domingo, 17 de julio de 2022

#A341 Despertemos …

Serie: Tiempo de Revolución 



Ps. Jorge Macías Benitez 

17 de Julio del 2022 



Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor!!!

No tengo ninguna duda al respecto de las tristes consecuencias ha acarreado el pecado. 

Este hermoso mundo nuestro fue una vez un templo glorioso, y cada uno de sus pilares reflejaba la bondad de Dios, y cada una de sus partes era un símbolo del bien, pero el pecado ha corrompido y ha viciado todas las metáforas y las figuras que se puedan desentrañar de la tierra. 

Ha descompuesto de tal manera la divina economía de la naturaleza, que esas cosas que eran cuadros inimitables de virtud, bondad, y divina plenitud de bendición, se han convertido en figuras representativas del pecado. 

Es extraño decirlo, pero a la vez es extrañamente cierto, que los supremos dones de Dios se han convertido en los peores cuadros de la culpa humana, por el pecado del hombre.

¡Contemplen las corrientes de agua! 

Brotando de sus fuentes, se precipitan por los campos, llevando la abundancia en su seno; los cubren por un tiempo, y después de unos días se apaciguan y dejan sobre la llanura un depósito fértil, en el cual arrojará la semilla el labriego para obtener una cosecha abundante. 

Cualquiera habría llamado la irrupción de las aguas un hermoso cuadro de la plenitud de la providencia, de la magnificencia de la bondad de Dios hacia la raza humana; pero descubrimos que el pecado se ha apropiado de esa figura. 

El comienzo del pecado es como el prorrumpir de las aguas. ¡Miren el fuego! 

Cuán amablemente nos ha dado Dios ese elemento, para alegrarnos en medio de las heladas invernales. 

Cuando huimos de la nieve y del frío, nos apresuramos al fuego de nuestro hogar, y allí, junto a la chimenea, calentamos nuestras manos y nos contentamos. 

El fuego es un rico cuadro de las influencias divinas del Espíritu, un santo emblema del celo del cristiano; pero, ¡ay!, el pecado ha tocado esto, y la lengua es llamada "un fuego;" "es inflamada por el infierno," .

Esto es lo que se nos dice, y a menudo está evidentemente llena, cuando emite blasfemias y calumnias; y Santiago, al contemplar los males causados por el pecado, alza su mano y exclama: 

"He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!" 

Luego está el sueño, uno de los más dulces dones de Dios, hermoso sueño:

"Dulce restaurador de la naturaleza cansada, sueño balsámico.”

Dios ha seleccionado al sueño como la mejor figura del reposo de los benditos. 

"Así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él," 

Dice la Escritura. 

David lo coloca entre los dones peculiares de la gracia: 

"Pues que a su amado dará Dios el sueño." 

Pero, ¡ay!, el pecado no pudo dejar en paz ni siquiera esto. 

El pecado ha contrarrestado inclusive esta metáfora celestial; y aunque el propio Dios había empleado al sueño para expresar la excelencia del estado de los benditos, sin embargo el pecado debía profanar inclusive esto, antes de poder expresarse. 

Dice la Palabra de Dios en 1 Tesalonicenses 5: 6…

"Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios."

El sueño es empleado en nuestro texto como un cuadro de una condición pecaminosa. 

Con esa introducción, procederé de inmediato al texto. 

El "durmamos" del texto es un mal que debe ser evitado. 

En segundo lugar, las palabras "Por tanto" son empleadas para mostrarnos que hay ciertas razones para evitar este sueño. 

Ahora, puesto que el apóstol habla de este sueño con tristeza, es para enseñarnos que hay algunas personas, a quienes él llama "los demás," por quienes debemos lamentarnos, porque ellos duermen y no velan y no son sobrios. 

El Título del mensaje hoy, es:

#A341 Despertemos …


Oremos




Un Mal Dormir


El apóstol habla de "los demás" que duermen. 


Si revisamos el original, encontrarán que la palabra que es traducida como "los demás" tiene un significado más enfático. 


Puede ser traducida como "el desecho," "Por tanto, no durmamos como el desecho," diría, esto es… como la gentuza, los espíritus innobles, los que no tienen una mente que se eleve sobre los problemas de la tierra; "por tanto, no durmamos como los demás," la innoble multitud ruin que no está viva al elevado llamado celestial de un cristiano. 


"No durmamos como lo hace el desecho de la humanidad." 


Es entonces que podremos descubrir que la palabra "durmamos," en el original, tiene también un sentido más enfático. 


Significa un sueño profundo, una pérdida de conciencia casi extrema; y el apóstol indica que el desecho de la humanidad se encuentra ahora sumido en ese sueño profundo. 


Vamos entonces a intentar explicar, si podemos, lo que quiso decir con eso. 


En primer lugar, el apóstol quiso decir que el desecho de la humanidad está en un estado deplorable de ignorancia. 


Quienes duermen no saben nada. 


Puede haber júbilo en la casa, pero el haragán no comparte esa alegría; puede haber muerte en la familia, pero ninguna lágrima rueda por la mejilla del que duerme. 


Grandes eventos pudieron haber acontecido en la historia mundial, pero él los desconoce. 


Un terremoto pudo haber desplomado toda una ciudad debido a su magnitud, o una guerra pudo haber devastado una nación, o el estandarte del triunfo puede estar ondeando al viento, y los clarines de su país pueden estar saludándonos con la victoria, pero él desconoce todo eso.


"Su labor y su amor se han perdido, a la vez desconociendo y siendo desconocidos.”


El que duerme no sabe nada de nada. 


¡Contemplen como el desecho de la humanidad coincide en esto! 


Sabe mucho de algunas cosas, pero no sabe nada de las cosas espirituales; no tiene la menor idea de la persona divina del adorable Redentor; no puede ni siquiera adivinar los dulces gozos de una vida de piedad; no se puede elevar a los sublimes entusiasmos ni a los raptos íntimos del cristiano. 


Háblale de doctrinas divinas, y éstas son para él un enigma; coméntale acerca de experiencias sublimes, y le parecen entusiastas fantasías. 


No sabe nada de los gozos venideros; y, ¡ay de él!, se le olvidan los males que le vendrán si continúa en su iniquidad.


El grueso de la humanidad es ignorante; no tiene conocimiento; no tiene el conocimiento de Dios, no tiene ante sus ojos temor de Jehová; sino que con sus ojos vendados por la ignorancia de este mundo, marcha hacia delante por los caminos de la lujuria hacia ese fin terrible y seguro, la ruina eterna de sus almas. 


Hermanos, sí somos santos, no seamos ignorantes como los demás. 


Escudriñemos las Escrituras, pues en ellas tenemos la vida eterna, porque ciertamente ellas dan testimonio de Jesús. 


Seamos diligentes; no permitamos que la Palabra se aparte de nuestros corazones; meditemos en eso tanto de día como de noche, para que podamos ser como el árbol plantado junto a corrientes de aguas. 


"Por tanto, no durmamos como los demás.”


Además, el sueño describe un estado de insensibilidad. 


Puede haber mucho conocimiento en quien duerme, escondido, almacenado en su mente, que pudiera ser muy bien desarrollado si pudiera ser despertado. 


Pero él no tiene ninguna sensibilidad, no tiene conocimiento de nada. 


El ladrón se ha introducido en la casa; tanto el oro como la plata están en las manos del ladrón; el hijo está siendo asesinado por la crueldad del que se ha metido en la casa; pero el padre duerme, aunque todo el oro y la plata que posee y su hijo más preciado, se encuentren en las manos del destructor. 


Está inconsciente; ¡cómo podrá sentir, cuando el sueño ha sellado completamente sus sentidos! 


¡Vean!, en la calle hay luto. 


Un incendio acaba de destruir el albergue de los pobres, y los mendigos sin hogar se encuentran en la calle. 


Están clamando a su ventana, pidiéndole ayuda. 


Pero él duerme, y ¿qué sabe él, aunque la noche sea fría y aunque los pobres estén temblando por la tragedia? 


No tiene conciencia; no siente nada por ellos. 


¡Por allí!, tomen la escritura de su propiedad y quemen el documento; ¡por allá!, ¡prendan fuego a la casa! 


Quemen todo lo que tiene en propiedad; dejen ahora que el fuego de Dios descienda y queme sus pertenencias; que el enemigo caiga sobre todo lo que tiene y lo devore. 


Él duerme tan profundamente como si estuviera protegido por el ángel del Señor. 


Tal es el desecho de la humanidad. 


Pero, ¡ay!, ¡que tengamos que incluir en esa palabra "desecho" a la mayor parte de ella! ¡Cuán pocos hay que sienten espiritualmente! 


Ellos sienten con mucha agudeza cualquier lesión corporal o cualquier daño a sus propiedades; pero ¡ay!, ¡no tienen ninguna sensación de ningún tipo por sus intereses espirituales! 


Están parados al borde del infierno, pero no tiemblan; la ira de Dios está ardiendo en contra de ellos, pero no temen; la espada de Jehová está desenvainada, pero el terror no se apodera de ellos. 


Ellos continúan con la danza festiva; beben la copa del placer intoxicante; se van de parranda y se entregan al libertinaje; todavía entonan la canción lasciva; sí, hacen más que eso; en sus vanos sueños desafían al Altísimo; mientras que, si se despertaran una sola vez a la conciencia de su estado, la médula de sus huesos se derretiría, y su corazón se disolvería como cera en medio de sus entrañas. 


Ellos están dormidos, son indiferentes e inconscientes. 


Puedes hacer cualquier cosa con ellos; puedes quitarles todo lo que es esperanzador, todo lo que pueda alegrarlos cuando se aproximen a la muerte, y sin embargo, no lo sienten; pues, ¿cómo pueden sentir algo mientras duermen? 


"Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.”


Además, el que duerme no se puede defender. 


Miren a aquel príncipe; él es un hombre fuerte, ay, y un hombre fuerte armado. 


Ha entrado en la tienda de campaña. Está cansado. 


Ha bebido la leche que le dio la mujer; "en tazón de nobles le presentó crema," y comió; se tiró al suelo y durmió.


Ahora ella se acerca. 


Tiene en su mano su mazo de trabajadores y su estaca. 


¡Guerrero!, tú podrías disolverla en trozos con un golpe de tu poderoso brazo; pero ahora no puedes defenderte a ti mismo. 


La estaca está en sus sienes; la mano de la mujer sostiene el mazo y la estaca ha perforado su cráneo; pues cuando se durmió quedó indefenso. 


El estandarte de Sísara había ondeado victoriosamente sobre enemigos poderosos; pero ahora está manchado por una mujer. 


¡Proclámenlo, proclámenlo! 


El hombre que, despierto, hacía que las naciones temblaran, muere a manos de una débil mujer mientras dormía. 


Así es el desecho de la humanidad. Duerme; no tiene ningún poder de resistir la tentación. 


Su fortaleza moral se ha perdido, pues Dios se ha separado de ellos. 


Está la tentación de la concupiscencia. 


Son hombres de sólidos principios en asuntos de negocios, y nada los haría desviarse de la honestidad; pero la lascivia los destruye; son aprisionados como un pájaro en la trampa; están totalmente sometidos. 


O, tal vez, es de otra manera que son conquistados. 


Son hombres que no realizarían un acto impuro, que no tendrían ningún pensamiento lascivo; lo desprecian. 


Pero ellos tienen otro punto débil, están atrapados por la copa. Son sometidos y atrapados por la borrachera.


O, si pueden resistir estas cosas, y no son dados ni al libertinaje ni a los excesos de vida, sin embargo, tal vez, la ambición entró en ellos; escondida bajo el nombre de prudencia se deslizó en sus corazones, y son conducidos a aferrarse al tesoro y a acumular el oro, aunque ese oro haya sido exprimido de las venas de los pobres, y aunque hayan chupado la sangre de los huérfanos. 


Parecen incapaces de resistir sus pasiones. 


Cuántas veces no se ha escuchado de algunos hombres: 


"no puedo evitarlo, señor, sin importar lo que haga; resuelvo, y vuelvo a resolver, pero hago lo mismo; estoy indefenso; ¡no puedo resistir la tentación!" 


Oh, por supuesto que no puedes, mientras estés dormido. 


¡Oh, Espíritu del Dios viviente! ¡Despierta al que está dormido! 


Que la pereza pecaminosa y la presunción, ambas, sean espantadas, no sea que quizá Moisés se encuentre con ellos en el camino, y encontrándolos dormidos, los cuelgue del patíbulo de la infamia para siempre. 


Algo aún Peor


Ahora voy a dar otro significado a la palabra "durmamos." 


El sueño también significa inactividad. 


El labrador no puede arar sus campos mientras duerme, ni tampoco puede arrojar la semilla en los surcos, ni escudriñar las nubes, ni recoger su cosecha. 


El marinero no puede izar su vela, o pilotear su barco a través del océano, mientras dormita. 


No es posible que en la casa de cambio, o en el mercado, o en la casa de comercio, los hombres lleven a cabo sus transacciones con sus ojos fuertemente cerrados por el sueño. 


Sería algo singular ver a una nación de personas que sueñan; sería una nación de ociosos. 


Todos se morirían de hambre; no producirían ninguna riqueza del suelo; no poseerían nada para sus espaldas, no tendrían ropas ni alimentos. 


¡Pero a cuántos encontramos en el mundo que están inactivos por causa del sueño! 


Sí, digo inactivos. 


Con eso quiero decir que están bastante activos en una cierta dirección, pero están inactivos en referencia a la dirección correcta. 


¡Oh, cuántos hombres hay que están totalmente inactivos en todo aquello que es para la gloria de Dios, o para el bienestar de sus semejantes! 


En cuanto a ellos, pueden "levantarse de madrugada e ir tarde a reposar, y comer su pan con temor;" para sus hijos, que representan un doble de ellos, pueden trabajar hasta que les duelan los dedos; pueden cansarse hasta que sus ojos enrojezcan en sus cuencas, hasta que su cerebro sea un torbellino, y ya no puedan hacer más, pero para Dios no pueden hacer nada. 


Algunos dicen que no tienen tiempo, otros confiesan con franqueza que no tienen voluntad: para la iglesia de Dios no gastarían ni una hora, mientras que para el placer de este mundo podrían dedicar un mes. 


No pueden gastar ni su tiempo ni su atención en los pobres. 


Tal vez puedan tener tiempo que reservar para ellos mismos y para su propia diversión; pero para obras santas, para actos de caridad o piadosos, ellos declaran que no tienen tiempo libre; pero la razón es que no quieren.


¡Contemplen ustedes cuántos cristianos hay que profesan, pero que están dormidos en este sentido! 


Están inactivos. 


Cientos de pecadores se están muriendo en la calle; los hombres se están hundiendo en las llamas de la ira eterna; sin embargo, cruzan sus brazos, sienten compasión por el pobre pecador que perece, pero no hacen nada para mostrar que su compasión es real. 


Asisten a sus lugares de adoración; ocupan su bien acojinado banco; desean que el ministro los alimente cada domingo; sin embargo, no le enseñan a ningún niño en la escuela dominical; no distribuyen ningún folleto en la casa del hombre pobre; no llevan a cabo ningún acto que pueda ser el instrumento para salvar almas. 


Nosotros decimos que son hombres buenos; inclusive a algunos de ellos los elegimos para el oficio de diáconos; y sin duda son hombres buenos; son buenos de la misma manera como Antonio quiso decir que Brutus era honorable, cuando afirmó: "Eso somos todos, hombres honorables." 


Eso somos todos, buenos, si ellos realmente fueran buenos. 


Pero ellos son buenos en un sentido: buenos para nada; pues únicamente se sientan y comen el pan, pero no aran el campo; beben el vino, pero no cultivan la vid que lo produce. 


Asi es… el que no Sirve… NO sirve


Piensan que deben vivir para sí, olvidando que "ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.”


Oh, qué vasta cantidad de sueño tenemos en todas nuestras iglesias y capillas; pues, ciertamente, si nuestras iglesias se despertaran una vez, hablando de lo material, hay suficientes hombres y mujeres convertidos, y hay suficiente talento en ellos, y tienen suficiente dinero y tiempo suficiente, (otorgando Dios la abundancia de su Espíritu Santo, lo que haría con certeza si todos fueran celosos); hay lo suficiente para predicar el Evangelio en cada rincón de la tierra. 


La iglesia no necesita detenerse por falta de instrumentos o por falta de medios; tenemos todo ahora, excepto la voluntad; tenemos todo lo que podemos esperar que Dios dé para la conversión del mundo, excepto únicamente un corazón para la obra, y el Espíritu de Dios derramado en medio de nosotros. 


¡Oh!, hermanos, "no durmamos como los demás." 


Todos podemos encontrar a "los demás" en la iglesia y en el mundo: "los desechos" de ambos grupos están profundamente dormidos.


Sin embargo, antes de finalizar este primer punto de la explicación, es necesario que diga simplemente que el propio apóstol nos suministra una parte de la exposición; pues la segunda frase, "sino velemos y seamos sobrios," implica que el reverso de estas cosas es el sueño, que es lo que él quiere decir… "Velemos." 


Hay muchos que no velan nunca. 


No velan nunca contra el pecado; no velan nunca contra las tentaciones del enemigo; no velan contra sí mismos, ni contra "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida." 


Ellos no están atentos a las oportunidades de hacer el bien; no velan por oportunidades para instruir al ignorante, para confirmar al débil, para consolar al afligido, para socorrer a los necesitados; no velan para encontrar oportunidades para glorificar a Jesús, o para encontrar tiempos de comunión; no velan por las promesas; no están atentos a las respuestas a sus oraciones; no están atentos a la segunda venida de nuestro Señor Jesús. Estos son el desecho del mundo: no velan porque están dormidos. 


Pero nosotros velemos: así demostraremos que no estamos dormitando. 


Además: "seamos sobrios," … esto se refiere principalmente a la abstinencia o temperancia en la comida y en la bebida. 


Calvino dice que no es así: que esto se refiere más especialmente al espíritu de moderación en las cosas del mundo. 


Ambos tienen razón; se refiere a ambos. 


Hay muchos que son sobrios; otros duermen porque no lo son; pues la falta de sobriedad conduce al sueño. 


No son sobrios: no pueden estar contentos de hacer un pequeño negocio; quieren hacer uno grande. 


No son sobrios: no pueden hacer una inversión que sea segura; deben especular. 


No son sobrios: si pierden su propiedad, su espíritu decae internamente, y son semejantes a hombres que están borrachos de ajenjo. 


Si por otro lado, se vuelven ricos, no son sobrios: ponen de tal manera sus afectos en las cosas del mundo que se intoxican de orgullo, a causa de sus riquezas; se vuelven orgullosos por su bolsillo, y necesitan que los cielos sean elevados más alto, para que sus cabezas no se golpeen contra las estrellas. 


¡Oh!, yo podría urgir este precepto en este momento, mis queridos amigos. 


Se aproximan tiempos difíciles, y los tiempos ya son lo suficientemente duros. 


Seamos sobrios. 


El Temor… Hoy ha surgido principalmente por la desobediencia a este mandamiento: "seamos sobrios;" y si las personas que profesan su fe Hoy… hubieran obedecido este mandamiento, y hubieran sido sobrios, el Temor, en el peor de los casos, habría sido mitigado, si es que no hubiera sido evitado totalmente. 


Ahora, en breve, ustedes que tienen algún dinero invertido, correrán al banco para retirarlo, porque temen que el banco se tambalee. No serán lo suficientemente sobrios para tener un poco de confianza en sus colegas, y ayudarlos en sus dificultades y de esta manera ser una bendición para la nación.  


Los que piensan que se pueden obtener beneficios prestando el dinero que poseen a intereses usureros, no estarán contentos con prestar lo que tienen disponible, sino que estarán extorsionando y exprimiendo a sus pobres deudores, para tener más dinero que prestar. 


Muy pocas veces los hombres se contentan con enriquecerse gradualmente; pero quien se apresura a ser rico no será inocente. 


Conclusión


Cuídense, hermanos míos, si vinieran tiempos difíciles al mundo, si las casas comerciales se desplomaran y los bancos quebraran, cuídense y sean sobrios. 


No hay nada que nos permita resistir tan bien el pánico, como el que cada uno de nosotros mantenga su espíritu en alto; simplemente levantándonos en la mañana, digamos: "los tiempos son muy difíciles, y hoy puedo perderlo todo; pero angustiarme no me servirá de nada; por tanto, voy a enfrentar con un corazón valiente la dura tristeza, y voy a continuar haciendo lo mío. 


Las ruedas de los negocios podrán detenerse; yo bendigo a Dios, mi tesoro está en el cielo; no puedo ir a la quiebra. 


He puesto mis afectos en las cosas de Dios; no puedo perderlas. ¡Allí está mi joya; allí está mi corazón!”


Vamos, si todos los hombres pudieran hacer eso, se ejercería una influencia para crear confianza pública; pero la causa de la gran ruina de muchos es la ambición de todos los hombres y el temor de algunos. 


Si todos pudiéramos ir por el mundo con confianza, y con valor, y con coraje, no hay nada en el mundo que pudiera desviar tan bien el golpe. 


Yo creo que el golpe va a darse; y hay muchos hombres aquí presentes, que son muy respetables, que pueden esperar convertirse muy pronto en mendigos. 


La obligación de ustedes es poner de tal manera su confianza en Jehová, que puedan decir: "aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar, Dios es mi amparo y fortaleza, mi pronto auxilio en las tribulaciones.  Por tanto, no temeré;" 


Haciendo eso, estarán creando mayores probabilidades de evitar su propia destrucción, que por cualquier otro medio que la sabiduría humana pudiera dictarles. 


No seamos desenfrenados en los negocios, como los demás, sino que debemos despertar. 


"No durmamos," no nos dejemos llevar por el sonambulismo del mundo, o sea, actividad y codicia en el sueño, pues hay algo mejor que eso: "sino velemos y seamos sobrios." 


Oh, Espíritu Santo, ayúdanos a velar y ser sobrios.


Oremos


Ps. Jorge Macías Benitez


¡Dios les Bendice!

domingo, 10 de julio de 2022

#A340 Identidad y Trascendencia Parte 2

Serie: Tiempo de Revolución 



Ps. Jorge Macías Benitez 

28 de Mayo del 2022 



Introducción


Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, Reino de Dios Ministerios!


Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor!!!

El anhelo de #Trascender está presente en todos los seres humanos. 

El camino que decidamos seguir al buscar la satisfacción de ese impulso o los medios que utilicemos para desarrollar plenamente este objetivo, marcarán nuestra calidad como seres humanos, nuestro destino y, lo más importante, nuestra felicidad, Gozo.

Ahora, si bien el impulso es el mismo en todos (en esencia), no es lo mismo que busquemos saciarlo a través de una droga dañina que de una forma de Fe y en concreto por medio de una relación con él Único Dios Verdadero. 

No es lo mismo que sigamos el camino del servicio que seguir el camino del egoísmo. 

Uno enaltece el corazón humano al ver que la vida de otros es mejor por lo que compartimos; el otro degrada nuestro interior mientras pensamos erróneamente que quitar y empobrecer a los demás es la única manera de obtener y enriquecerse: que hacerlos menos es la forma de ser más. 

Damos lo que obtenemos, y sólo somos dignos cuando vivimos con dignidad, con humildad y tratamos con ella a nuestros semejantes. 

El Título del mensaje hoy, es:

#A340 Identidad y Trascendencia

Parte 2


Oremos




El Anhelo de Trascender


Trascendencia es un término de origen latino que significa «ascender más allá», sobrepasar, exceder los límites. 


Cuando decimos que Dios es trascendente, nos referimos a que Él está totalmente por encima de todo lo creado. No está sujeto a ningún limitación alguna. Él absolutamente independiente y está más allá de todo lo que existe.


Podemos hablar de la trascendencia de Dios en dos sentidos. En el sentido ontológico, el ser de Dios es completamente distinto a todo otro ser. 


No hay nada de criatura en el Creador. 


Es y será siempre «otro» inescrutable. Por lo tanto, epistemológicamente Dios excede también toda nuestra capacidad de conocimiento. 


Ninguna criatura puede abarcar a Dios con su conocimiento de criatura. Dios es misterio. 


Èl lo sabe todo, nosotros únicamente  podemos saber parte. Dios es totalmente puro, nosotros somos pecadores. 

Dios solo desea lo justo y bueno; nosotros deseamos con frecuencia lo malo y nuestros afectos son una mezcla de cosas buenas y malas.


Los escritores bíblicos captaron esa trascendencia de Dios, por ejemplo, con relación al tiempo. 


Dios es antes de la creación (Salmos 90:2). 


También percibieron su trascendencia respecto al espacio. 


El universo no lo puede contener (1 Resyes 8:27). 


Dios es santo (Oseas 11:9, Salmos 30:4). 


Él es exaltado y altísimo (Salmos 113:5-6, Isaías 55:8-9). 


Isaías habló tanto de la trascendencia como de la inmanencia de Dios (57:15).


El deísmo lleva la trascendencia de Dios a un extremo errado. 


Dios, en esta filosofía, es el Creador que se mantiene lejos y desconectado de su creación. 


Según los deistas, Dios creó un universo que se mantiene sólo. Él no está presente en las cosas que pasan acá abajo.


La enseñanza sobre la trascendencia de Dios tiene sus implicaciones. 


En primer lugar, el hombre no representa el máximo valor. Dios, el Creador, quien está muy encima de todo es el que da valor. Sin Dios no tiene sentido tratar de articular de manera alguna la valoración humana. 


Tal vez por eso, los movimientos humanistas modernos fracasan a la hora de establecer una ética y un orden basados en el valor del hombre. 


Sin un Creador, el hombre no es más que polvo cósmico.


Por otra parte, el entendimiento humano jamás podrá comprender la totalidad de Dios. 


Lo que Dios es y lo que Dios haca estará siempre plagado de misterios. 


Además los humanos nunca podremos conocer a Dios a partir de nuestra propia inteligencia. 


Lo que sabemos de Dios se lo debemos al hecho de que Él nos lo ha revelado. 


Si Dios no nos revela quién es él y cuál es su voluntad, nosotros permanecemos en la oscuridad. 


También es cierto que al amparo de nuestros propios recursos, nunca podremos acercarnos a Dios. 


Él es totalmente distinto y además es completamente justo. 


Sólo podemos acercarnos a Dios en la medida en que él se nos acerca. 


Él puede descender  hasta nosotros, pero para nosotros es imposible ascender a Él. 


Sólo él puede llevarnos consigo (Juan 14:1-6).


El hombre es criatura y Dios es el Creador.


El hombre no tiene nada dios, como enseñan algunas religiones. 


Jesús es Hijo de Dios, porque descendió del Padre, estaba con el Padre desde el principio y es uno con el Padre (Juan 1:1, 3:12-13. 14:8-9). 


Nosotros somos hijos de Dios, porque somos criaturas suyas. 


Somos obra de sus manos, no la «imagen misma de sus sustancia» (Hebreos 1:1-3). 


Sólo podemos ir al Padre, por medio del Hijo (Juan 14:6).


Una Fe que Trasciende


Una Fe que Trasciende, me lleva a hacerme preguntas, como esta:


”Todo lo que hagas dejará algo, la pregunta es: ¿Qué estás haciendo hoy? Porque por eso serás recordado mañana”


Una de las particularidades que tiene ser parte del Reino es, que todo lo que hacemos trasciende.


Esto es muy importante, porque le da sentido de propósito a todo lo que hago. 


Es más, saber que mis decisiones, mi Fe, mis obras trascienden, me lleva a ser más responsable. 


A esforzarme. 


A ser distinto.


Santiago 2:17-18 


"Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”


Definición de Trascender: 


    • Pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. 
    • Estar o ir más allá de algo


Por eso lo que expresa el libro de Santiago es clave para entender lo que Dios nos está hablando. 


En otras palabras, como lo que estás haciendo superará los limites de tu vida natural, aun después de tu partida con Dios, es necesario que comiences a desarrollar las obras de Fe que hay en tu interior y que el Espíritu ya te capacito para que las hagas.


1 Juan 2:17 


"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”


Dios te preparo para trascender y para que hagas historia. Todo lo que hagas dejara algo, la pregunta es, que ¿Qué estás haciendo hoy? Porque por eso serás recordado mañana.


Si uno solo deja deseos, en realidad está dejando algo en el aire, que no tiene fundamento. Solo un deseo.


Es clave aprender la diferencia que existe entre un fuerte deseo humano y una visión que Dios pueda darte.


Un fuerte deseo: 

Quizás tenga su cumplimiento, quizás lo puedas lograr porque uno pone todo de sí para lograrlo, pero cabe la posibilidad de que quizás no lo logres. 


A pesar de que la palabra dice que Dios te pone el querer como el hacer, el tiempo termina mostrando, si fue un deseo o una visión.


Visión, tiene que ver con algo que Dios está decidido a que tengas y logres. 


La visión que Dios te ha puesto se cumplirá sí o sí. 


No hay posibilidad que eso no suceda. 


Solo si yo rechazo al Espíritu Santo. 


Sino una visión puesta por Dios es la próxima realidad en la tierra.


Todo lo que hagas trascenderá tu vida y llegara a tus generaciones… siempre es así.


Dice Apocalipsis 14:13 (PDT) 


"Luego, escuché una voz del cielo que decía: "Escribe esto: 'Afortunados los que a partir de este momento mueran unidos al Señor'". El Espíritu dice: "Sí, eso es cierto, ahora ellos descansarán de su trabajo pues sus obras los acompañarán”


Apocalipsis lo confirma. 


Lo que hacemos va a trascender. 


Confirma que mi trabajo no es en vano, que mi esfuerzo tiene sentido, que no debo escuchar más al diablo cuando te hace sentir que lo que estás haciendo no vale la pena. 


Dios dice, yo me ocupo de tu esfuerzo y hago que tus propias generaciones vivan de tu herencia, vivan de lo que hiciste, vivan de lo que lograste.


Pregunta: 


¿Pueden vivir de lo que vas a dejar? 


Por eso llega este mensaje, para que actives la sobrenaturalidad de Dios, y los años comiencen a redimirse.


Cuando comprendemos que nuestra fe trasciende, nuestras obras imparten vida.


Dice Éxodo 1:15-21 (PDT) 


"Había dos parteras hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, que atendían a las mujeres hebreas. El rey de Egipto les dijo: Cuando estén ayudando a las hebreas a dar a luz, fíjense en el sexo del bebé. Si es niño, mátenlo pero si es niña, déjenla vivir. Pero las parteras respetaban a Dios y no hicieron lo que el rey de Egipto les ordenó. Dejaban que los niños vivieran. Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les preguntó: ¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué dejaron vivir a los niños? Ellas respondieron: Porque las hebreas son diferentes a las egipcias; son fuertes y dan a luz antes de que la partera llegue a atenderlas.” 


Dios bendijo a las parteras. 


Los israelitas se multiplicaron y se fortalecieron mucho. 


Dios hizo que las familias de las parteras tuvieran muchos hijos porque ellas respetaron a Dios.


Estas mujeres, pusieron por delante la Fe, luego vinieron las obras y por último la Bendición. 


Sus familias recibieron la bendición de la fe de estas mujeres.


La confirmación Apostólica de la trascendencia de mi Fe


Dice 2 de Timoteo 2:3-5 


"Siempre te recuerdo en mis oraciones, de día y de noche doy gracias a Dios por ti. Al igual que mis antepasados, sirvo a Dios con conciencia limpia. Cuando recuerdo tus lágrimas por mí, quisiera verte. ¡Qué feliz me haría! Recuerdo tu fe sincera, como la que tuvo primero tu abuela Loida, luego tu mamá Eunice y estoy seguro de que tú también la tienes.”


Pablo marca algo fundamental, la Fe traspasa generaciones y preparan el camino para que las próximas generaciones puedan edificar sobre ese fundamento.


La abuela de Timoteo y la Madre, prepararon el camino a causa de una Fe sincera, para que Timoteo sea discípulo del Apóstol más grande (según mi criterio) del tiempo de la gracia. 


Y termine siendo Pastor en Éfeso.


Todo lo que hagas en Cristo, trasciende. 


Por eso Dios hace un llamado a hacer, porque necesita las obras de los justos en la tierra, para la manifestación sobrenatural más grande que se haya vivido.


Identidad como el Parakletos


Tener fe más que una conquista personal es un don de Dios. 


El Señor nos ve con misericordia y nos va llevando con paciencia para que surja el regalo de la fe. 

Decir que creemos en Dios es una bendición, pues nos ofrece una visión diferente en la vida; se trata de una confesión de fe que le da nuevos horizontes a nuestra vida.


Jesús le da una proyección más puntual a nuestra fe. 


Decir que creemos en Dios se puede quedar simplemente en ideas generales sin un compromiso de por medio y al margen de los demás, como lo sugiere el comentario de algunas personas que con cierta presunción expresan que creen en Dios pero no necesitan ir a la Iglesia.


Jesús dice a sus discípulos: “Si creen en Dios crean también en mí”. 


Porque seguir a Jesús hace posible que podamos vivir la fe con todo el potencial que tiene y nos ayuda a situarnos en el único camino que nos hace #trascender, en el único camino que nos lleva a Dios.


En todas las áreas de la vida buscamos la excelencia y perseguimos en todo momento llegar a #trascender


También en la vida cristiana tenemos que llegar a vivir a fondo la fe, y el camino de Jesús hace posible que no nos quedemos en una fe especulativa o de complacencia mental, que no nos quedemos en una vivencia individualista de la fe sino que lleguemos a una fe que nos engendre como nuevas personas, que nos convierta en otro Cristo.


Retomando la invitación que las cartas del Nuevo Testamento nos hacen para imitar a Jesús, para reproducir los mismos sentimientos de Jesús, la espiritualidad cristiana nos invita a llegar a ser otro Cristo. 

La excelencia en la fe, la meta de la vida cristiana consiste en llegar a ser como Cristo, hechos a Su Imagen, conforme a Su Semejanza…!!


De suyo la expresión nos puede parecer muy exigente pues ya con el sólo hecho de aspirar a ser buenas personas se nos hace difícil. 


Ser otro Cristo nos quedaría muy grande, como algo inalcanzable, aunque ésa es la meta de la fe, llegar a ser como Cristo. 


Por eso Jesús promete un auxilio, para que logremos un mayor compromiso en la fe, para que podamos reproducir en nuestra vida sus mismos sentimientos. 


Para seguir a Jesús, para ser fieles en su camino, para llegar a ser otros Cristo Jesús envía el Espíritu Santo.


El Espíritu Santo, el Parakletos es la gran promesa de Jesús; al despedirse promete un consolador y un auxilio que hará posible que los discípulos se sobrepongan de las dificultades y lleguen a consagrarse completamente a esta misión.


El Espíritu Santo consuela para que también los discípulos puedan consolar a los demás. 


Por lo que además de ser otro Cristo también intuimos que estamos llamados a difundir los dones del Espíritu Santo. 


Llegar a ser como el Parakletos que consuela y fortalece.


Conclusión Parte 2


Hay tanto sufrimiento en el mundo, hay mucha tristeza y soledad y en medio de estas penalidades estamos llamados a ser consoladores. 


La vida se encarga de ponernos delante de situaciones que rebasan nuestra capacidad de respuesta. 


A veces nos hemos sentido rebasados e impotentes cuando acompañamos a una madre que pierde a su hijo; cuando un esposo sepulta a su esposa o viceversa, cuando muere un joven, cuando alguien se entera que padece cáncer, cuando alguien está desahuciado, cuando alguien enfrenta las terribles consecuencias de la inseguridad.


Son situaciones tan complejas en las que no sabemos qué decir, cómo comportarnos. 


A veces hemos intentado decir palabras elegantes y bien elaboradas, pero no siempre son la mejor respuesta frente a estos problemas delicados. 


Puede suceder que al no saber qué decir muchas veces justifiquemos mantenernos al margen o hacer oraciones a la distancia, esquivando confrontarnos directamente con el dolor de los demás.


Se necesita compartir en esos momentos una presencia superior, una luz que no viene de nosotros, que nosotros no inventamos y que es el Espíritu Santo, el gran consolador, el dulce huésped del alma.


El Espíritu Santo es el gran regalo de Jesús para estos tiempos de sufrimiento y desesperanza. 


Por tanto, nuestra misión consiste en llegar a ser otro Cristo y otro Parakletos para que la fortaleza y el consuelo se apoderen de los corazones abatidos. 


Para que un nuevo Pentecostés levante los ánimos y las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo.,


Oremos


Ps. Jorge Macías Benitez


¡Dios les Bendice!