Nueva Serie: Tiempo de Revolución
Ps. Jorge Macías Benitez
15 de Mayo del 2022
Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!
Las tradiciones son semejantes a pesadas piedras ocultas en nuestra maleta:
No sólo agobia nuestro caminar en la vida cristiana, sino que además nubla nuestro entendimiento de la Palabra de Dios.
Piedras que, aún teniendo nosotros la divina promesa de ser más que vencedores (Romanos 8:37), nos hacen andar arrastrados y resignados por una vida que -dicen las Escrituras- debería ser victoriosa.
Piedras que opacan la magnificencia de la obra REDENTORA de CRISTO.
La verdad es que en la Iglesia de hoy hay una asesina suelta más mortífera que esas enfermedades.
Ha destruido más vidas de lo que cualquiera de nosotros se pueda imaginar.
Se llama «tradición».
Las tradiciones le roban a los creyentes la sanidad.
Roban el poder de las promesas de Dios.
A continuación hay tres de las cuales debe tener cuidado:
La tradición que dice que no es siempre la voluntad de Dios sanarle.
¡La voluntad de Dios es sanarle! Así lo dice su Palabra.
Si no lo cree, entonces usted no puede orar creyendo que recibirá en fe.
Amadas, amados en Cristo, amigas y amigos, es como el agricultor que se sienta en su pórtico y dice:
«Creo en las cosechas, pero no voy a sembrar ninguna semilla este año. Simplemente creeré, y si es la voluntad de Dios, mi cosecha vendrá».
Ese agricultor nunca verá la cosecha.
La fe es la semilla de la sanidad, si usted no la siembra, no crecerá.
Jesús habló acerca de las tradiciones en Marcos 7:13:
“Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido…”
Esto les decía Jesús a los sacerdotes fariseos que tenían el deber de conducir al pueblo de Israel a Dios.
El Título del mensaje hoy, es:
#A333 Revolución y Nuevo Tiempo
Parte II
Oremos
Revolución de Fe
Sabes Amada, amado en Cristo, amigas y amigos que escuchan al Señor hablando, es este un tema en el cuál el Señor nos quiere dar Luz Eterna.
Es uno sobre el que ha habido mucha controversia.
Tal vez, que en el primer ímpetu de la Reforma, la mayoría de los teólogos afirmaban que la fe salvadora era una seguridad plena, o, por lo menos, que la plena seguridad de salvación y de un interés personal en Cristo, conformaban parte de la esencia de la fe salvadora; y esto ha sido sostenido por un gran número de teólogos; y muchos cristianos todavía sostienen que creer personalmente que Cristo murió por mí, es la fe salvadora.
Nosotros creemos que la plena seguridad es inapreciable.
La consideramos como una joya que sobrepasa todos los valores humanos; pero consideramos que afirmar que la plena seguridad es necesaria para la salvación, es una doctrina que aflige a las ovejas débiles del rebaño.
Creemos que esa seguridad es necesaria para experimentar un profundo gozo, necesaria para edificación, necesaria para utilidad; pero no creemos que sea necesaria para salvación.
Nosotros creemos que hay miles que están sobre la Roca de las Edades que a veces temen no estarlo, y decenas de miles que entrarán al cielo cuya fe no fue nunca más allá de la simple confianza en Cristo, que nosotros sostenemos que es la esencia de la fe salvadora.
La persuasión de que Cristo murió por mí, viene después del ejercicio de la fe y es un resultado de esa fe.
Es fe en pleno florecimiento, pero no es necesariamente la esencia de la fe en Cristo.
Algunos de esos que enseñan que, creer que Cristo murió por mí, es fe, enseñan también que Cristo murió por todos los hombres.
Ahora, ustedes entenderán de inmediato que ese tipo de fe, enseñada de esa manera, no es otra cosa que la creencia en un truismo muy simple: pues si Él murió por todos, entonces debe haber muerto por mí, y mi creencia que Él murió por mí puede ser, hasta donde entiendo, una simple operación intelectual que no tiene nada que ver con el corazón, y que ciertamente no requiere la ayuda del Espíritu Santo, pues cualquier persona puede creer eso, puesto que en tanto Cristo murió por todos, Él murió por mí.
La fe de ese tipo es una cosa muy simple, y aunque cada cristiano debe percibir también que Cristo finalmente murió por él, sin embargo, si empieza con eso, comienza por el punto equivocado, y puede ser culpable de presunción, en vez de ejercitar la fe de los elegidos de Dios.
¿Cuál es, entonces, la esencia de la fe salvadora?
La esencia es: Confianza en Cristo, dependencia, fiarse de Él.
Es creer que Jesucristo es el designado Salvador del mundo; que Él es también la expiación por el pecado; y la fe salvadora es más que eso: es confiar en que la obra de Cristo te salva.
En cuanto a que si Cristo murió por ti en particular o no, es algo que pronto descubrirás, pero la fe consiste en venir con las manos vacías y aceptar la plenitud de Cristo; venir desnudo, y tomar Su justicia para que sea tu gloriosa vestidura; ir, vil, a la fuente que Él ha llenado con Su sangre, para ser lavado en ella: de hecho, es eliminar toda confianza en uno mismo, y poner toda la confianza en el Señor Jesucristo.
Cualquier persona que tenga esta fe, es salva; no importa de qué otra cosa carezca, es salva; y ni la muerte ni el infierno destruirán jamás a un hombre que con una confianza simple y honesta, depende de lo que Cristo ha hecho para la salvación de los pecadores.
Si tú te aferras a Cristo para que sea tu todo en todo, y si tú afirmas: “no conozco nada sino a Cristo; lo que Él ha hecho es todo mi reposo y mi gozo,” entonces cuentas con la promesa de Dios que: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna,” y tú la tienes, y tú, por lo tanto, no perecerás jamás.
Esto, entonces, es la fe salvadora, y esta es el alma verdadera, y la esencia, y la sustancia de ella. No es, en sí misma, la plena seguridad, pero la plena seguridad brota de ella.
En la Confesión Helvética, se dice que la fe es “una muy firme confianza en Cristo,” lo cual es un nuevamente un pequeño error.
Una muy firme confianza en Cristo es fe, y es una fe robusta; pero puede haber fe allí donde no hay “una muy firme confianza,” aunque puede ser una evidencia muy valiosa.
La fe, sin embargo, a veces puede estar mezclada con incredulidad, pero allí donde exista una confianza en el Señor Jesucristo, hay evidencia de fe verdadera.
Aunque esa confianza no llegue a constituir una persuasión feliz, consoladora, deliciosa, de la propia salvación personal, sin embargo es fe, fe salvadora, y salvará al alma de quien la posea.
Cristo el más Grande Revolucionario
En el momento que un cristiano cese de sangrar cesará de ser una bendición, esto quiere decir que solo aquellos que por algún motivo se dejaron quemar son los únicos que pueden alumbrar.
Un revolucionario es una persona que cambia la sociedad, las estructuras de poder, la política o formas de vida en un lapso de tiempo y Cristo fue, es y será el revolucionario más grande que existe, existió y existirá sobre la faz de la tierra, ya que El cambió la: Economía, las personas, las mentes, los corazones, los tipos de vida, las familias, el mundo, la fe y como consecuencia final la salvación, aunque el precio que tuvo que pagar fue bastante alto «su propia vida».
Hoy en día el que quiera imitar a Cristo tendrá que pagar el precio de ello, y lo chistoso de esto es que los grandes líderes eclesiásticos de hoy en día en vez de pagar lo que hacen es cobrar, y todo aquel que no esté dispuesto a pagar el precio de la muerte en todo; Economía, fama, poder, morir por los necesitados en cuerpo, alma y espíritu, ser vituperado por predicar la verdad del evangelio como es y vivir bajo los padecimientos, sufrimientos y gozo del mismísimo Cristo y sus doce, le tengo la mala noticia que su propio corazón aún no fue revolucionado.
La palabra que mas se puede acercar al significado de revolución es cambio y si en una mente y un corazón no ha habido una revolución «cambio», dicha persona jamás podrá actuar como revolucionario, puesto que el cambio es de a dentro hacia fuera.
Dice la Palabra de Dios en Juan 3. 3,4,5
“RESPONDIENDO JESUS Y LE DIJO: DE CIERTO, DE CIERTO TE DIGO, QUE EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS. NICODEMO LE DIJO: ¿COMO PUEDE UN HOMBRE NACER SIENDO VIEJO? ¿PUEDE ACASO ENTRAR POR SEGUNDA VEZ EN EL VIENTRE DE SU MADRE, Y NACER? RESPONDIO JESUS: DE CIERTO, DE CIERTO TE DIGO, QUE EL QUE NO NACIERE DE AGUA Y DEL ESPIRITU, NO PUEDE ENTRAR EN EL REINO DE DIOS.”
Oh Amadas, amados en la Fe, amigas y amigos, alguien que no haya nacido de nuevo no puede actuar nunca bajo el modelo de revolucionario; claro… este modelo se puede imitar, aunque les exhorto a que recuerden que justo ese es el trabajo de Satanás… imitar a Dios!!!
De hecho eso es lo que esta haciendo y lo hace a través de muchos y muchas que creen - aunque estén equivocados - que son hijas e hijos de Dios, para lo cual debemos de recordar lo que nos dice la carta de Pablo a los Romanos, capítulo 8: 14.
Ahora, existe una característica que ni el mismísimo Satanás puede imitar aún y es la muerte de Cristo, y los predicadores de Satanás o los que el compro con dinero, fama y poder tampoco pueden imitar la muerte simbólica de los padecimientos de Cristo; quizá predican hermoso y profundo, aunque no pueden vivir lo que predican porque no tienen el valor de pagar el precio de morir, predican del amor, misericordia y la piedad pero sus hechos lo niegan porque no tienen la gracia de Dios para morir, predican de ayudar a los menesterosos y necesitados, pero estos no tienen el valor de morir a sus cuentas bancarias para morir por los necesitados, y así podemos mencionar mil cosas de que estos predicadores de Satanás o personas que él compro, siempre su resultado final es desechar la muerte en cualquier aspecto de sus vidas y esto sucede porque desechan la cruz, y lo único que buscan son sus beneficios.
Las características de los verdaderos siervos e hijos de Dios que revolucionan a este mundo, nos lo indica la misma Palabra de Dios:
2a Corintios 6. 4-10
“ANTES BIEN, NOS RECOMENDAMOS EN TODO COMO MINISTROS DE DIOS, EN MUCHA PACIENCIA, EN TRIBULACIONES, EN NECESIDADES, EN ANGUSTIAS; EN AZOTES, EN CARCELES, EN TUMULTOS, EN BONDAD, EN EL ESPIRITU SANTO, EN AMOR SINCERO, EN PALABRA DE VERDAD, EN PODER DE DIOS, CON ARMAS DE JUSTICIA A DIESTRA Y SINIESTRA; POR HONRA Y POR DESHONRA, POR MALA FAMA Y POR BUENA FAMA; COMO ENGAÑADORES, PERO VERACES; COMO DESCONOCIDOS, PERO BIEN CONOCIDOS; COMO MORIBUNDOS, MAS HE AQUI VIVIMOS; COMO CASTIGADOS MAS NO MUERTOS; COMO ENTRISTECIDOS, MAS SIEMPRE GOZOSOS; COMO POBRES, MAS ENRIQUECIENDO A MUCHOS; COMO NO TENIENDO NADA, MAS POSEYENDOLO TODO.”
Todo aquel que quiera vivir como un revolucionario bajo el modelo de Cristo deben de identificar cada característica que estos versículos muestran, de lo contrario no es un ministro de Dios como dice el v.4.
Hubo y hay muchos revolucionarios en el modelo del hombre como: Ernesto «Che» Guevara, Lenin, Emiliano Zapata, Mahatma Gandhi, Simón Bolivar, George Washington, Nelson Mandela, etc…
Todos ellos, en su mayoría estos murieron por sus creencias; cambiaron muchas cosas alrededor de ellos pero cada uno de ellos tuvieron que pagar precios diferentes.
Amadas y amados en la Fe, encontramos hoy entre el liderazgo del cuerpo de Cristo (no todos) y vemos en ellos el que son aplaudidos, elogiados y financiados y aunque nos se Discierne en ellos, ese espíritu de Pablo o de Cristo, puesto que sus frutos indican su incansable búsqueda sobre otras cosas como; Grandeza, poder, fama, muchos viajes a las iglesias de sus colegas a gastos pagados, vida de hoteles y restaurantes. Aman ser el centro de todos los elogios y aplausos, cuentas bancarias, que dan de que hablar de los hombres de Dios, casas lujosas en lugares exclusivos y amantes de la buena vida.
Sinceramente, todo ello no tiene nada de Revolucionario y en su mayoría esto se ve reflejado en aquellos que lideran “grandes”iglesias.
El slogan de un revolucionario es una persona que se da por el pueblo, vive para el pueblo y muere por el pueblo y eso mismo hicieron Cristo, sus doce apóstoles y los reformadores del evangelio.
Hoy vivimos en un mundo en donde el cuerpo de Cristo, se dan por estos lideres, son subvencionado a costa del pueblo y viven cómodamente a costa del pueblo.
Hoy en día lo que hacen estos líderes de iglesias (no todos) es predicar de la biblia, y esto no es extender el reino de Dios o compartir el evangelio de Cristo puesto que esta extensión conlleva a amar, conocer, extender, vivir, padecer, sufrir, gozar y morir por el evangelio al igual que tuvieron que hacer todos los revolucionarios de este planeta o todos los pioneros del evangelio, puesto que el evangelio de Cristo no son una serie de versículos entrelazados para dejar absorta a las congregaciones, sino es un estilo de vida que debe de impactar y contagiar por amor al que tengas a tu alrededor.
Es vivir en Cristo, respirar en Cristo, pensar en Cristo…!!
En todos estos revolucionarios del mundo como los del evangelio había un común denominador y era un celo extremo de vida en Cristo por su Propósito y este mismo celo extremo de vida la extendía y causaba un contagio extremo y este contagio era debido a lo que estos revolucionarios hacían; hoy en día los pastores dicen aunque no hacen el Evangelio del Reino.
Nos encontramos entonces, con falsos predicadores de la biblia.
Estos personajes dicen, aunque no hacen; es decir que nunca se ensucian las manos y todos los revolucionarios que hubo tanto mundanos como cristianos siempre estaban en la primera fila de batalla.
Conclusión
Los apóstoles dijeron: “Señor, auméntanos la fe.”
La fe es el don de Dios, y nos es otorgada en grados.
La fe no es siempre la misma en cuanto a su grado, inclusive en el momento del nuevo nacimiento.
No todos los niños son igualmente fuertes cuando nacen en este mundo.
No toda fe es igualmente fuerte al principio.
Algunas veces, quienes son primeros al principio, después se convierten en los últimos, y a veces quienes son los últimos al principio, aventajan a los otros.
Dios nos da a todos nosotros la misma dotación de fe cuando empezamos.
Algunos de nosotros somos muy delicados, muy atribulados, y encontramos muy difícil aferrarnos a la más pequeña de las promesas de Dios.
Pero toda fe es de la misma naturaleza; tu decides la misma cantidad o grado, toda es de la misma calidad.
Un diamante es un diamante, aunque no sea más grande que un chícharo o la cabeza de un alfiler; justamente es del mismo carácter que el diamante Kohinoor, aunque no sea tan grande.
Lo mismo sucede con la fe.
Fe como un grano de mostaza es igualmente la fe del elegido de Dios como si fuera una montaña.
Es fe viva.
Es la misma fe, aunque sea más pequeña en cantidad.
No siempre recibimos la misma cantidad de fe, pero después que la hemos recibido, crece en el fluir del Río del Espíritu.
Oremos
Ps. Jorge Macías Benitez
¡Dios les Bendice!