domingo, 14 de junio de 2020

#A240 La Misericordia de Dios

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A240 La Misericordia de Dios

 

 

 

 

 

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Introducción

 

A partir de un sermón predicado la noche del Domingo 23 de Mayo, 1869

por Charles Haddon Spurgeon

En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.
Y publicado el Jueves, 28 de Febrero, 1907.

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta mañana del domingo 14 de junio del 2020, el Señor nos va a Ministrar del como Su Transformación en nosotros y quienes le hemos aceptado, invitado a nuestra corazón como Señor y Salvador personal, solo es posible por Su Gracia y Misericordia.

 

El Fundamento esta mañana, en Su Palabra nos dice:

 

"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios."
Lucas 1: 78.

 

Una prueba de la grandiosa ternura de Dios es que se haya dignado pensar en Su criatura pecadora, el hombre.

 

Cuando el ser creado se estableció deliberadamente en oposición a su Creador, ese Creador pudo haberlo destruido, o haberlo abandonado a su propia suerte para que se fraguara su destrucción.

 

Fue la ternura divina la que se fijó en una criatura tan insignificante, comprometida insolentemente en una grave rebelión.

Fue también la infinita ternura la que había considerado tan cuidadosamente al hombre, mucho tiempo antes de todo eso, que elaboró un plan para que el hombre caído pudiera ser restaurado.

 

Es de ese Plan que incluye Su Infinita Misericordia, de lo que nos va a Ministrar este domingo con este Mnesaje Suyo que lleva por título:

 

La Misericordia de Dios

 

Oremos

 

Dios tuvo Compasión de Su Creación

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ha sido una maravilla de la misericordia de Dios que Su Sabiduría infalible se uniera con el Poder todopoderoso para preparar un método mediante el cual el hombre rebelde pudiera ser reconciliado con su Hacedor.

 

Fue el máximo grado posible de compasion, de ternura que Dios entregara a Su propio Hijo, a Su Unigénito, para que derramara Su sangre y muriera para completar la grandiosa obra de nuestra redención.

 

Ha sido también compasión indescriptible que Dios, además del don de Su Hijo, se compadeciera de tal manera de nuestra debilidad y de nuestra impiedad, que nos envió al Espíritu Santo para conducirnos a aceptar ese "don inefable."

 

Es la compasión divina y sobrenatural la que soporta nuestra obstinación cuando rechazamos a Cristo, la divina compasión la que insiste repetidamente mediante reconvenciones e invitaciones encaminadas todas ellas a inducirnos a que tengamos misericordia de nosotros mismos, y aceptemos esa bendición inconmensurable que la entrañable misericordia de Dios nos presenta gratuitamente.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ha sido una maravillosa ternura de parte de Dios que, cuando pensó en salvar al hombre, no se contentó con restituirlo al lugar que había ocupado antes de haber caído, sino que quiso elevarlo mucho más arriba de su posición original; antes de la Caída, no había ningún hombre que se pudiera llamar en verdad el igual del Eterno.

 

Ahora, en la persona de Cristo Jesús, la naturaleza humana está unida con la Deidad; y de todas las criaturas que Dios ha hecho, el hombre es el único que ha sido tomado en unión con Él, poniéndolo por encima de todas las obras de Sus manos.

 

Amados, hubo infinita compasión, misericordia de Dios en Sus primeros pensamientos de amor hacia nosotros, y ha habido ternura divina en todo momento hasta ahora; esa misma compasión llevará a nuestras almas al cielo, donde diremos conjuntamente con David, "Tu benignidad me ha engrandecido."

 

Compasión y Misericordia


Amados en Cristo, queridos amigos, en la misericordia de Dios, hay un gran compasión en sus grandiosas provisiones.

 

Vemos allí a un soldado herido que se está desangrando hasta la muerte en el campo de batalla; se le acerca un amigo, misericordioso y tierno, y le trae agua fresca y refrescante que le ayudará a recuperar su conciencia, y podrá abrir otra vez sus ojos semiapagados.

 

Ahora, profundicemos en esta escena; está cubierto de sudor, pero allí tiene agua fría para refrescar su enfebrecido rostro.

 

Sus heridas están muy abiertas, y su vida se escapa de su cuerpo, pero su amigo ha traído consigo el aceite y las vendas con los que restañará sus heridas.

 

¿Es esto todo lo que ha provisto para el guerrero herido?

 

No, pues allí vemos una camilla, llevada por hombres que caminan con sumo cuidado para evitar que el pobre inválido sea sacudido. ¿Adónde lo van a llevar?

 

El hospital está preparado; la cama, tan suave, perfectamente adecuada para soportar tal cantidad de debilidad y dolor, está lista; la enfermera lo espera diligentemente para prestarle los servicios que se requieran.

 

El hombre muy pronto duerme un sueño que lo restaurará; y cuando abre sus ojos, ¿qué es lo que ve? Contempla la comida adecuada para sus circunstancias y necesidades; cerca de él se ha colocado un ramo de flores, para que con su belleza y fragancia le sirva de aliento y lo alegre; y un amigo se acerca con suaves pisadas, y le pregunta si tiene una esposa, o una madre, o algún amigo a quienes se les pueda escribir una carta.

 

Antes de pensar en lo que necesita, ya lo tiene allí a su lado; y casi antes de que pueda expresar un deseo, le es concedido.

 

Este es un ejemplo de la ternura, de la compasión del compañerismo humano, pero infinitamente mayor es la ternura, compasión y misericordia de Dios hacia los pecadores culpables.

 

Él ha pensado en todo lo que un pecador necesita, y ha provisto en abundancia todo lo que el alma culpable requiere para conducirla a salvo al propio cielo.

 

Amados, para cada caso individual, Dios, en el pacto de Su Gracia, ha preparado una cosa buena y diferente. 

 

Para grandes pecadores, cuyas iniquidades son muchas y graves, hay palabras llenas de Gracia como éstas:

 

"Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana."

Isaías 1:18

 

Amados, si el hombre no ha caído en las grandes profundidades del pecado deliberado, el Señor le dice, como el Salvador de corazón misericordioso le dijo a uno que estaba en esa condición: "Una cosa te falta;" y la gracia de Dios está preparada para suministrar esa cosa precisa.

 

Hay tantas cosas en la Palabra de Dios para alentar la necesidad de venir a Cristo como las hay para invitar al hombre inmoral a que abandone sus pecados, y acepte "la entrañable misericordia de nuestro Dios."

Si hay niños o jóvenes que deseen encontrar al Señor, esta promesa es especial para ellos, "Me hallan los que temprano me buscan."

 

Sí, inclusive para los pequeñitos hay tiernas palabras como estas:

 

"Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos."

Mateo 19:14

 

Amados, en el Pacto de Su Gracia, Dios ha respondido al caso peculiar de cada pecador que realmente anhela ser salvado.

 

Si estás muy triste y deprimido, decaído y a punto de desmayar, hay promesas y declaraciones divinas que se adecuan exactamente a cada caso.

 

Aquí algunas de ellas:

 

"El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas."

Salmos 147:3

 

"Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia."

Salmos 147:11

 

"No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare."

Isaías 42:3


Amados en Cristo, queridos amigos, todo parece estar establecido con el propósito de que independientemente de la condición en la que pueda haber caído un hombre por el terrible mal del pecado, Dios venga a él, no con rudeza sino con la mayor ternura, con compasión absoluta y
sobrenatural para darle precisamente lo que necesita.

 

Yo me gozo de poder decir que todo lo que el pecador necesita, entre el tiempo y la eternidad, es suministrado por el Evangelio de Cristo; todo lo necesario para el perdón, para la nueva naturaleza, para la preservación, para el perfeccionamiento, y para la glorificación, está atesorado en Cristo Jesús, en Quien agradó al Padre que habitase toda plenitud.


Antes de continuar, bendigamos la tierna y compasiva consideración de Dios, que previendo lo graves que serían nuestros pecados y nuestras aflicciones, nuestras necesidades y nuestras debilidades, ha dispuesto para nuestras grandes necesidades, una provisión ilimitada de gracia y misericordia.

 

Atrayendo al Pecador

 

Las antiguas prácticas de cirugía podrían haber sido útiles en su tiempo, pero en verdad no eran nada tiernas.

 

A bordo de un buque de guerra después de entrar en acción, ¡qué métodos tan ásperos eran adoptados por quienes intentaban salvar las vidas de los heridos!

 

Recuerdo con impacto y emoción, escenas de películas cono aquella en la que Denzel Whasington como soldado de color en un pelotón de blancos, recibe finalmente sus insumos al igual que todos los blancos y en medio de batallas cuentas y ¡tratamientos brutales incluyendo el serruchar extremidades incurables!

 

Amados, algunos de los remedios que leemos en los antiguos manuales de medicina, deben haber sido mucho más terribles que las propias enfermedades que pretendían curar, y yo no dudo que muchos de los pacientes murieran precisamente por el uso de esos ásperos remedios.

 

Ahora, el método de Dios de mostrar misericordia al hombre es siempre divinamente tierno, pleno de consideración y compasión.

 

Es siempre poderoso; pero, aunque es masculino en su fuerza, es femenino en su ternura, ¡Amen!

 

Queridos amigos, ¡Amados! considera entonces que Dios te ha enviado el Evangelio; pero ¿cómo te lo ha enviado?

 

Lo pudo haber enviado por medio de un ángel; un serafín luminoso podría haberse parado aquí para comentarte en encendidas y poderosas aunque sensibles frases, acerca de la misericordia de Dios.

 

Amados, quizá nos habríamos alarmado si lo hubieramos podido ver, y habríamos huido de Su Presencia; habríamos estado completamente fuera de condición para la recepción del mensaje angélico.

 

En lugar de haber enviado un ángel, el Señor ha enviado el Evangelio por medio de un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras; alguien que se puede identificar con nosotros en nuestra rebeldía, que afectuosamente tratará de entregarnos su mensaje de manera tal que satisfaga cualquier necesidad.

Es probable que algunos escucharon por primera vez el Evangelio de labios de su querida madre;
¿quién más podría contar esa historia tan bien como ella lo hacía? O tal vez lo has escuchado de una amiga, que con ojos inundados de lágrimas y pecho jadeante irradiaba la intensidad con que amaba tu alma.

 

¡Oh Amado!, da gracias que Dios no haya proclamado el Evangelio desde el Sinaí en medio de truenos, con sonido de bocina fortísimo y prolongado, haciéndote recordar la pavorosa convocación del último día tremendo; sino que el bendito mensaje de salvación, "Cree y vivirás," llega a ti brotando de la lengua de algún compañero, en tonos enternecedores que imploran ser bien recibidos.


Vean también la ternura de la misericordia de Dios en otro sentido, y es que el Evangelio no es enviado a ustedes en lengua desconocida. 

 

Hoy, nadie tenemos que acudir a la escuela para aprender griego, o hebreo, o latín, incluso para poder leer acerca del camino de salvación.

 

Nos es enviado en nuestra sencilla lengua materna.

 

Hoy, puedo decir honestamente que no he pretendido las bellezas de la elocuencia ni los refinamientos de la retórica; pero si ha habido una palabra, más tosca y apropiada que pudiera ser usada en lugar de otra, que yo haya considerado que favorecería mi propósito de presentar un claro mensaje del Evangelio, he elegido invariablemente esa palabra.

 

Aunque pudiera haber hablado de otra manera si así me lo hubiera propuesto, he decidido que lo correcto y lo mejor, es, como lo hizo el apóstol Pablo, "usar de mucha franqueza," aún más como Juan Hus aquel termendo reformador y siervo de Dios que en el siglo XIV nos dijo, “la verdad lo vence todo”, para que nadie que me escuche pueda decir honestamente, "no pude entender el plan de salvación como fue explicado por mi ministro."

 

Amado, como has oído el Evangelio predicado tan claramente que no necesitas de un diccionario para entenderlo, considera en esto la entrañable Misericordia de Dios, y Su Anhelo de ganar tu alma para Sí.

 

Amados, recuerden también, que el Evangelio llega a los hombres, no solamente por medio de la vía más adecuada del ministerio, y en el más simple estilo de lenguaje, sino que también viene a los hombres tal como son.

 

No importa cuál sea su condición, el Evangelio es adecuado para ustedes.

 

Si han llevado una vida de vicios, el Evangelio viene y les dice:

 

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados."

Hechos 3:19-20


Por otra parte, ustedes pueden haber vivido una vida de justicia propia; si es así, el Evangelio nos instruye a hacer a un lado esa justicia propia, que no tiene ningún valor, que no es sino un montón de harapos inmundos, y nos indica que se pongan el vestido sin mancha de la
Justicia de Cristo.

 

Amados, cualquiera puede ser de corazón tierno, o ser todo lo contrario; sus lágrimas pueden fluir con facilidad, o pueden ser tan duros como una solera de molino; aunque en cualquier caso, el Evangelio de Dios es exactamente el necesitamos.

 

¡Oh Sí! Bendito Dios y el nombre del Señor, porque aunque un pecador esté exactamente a las puertas del infierno, el Evangelio se adapta a su desesperada condición, e inclusive puede levantarlo desde las profundidades de la desesperación.

 

Amados, observemos en especial otra cosa más, y es que la Misericordia de Dios es muy tierna porque viene a nosotros Ahora

 

Si cualquiera de nosotros, pudiera remediar de inmediato el dolor de una persona que sufre, y sin embargo, lo hicieramos esperar, su tratamiento sería a la vez, cruel y tardío.

 

No obstante el Evangelio de Dios dice:

 

"He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

2ª. Corintios 6:2

 

Si un pecador está parado fuera de la puerta de la Misericordia, aunque sea por sólo media hora, debe culparse únicamente a sí mismo por esa exclusión.

 

Amados, si solamente obedeciera el mensaje del Evangelio y confiara en la obra consumada de Cristo, la puerta se abriría de inmediato; las demoras no son demoras de Dios, sino nuestras.

 

Si nosotros posponemos aceptación de Su Misericordia, somos los únicos responsables.

 

¿Qué nos pide Su Evangelio?

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ¿Qué es lo que nos pide el Evangelio?

 

Ciertamente no nos pide nada sino únicamente lo que nos da.

 

No pide nunca de ningún hombre una suma de dinero para que pueda redimir su alma con oro.

 

Los más pobres son bienvenidos de todo corazón de la misma manera que los más ricos; y el mendigo que podría contar todo su dinero con los dedos de su mano, es recibido con la misma alegría que el millonario que posee inversiones y acciones y tierras y barcos.

 

Los pobres son invitados a venir a Jesús "sin dinero y sin precio."

 

El Señor, tampoco nos pide que hagamos severas penitencias o que nos castiguemos para hacernos aceptables a Él.

 

Él no requiere que sometamos nuestros cuerpos a la tortura, o que suframos una larga serie de mortificaciones externas y visibles de la carne.

 

Podemos confiar en Cristo estando sentados aquí, en una banca de la iglesia; y si así lo hacemos, seremos perdonados y aceptados de inmediato.


No se pide profundidad de conocimientos como una condición de salvación.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, para ser cristiano, uno no necesita ser un filósofo.

 

·      ¿Te reconoces como un pecador: culpable, perdido, condenado, y reconoces que Cristo es un Salvador?

 

·      ¿Confías en que Cristo es tu Salvador?

 

Entonces eres salvo, sin importar cuán ignorante puedas ser acerca de otros asuntos.


Tampoco se pide una grandiosa medida de depresión espiritual como requisito para venir a Cristo.

 

Amados, yo sé, Conozco que algunos predicadores enseñan que no debes venir a Cristo hasta que no hayas ido primero con el diablo; quiero decir, que no debes creer que Cristo puede y quiere salvarte hasta tanto no hayas llegado, por decirlo así, hasta las meras puertas del infierno, en terror de conciencia y horrorosa depresión de espíritu.

 

Jesucristo no les pide nada parecido a eso; pero si ustedes verdaderamente se arrepienten y abandonan sus pecados, renuncian a los males que los están destruyendo, y ponen su confianza en las aflicciones y en los dolores que Él soportó en la cruz, ustedes son salvos.

 

Conclusión

 

Amados, el Evangelio ni siquiera les exige una gran cantidad de fe.

Para ser salvos, no se requiere la fe de Abraham, ni la fe de Pablo ni de Pedro; se requiere una fe igualmente preciosa, una fe similar en sustancia y en esencia, pero no en grado.

 

Con sólo que Él te deje tocar el borde de Su manto, quedarás sano.

 

Aunque tu mirada sea una pobre contemplación tan temblorosa que tengas la impresión que escasamente lo has visto, sin embargo, esa mirada será el medio de salvación en algunos casos y de acelerar Transformación, en otros.

 

Si tan sólo puedes creer, todas las cosas son posibles para el que cree; y aunque tu fe sea sólo como un grano de mostaza, asegurará tu entrada al cielo.


¡Oh Amado, cuán precioso Salvador es Cristo!

 

Si tú tienes sincera confianza en Él, aunque sea débil y lánguida, serás aceptado.

 

Si de corazón le puedes decir a Cristo: "Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino," pronto tendrás Su confirmación llena de gracia: "De cierto te digo que estarás conmigo en el paraíso."

 

No te engañes a ti mismo con la idea que tienes que hacer mucho y sentir mucho para poder estar preparado para venir a Cristo.

 

Toda esa aptitud no es sino ineptitud.

 

Todo lo que debes hacer para estar listo para que Cristo te salve es hacerte más inepto.

La condición adecuada para lavarse es estar sucio; la condición adecuada para recibir ayuda es ser pobre y necesitado; la condición adecuada para ser sanado es estar enfermo; y la condición adecuada para ser perdonado es ser un pecador.

Si tú eres un pecador, y yo te aseguro que lo eres, contamos con la inspirada declaración apostólica:

 

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores;"

1ª. Timoteo 1:15

 

Podemos agregar a esa declaración, las propias palabras de nuestro Señor:

 

"El que en él cree, no es condenado;"

"El que creyere y fuere bautizado, será salvo."

 

¡Oh, Amados, que el Señor les conceda a todos ustedes la gracia de recibir este Evangelio inmerecido, cuyos requerimientos son tan entrañable y misericordiosamente llevados hasta su condición de abatimiento!

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez

 

 

domingo, 7 de junio de 2020

#A239 La Sangre del Pacto

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A239 La Sangre del Pacto

 

 

 

 

 

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Introducción

 

A partir de un sermón predicado la mañana del Domingo 2 de Agosto, 1874

por Charles Haddon Spurgeon y fundamento en Hebreos 13

en el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta mañana del domingo 7 de junio del 2020, el Señor nos va a Ministrar al respecto de la Oración y la actitud de nosotros Sus Hijos e Hijas al respecto de ella.

 

Nuestro fundamento en Su Palabra lo encontramos en la carta de Pablo a los Hebreos:

 

"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén."
Hebreos 13: 20-21

 

Amados, nosotros debemos estar preparados para hacer lo mismo que pedimos que hagan los demás.

 

El mandato de Dios no es efectivo a menos que vaya seguido del ejemplo.

 

El apóstol había exhortado a los creyentes hebreos para que oraran por él con las palabras, "Orad por nosotros;" y luego, como para mostrar que él no les estaba pidiendo algo que él mismo no estuviera dispuesto a dar, pronuncia esa extraordinaria oración por ellos.

 

Quien puede pedir con toda confianza a su congregación: "Orad por nosotros," es el que ora con toda su alma y con toda vehemencia, por esa congregación.


La oración del apóstol, como podemos observar, está teñida del tema sobre el cual había estado escribiendo.

 

Esta Epístola a los Hebreos está llena de distinciones entre el antiguo pacto y el nuevo; su esencia es demostrar que el pacto antiguo era únicamente un tipo de la dispensación, esto es la excepción permanente que lo siguió.

 

Únicamente tenía la sombra y no la misma imagen de las cosas celestiales.

 

Amados, el tema del apóstol había sido el pacto y cuando oró, todos sus vestidos exhalaban mirra, áloe y casia, perfumes a los que sus meditaciones lo habían conducido.

 

Esta mañana, el Señor nos va a Ministrar con ese mismo aceite con este mensaje cuyo título es:

 

La Sangre del Pacto

 

Oremos

 

 

Teje tu Oración

 

Amados en Cristo, queridos amigos, conforme a la naturaleza de sus pensamientos, así era la expresión de sus deseos.

 

Pablo, tejió en la textura de su oración las meditaciones y reflexiones de su corazón.

 

Este es un método muy correcto, especialmente cuando la oración es pública, pues asegura la variedad, ayuda a otras personas a estar unidas con nosotros, y tiende a la edificación; de hecho, así como las abejas recogen la miel de muchas flores, y la miel tiene a menudo el sabor del tomillo silvestre o de alguna otra flor especial que abunda en la región de la cual recogen sus mieles, así nuestra alma acopia de todas las fuentes, provisiones exquisitas de la miel de la devoción.

 

Ahora, aquella en la que se detiene más tiempo en sus meditaciones, proporciona un sabor prevaleciente y un matiz para la expresión y el espíritu de su oración.

 

Amados, no importa como lo hagan los demás; tu Oración es primero eso, TUYA, ÚNICA y no importa ni se compara con la de los demás.

 

¡A Dios no le importa!

 

¿Qué era más natural que el mensaje sobre el pacto, fuera seguido por esta oración basada en el pacto: "Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad"?

 

Escucha Amado, el tema de la Epístola a los Hebreos es profundo, pues avanza desde los rudimentos superficiales hacia esas verdades subyacentes que son más misteriosas y profundas que solo se encuentra profundizando, indagando, orando, reflexionando, meditando, discirniendo.

 

Sin duda Hebreos es un libro para las clases superiores en la escuela de Cristo; y de aquí que esta oración no sea para los bebés espirituales, sino para siervos, hijos/hijas de Dios de entendimiento.

 

Amados, queridos amigos, nadie podríamos decir a todos los santos, "Vosotros, pues, oraréis así," pues ni sabríamos lo que estaríamos pidiendo.

 

Sin importar de quien se trate, todos tenemos necesidad de comenzar con algo más simple, tal como "Padre nuestro que estás en los cielos," que se adecua de igual manera a todos los creyentes.



“Los varones maduros espiritualmente, se alimentan de alimento sólido, profundizan en pensamientos sublimes y entonces surgen oraciones poderosas.”

Ps. Jorge Macías Benítez

 

Así como podemos admirar la simplicidad en las oraciones de los niños pequeños, y la vivacidad en la oración de los jóvenes, así en la oración de alguien que se ha convertido en un padre en Cristo y se alimenta del pacto de la Gracia, nos gozamos en su profundidad, su alcance, y su elevación.

 

En el Amor del Señor, hoy les invito a quienes quieren entender, Discernir las cosas profundas de Dios, ¡Clamen por la ayuda del Espíritu Santo, mientras seguimos al apóstol en esta oración del pacto, una oración de la cual el testamento es el hilo conductor, la sustancia y el argumento!

 

Participa del Pacto de la Gracia


Amados en Cristo, queridos amigos, voy a comenzar observando, en primer lugar, LOS NOMBRES DE LOS PARTICIPANTES DEL PACTO que usa el apóstol.

 

Él llama al siempre bendito Padre "el Dios de paz;" y al Redentor que ha asumido el otro lado del pacto, le da el título de, "Nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas."

 

Queridos amigos, todos los que hemos creído en el Señor Jesucristo estamos en Cristo, y Él es nuestra Cabeza y Representante, nuestro Pastor y Defensor.

 

Él hizo un pacto con el Padre a favor nuestro sobre este asunto, que habiendo pecado nosotros, debe recompensarse plenamente la justicia lesionada, y la ley de Dios debe ser honrada en su totalidad; el Padre por Su parte estipula otorgarnos todo el perdón, la aceptación, la adopción, y la vida eterna.

 

Ahora, el pacto ha sido cumplido por parte de Cristo.

 

El texto nos asegura eso, pues Jesús, de conformidad a Su promesa, derramó Su sangre, y ahora al compromiso sólo le falta el cumplimiento por parte del Padre Eterno, y bajo ese aspecto del Pacto, el apóstol llama al Padre, "el Dios de paz."

 

¡Cuán precioso nombre!

 

Él es el Dios de venganza; para los pecadores, Él es el tres veces Santo Dios, terrible fuera de Sus santos lugares.

 

Isaías 32: 1-7 nos dice:

 

1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. 2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. 3 No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos. 4 Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente. 5 El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido. 6 Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento. 7 Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre. 8Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.

 

Amados, nuestro Dios es un fuego que consume, es un Rey de Justicia; sin embargo para nosotros, viendo que el acuerdo ha sido cumplido de nuestro lado por nuestro grandioso Representante y Cabeza, Él es únicamente "el Dios de paz."

 

Amado… ¡si tú Cristiano!, Escucha, todo es paz entre tú y Dios; no hay ningún terreno de contienda que permanezca del pasado, ni ningún temor que se levante alguno nuevo.

 

¡El Pacto Eterno garantiza la paz eterna!

 

Nuestro Padre, Cristo, mi Dulce Espíritu Santo, no es el Dios de una tregua falsa, no es el Dios de un olvido parcial de agravios que permanecen sin perdón, sino el Dios de paz en el sentido más profundo; Él mismo está en paz, pues ¡hay una paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento!

 

Es más, por razón de Su misericordia, Su pueblo es conducido a gozar de paz de conciencia en ellos mismos, pues sentimos que Dios se ha reconciliado con nosotros, nuestros corazones descansan en Él, nuestros pecados que nos separaban han sido quitados, y el amor perfecto ha arrojado fuera el miedo que atormenta.

 

Reflexión

 

Oh Amados, en tanto el Señor está en paz Consigo mismo, tú eres llevado a gozar de paz interior por medio de Él, y Él también está en paz contigo, pues Él te ama con un amor inescrutable; Él no ve otra cosa en ti excepto aquello en lo que Se deleita, pues por el pacto Él no te ve como eres en ti mismo, sino en tu Cabeza que es Cristo Jesús.

 

Para el ojo de Dios no hay ninguna vista en el universo tan amable como Su propio amado Hijo, y Su pueblo en Su Hijo.

 

Hay suficiente belleza en Jesús para hacerlo olvidar nuestras deformidades, hay suficientes méritos en Jesús para cubrir nuestros deméritos, y hay suficiente eficacia en la sangre expiatoria de nuestro grandioso Sumo Sacerdote, para lavar todas nuestras transgresiones.

 

¡Amen!

 

Amados, Dios está en paz con nosotros, declara que nunca estará airado con nosotros ni nos va a reprender, y nosotros nos gozamos en Él, nos deleitamos en Su ley, y vivimos para Su gloria.

 

Ahora, a partir de este momento, en cada hora de angustia, miremos al Señor bajo este nombre alentador: "el Dios de paz," porque el pacto lo revela como tal.

 

El Sello del Pacto

 

"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno."

Hebreos 13:20

 

Amados en Cristo, queridos amigos, el Sello del Pacto es la sangre de Jesús.

 

En tiempos antiguos, cuando los hombres hacían pactos entre sí, ellos generalmente utilizaban alguna ceremonia para ligar la negociación, por así decirlo.

 

Ahora, bajo la antigua dispensación de perdón, los pactos con Dios eran siempre confirmados con sangre para cubrir – nunca eliminar – los pecados.

 

Tan pronto como era derramada la sangre y la víctima moría, el acuerdo alcanzado era establecido.

 

Ahora, cuando nuestro Padre celestial hizo un pacto con Jesucristo a favor nuestro, ese pacto fue verdadero y firme, "conforme a las misericordias firmes a David,", dice la Palabra de Dios; no obstante, para hacer que permanezca firme debe haber sangre.

 

La sangre ordenada para Sellar el Pacto no era sangre de toros ni de machos cabríos, sino la ¡Sangre del mismo Hijo de Dios!

 

Esto ha hecho ese Pacto tan firme y obligatorio, que es más fácil que pasen el cielo y la tierra a que falle una tilde de él.

Dios SIEMPRE guarda Sus propias promesas. Él NUNCA falla u omite.

 

Él es un Dios libre, pero Él se obliga a Sí mismo; por 2 cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, Él se ha obligado a Sí mismo a dar las bendiciones del pacto al rebaño representado por el grandioso Pastor.

 

Hermanos, ustedes y yo como Varones Maduros, nos obligamos por medio de nuestra palabra; ¡ese ES el Diseño de Dios!

 

Meditemos en ello.

 

Si hacemos un juramento, y yo espero que no lo hagamos a la ligera, ciertamente nos sentiríamos doblemente obligados por él; y si hubiéramos vivido en los tiempos antiguos, y la sangre hubiera sido derramada sobre un acuerdo al que hubiéramos llegado, habríamos considerado ese signo solemne y no habríamos soñado en arrepentirnos del pacto.

 

Amados, no olvidemos ni por un momento que en nuestro caso, la sangre de Cristo dio testimonio – hizo juramento - no sólo confirmando el pacto, sino que realmente lo cumplió; la estipulación del compromiso era de esta manera:

 

Cristo debía sufrir por nuestros pecados y honrar la ley divina.

 

Cristo, guardó la ley con Su propia vida y fue necesario para el cumplimiento completo del pacto por parte Suya, que su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz.

 

El derramamiento de Su sangre, por lo tanto, fue el cumplimiento de Su Obediencia prometida hasta el extremo.

 

De hecho, fue el cumplimiento verdadero del Pacto, por parte de Cristo, a favor nuestro; de tal forma que ahora, todo el compromiso debe permanecer firme, puesto que aquello de lo que dependía está consumado para siempre.

 

Cumplimiento del Pacto

 

"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno."

Hebreos 13:20

 

Amados,  Jesucristo ha sido resucitado de los muertos por medio de la sangre del pacto.

 

Aquí está la historia.

 

Él hizo el pacto a favor nuestro; Él cargó con nuestro pecado, y Se comprometió a sufrir por ese pecado.

 

Habiendo sido crucificado, Él entregó Su vida, y de la cruz fue llevado al sepulcro, y allí estuvo en vil cautividad.

 

Ahora, era parte del compromiso del lado de Dios el Padre, que Él no abandonaría el alma de Cristo en el Seol, ni permitiría que Su Santo viera corrupción; este acuerdo ha sido guardado fielmente.

 

Cristo nos representó en la cruz a todos los que creemos en Él.

 

De hecho, nosotros fuimos crucificados en Él; Jesús también nos representó en el sepulcro, pues hemos sido enterrados con Él.

 

Todo lo que le pasó a Él, le pasó también al rebaño.

 

Ahora :

 

·      ¿Qué le ocurrirá al cuerpo de Jesús?

·      ¿Mantendrá Dios Su pacto?

·      ¿Se comerá el gusano ese cuerpo hermoso, o desafiará la corrupción?

·      ¿Acaso sucederá que Quien descendió al seno de la tierra nunca regrese?

 

Espere, ¡Ya pasó la tercera mañana!

 

El tiempo prometido pasó.

 

Todavía ningún gusano se ha atrevido a alimentarse de esa forma semejante a Dios, y sin embargo yace entre los muertos; pero en la tercera mañana, el que dormía despertó como uno que ha sido refrescado por el sueño.

 

Él se levantó.

 

La piedra fué removida.

 

Los ángeles lo escoltaron en libertad.

 

Él Salió al aire libre del huerto, y habló a sus discípulos.

 

Jesús que se desangró, dejó a los muertos para no morir más.

 

Él esperó durante cuarenta días para permitir que Sus amigos vieran que realmente había resucitado, pero tuvo que elevarse más alto aún para ser llevado plenamente de regreso a sus honores anteriores.

 

¿Le sería fiel Dios y lo ascendería de regreso todo el tramo que tuvo que descender?

 

Sí, pues en el Monte de los Olivos, cuando se cumple el tiempo, Él comienza a ascender; cortando el aire que le rodeaba, Él se remonta desde el grupo de discípulos que le adoraban, hasta que una nube lo recibe.

 

¿Pero se remontará completamente hasta el punto desde el cual descendió?

 

¿Acaso obtendrá Él, en Su propia persona, una recuperación total para Su iglesia de toda la ruina de la caída?


¡Ah, véanlo cuando entra por las puertas que son de perlas!

 

¡Cómo es bienvenido por el Padre!

 

Vean cómo se eleva y se sienta en el trono del Padre, pues Dios lo ha exaltado también a lo sumo, y le ha dado un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla.

 

Conclusión

 

Amados, las ovejas nunca están lejos de ese grandioso Pastor de las ovejas, ellas siempre están en Su mano, y ninguna es arrebatada de allí.

 

En la tierra estuvieron con Él, y han sido resucitadas con Él.

 

Si Jesús hubiera permanecido en el sepulcro, todas Sus ovejas habrían perecido; pero cuando el Padre lo resucitó por la sangre, también nos resucitó por la sangre, y dio a nuestras almas la esperanza viva que nunca morirán, y a nuestros cuerpos la esperanza de la resurrección.

 

Jesús está en el cielo como nuestro representante, y Su rebaño lo sigue.

 Yo quisiera que ustedes pudieran visualizar las colinas del cielo levantándose desde estas tierras bajas.

 

Nosotros nos estamos alimentando aquí por un rato bajo Su ojo protector, y por allá hay un río que corre al pie de las colinas celestiales, que nos separa de los pastos del cielo.


Uno a uno, nuestros seres queridos están siendo llamados por la voz del Buen Pastor para que atraviesen la corriente, y ellos cruzan el río a Su llamado con
Gozo, de tal forma que se puede ver una larga fila de Sus ovejas pasando la corriente y subiendo por la colina donde se encuentra el Pastor que las recibe.

 

Esta línea une al rebaño que está arriba con el que está abajo, formando de esta manera un solo grupo.

 

¿Acaso no ven que continuamente están subiendo a Él, pasando nuevamente bajo la mano de aquél que les dice que sean alimentadas por el Cordero y que reposen para siempre allí donde los lobos no pueden llegar nunca?


Amados, un único rebaño está en este momento con su Pastor, pues para Él es una sola pastura, aunque a nosotros nos parezca dividida por el torrente del Jordán.

 

Cada una de las ovejas está marcada con la sangre del pacto eterno; cada una de ellas ha sido preservada, porque Jesús vivió; y así como Él fue resucitado de los muertos por la sangre, lo mismo debe ocurrir con ellas, pues eso establece el pacto.

Queridos amigos, recuerden entonces que el castigo del rebaño fue soportado por el Pastor, que el rebaño murió en el Pastor, y que el rebaño vive ahora porque el Pastor vive; que la vida de ese rebaño es por consiguiente una nueva vida; que Él traerá a todas Sus ovejas que todavía no han sido llamadas, sacándolas de su muerte en el pecado, así como Él ha sido resucitado de Su propia muerte; que Él conducirá hacia delante y hacia arriba a quienes son llamados, de la misma forma que Él fue hacia delante y hacia arriba del sepulcro al trono; que Él los preservará a todos a lo largo de todo su camino, así como Él fue preservado por la sangre del pacto eterno; y que Él los perfeccionará así como Él es perfecto.

 

¡De la misma manera como el Dios de paz ha glorificado a Su Hijo, así también Él traerá a todos Sus elegidos a la gloria eterna con Él!

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez