Serie: La Gracia de Dios
#A262 La Unción para tu Vida. Parte 2
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!
Amados en Cristo, queridos amigos, estamos viviendo un Tiempo en el cuál la manifestación en las generaciones que estamos convergiendo en la Creación de Dios, se define en palabras en verdad contundentes y con un mensaje en verdad negativo.
Como les compartí la semana pasada, he venido haciendo preguntas a diversas personas, preguntándoles que en un palabra me dijeran como se sienten hoy.
El resultado en resúmen, convergió en estas pocas palabras:
• Hartazgo
• Decepción
• Aburrimiento
• Furia
Este domingo continuamos con la Ministración del Señor y Su Mensaje:
La Unción para tu Vida. Parte 2.
Oremos
Pacto de Dios
Por medio de Malaquías el Señor vuelve a mencionar su pacto con su pueblo (2:4, 5, 8, 10; 3:1).
Mientras Dios había permanecido fiel a sus promesas, Israel se hundía más y más en la complacencia y el pecado, dudando del amor de Dios (1:2), deshonrando su nombre (1:6), siendo infieles a El (2:13), degradando sus normas santas (2:17), defraudando sus recursos (3:8) y despreciando su gracia (3:13).
Sólo Dios que nos ama incondicionalmente puede restaurar a tal clase de gente (3:6) a una posición de favor con El.
Esta promesa con la que el Antiguo Testamento concluye aún proporciona esperanza a todo el que se arrepiente de sus pecados y acude al Señor por medio de la fe, como nos dice en Hechos 3:19 y Apocalipsis 2:5, 16.
Acusación de Dios
Dice la Palabra de Dios:
"El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Y si yo soy Padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está mi reverencia, oh sacerdotes que menospreciáis mi nombre? os ha dicho JEHOVA de los Ejércitos."
Malaquías 1: 6
Esa es la acusación que les hace Dios.
Despreciáis mi nombre y ellos le responden: "¿De qué manera hemos despreciado tu nombre? ¿Qué quieres decir? Y el Señor vuelve a contestarles (versículo 7):
"En que ofrecéis sobre mi altar pan indigno."
"Vuestra actitud y vuestras acciones hacia mi son una ostentación vulgar. Os sentís satisfechos con ofrecerme solo la basura y las cosas contaminadas. Pero ellos persisten en el tema:
"Cómo es que lo hemos hecho indigno?"
Dios les habla de nuevo con toda claridad. Siempre que le preguntamos a Dios cómo, él nos lo dice y en este caso responde (versículo 8):
"Porque cuando ofrecéis un animal ciego para ser sacrificado, ¿no es eso malo? Lo mismo, cuando ofrecéis un animal cojo o enfermo. Preséntalo a tu gobernador."
"¿Os vais a librar haciendo cosas semejantes? les pregunta Dios. "Vosotros que os sentís satisfechos con ser vulgarmente ostentosos en lo que se refiere a vuestra experiencia religiosa, intentad aplicar esa misma actitud a vuestra vida de negocios y veréis si os vais a salir con la vuestra. Y a pesar de todo decís que estáis honrando mi nombre, pretendiendo adorarme y ser mi pueblo. El Dios de la realidad siempre ve nuestras excusas y nuestra falsa hipocresía para llegar al fondo del verdadero asunto.
Esto lo vemos claramente en las acusaciones que les hace con respecto a sus actitudes en relación con la adoración porque ellos estaban siendo muy profesionales en este aspecto, pero estaban completamente aburridos (versículo 13):
"Además habéis dicho: ¡Oh, qué fatigoso!, y me habéis provocado, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos, al traer lo hurtado, lo cojo o lo enfermo y al presentarlo como ofrenda."
¿Qué es lo que está mal en este caso? ¿A dónde ha ido a parar todo el entusiasmo? Estos son siempre los síntomas de un pueblo que cree que Dios se va a quedar satisfecho con algo menos que el amor. El gran mandamiento dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente... y amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mat. 22:37-39)
Nada menos que eso satisfará a Dios, pero aquí tenemos a un pueblo que se ha visto rodeado por el amor de Dios y que han recibido su gracia durante siglos, a pesar de lo cual sus ojos se han vuelto tan ciegos que ni siquiera pueden darse cuenta de que le están ofendiendo e insultando con lo que están haciendo.
El motivo de por qué les sucede esto es que el amor que sentían hacia Dios ha desaparecido. La desaparición del amor se refleja siempre en una actitud insensible y es lo que hallamos en este caso. Al continuar con la lectura, verá usted que estaban siendo hipócritas. Dios les acusa de ello en el capítulo 2 y dice que su hipocresía era realmente malvada y su influencia estaba haciendo que otros se desviasen (versículo 8):
"Pero vosotros os habéis apartado del camino; a muchos habéis hecho tropezar en la ley..."
"Les estáis diciendo cosas que están mal porque ni siquiera sabéis que están mal. Este es el horrible aspecto de esta clase de vida.
A continuación Dios les acusa de haber fracasado en sus principios morales. Habían empezado a contraer matrimonio con personas de otras tribus de alrededor y se habían olvidado de que Dios les había llamado para que fuesen un pueblo especial por lo que el divorcio prevalecía en la tierra (versículo 13):
"Y esto habéis hecho de nuevo: cubrís el altar de JEHOVA con lágrimas, con llanto y con suspiros, porque ya no miro las ofrendas ni las acepto con gusto de vuestra mano."
Y ellos preguntan: "¿por qué no acepta esto? Versículos 14-15:
"Porque JEHOVA ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, a la cual has traicionado, a pesar de ser ella tu compañera y la mujer de tu pacto. ¿Acaso el Unico no hizo el cuerpo y el espíritu de ella? ¿Y que es lo que demanda el Unico? ¡Una descendencia consagrada a Dios!, Guardad pues vuestro espíritu y no traicionéis a la mujer de vuestra juventud. Porque yo aborrezco el divorcio, ha dicho JEHOVA Dios de Israel."
¿Qué esta sucediendo en este Tiempo?
Suena como algo que sucede actualmente ¿no es cierto? Malaquías tuvo que realizar su ministerio en una nación en la que el divorcio estaba muy extendido y mas que eso, entre una sociedad en la que la confusión moral y el cinismo imperaban. El profeta dice (versículo 17):
Habéis agotado al Señor con vuestras palabras.
Ellos se sienten asombrados ante esta acusación y dicen (versículo 17):
"¿En qué le cansamos?"
La respuesta es bastante contundente:
"En que decís: Cualquiera que hace lo malo es bueno ante los ojos de JEHOVA..."
Hace poco me encontré con un artículo que sugería que la obscenidad, la pornografía, la libre expresión del lenguaje vulgar y de las palabras sucias (y otras cosas) era bueno que se expresase libremente y que era malo suprimir esa clase de lenguaje o censurarlo en nuestra literatura. Otro artículo decía que la disciplina de los padres era algo malo, que perjudica a los hijos y acaba con su incentivo, eliminando su habilidad para desarrollarse debidamente.
Cosas así reflejan claramente la confusión moral de nuestros días y esto es siempre el resultado cuando una nación ofrece menos que un amor ferviente a Dios, cuando cree que el ritualismo y los formulismos pueden satisfacer al corazón del Eterno. Estas personas preguntaban (versículo 17):
"¿Dónde está el Dios de la justicia?"
¿Dónde está el Dios del juicio?
¡La verdad es que cualquiera puede hacer lo que le venga en gana sin consecuencias!
¿Qué quieres decir?
Que no hay normas y que todo es relativo.
No hay un Dios de justicia que diga lo que está bien y lo que está mal.
Como vemos, nos creemos que todo esto es nuevo, pero incluso cuatrocientos años antes de Cristo, este ya era un tema antiguo.
A continuación viene la gran profecía que ya hemos examinado.
Malaquías eleva sus ojos y ve que el corazón de este pueblo está tan endurecido que ni siquiera reaccionan frente a las acusaciones que les hace Dios. No eran conscientes de que estaban sucediendo estas cosas porque no tenían punto de comparación. Así que el profeta, mirando a lo largo de lo que resultaron ser cuatrocientos años, dice: "El Señor se ocupará de esto. Os enviará a Uno que os despertará, Uno que os dirá la verdad. Será como el fuego purificador, quemando la hipocresía y la indiferencia exterior de vuestra religión para llegar al fondo mismo del corazón. Será como la lejía para los que están dispuestos. El les limpiará y enderezará la situación. Podréis reconocerle porque ante él irá un mensajero para preparar el camino y de repente vendrá a su templo. Y, como es natural, todo ello se cumple de manera maravillosa en el Nuevo Testamento.
Luego viene otra serie de acusaciones en las que el Señor habla de nuevo acerca de sus vidas y les dice (versículo 7):
"¡Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros! ha dicho JEHOVA de los Ejércitos."
Y el pueblo dice: "¿En qué hemos de volver? No hemos ido a ninguna parte. ¿Qué quieres decir con eso de que volvamos? Te estamos sirviendo en el templo, te estamos llevando los sacrificios y las ofrendas adecuadas y estamos llevando a cabo este ritual, tal y como lo establecistes. ¿Qué quieres decir con que volvamos a ti?
Mediante esta respuesta dejan muy claro la ceguera de sus corazones. No se daban cuenta de que aunque la forma exterior era correcta, su corazón se hallaba alejado de Dios.
Conclusión
Amados, finalmente encontramos este precioso versículo:
"En el día en que yo preparo, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos, ellos serán para mi un especial tesoro. Seré compasivo con ellos, como es compasivo el hombre con su hijo que le sirve. Entonces os volveréis y podréis apreciar la diferencia entre el justo y el pecador, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve."
Fíjense muy bien en las dos cosas que señalan a los que son fieles en el día de la apostasía.
En primer lugar, cada uno hablaba con su compañero y esto no quiere decir sencillamente que hablasen el uno al otro, sino que lo hacían con absoluta transparencia y sinceridad, compartiendo el uno con el otro, animándose unos a otros, confesando sus puntos debiles y orando el uno por el otro, permitiendo que los demás viesen cómo eran exactamente.
Ah sí, pero eso era a nivel horizontal ¿verdad? Pero también estaba el nivel vertical: pensaban en su nombre, que es siempre el gran recurso del pueblo de Dios.
El nombre de Dios representa todo lo que él es, de la misma manera que el nombre de cada uno de nosotros representa lo que somos.
Al firmar un cheque todo cuanto somos queda en la línea junto a la cantidad del cheque por el hecho de haber puesto nuestro nombre.
Aquellos hombres pensaban en el nombre de Dios.
No pasa ni una semana en que no inunde mi mesa una gran cantidad de propaganda, en la que me dicen lo que está mal en la iglesia, analizando sus debilidades y presentándome algunos de los artefactos o artilugios que servirán para eliminar de la vida cristiana la sangre, el sudor y las lágrimas.
Actualmente nos estamos viendo asaltados por soluciones a los problemas de la debilidad de la iglesia que no son en realidad soluciones.
Aquí está la respuesta a la debilidad de la iglesia: "pensar en su nombre echar mano de los recursos de Dios. Podemos eliminar de la iglesia todos sus soportes, sus edificios, sus ayudas visuales, sus comités, sus programas y todo lo demás, pero si tenemos a un pueblo que se ha acostumbrado a echar mano y a apoyarse en el nombre de Dios, no habremos perdido nada y eso es precisamente lo que necesita escuchar una vez más esta era.
Hace poco alguien sugirió que si introdujésemos algunas de las maravillas electrónicas que están actualmente disponibles a los negocios, la tarea de predicar el evangelio se podía realizar de manera electrónica y en cuestión de pocos años se convertiría el mundo entero y habríamos llevado a cabo nuestra labor, de manera electrónica.
También he oído la sugerencia que lo que necesitamos hacer es coger las palabras de los himnos y usar música popular o música roca para acompañarlas y eso es lo que necesita la iglesia.
Se que son muchos los que estarían de acuerdo con este enfoque porque dicen que necesitamos captar el espíritu de la época en la que vivimos y movernos con ella, siendo más modernos porque es el elemento que falta.
¡Oh! No, no es así, el elemento que falta es Dios.
Hemos de pensar en su nombre y contar con su poder. La iglesia no es nunca más fuerte que cuando en su más absoluta debilidad depende de los recursos de Dios y avanza dependiendo de él.
Ahora el profeta eleva sus ojos para ver de nuevo ese día que vendrá y no solo el día 400 años después, cuando el Señor Jesús estaría en la tierra, sino incluso más allá, pasando por encima de la vasta extensión de los siglos, a la segunda venida de Cristo, cuando se cumplirá todo el programa de Dios (capítulo 4, versículos 1-2):
"Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los arrogantes y todos los que hacen maldad serán como paja. Aquel día que vendrá los quemará y no les dejará ni raíz ni rama, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos. Pero para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá sanidad..."
Esa es una causa que tiene dos efectos. Saldrá el Sol (o el Hijo) de Justicia. Y los que le rechazan serán quemados, pero para aquellos que le reciben, habrá sanidad. Es el mismo Hijo. (Ver versículos 2-6):
"Vosotros saldréis y saltaréis como terneros de engorde. Pisotearéis a los impíos, los cuales, el día que yo preparo, serán como ceniza bajo las plantas de vuestros pies, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos. Acordaos de la ley de mi siervo Moisés...he aquí yo envío al profeta Elías antes de que venga el día de JEHOVA, grande y temible. El hará volver el corazón de los padres a los hijos y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo y golpee la tierra con destrucción."
Recordarán ustedes que fue el último versículo el que causó problemas a los discípulos y le dijeron al Señor:
¿Cómo es que la profecía dice que primero tendrá que venir el profeta Elías?
El Señor les responde:
"Elías vino ya y no le reconocisteis. Viendo el asombro en sus rostros les dijo claramente que fue Juan el Bautista el que vino "con el espíritu y poder de Elías (Lucas 1:17) y cumplió el ministerio durante la primera venida, pero lo expresó de tal manera como para dejar clara la inferencia de que el profeta Elías todavía habría de venir antes de la segunda venida. (Mat. 17:10-13)
Muchos identifican a los dos testigos en el capítulo 11 de Apocalipsis como Elías y Moisés. Hasta qué punto esto es verdad, dejaré que ustedes lo decidan, pero al menos aquí tenemos la sugerencia de que de algún modo extraordinario, Dios tiene la intención de suplir un ministerio como el de Elías antes de la segunda venida del Señor Jesús.
Fíjense bien es esto último. No carece de significado que al final de los escritos del Antiguo Testamento, la última palabra sea "destrucción (o maldición).
Sin embargo, no es una predicción exacta, sino mas bien una advertencia. Esta profecía comienza diciendo "Yo os he amado,, ha dicho JEHOVA y acaba con la advertencia de que si no se recibe el mensaje de amor, el resultado será la destrucción. Comparen ustedes esto con la última palabra del Nuevo Testamento. Dejando a un lado el saludo final, es el nombre de Jesús, del Señor Jesús. "¡Ven, Señor Jesús!
Esa es la respuesta o solución de Dios a la destrucción ¿verdad? Es su solución a la maldición de la ley.
El nos ha redimido de la maldición de la ley, haciéndose maldición por causa nuestra.
Por lo tanto, la solución de Dios es la gracia y el amor que se derrama, produciendo aún más bendición, trayéndonos a la luz del conocimiento de Cristo.
Toda la bendición que representa ese nombre ha de ser nuestra y por eso es por lo que la tarea del cristiano es aprender a pensar en su nombre.
Oremos
Padre celestial, gracias por este recordatorio del mal de ser superficiales en nuestra fe, de ser falsos, hipócritas y de estar aburridos con nuestra fe. Señor, ayúdanos a saber que tu corazón de amor no está nunca satisfecho hasta que no consigue una reacción de amor por nuestra parte para que podamos amar al Señor nuestro Dios. Ayúdanos a amarle con pureza, con gozo y sinceridad y a recordar que tu nombre es nuestro recurso apropiado en todas las situaciones. Lo pedimos en el nombre de Cristo, amen.
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez