ambas serán apaciguadas por el Poder del Señor Jesús. 


El tercer mal que el apóstol menciona es la “persecución,” que siempre les ha sobrevenido a los genuinos amantes de Cristo: su buen nombre ha sido calumniado. 


Si repitiera las infamias que han sido expresadas en contra de los santos de los tiempos antiguos, me ruborizaría. Baste decir que no hay ningún crimen en la categoría de vicio que no haya sido falsamente colocado a la puerta de los seguidores del puro y santo Jesús. 


No obstante Amados, la calumnia no aplastó a la iglesia. 


El buen nombre del cristianismo sobrevivió a la reputación de los hombres que tuvieron el descaro de acusarlo. 


La prisión siguió a la calumnia, pero en las prisiones los santos de Dios han cantado como pájaros en sus jaulas, más aún que cuando estaban en los campos de la abierta libertad. 


Las prisiones han resplandecido como palacios, y han sido santificadas para convertirse en lugares de la morada del propio Dios, mucho más sagrados que todos los domos consagrados de la imponente arquitectura. 


La persecución se ha propuesto a veces desterrar a los santos, pero en su destierro han estado en casa, y cuando han sido esparcidos por todos lados, han ido por doquier predicando la palabra, y su esparcimiento ha sido la recolección de otros del número de los elegidos.


Conclusión


Cuando la persecución ha recurrido incluso a los más crueles tormentos, Dios ha recibido muchos dulces cánticos provenientes del potro de tormento. 


Las gozosas notas del hermano Lorenzo, mientras lo asaban en la parrilla, deben de haber sido más dulces para Dios que los cantos de los querubines y de los serafines, pues Su Siervo amaba a Dios más que los más resplandecientes de los seres angélicos, y lo demostraba en medio de su más amarga angustia; o el señor Hawkes, ese hermano que mientras eran quemadas sus extremidades inferiores y la gente esperaba verlo rodar por sobre la cadena para caer en el fuego, alzó sus manos flameantes—cada dedo echando fuego— y aplaudió tres veces al tiempo que gritaba: “¡Nadie como Cristo, nadie como Cristo!”. 


Amados en Cristo, queridos amigos, Dios fue más honrado por ese hombre que ardía en el fuego, que por los millones de millones que entonan Sus loas en la gloria. 


La persecución en todas sus formas ha sobrevenido a la iglesia cristiana y hasta este momento no ha conseguido jamás un triunfo, antes bien ha constituido un beneficio esencial para la iglesia, pues la ha limpiado de la hipocresía; cuando el oro puro fue arrojado en el fuego, no perdió nada sino sólo la escoria y el estaño que más bien se alegra de perder. 


Amados, como si hubiese una suerte de perfección en estos males, Pablo nos habla de la espada, es decir, que singulariza una cruel forma de muerte como un cuadro del todo. 


Todos debemos Conocer bien y no necesito decirles cómo el noble ejército de mártires de mi Señor ha ofrecido sus cuellos a la espada, tan alegremente como la novia da su mano al novio en el día de su matrimonio. 


Todos conocemos cómo han ido a la hoguera y han besado los haces de leña; cómo han cantado camino a su muerte, aunque la muerte fuera acompañada de los más crueles tormentos; y se regocijaron con sumo gozo incluso al punto de saltar y danzar ante el pensamiento de ser considerados dignos de sufrir por causa de Cristo. 


El apóstol nos informa que los santos han sufrido todas estas cosas tomadas en su conjunto. 


Él no dice que somos vencedores en algunas de estas cosas, sino en todas; muchos creyentes atravesaron literalmente por la carencia exterior, por la tribulación interior, por la carencia de pan, por la carencia de vestido, por el constante peligro de la vida y al final entregaron la vida misma y, sin embargo, en cada caso comprendido en toda la lista de esas sombrías luchas, los creyentes, los dscípulos, fueron más que vencedores. 


¡Oh Amados! la mayoría de los hijos e hijas de Dios, no son llamados en este día a enfrentar peligros, o desnudez o espada: si lo fueran, mi Señor les daría la Gracia para soportar la prueba; por ello es que tengo absoluta Certeza que las tribulaciones de un cristiano, en el momento presente, aunque no sean tan terribles esteriormente son todavía más duras de llevar que incluso aquéllas de la edad fiera. 


Tenemos que soportar el escarnio del mundo: eso es poco; son sustancialmente peores sus lisonjas, sus suaves palabras, sus diálogos untuosos, su servilismo y su hipocresía.


Es así amados que nuestro mayor peligro es que nos volvamos ricos y nos tornemos altivos, que nos entreguemos a las modas de este presente mundo perverso y perdamos nuestra fe. 


Si no podemos ser destrozados por el león rugiente, pudiéramos ser triturados por el apretón del oso, y al diablo poco le importa cuál sea el instrumento siempre que pueda eliminar el amor de Cristo en nosotros y destruir nuestra confianza en Él. 


Me temo que la iglesia está en mayor peligro de perder su integridad en estos días blandos y sedosos, que cuando estaba en aquellos tiempos difíciles. 


Es entonces mi Clamor ardiente, fragoroso y desesperado, que Dios, mi Señor y mi Dulce Espíriu Santo, nos Inunden con Su Gracia y así nos entreguen la Victoria sobre toda arma, tentación e intento del enemigo, de satanás, por desviarnos del Propósito de Dios, ¡Establecer Su Reino de una buena vez!


Oremos


¡Dios los Bendice!


Ps. Jorge Macías Benítez