Serie : Una Vida de Oración
#A183 Ya no Soy Esclavo
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Fundamento Doctrinal
“1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. 3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
Gálatas 4 : 1-7
“1What I am saying is that as long as an heir is underage, he is no different from a slave, although he owns the whole estate. 2The heir is subject to guardians and trustees until the time set by his father. 3So also, when we were underage, we were in slavery under the elemental spiritual forces4:3 Or under the basic principles of the world. 4But when the set time had fully come, God sent his Son, born of a woman, born under the law, 5to redeem those under the law, that we might receive adoption to sonship.4:5 The Greek word for adoption to sonship is a legal term referring to the full legal standing of an adopted male heir in Roman culture. 6Because you are his sons, God sent the Spirit of his Son into our hearts, the Spirit who calls out, “Abba,4:6 Aramaic for Father Father.” 7So you are no longer a slave, but God’s child; and since you are his child, God has made you also an heir”
Galatians 4 : 1-7
Amados en Cristo, familia natural y de la Fe, a todo buscador de Amor, Verdad, Esperanza, ¡Bienvenidos a esta casa del Señor, Reino de Dios Ministerios!
Esta mañana del domingo 7 de Abril del 2019, recibiremos de parte del Señor un mensaje y Su Ministración, especialmente fundamento y sensible para atravesar y finalizar la Transición y Transformación correspondiente de la que nos ha venido hablando y Ministrando los últimos domingos.
El Señor nos dice con precisión esta mañana :
“3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.”
Quizá Amados en Cristo, queridos amigos, aún nos sentimos así…¡como si de niños se tratara!
El Padre quiere regalarte Libertad y que entonces ¡la vivas con Plenitud!
Vamos a entregar esta Ministración al Señor…
Oremos
Introducción
Cuando el Señor movía mi corazón a lo largo de la semana y yo esperaba para recibir de su parte el que permitir compartiera por medio de mí, movía mi corazón al respecto de Libertad.
En este Tiempo, la humanidad y aún gran parte de la que debiera ser la Ekklesia, en Verdad No vive Libre.
Amados en Cristo, queridos amigos, lectores y seguidores de Cristo, la esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el mismo hombre que se practicó desde la antigüedad, pero luego de una larga lucha para acabar con la sumisión humana se logró terminar con este mal en la sociedad.
Si bien la esclavitud ya no existe oficialmente y esas cadenas de metal cayeron, aún el hombre está siendo atado por el amor al dinero, la vanidad, el orgullo y todo aquello que es pecado y que anula la libertad que Dios dio al ser humano.
Dice la Palabra de Dios :
“Jesús contestó: — Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado” Juan 8:34 (NTV).
Amados, el pecado es la peor forma de esclavitud que el ser humano puede enfrentar.
El diablo es astuto y tratará de encontrar tu debilidad para hacerte caer y ponerte las cadenas de la opresión que no sólo te paralizarán sino que poco a poco acabarán con tu vida espiritual.
Muchas son las personas que creen que gozan de una libertad plena y que por ello pueden hacer lo que quieren, como :
Consumir drogas, alcohol, ver pornografía, robar, mentir, engañar, etc.
Ahora bien, si analizamos la supuesta libertad que disfrutan nos damos cuenta de que son esclavos de aquello que les gusta hacer.
Es necesario examinar nuestra vida, para identificar si hay algo que nos está haciendo esclavos, muchas veces hacemos cosas que no consideramos pecado, como pueden ser :
Las excusas, las exageraciones, el hablar demás, comentar de la vida ajena, etc.
Amados, si analizamos bien este tipo de acciones son pecado y por ello somos prisioneros, entonces al igual que el rey David debemos pedir a Dios que nos examine :
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna”
“23 Search me, God, and know my heart;
test me and know my anxious thoughts.
24 See if there is any offensive way in me,
and lead me in the way everlasting.”
Salmos 139:23-24 (NTV).
Además dice la Palabra de Dios en Romanos 8: 15…
“15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”
“15 The Spirit you received does not make you slaves, so that you live in fear again; rather, the Spirit you received brought about your adoption to sonship. And by Him we try ABBA Father ”
El mensaje superficialmente puede ser entendido de esta forma :
Dios nos ha transformado y convertido en parte de su familia y ahora podemos hablarle como si fuera nuestro padre terrenal.
Si lo leemos una vez y otra vez, eso es lo que dice a grandes rasgos, quiero decir, a MUY grandes rasgos.
Gracias a Dios que Él - al menos conmigo, no me dejo solamente con la lectura superficial; Él inquietó mi corazón y fue allí en donde me encontré con la maravillosa, hermosa, increíble y sobrenatural verdad que esconde Romanos 8 : 15.
Amados, al profundizar en el tema, el Señor me fue llevando a otras dimensiones.
Ahora, te invito en el Amor del Señor a que me acompañes.
Nacimos siendo esclavos
¿Nacimos siendo esclavos? ¿De quién?
Pareciera una contradicción, porque muchos de nosotros nacimos y crecimos en un hogar donde nuestros dos padres, nos cuidaron, nos amaron y proveyeron todo lo que necesitábamos.
También es cierto, al menos para quienes hemos decidido por Cristo que sí relacionamos el tema de la esclavitud con el pecado, nos damos cuenta que somos incapaces de dejar de pecar por nuestras propias fuerzas, entonces podemos concluir que en tanto vivimos en pecado, estamos esclavizados a este.
Amados en Cristo, queridos amigos, a lo que se refiere implícitamente el Apóstol Pablo, en esta capítulo 8 de la Carta a los Romanos, es que nacimos siendo esclavos de nosotros mismos; no olvidemos lo que Romanos 3 : 23-24 habla de que todos pecamos y por lo tanto fuimos destituidos de la gloria de Dios.
“23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”
“23 for all have sinned and fall short of the glory of God, 24 and all are justified freely by his grace through the redemption that came by Christ Jesus."
Esto quiere decir que todos y cada uno de nosotros nacimos en pecado, y nacimos siendo pecadores.
No nacimos siendo los lindos angelitos que durante mucho tiempo las abuelitas nos hicieron creer que éramos, ¡Ah claro qué no!
Amados, nuestra naturaleza es pecaminosa.
Si relacionamos el tema de la esclavitud con el pecado, nos damos cuenta que somos incapaces de dejar de pecar por nuestras propias fuerzas.
Reflexionemos unos breves minutos en la historia de José, quien es vendido como esclavo por sus hermanos; él, siendo esclavo no podía decidir qué hacer, no podía decidir que un día podría ser libre y salir caminando del lugar donde se encontraba.
Por igual, todos nacemos siendo esclavos del pecado y para adueñarse de un esclavo se debe pagar un precio, tal como pasó con José; esto es que se necesitó un precio para comprarnos, y el precio que pagó Cristo por nosotros, fue para darnos libertad.
Entonces es que solo una vez entendemos que el Señor pagó el precio que se debía pagar para que fuésemos libres de la esclavitud que trae el pecado, nos hacemos la gran pregunta :
¿Si ya no soy esclavo del pecado, qué pasa si estoy luchando con el pecado?…
¡Cappici!, esta es la clave de la pregunta y esta ya fue contestada; ya no somos esclavos, sin embargo aún luchamos con el pecado.
Es en esto que Dios muestra su amor, que aun cuando nosotros no nos dábamos cuenta que tan malos éramos, vanagloriándonos en nuestro orgullo y negligencia, Él nos muestra a Cristo y envía al Espíritu Santo para que retire la venda de nuestros ojos para así poder ver el mal que habita en nosotros, el mal que nos rodea, y la gran necesidad que tenemos de que Cristo nos salve.
Amados, queridos amigos, esto no se trata de que una vez somos cristianos o creemos en Cristo ya no vamos a pecar; ¡Oh claro que no!
Se trata de que una vez que nosotros creemos en Cristo, le hemos declarado la guerra abierta a el enemigo y al pecado.
Con ello, hemos levantado nuestras armas, nos hemos colocado el equipo para la batalla, hemos cavado nuestras trincheras y desde ese momento nos encontramos y nos encontraremos en una batalla encarnecida sin fin en contra del pecado.
No soy mi propio Salvador
Ahora bien, muchas veces relacionamos él pecado con las cosas aparentemente malas, o malas a los ojos del hombre.
Podemos ponerle la etiqueta de pecado a muchas cosas, tales como:
Ver pornografía, consumir alcohol, consumo de drogas, inmoralidad sexual, homosexualismo, etc.
Ahora, ¿qué pasa con las cosas que son aparentemente buenas?, como:
Ser amable, ser generoso, ser organizado, ser caritativo, etc.
O también, ¿qué pasa con nuestras disciplinas como cristianos? :
Orar, ofrendar, servir, atender, etc… ¿qué pasa con esto?
Muchos nos encontramos en esta situación; sé que yo tiendo a estar en este lado de la ecuación muchas veces.
El problema de la esclavitud puede ser entendido como un trastorno “bi-polar” o de polos opuestos.
Los sigo de esta forma porque al principio tratamos de entender que ya no somos esclavos, a pesar de que muchas veces nos sintamos como tales, y que día a día estamos librando una batalla en contra del pecado.
Ahora este es el polo opuesto.
El polo opuesto es cuando ya entendimos que ya no somos esclavos; es decir que Ahora somos salvos.
Amados, aunque por alguna razón empezamos a hacer ciertas cosas y realizar distintas actividades para mantener nuestra salvación, para buscar la aprobación de otras personas, para quedar bien con nosotros mismos, y este polo es el que es el más peligroso, porque nos puede engañar haciéndonos creer que todo está bien, porque todas nuestras prácticas apuntan a un cómodo “estoy haciéndolo bien”.
Escucha, al enemigo mismo no le importa que vayamos a la iglesia, que tengamos amigos, que seamos amables, que seamos “buenos”, si nuestro enfoque es cualquiera distinto al de agradar a Dios, es más, el enemigo nos ayudará a la pretensión del cumplimiento de cada una de las leyes que Dios nos dio, si nuestro enfoque es el demostrarle a alguien o a nosotros mismos que somos salvos.
El Ser Hijo y Siervo de Dios, NO se trata de que una vez que soy salvo, tengo que seguir salvándome yo mismo, o haciendo cosas para convencerme de que soy salvo.
No hay nada que yo pueda hacer para que Dios me ame o me salve.
Él me salvó por que me amó lo suficiente, no por lo que hice o lo que deje de hacer, sino ¡por Quién es Él!
Es a esto a lo que se refiere la Palabra de Dios en Romanos cuando escribe que no hemos recibido un espíritu de esclavitud para estar en temor.
No hemos recibido un espíritu de esclavitud que nos amarra a nosotros mismos y nos hace esclavos de nosotros tratando de provocar una salvación que jamás la podríamos provocar nosotros mismos.
Es tan fácil caer en este tipo de esclavitud, y es porque muchos crecimos así, creyendo que teníamos que ser buenos y ya.
Es que esto no se trata de que una vez soy salvo, tengo que seguir salvándome yo mismo, o haciendo cosas para convencerme de que soy salvo.
Escucha Amado, ninguno puede ser bueno, lo que necesitamos es a Cristo quien nos hace libres, nos da la mano y nos saca de esa celda en donde vivíamos como esclavos y nos lleva tal como nos encuentra, mugrosos, harapientos, como cadáveres y nos lleva con Él y nos restaura, no como un acto de nuestra voluntad, sino, como un acto de Su santa voluntad movido por el amor de Dios.
Ese es el mensaje del Evangelio que se nos es anunciado a través de Cristo.
Cristo vino a anunciar la Verdad; la única Verdad que nos da la Libertad de saber que no soy yo quien me salvo, sino que el único Dios todo poderoso me salvó por amor; no hay nada que yo pueda hacer o que pudiera haber hecho para que Dios me ame más o menos de lo que me ama.
Él me amo lo suficiente como para mandar a Su Hijo a morir por mí, un regalo que no merecía, y no solo eso.
Por medio del cual podemos Clamar
¡Abba padre!
Al ser salvos inmediatamente nos convertimos en parte de la familia de Dios, no solamente el Señor nos libera de la esclavitud sino también nos hace hijos y esta es la parte mas asombrosa de todo.
No merecía ser salvo, Él me salvó, era esclavo, Él me libró, era huérfano, Él me adoptó. Dios en su misericordia nos ama hasta el punto de hacernos parte de Él mismo.
Entonces, si ya no soy esclavo, si ahora soy hijo, y si aun peleo con el pecado, y todo esto se trata de Dios, no se trata de cuánto haga yo, sino de cuanto Él ya hizo por mí.
Cuando como cristianos entendemos esto nos damos cuenta de que lo único que nos mueve y sostiene es el Amor Incondicional de Dios.
Ese amor es lo que me debe de mover a levantarme cuando el pecado me desanima, o me tira por el suelo, o cuando una granada del pecado estalla delante de mí y ni me di cuenta cuando entro rodando para estallarme en los pies.
Conclusión
Amados, ese amor, el Amor que Dios mostró por nosotros en la Cruz es el único que nos puede restaurar, el único que nos puede sanar; ese amor es el que me da la confianza de levantarme y seguir peleando en contra del pecado.
Ese amor es lo que me hace entender que cuando sienta que el ataque es demasiado, puedo clamar :
¡Abba Padre!
Mi Padre del Cielo es quien me va a librar y defender.
Es a raíz de ese amor que yo obro para “bien”, y todas y cada una de las cosas que yo hago ahora son movidas, impulsadas, motivadas por el amor de Dios para glorificar a Dios.
No una obligación, ni una condenación sino Su Discernimiento de cuan inmenso y hermoso es el Amor de Dios para mi vida.
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez