domingo, 5 de julio de 2020

#A243 Lealtad qué Transforma

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A243 Lealtad qué Transforma

 


 

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Introducción

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, querido amigo, una lección de lealtad que me llegó hasta lo mas profundo de mi ser y que tomó forma de película con Richard Gere como protagonista, en su último diálogo dice:

 

"Ellos me enseñaron el significado de la LEALTAD, que nunca hay que OLVIDAR a alguien a quien has QUERIDO... Por eso Hachi será siempre mi HEROE"

 

La historia trata de un profesor de universidad que acoge a un cachorro vagabundo que "casualmente" ha encontrado en una estación.

 

El animal, apodado Hachi, empieza una nueva vida al lado de su "nuevo" amo, pero a éste también le cambiará la vida al descubrir los lazos que se pueden crear entre un animal y una persona.

 

Cada mañana, Hachi acompaña a su amo a la estación de tren para despedirse de él antes de empezar su jornada laboral y luego, regresa cada tarde al mismo lugar y hora para darle la bienvenida.

 

De repente, su rutina se ve rota por una desgracia.

 

Si, de repente.

 

Dice la Palabra de Dios:

 

“11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. 13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.”

2ª. Reyes 2:11-13

 

Amado, todos llegamos a este mundo en un de repente.

 

Al instante, nos vemos unido a una serie de perona con las que compartimos su sangre, sus genes; es esta una familia que nos hará encajar en sus mundos particulares, en sus modelos educativos, que intentarán inculcarnos sus valores, más o menos acertados.

 

Hoy, el Señor quiere Ministrarnos al respecto con este mensaje:

 

Lealtad que Transforma

 

Oremos

 

Bajo el Control de Dios

 

Amados en Cristo queridos amigos, nuestra sociedad carece de personas leales.

 

Hablo de personas en quienes se pueda depositar la confianza.

 

Personas que formulen comentarios constructivos, no críticas destructivas.

 

La sociedad está reclamando hombres y mujeres así, que tanto en el desenvolvimiento laboral como eclesial y social en todos los órdenes, constituyan un ejemplo vivo de que el Poder Transformador de Jesucristo tocó sus vidas y sigue transformando almas cada día.


La Palabra de Dios no dice  que: 


“Aconteció que cuando quiso Dios alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal”

2ª. Reyes 2:1

Amado, es natural pensar que uno de los más caros anhelos de todo siervo, es estar delante de su Señor.


En el caso de los cristianos, ir a la presencia misma de nuestro Dios de Poder, en quien hemos creído.


Un aspecto apenas natural es meditar en qué nos espera al término de años y años de trabajo en la obra.


Elías no lo pidió, pero el Padre le tenía dispuesto llevarlo a sus atrios, en condiciones que el profeta jamás imaginó.


Fue un premio que ni siquiera pasó alguna vez por su mente.


Amado, Escucha, Dios hace las cosas en Su Tiempo.


No podemos ni debemos presionar que Dios haga las cosas.


Su reloj y su calendario son diferentes de los nuestros.


Pero algo que jamás podemos olvidar es que el Señor sabe todas nuestras obras y en su momento, hará brillar nuestra justicia delante de los hombres.


Adema, debemos esperar en la voluntad de Dios.


El Creador sabe cómo hace sus cosas.


Ni tu ni yo podemos decirle cómo hacerlas.


Ahora, en esencia hay una idea central aquí: Dios hace las cosas en el momento oportuno y de la mejor manera.


Note que la Biblia señala que Aconteció que cuando quiso Dios alzar a Elías...”.


No fue cuando el profeta quiso ni en las circunstancias que quizá esperaba.


Fue de la forma y en el tiempo que Dios dispuso, en su infinita voluntad.


Lealtad a Dios

 

Amados, el pasaje bíblico no dice:

“Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el”

2ª. Reyes 2:2

Una característica que debe dar Tesrtimonio del creyente, es la Lealtad.

Lealtad para con Dios, siendo fieles a sus preceptos; lealtad con nosotros, siendo leales y consecuentes con nuestros valores y principios; y lealtad con quienes nos rodean: los superiores, nuestros compañeros de trabajo, vecinos y sobre todo, con nuestra familia.


Amados, la deslealtad, además de generar desconfianza, lleva a que nuestras palabras pierdan credibilidad y enfrentemos el marginamiento social por representar personas poco confiables.


Sabes, debemos ir hasta las últimas consecuencias.


Al respecto, no podemos menos que admirar a Eliseo.


Una actitud de acompañar a su superior y amigo hasta las últimas consecuencias.


Caminar con él en las buenas y en las malas.


No como hoy, en nuestros días, en que tenemos amigos en tanto las cosas marchan bien.


E común comportamientos en los cuales, apenas surgen los problemas, perdemos a los amigos.


Las palabras de Eliseo deben retumbar todavía en nuestros oídos: “Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”.


Ecucha amado, Lealtad es sinónimo de no criticar.


Los desleales cuestionan y critican a todos, hasta los que llaman sus mejores amigos.


Participar en estas actitudes, además de afectar nuestro testimonio cristiano, genera heridas en aquellos que depositaron toda su confianza en que estaríamos a su lado en los momentos de crisis pero también en los de victoria.

 

La Lealtad Construye


Amados en Cristo, queridos amigos, en el pasaje leemos que: 

“Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieres que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mi”

2ª. Reyes 2:9

Leer esta historia me hizo recordar a cierto líder al que le brindaron cobijo en una iglesia.


Al comienzo, todo eran comentarios halagadores hacia su pastor.


No había conversación en la que no exaltara las dotes del ministro a cargo de la congregación.


Sin embargo, cuando se sintió fuerte, comenzó desde su posición de líder, a hacerle la guerra.


Destruyó su imagen, puso en entredicho su moral y llegó hasta pretender quedarse pastoreando la grey.


Este líder recibió el rechazo de quienes encontraron en él, no solo a un mal cristiano sino a un amigo desleal.


Sabes, de los amigos se aprende.


Aprender es asimilar las cosas buenas y positivas que tienen nuestros amigos; no necesariamente debemos acoger lo malo y los defectos conductuales.


En nuestras amistades es seguro encontraremos elementos valiosos.


Ahora, tu y yo, como cristianos leales, debemos generar enseñanzas, ejemplo y buen testimonio para con quienes nos rodean.


Escucha amado, la Lealtad significa decir las cosas a tiempo.


El mejor amigo no es quien guarda nuestros errores para evitar conflictos.


Al contrario, es alguien que, debido a su Lealtad nos hace caer en cuenta de los errores.


Claro, de una manera sabia, no destructiva.


Lealtad, es manifestar interés genuino por hacernos caer en cuenta de las fallas a tiempo, antes que sea demasiado tarde.

 

Lealtad y Fidelidad

 

Amados en Cristo, queridos amigos, la idea de Lealtad incluye fidelidad, responsabilidad, y compromiso.

La persona leal tiene que estar dispuesto a hacer sacrificios y auto-negación.

Mt. 10:22 nos dice:

“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre, mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.”


Te invito a ecuchar eta hitoria con cuidado.


HIROO ONADA fue un soldado japonés que fue abandonado en la isla de Ludang de las Filipinas el 25 de Diciembre de 1944, con las instrucciones de seguir la misión, aun si Japón se rindiera.


Despué de poco tiempo, la guerra terminó entre las naciones, pero Hiroo siguió su guerra personal.


El quedó escondido en la selva, saliendo para robar comida de las huertas de los campesinos.


El mató un total de 30 Filipinos durante los 29 años en la isla.


13,000 soldados salieron a buscarle para que se rindiera, pero no pudieron hallarle.


En Marzo de 1974, su ex-comandante llegó a la isla para persuadirle a Hiroo que ya podía rendirse, que la guerra ya había terminado.


Hiroo se rindió y fue perdonado por Presidente Marcos.


Hiroo entró la isla a la edad de 22 años y ahora tenía 52.


El mismo declaró que nada buena sucedió en su estancia en la selva.

Vaya historia. Vaya aprendizaje.


¿Que podemos aprender en experiencia como la Hiroo?


I. Ser Leal a la Familia


Job sacrificó diario por sus hijos y sus familias (Job 1:5).


El primer ministerio del hombre es su familia.


El padre de la familia es el sacerdote de su hogar.


Es nuestra obligación enseñar, interceder, y dirigir la familia en lo espiritual.


También es nuestro deber el proveer por la familia.


1ª. Timoteo 5:8

“Y si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”

Gen. 2:25

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne.”


José es otro ejemplo de lealtad con la familia.


A pesar de ser maltratado por sus hermanos, él siguió fiel sin quejar.


II. Leal con Amigos y Familiares


Proverbios 18:24

“El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo; y hay amigo más cercano que un hermano”


Hay muchas personas sufriendo y son quienes más necesitan un amigo leal para ser rescatado de su depresión.


III. Leales en el Trabajo


Casi todos los dueños de negocio requieren lealtad de sus empleados.


El cristiano debe ser el mayor ejemplo de lealtad en su puesto de trabajo.


Ecclesiastés 9:10


“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.”


Dios no tiene mucha paciencia con los peresozos.


IV. Leales a la Patria


Mateo 22:21 dice de César.


“Entonces Él les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”


Todo el capítulo 13 de Romanos habla de respetar a las autoridades de su vida.


V. Leales a la Iglesia


La iglesia es la novia de Cristo. Todos que hemos sido lavado por la sangre de Cristo pertenecemos a este grupo.


Amados, SU Ekklesia:


·      No es un club social.

·      No es un teatro.

·      No es un lugar recreativo.

·      Es el cuerpo de Cristo.


Hebreos 10:25 nos dice:


“no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”

1 Corintios 12:12

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo,”

1 Corintios 12:18

“Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso”

Amados, podemos ver que cada miembro tiene una función designada por Dios.


Es preciso que seamos fieles en cumplir lealmente con nuestra función.


Gálatas 6:2


“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”


VI. Leales en el Llamamiento


Romanos 11:29

“Porque sin arrepentimiento son los dones y el llamamiento de Dios.”

2 Pedro 1:10

“Por lo cual, hermanos, procurad tanto más hacer firme vuestro llamamiento y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.”

1 Corintios 7:20

“Cada uno quédese en la vocación en que fue llamado.”


Amados en Cristo, queridos amigos, cada creyente es llamado de Dios.


Hay ministerios públicos y ministerios privados.


Es el deber del cristiano de buscar y de desarrollar su llamamiento.


Que sea leal, fiel, y responsable.

 

Lealtad y recompensa


Amados en Cristo, queridos amigos, cualquiera puede mostrar aspectos de
Lealtad cuando hay una recompensa de por medio, pero la lealtad no promete ninguna.

La Biblia dice: "En todo tiempo ama el amigo" (Pr.17:17).

Un amigo verdadero es Leal

Los amigos verdaderos son los que están presentes aun cuando no lo merezcamos; se quedan junto a uno, cuando otros salen corriendo.

¿Le suena eso amado?

Me divierto viendo a la gente que sigue a los equipos deportivos solo cuando ganan. ¡Todos aman al campeón!

¡Claro! Cuando un equipo alza el trofeo en la noche del campeonato, su base de seguidores crece a la mañana siguiente.

Ahora, si la temporada siguiente ese equipo comienza perdiendo, los seguidores que una vez los alentaron se convierten en adversarios hostiles en busca de otro a quien amar.

Sabes, muchas personas aplican la misma incongruencia a otras áreas más importantes de sus vidas, pero esas incoherencias acarrean consecuencias más profundas que aquellas de la gente que sigue a los equipos deportivos cuando ganan.

Cuando en una relación surge una disconformidad mínima, esta puede hacer que algunos abandonen el barco.

Esa naturaleza de "seguir solo cuando todo está bien" ha afectado a los políticos que gobiernan nuestra nación, ha influenciado a las comunidades en las que vivimos día a día, ha infiltrado a las iglesias en las que adoramos y ha perturbado a nuestros matrimonios y familias.

Si hay un problema difícil con el que tenemos que lidiar como país, lo evitamos.

Si hay un tema que necesita ser resuelto en nuestra ciudad, debatimos.

Si en la iglesia hay alguna diferencia por vencer, nos vamos a otra.

Si hay algún problema en casa, no asumimos la responsabilidad; apuntamos con el dedo para culpar y comenzar a encontrar la falla. ¿Por qué?

Eso ocurre porque hemos olvidado cómo ser leales.

Ya no sabemos cómo ser dignos de confianza ni cómo confiar lo suficiente en los demás para depender de ellos.

No llegamos a ver que a pesar de los defectos de cada uno, estamos aquí para fortalecernos y complementarnos unos a otros, aun cuando eso requiera que sacrifiquemos algo.

 

Conclusión

Amados, solo cuando se está dispuesto a ser Leal es que se llega a ser una fuente digna de confianza para los demás.

Las personas leales están presentes pese a lo que suceda.

Recuerdo cuando la película Titanic rompió récord de venta de entradas.

Había una gran cantidad de escenas memorables, pero la que más me impresionó no tenía nada que ver con el romance hollywoodense, aunque mucho con la Lealtad.

Fue la forma en que el director presentó al cuarteto de cuerdas que tocó en la cubierta mientras el poderoso y majestuoso navío se hundía.

Esos hombres no salieron corriendo aunque sabían que con toda certeza, sus vidas corrían peligro. No se subieron al primer bote que partió ni buscaron chalecos salvavidas; simplemente siguieron haciendo su trabajo y tocaron su canción.

Se mantuvieron fielmente parados, uno junto al otro, y llenaron la noche con el sonido del sagrado himno "Más cerca, oh Dios, de ti" sabiendo que su destino estaba sellado.

¿Fue fácil? No, pero requirió de Lealtad.

A veces los humanos somos fatalistas y decidimos que en realidad no sirve de nada intentar, porque al fin y al cabo, de todas formas estámos condenados.

Amados, en el mundo en el que vivimos, esa forma de pensar prevalece y se acepta aun más, aunque no significa que sea nueva.

Leí un relato de la historia estadounidense en la que la Cámara de Diputados de Connecticut se reunió en Hartford para ocuparse de los asuntos del gobierno.

La mañana del 19 de mayo fue inesperadamente fría dada la época del año y, por la tarde, no se podía ver el sol entre un ennegrecido cielo como el de la medianoche.

De repente, el viento comenzó a hacer vibrar las paredes del edificio de la capital, el granizo golpeó el techo hasta abollarlo y, con cada trueno, incluso los hombres de fe caían de rodillas, convencidos de que el día del juicio y la ira había llegado.

Mientras el congreso del estado se veía aturdido por una ola de miedo y temblor, unas pocas autoridades electas se pararon y le exigieron al vocero de la Cámara que levantara la sesión inmediatamente para que cada uno de los hombres pudiera rendirse ante Dios y hacer las paces con el Todopoderoso antes de entrar a la eternidad.

Esa fue la vez que el vocero de la Cámara, Coronel Davenport, ministro ordenado, se paró, golpeó con su martillo e hizo callar a toda la audiencia con estas palabras:

"El día del juicio puede estar llegando o no. Si no está llegando, no hay motivo para levantar la sesión; si está llegando, elijo que me encuentre cumpliendo con mi deber. Por eso es que deseo que se traigan velas".

El Coronel Davenport pensó que era mejor ser Leal a su propósito y a aquellos en la comunidad a la que se le había designado a servir, en lugar de permitir que las circunstancias severas dictaran su comportamiento.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, andemos humildemente con Dios, además, en cuanto a las misericordias recibidas, con humildad.

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez

 

 

 

domingo, 28 de junio de 2020

#A242 Entre la Fe y el Orgullo

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A242 Entre la Fe y el Orgullo

 

 

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Introducción

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, queridos amigos, existe un mal inherente al género humano y casi imperceptible, ya que involucra al alma misma.

 

Este mal casi siempre será anunciado por alguien ajeno a nuestra persona, quien con buenas o malas intenciones lo hará notar directa o indirectamente.

 

Quizás el último en enterarte o aceptarlo, eres tú mismo, leamos:

 

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

Jeremías 17:9

 

Hoy nos Ministrará en relación con «el orgullo», que es básicamente, la cualidad de alguien que tiene un concepto exagerado de sí mismo de acuerdo a sus propias características: físicas, intelectuales o acciones, las cuales lo llevan a la altivez, la vanidad y la arrogancia, llegando incluso al menosprecio hacia los demás.

 

Entre la Fe y el Orgullo

 

Oremos

 

Orgullo y Autoestima

 

Amados en Cristo queridos amigos, el orgullo es en el fondo un exceso de autoestima.

 

Una persona que se comporta de esa forma, es alguien que trata de mostrar en extremo sus virtudes e importancia.

 

Una persona orgullosa llega a manifestar actitudes de rebeldía, crítica, mal humor, enfado, pésimo carácter, malas e insolentes respuestas, manifiestas en  el trato hacia los demás, con prepotencia y gran arrogancia.

 

Este mal es como una ilusión, ya que nada es propio y todo lo hemos recibido de Dios.

 

El orgullo ciega el entendimiento y terminará al final con la manifestación de alguna debilidad, con la inminente humillación y fracaso, porque dicen las Escrituras: 

 

“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”

Proverbios 16:18

 

Normalmente la persona orgullosa es alguien distorsionado mental y emocionalmente.

 

No admite la corrección o la sugerencia.

 

Discute y reclama sus derechos, aun con su autoridad, y dice frases como: «yo sé lo que hago»; «nadie me manda»; «ya estoy grande»; «todos están equivocados». 

 

Afrenta la crítica y nunca acepta el fracaso.

 

Aún estando en el suelo dice: «¡pero no me dolió!». 

 

En este estado, es imposible creer que la enfermedad la llevo yo.

 

Quizás otro la tenga, aun mi autoridad, pero yo, ¡jamás!

 

Un ejemplo claro en la Palabra de Dios, lo encontramos en Génesis 3:12, que dice: 

 

“…La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”

 

El hombre en su orgullo culpará a cualquiera, aun a Dios, pero nunca a él mismo.

 

Para Adán, Dios tuvo la culpa, porque ¡él y nadie más que él, me dio a esa mujer…!

 

Dios era Dios, pero en su perfecta humildad y sencillez se acerca a su criatura - no su criatura a él - diciendo: ¿Qué te pasó amigo?

 

Nunca jamás, el orgullo le permitió a Adán ver, en su autoridad (Dios), el amor, la misericordia y la bondad para con él.

 

Amados en cristo, amigos queridos, observemos:

 

Siempre el orgulloso verá el mal y nunca el bien para él mismo, aunque lo tenga enfrente y todos lo miren. 

 

“Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán…” 

Isaías 26:11

 

Amados, el hombre con su orgullo, se embriaga con su propio veneno y droga; crece y evoluciona paulatinamente, y su orgullo llega a superar a sus propios deseos, aunque sufra o se duela en lo profundo, traspasando cualquier razón, sea material o espiritual, aun los más caros sentimientos.

 

Tal vez, también con alguna necesidad de índole personal o de otros, dice: mi orgullo es más grande que todo «¡y no cedo, aunque me muera…!».

 

El orgullo está basado en Satanás mismo, quien antes de serlo, conquistó a la tercera parte de los ángeles del cielo bajo el argumento de: “ser mejor que Dios”. 

 

Eso es soberbia, orgullo; se trata de un germen maldito, que siendo trasladado al género humano, convierte a éste en un acomplejado ser, que siendo criatura quiso ser más grande que su creador y autoridad.

 

Es así como el orgullo - a quien lo posee - sin importarle nada ni aun cuánto sufre, mantiene su postura incólume, aunque lo pierda todo. ¡Lástima, pero verdad!

 

¿Cómo tener Victoria?

 

¿Cómo tener Victoria sobre este espíritu?

 

Bajo la indubitable tesis de que el orgulloso es también: ciego, sordo y más -sin que pueda conocer su condición, porque él se cree digno y humilde-, poco o nada se podrá hacer.

 

Ahora, para eso vino Cristo, quien su principal característica fue precisamente mostrar al mundo su incomparable humildad: 

 

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, SE HUMILLÓ A SÍ MISMO, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”

Filipenses 2:5-8

 

Amado, Escucha: era Dios y se hizo nada, mostrando así, que esta condición es el único camino a la eternidad.

 

Leamos: 

 

“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos” 

Salmos 138:6

 

“Seis cosas aborrece Jehová, y aún siete abomina su alma: Los ojos altivos (en primer lugar el orgullo)…”

Proverbios 6:16

 

Amados, Ahora consideremos.

 

Si todos venimos de una simiente de soberbia y orgullo: ¿Cómo habrá de darse el cambio?

 

A lo que el Señor dice: 

 

“…Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”

Lucas 18:27

 

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

Filipenes 4:13

 

“…porque separados de mí nada podéis hacer”

Juan 15:5

 

Amados en Cristo, bajo todo este entendimiento de nuestra incapacidad de ser humildes, tendremos que clamar al Dios vivo y verdadero, acerca del Espíritu de verdad que está en Cristo, el cual le llevó a la «perfecta humildad», que es una característica inherente a Dios mismo.

 

Así que, mi querido amigo y hermano: -todos- indistintamente de razas o edades, nos es imprescindible alcanzar la altura y plenitud del varón perfecto, Cristo Jesús.

 

Su Propósito es dejarnos como Herencia: su sangre como pago a nuestros pecados y Su Espíritu para cumplimiento de su palabra en nosotros.

 

Que Dios nos ayude hasta el final. Amén.

 

Andemos Humildemente


Amados en Cristo, queridos amigos, en un sermón predicado la noche del Jueves 22 de Agosto de 1889 por Charles Haddon Spurgeon en el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres,dijo :

 

"Y andar humildemente con tu Dios."
Miqueas 6:8

 

Spurgeon habló que es esa precisamente la esencia de la ley, es su lado espiritual; los diez mandamientos son una ampliación de este versículo.

 

La ley es espiritual, y toca los pensamientos, los propósitos, las emociones, las palabras, las acciones; aunque Dios exige especialmente al corazón.

 

Ahora, nuestro grande Gozo es saber que lo que es exigido por la ley es proporcionado por el Evangelio.

 

"Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."

Romanos 10:4

 

En Él cumplimos los requerimientos de la ley, primero, por lo que hizo por nosotros; y luego, por lo que obra en nosotros.

 

Él nos conforma a la ley de Dios.

 

Cristo nos hace prestar a la ley, por Su Espíritu, la obediencia que no podríamos cumplir por nosotros mismos; no para justicia nuestra, sino para Su gloria.

 

Amados, les invito a reflexionar.

 

Nosotros somos débiles por la carne, pero cuando Cristo nos fortalece, la justicia de la ley es cumplida en nosotros, ya que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

 

Sólo por medio de la fe en Cristo un hombre aprende a actuar correctamente y a amar la misericordia, y a caminar humildemente con Dios; y únicamente por el poder del Espíritu Santo que nos santifica con ese fin, podemos cumplir con estos tres requerimientos divinos.

 

Nosotros cumplimos perfectamente con esos requerimientos en nuestro deseo: querríamos ser santos como Dios es santo, si pudiésemos vivir como nuestro corazón aspira a vivir; quisiéramos siempre actuar correctamente, quisiéramos siempre amar a la misericordia, y quisiéramos siempre caminar humildemente con Dios.


El Espíritu Santo nos ayuda a hacer esto diariamente produciendo en nosotros así el querer como el hacer, por Su buena voluntad; y el día vendrá, y lo anhelamos vehementemente, cuando, estando enteramente libres de este cuerpo estorboso, le serviremos día y noche en Su templo, y le rendiremos una obediencia perfecta y absoluta, pues "son sin mancha delante del trono de Dios."

 

Humildad y su naturaleza

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta humildad pertenece a la forma más elevada del carácter. 

 

Observen lo que precede a nuestra Romanos 10:4…

 

"Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;"

 

Supongan que un hombre hubiera hecho eso; supongan que ignoras la justicia de Dios y estableces la tuya.

 

Ahora, imagina ¿qué pasaría entonces?

 

Bien, creo que todos sabemos el resultado de ello ¿verdad?

 

Amados, si en verdad camináramos a la luz, como Dios es luz y entonces en verdad tuviéramos comunión con Él, tendríamos necesidad de caminar delante de Dios muy humildemente, mirando siempre a la sangre, pues incluso entonces, la sangre de Jesucristo nos limpia y continúa limpiándonos de todo pecado.

 

Si hemos realizado ambas cosas, todavía tendríamos que decir que somos siervos inútiles, y que debemos humillarnos ante nuestro Dios.


Amados, no habríamos alcanzado todavía esa consumación, si hiciéramos solamente justicia y amáramos misericordia, aunque nos estaríamos aproximando a ella por la graciosa ayuda de Cristo; pero si efectivamente alcanzáramos el ideal puesto ante nosotros, y cada acto nuestro hacia el hombre fuera bueno, y aún más, cada acto estuviera deliciosamente saturado de amor a nuestro vecino tan vigorosamente como nuestro amor a nosotros mismos, aun así, sería pertinente este precepto, "andar humildemente con tu Dios".

 

Ese es justo el angosto camino entre la Fe y el Orgullo…¡la Humildad!

 

Alcanzar Su Gracia

 

Amados en Cristo, si alguna vez pensaramos que hemos alcanzado el punto más alto de la gracia cristiana, - casi anhelo que jamás pensaramos ninguno eso - pero supongamos que lo pensaramos alguna vez, les suplico que no digan nada que se aproxime a la jactancia, ni exhiban ningún tipo de espíritu que semeje a que se están gloriando en sus propios logros, sino que deben humillarse ante su Dios.


Amados, creo sinceramente que entre más
Gracia tenga un hombre, más sentirá su deficiencia de gracia.

 

Toda la gente de la que he pensado alguna vez que pudiera llamarse perfecta delante de Dios, ha sido notable por su rechazo de cualquier cosa de ese tipo; siempre han repudiado algo como la perfección, y siempre se han humillado delante de Dios, y si uno ha sido constreñido a admirarlos, se han ruborizado ante esa admiración.

 

Si han creído ser de alguna manera los objetos de la reverencia por parte de sus semejantes cristianos, he notado cuán celosamente lo han desechado con comentarios autodespectivos, diciéndonos que no conocíamos todo, pues de otra manera no pensaríamos así de ellos; y por eso mismo los admiro más.


El elogio que desechan regresa a ellos con intereses.

 

¡Oh, amados! ¡en Verdad anhelo que todos seamos de esa mente!

 

Los mejores hombres no dejan de ser hombres, y los santos más destacados son todavía pecadores, para quienes hay todavía una fuente abierta, pero no abierta, observen, en Sodoma y Gomorra, sino que la fuente está abierta para la casa de David, y para los habitantes de Jerusalén, para que puedan continuar lavándose en ella, con todos sus excelsos privilegios, para ser limpiados.


Esta es la clase de humildad, entonces, que es consistente con el más elevado carácter moral y espiritual; es más, es la propia vestidura de un carácter así, como lo expresó Pedro: "Revestíos de humildad," como si, después de habernos puesto toda la armadura de Dios, nos pusiéramos esto encima de todo para cubrirlo por completo.


No queremos que el yelmo resplandezca delante de los hombres; pero cuando nos vestimos como oficiales en traje de civil, ocultamos las bellezas que eventualmente se destacarán más por sí solas.

 

Comunión y Unidad


Amados en Cristo, queridos amigos, una segunda reflexión es esta: 

 

La humildad prescrita aquí implica una constante comunión con Dios.

 

Observemos que se nos dice que debemos andar humildemente con nuestro Dios.

 

No sirve de nada que nos humillemos lejos de Dios.

 

He visto a algunas personas muy orgullosamente humildes, muy jactanciosas de su humildad.

 

Eran tan humildes que eran lo suficientemente orgullosas para dudar de Dios.

 

No podían aceptar la misericordia de Cristo, según decían; eran muy humildes.

 

En realidad, la suya era una humildad diabólica, no la humildad que proviene del Espíritu de Dios.


Esta humildad nos lleva a humillarnos ante nuestro Dios; y, amados, ¿pueden concebir una humildad más elevada y más verdadera que la humildad que debe provenir de humillarnos ante Dios?

 

Recordemos a Job:

 

"De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza."

Job 42:5-6


Amados Abraham, cuando comulgaba con Dios, y le suplicaba por Sodoma, dijo:

 

"He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza";

Génesis 18:27

 

Si amados, polvo: eso expresaba la fragilidad de su naturaleza; luego, cenizas: como si fuese el residuo del altar, lo que no pudo ser quemado, lo que Dios no aceptaría.

 

Abraham se sentía, por el pecado, como los desechos de un horno, las cenizas, como sobras sin ningún valor; y eso no era debido a que estaba alejado de Dios, sino debido a que estaba cercano a Dios.

 

Conclusión

 

Amados en Cristo, queridos amigos, andemos humildemente con Dios, además, en cuanto a las misericordias recibidas, con humildad.

 

No hace demasiado, nos rodeaba todo tipo de enfermedad espiritual, almática, emocional ó ¿acaso aún es así?

 

Ahora amado, te estás recuperando.

 

No dejes que se entrometa el orgullo debido a que puedes levantar ahora muchos kilos.

 

Estás progresando en el negocio; usas un mejor traje que el que solías usar para estar delante del Señor; aun así amado, no debemos comenzar a considerarnos caballeros ó damas muy finos y poderosos.

 

Ahora compartimos con una excelente sociedad, quizá afirmamos; pero no nos avergoncemos de venir a la reunión de oración y mezclarnos con los pobres del Señor, y sentarnos junto a uno que no haya podido comprar un nuevo traje en muchos días.

 

"Anda humildemente con tu Dios", pues de lo contrario podría suceder que Él te bajara un peldaño o dos, y te condujera de regreso a tu antigua pobreza; y entonces, ¿qué te dirías por tu insensatez?

Además, andar humildemente con Dios en las grandes pruebas, ¿no es precisamente lo que anhelamos?

 

Cuando seamos abatidos, no demos coces contra el aguijón.

 

Cuando nos circunde una ola tras otra, no comencemos a quejarnos.

 

Eso es orgullo; no murmuremos, sino postrémonos.

 

Digamos: "Señor, si Tú me hieres, yo merezco más de lo que lo haces. Tú no has tratado conmigo de conformidad a mi pecado. Yo acepto Tu disciplina."

 

Que no se levante el espíritu rebelde cuando un niño les sea quitado, o cuando alguien amado nos sea arrebatado.

 

Oh, no; di: "Jehová es; haga lo que bien le pareciere."


Luego de ello, caminemos con Dios en nustras Oraciones, como entre tú y Dios en el aposento.

 

¿Vas a leer? Lee humildemente.

 

¿Vas a orar? Ora humildemente.

 

¿Vas a cantar? Canta alegremente, pero canta humildemente.

 

Cuídate mucho cuando tu Dios y tú estén juntos, y nadie más, para que le muestres allí tu humilde corazón, con una profunda humildad que no pueda ser más humilde de lo que es.

Luego de todo ello amado, camina humildemente entre tú y tus hermanos.

 

No pidas ser el director del coro; no desees ser el hombre principal en la iglesia.

 

Solo, sé humilde.

 

El mejor hombre de la iglesia es el hombre que está dispuesto a ser la alfombrilla a la entrada para que todos limpien sus botas en ella, el hermano al que no le preocupa qué le ocurra mientras Dios sea glorificado.

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez