lunes, 22 de junio de 2020

#A241 Donde tienes tu Intención

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A241 Donde tienes tu Intención

 

 



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Introducción

 

Fuente de un sermón predicado la mañana del Domingo 22 de Abril, 1855

por Charles Haddon Spurgeon

en Exeter Hall, Strand, Londres.

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Fundamento:

 

"Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios."
Romanos 8:7
 
"Ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios." (La Biblia de las Américas)

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta mañana del domingo 21 de junio del 2020, la Declaración hecha en nuestro Fundmaento en la Palabra de Dios es – al menos - muy solemne ya que el apóstol Pablo formula en ella, contra la mente carnal.

 

Él la declara enemiga de Dios.

 

Cuando recordamos lo que el hombre fue una vez, considerado sólo un poco menor que los ángeles, el compañero con el que Dios se paseaba en el huerto del Edén al aire del día; cuando reflexionamos que el hombre fue creado a imagen de su Hacedor, puro, sin mancha e inmaculado, no podemos menos que sentirnos amargamente afligidos al identificar una acusación como esta, proferida en contra de nosotros como raza.

 

Debemos dejar nuestras arpas en el clóset al oír la voz de Jehová, cuando habla solemnemente a Su criatura rebelde.

 

"¡Cómo caíste del cielo, hijo de la mañana!" "Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura, . . . los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector."

 

¡Ufff!

 

Amados, no se ustedes, yo me siento muy entristecido cuando contemplo las ruinas del como nuestra raza ha procedido históricamente y en estos últimos tiempos.

 

Pareciera se trata de una agenda intencionalmente malvada; si así fuera, ¿Qué estamos haciendo al respecto los Hijos de Dios?

 

Como el cartaginense que al hollar el sitio desolado de su muy amada ciudad, derramó abundantes lágrimas cuando la vio convertida en escombros por los ejércitos romanos; o como el judío que deambulaba por las desiertas calles de Jerusalén, mientras lamentaba que la reja del arado hubiese desfigurado la belleza y la gloria de esa ciudad que era el gozo de la tierra entera; así deberíamos dolernos por nosotros mismos y por nuestra raza, cuando contemplamos las ruinas de esa excelente estructura que Dios formó, esa criatura sin rival en simetría, con un intelecto sólo superado por el intelecto angélico, ese poderoso ser, el hombre, cuando contemplamos cómo cayó, y cayó, y cayó de su elevada condición, convertido en una masa de destrucción.

 

Amados, el título del mensaje y Ministración del Señor hoy es:

 

Donde tienes tu Intención

 

Oremos

 

Un Mundo Arde

 

Amados en Cristo, queridos amigos, de cuando en cuando podemos observar una estrella que resplandece con brillantez inusitada, para que súbitamente se desvanezca.

 

Es probable, que podamos pensar que se trata de un mundo que ardía a miles de millones de kilómetros de nosotros, pero aun así, los rayos de esa conflagración llegaron hasta nosotros.

 

En una figura similar, el silencioso mensajero de luz dio la alarma a los remotos habitantes de este globo: "¡un mundo arde!"

 

Ahora ¿qué importancia tiene la conflagración de un planeta distante; qué es la destrucción del elemento material del orbe más gigantesco, comparada con esta caída de la humanidad, con este naufragio de todo lo que es santo y sagrado en nosotros?

 

Para nosotros, en verdad, las cosas son difícilmente comparables, pues estamos profundamente interesados en una destrucción mas no en la otra.

 

La caída de Adán es NUESTRA caída; de hecho caímos en él y con él.

 

Sufrimos de igual manera; lamentamos la ruina de nuestra propia casa, deploramos la destrucción de nuestra propia ciudad.

 

Aun más, cuando nos detenemos para captar estas palabras escritas tan claramente que no pueden ser malinterpretadas:

 

"Los designios de la carne" (esos mismos designios que una vez fueron santos, y que se volvieron carnales), "son enemistad contra Dios."

Romanos 8:7-8

 

¡Que Dios me ayude hoy a formular intencionalmente esta denuncia contra el mundo! ¡Oh, que el Espíritu Santo nos convenza de tal modo de pecado, que unánimemente nos declaremos "culpables" delante de Dios!


Amados, no hay ninguna dificultad en la interpretación de mi mensaje: escasamente necesita una explicación.

 

Todos Conocemos que la palabra "carnal" implica una naturaleza pecaminosa.

 

Los antiguos traductores vertían el pasaje así: "la mente puesta en la carne es enemiga de Dios," es decir, la mente no regenerada, sin Metanoia, esa alma que heredamos de nuestros padres, esa naturaleza pecaminosa que nació en nosotros cuando nuestros cuerpos fueron formados por Dios.

 

La mente no regenerada, phronema sarkos, los deseos, las pasiones del alma; es esto lo que se apartó de Dios y se convirtió en Su enemigo.

 

Ahora, antes que nos adentremos en una discusión de la doctrina del texto, observemos cuán vigorosamente lo expresa el apóstol:

 

"Los designios de la carne," dice Romanos 8:7, "son ENEMISTAD contra Dios."

 

Él Señor usa un sustantivo, y no un adjetivo.

 

No dice que simplemente se oponen a Dios, sino que se trata de una enemistad positiva.

 

No es el adjetivo negro, sino el sustantivo negrura; no es enemistado sino la enemistad misma; no es corrupto, sino la corrupción; no es rebelde, sino la rebelión; no es perverso, sino la perversión misma.

 

El corazón aunque sea engañoso, es positivo engaño; es el mal en lo concreto, pecado en su esencia; es la destilación, la quintaesencia de todas las cosas que son viles; no es envidioso de Dios, es la envidia misma; no está enemistado, es la enemistad real.

No necesitamos decir una palabra para explicar que es "enemistad contra Dios."

 

El Señor en Romanos 8:7-8 no acusa a la naturaleza humana de tener simplemente una aversión al dominio, a las leyes, o a las doctrinas de Jehová; sino que asesta un golpe más profundo y más preciso.

 

No golpea al hombre en la cabeza, sino que penetra en su corazón; pone el hacha a la raíz del árbol, y lo declara "enemistad contra Dios," contra la persona de la Deidad, contra el Ser Supremo, contra el poderoso Hacedor de este mundo; no enemistado contra Su Biblia o contra Su Evangelio, aunque eso fuera verdad, sin contra Dios mismo, contra Su esencia, Su existencia, y Su persona.

 

Amados, Discirnamos las palabras del texto, pues son palabras solemnes, precisas, de Poder.

 

Están muy bien expresadas por ese maestro de la elocuencia, Pablo, y además, fueron dictadas por el Espíritu Santo, que enseña al hombre cómo expresarse correctamente.

 

Que nos ayude a interpretar este pasaje, que nos ha dado previamente para su explicación.

 

 

La Veracidad de la Declaración


Amados en Cristo, queridos amigos, primero, se nos invita a hablar sobre la veracidad, la verdad de esta gran declaración:

 

"los designios de la carne son enemistad contra Dios."

 

Amados, esta Declaración  claramente no requiere de pruebas; como está escrito en la palabra de Dios, nosotros como cristianos, debiéramos tener el compromiso de Obediencia a ella.

 

Las palabras de la Escritura son palabras de sabiduría infinita, y si la razón es incapaz de ver el fundamento de una Declaración de la Revelación, está obligada a creer en ella muy reverentemente, pues estamos convencidos que aunque esté por encima de nuestra razón, no puede ser contraria a ella.

Aquí encuentro que está escrito en la Biblia: "Los designios de la carne son enemistad contra Dios;" eso en sí, me basta.

 

Ahora, si necesitara testigos convocaría a las naciones de la antigüedad; desenrollaría el volumen de historia antigua.

 

Les comentaría los hechos terribles de la humanidad.

 

Incluso, quizá conmoviera sus almas hasta el aborrecimiento, si les hablara de la crueldad de esta raza para consigo misma, si les mostrara cómo convirtió a este mundo en Acéldama por sus guerras, y lo ha inundado con sangre por sus luchas y asesinatos; si les enumerara la negra lista de vicios en que han caído naciones enteras, o les presentara los caracteres de algunos de los más eminentes filósofos, me daría vergüenza hablar de ellos y ustedes se negarían a escuchar.

 

Amados en cristo, queridos amigos, sería imposible que ustedes hermanos, amigos, todos queiens vena, escuche y/ó lean este mensaje y reciban Su Ministración, como refinados habitantes de un país civilizado, soportaran la mención de los crímenes que fueron cometidos por esos mismos hombres que hoy en día son ensalzados como modelos de perfección.

 

Me temo que si se escribiese toda la verdad, abandonaríamos la lectura de las vidas de los más poderosos héroes y de los sabios más orgullosos de la tierra, y diríamos de inmediato de todos ellos:

"Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."

Romanos 3:12

 

Asi nos enseña el Señor mismo en su Palabra.

 

Los errores del creyente

 

Amados en Cristo, queridos amigos, si eso no fuera suficiente, quisiera hacerles ver los errores de los paganos; quisiera hablarles de la supersticiones de sus sacerdotes que han sometido a las almas a la superstición; quisiera que fueran testigos de las hórridas obscenidades, de los ritos diabólicos que constituyen las cosas más sagradas para estos ofuscados individuos.

 

Entonces, después que hubieran oído lo que constituye la religión natural del hombre, les pediría que me explicaran cuál sería su irreligión, su falta “increíble” de Fe.

 

Si esta es su devoción, su compromiso ¿cuál sería su impiedad?

 

Si este es su ardiente amor por la Deidad, ¿cuál sería su odio a la misma?

 

Estoy seguro que ustedes de inmediato confesarían, si supieran lo que es la naturaleza humana, que la denuncia está sustentada y que el mundo debe exclamar sin reservas, verazmente: "culpable".


Ahora, sin duda encuentro un argumento adicional en el hecho de que las mejores personas han sido siempre las más dispuestas a confesar su depravación.

 

Los hombres más santos, los que están más libres de impureza, siempre han sentido más intensamente su depravación.

 

El que tiene sus vestidos más blancos, percibirá mejor las manchas que les caigan.

 

El que posee la corona más reluciente, sabrá cuándo ha perdido una piedra preciosa.

 

El que da más luz al mundo, siempre será capaz de descubrir su propia oscuridad.

 

Los ángeles del cielo velan sus rostros; y los ángeles de Dios en la tierra, Su pueblo escogido, siempre deben velar sus rostros con la humildad, cuando se acuerdan de lo que fueron.


Escuchen a David: él no era de esos que se jactaran de una naturaleza santa y de una disposición pura.

 

David mismo, dice:

 

"He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre."

Salmos 51:5

 

Amados, muchos de esos santos hombres escribieron en la Biblia, y los encontrarán a todos confesando que no eran limpios, no, ni aun uno; y uno de ellos exclamó: "¡miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?"

 

Testigo de la Corrupción

 

Amados en Cristo, voy a citar a otro testigo que dé testimonio de la veracidad de este hecho, y que decidirá la pregunta: será su propia conciencia.

 

¡Conciencia, te voy a poner en el asiento de los testigos para interrogarte esta mañana!

 

¡Conciencia, dinos la verdad! ¡No te drogues con el opio de la seguridad en ti misma! ¡Testifica la verdad!

 

¿Nunca oíste decir al corazón: "quisiera que no existiera Dios"?

 

¿Acaso todos los hombres no han deseado, algunas veces, que nuestra religión no fuera verdadera?

 

Aunque no han podido librar enteramente sus almas de la idea de la Deidad, ¿acaso no han deseado que no existiera Dios?

 

 ¿No han acariciado el deseo que todas estas realidades divinas resultaran ser un engaño, una farsa y una impostura?

 

"Sí," responde cada individuo, "eso se me ha ocurrido algunas veces; he deseado poder entregarme a la necedad. He deseado que no hubiesen leyes que me restringieran; he deseado, como el insensato, que no hubiera Dios."


Ese pasaje de los Salmos que dice:

 

"Dice el necio en su corazón: no hay Dios,"

Salmo 53:1

 

Está mal traducido.

 

La traducción correcta debería ser:

 

"Dice el necio en su corazón: no acepto a Dios.”

 

El necio no dice en su corazón no hay Dios, pues él sabe que hay un Dios; sino que más bien dice:

 

"No acepto a Dios, no necesito ningún Dios, quisiera que no existiera ninguno."

 

Amados, ¿quién de nosotros no ha sido tan insensato que no haya llegado a desear que no hubiera Dios?


Ahora, conciencia, ¡responde otra pregunta!

 

Tú has confesado que algunas veces has deseado que no existiera Dios; entonces, supón que un hombre deseara la muerte de otro.

 

¿Acaso no demostraría eso que lo odiaba?

 

Sí, lo demostraría.

 

Así, amigos míos, el deseo que no exista Dios, demuestra que tenemos aversión a Dios.

 

Cuando deseo la muerte de otro y que se pudra en su tumba; cuando deseo que fuera un non est (un ser inexistente), debo odiar a ese hombre; de otra forma no desearía que fuera un ente extinto.

 

Así que ese deseo (y no creo que haya existido alguien en el mundo que no lo hubiera sentido), demuestra que "los designios de la carne son enemistad contra Dios."

 

Universalidad del mal

 

Amados, tomemos nota de la universalidad de este mal.

 

Estamos entonces introduciéndonos en un terrenos, insondable y hasta inconmensurable.

 

No es una mente carnal singular, o una cierta clase de caracteres, sino "los designios de la carne."

 

Es un enunciado sin restricciones, que incluye a cada individuo.

 

Cualquier mente que pueda apropiadamente ser llamada carnal, si no ha sido espiritualizada por el Poder del Espíritu Santo de Dios, es "enemistad contra Dios."

 

Observemos entonces, en primer lugar, la universalidad de esto en lo relativo a todas las personas.

“Toda mente carnal en el mundo está enemistada con Dios.”

Ps. Jorge Macías Benítez

Esto no excluye ni siquiera a los bebés que se alimentan del pecho de la madre.

 

Nosotros los llamamos inocentes, y en realidad son inocentes de transgresiones reales, pero como dice el poeta: "en el pecho más tierno yace una piedra".

 

En la mente carnal de un bebé hay enemistad contra Dios; no está desarrollada, pero está allí.

 

Algunos afirman que los niños aprenden a pecar por imitación. Pero no: llévense a un niño, pónganlo bajo las influencias más piadosas, asegúrense que el propio aire que respire sea purificado por la piedad, que beba sorbos de santidad, que sólo escuche la voz de la oración y de la alabanza; que sus oídos se mantengan afinados por las notas del himno sagrado; y a pesar de todo ello, ese niño puede convertirse todavía en uno de los más depravados transgresores; y aunque en apariencia esté encaminado en la propia senda al cielo, descenderá directamente al abismo si no es dirigido por la gracia divina.

 

¡Oh, Amados, cuán cierto es que algunos que han contado con los mejores padres, se han convertido en los peores hijos; que muchos que han sido entrenados bajo los más santos auspicios, en medio de las más favorables escenas de la piedad, se han convertido, sin embargo, en libertinos y disolutos!

 

Así que no es por imitación, sino que es por naturaleza que el niño es malo.

 

Concédanme que el niño es carnal, pues mi texto dice: "los designios de la carne son enemistad contra Dios."

 

 

 

Conclusión

 

Amados en Cristo, queridos amigos, hay algunos hombres que han nacido en este mundo dotados de espíritus superiores, que caminan por todos lados como gigantes envueltos en mantos de luz y gloria.

 

Me estoy refiriendo a los profetas o incluso a los Apóstoles de este Tiempo del Señor – no como los originales -  hombres que se destacan como colosos, más poderosos que nosotros, que parecen haber descendido de las esferas celestiales.

 

Hay otros de agudo intelecto, que, investigando en los misterios de la ciencia, descubren cosas que han estado ocultas desde la creación del mundo; hombres de tenaz investigación y de vasta erudición; y sin embargo, de cada uno de estos (poetas, filósofos, metafísicos y grandes descubridores), se dirá: "los designios de la carne son enemistad contra Dios."

 

Podrás entrenarlo, convertir su intelecto en algo casi angélico, fortalecer su alma hasta que entienda lo que constituyen enigmas para nosotros, y los descifre con sus dedos en un instante; podrás hacerlo tan poderoso que pueda entender los férreos secretos de los montes eternos y pulverizarlos con su puño; podrás darle un ojo tan perspicaz que pueda penetrar los misterios de las rocas y de las montañas; podrás agregarle un alma tan potente que pueda matar a la gigantesca Esfinge, que por muchas edades confundió a los sabios más notables; pero cuando hayas hecho todo esto, su mente será depravada y su corazón carnal, todavía estará en oposición a Dios.


Aún más, puedes llevarlo a la casa de oración; puedes exponerlo constantemente a la predicación más clara del mundo, donde oirá las doctrinas de la
Gracia en toda su pureza, y predicación acompañada de santa unción; pero si esa santa unción no descansa en él, todo habría sido en vano: puede ser que asista con toda regularidad, pero al igual que la piadosa puerta de la capilla, que gira hacia adentro y hacia afuera, él seguirá siendo igual; podría tener una religión superficial externa, pero su mente carnal estará enemistada con Dios.

 

Ahora amados, esta no es una aseveración mía, es la declaración de la palabra de Dios, y pueden hacerla a un lado si no creen en ella; pero no discutan conmigo, ya que es el mensaje de mi Señor; y es válido para cada uno de ustedes: hombres, mujeres y niños, y para mí también, que si no somos regenerados y convertidos, si no experimentamos un cambio de corazón, nuestra mente carnal está enemistada con Dios.

 

Terminemos amados; algunas veces he escuchado sermones y mensajes en relación con la inclinación del pecador al mal, en los que esto se ha demostrado con mucho poder, y ciertamente el orgullo de la naturaleza humana ha sido muy humillado y abatido; pero hay algo que me parece que si se deja fuera, resulta ser una gran omisión, es decir: la doctrina que el hombre es culpable en todas estas cosas.

 

Si su corazón está contra Dios, debemos decirle que es su pecado; y si no puede arrepentirse, debemos mostrarle que el pecado es la única causa de su incapacidad para hacerlo, (que toda su separación de Dios es pecado), que mientras se mantenga alejado de Dios es pecado.


Me temo que muchos de los que escuche, vena o lean este mensaje y Ministración del Señor, debamos reconocer que no acusamos de ese pecado a nuestras propias conciencias.

 

Sí, decimos, estamos llenos de corrupción. ¡Oh!, sí.

 

Pero nos quedamos muy tranquilos.

 

Amados, hermanos míos, no deberíamos hacerlo.

 

Tener esas corrupciones es nuestro crimen, que debe ser confesado como un enorme mal; y si yo, como un ministro del Evangelio, no recalcara el pecado involucrado en ello, no habría encontrado su propio virus.

 

Habría dejado fuera la verdadera esencia, si no mostrara que es un crimen.

 

Así es que nuevamente, regresemos a la reflexión original y Propósito de este mensaje y la Minsitración del Señor, hoy:

 

¿Dónde tiene tu Intención?

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez

 

 

domingo, 14 de junio de 2020

#A240 La Misericordia de Dios

Serie: Tiempo de Transformación

 

#A240 La Misericordia de Dios

 

 

 

 

 

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Introducción

 

A partir de un sermón predicado la noche del Domingo 23 de Mayo, 1869

por Charles Haddon Spurgeon

En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.
Y publicado el Jueves, 28 de Febrero, 1907.

 

Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!

 

Amados en Cristo, queridos amigos, esta mañana del domingo 14 de junio del 2020, el Señor nos va a Ministrar del como Su Transformación en nosotros y quienes le hemos aceptado, invitado a nuestra corazón como Señor y Salvador personal, solo es posible por Su Gracia y Misericordia.

 

El Fundamento esta mañana, en Su Palabra nos dice:

 

"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios."
Lucas 1: 78.

 

Una prueba de la grandiosa ternura de Dios es que se haya dignado pensar en Su criatura pecadora, el hombre.

 

Cuando el ser creado se estableció deliberadamente en oposición a su Creador, ese Creador pudo haberlo destruido, o haberlo abandonado a su propia suerte para que se fraguara su destrucción.

 

Fue la ternura divina la que se fijó en una criatura tan insignificante, comprometida insolentemente en una grave rebelión.

Fue también la infinita ternura la que había considerado tan cuidadosamente al hombre, mucho tiempo antes de todo eso, que elaboró un plan para que el hombre caído pudiera ser restaurado.

 

Es de ese Plan que incluye Su Infinita Misericordia, de lo que nos va a Ministrar este domingo con este Mnesaje Suyo que lleva por título:

 

La Misericordia de Dios

 

Oremos

 

Dios tuvo Compasión de Su Creación

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ha sido una maravilla de la misericordia de Dios que Su Sabiduría infalible se uniera con el Poder todopoderoso para preparar un método mediante el cual el hombre rebelde pudiera ser reconciliado con su Hacedor.

 

Fue el máximo grado posible de compasion, de ternura que Dios entregara a Su propio Hijo, a Su Unigénito, para que derramara Su sangre y muriera para completar la grandiosa obra de nuestra redención.

 

Ha sido también compasión indescriptible que Dios, además del don de Su Hijo, se compadeciera de tal manera de nuestra debilidad y de nuestra impiedad, que nos envió al Espíritu Santo para conducirnos a aceptar ese "don inefable."

 

Es la compasión divina y sobrenatural la que soporta nuestra obstinación cuando rechazamos a Cristo, la divina compasión la que insiste repetidamente mediante reconvenciones e invitaciones encaminadas todas ellas a inducirnos a que tengamos misericordia de nosotros mismos, y aceptemos esa bendición inconmensurable que la entrañable misericordia de Dios nos presenta gratuitamente.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ha sido una maravillosa ternura de parte de Dios que, cuando pensó en salvar al hombre, no se contentó con restituirlo al lugar que había ocupado antes de haber caído, sino que quiso elevarlo mucho más arriba de su posición original; antes de la Caída, no había ningún hombre que se pudiera llamar en verdad el igual del Eterno.

 

Ahora, en la persona de Cristo Jesús, la naturaleza humana está unida con la Deidad; y de todas las criaturas que Dios ha hecho, el hombre es el único que ha sido tomado en unión con Él, poniéndolo por encima de todas las obras de Sus manos.

 

Amados, hubo infinita compasión, misericordia de Dios en Sus primeros pensamientos de amor hacia nosotros, y ha habido ternura divina en todo momento hasta ahora; esa misma compasión llevará a nuestras almas al cielo, donde diremos conjuntamente con David, "Tu benignidad me ha engrandecido."

 

Compasión y Misericordia


Amados en Cristo, queridos amigos, en la misericordia de Dios, hay un gran compasión en sus grandiosas provisiones.

 

Vemos allí a un soldado herido que se está desangrando hasta la muerte en el campo de batalla; se le acerca un amigo, misericordioso y tierno, y le trae agua fresca y refrescante que le ayudará a recuperar su conciencia, y podrá abrir otra vez sus ojos semiapagados.

 

Ahora, profundicemos en esta escena; está cubierto de sudor, pero allí tiene agua fría para refrescar su enfebrecido rostro.

 

Sus heridas están muy abiertas, y su vida se escapa de su cuerpo, pero su amigo ha traído consigo el aceite y las vendas con los que restañará sus heridas.

 

¿Es esto todo lo que ha provisto para el guerrero herido?

 

No, pues allí vemos una camilla, llevada por hombres que caminan con sumo cuidado para evitar que el pobre inválido sea sacudido. ¿Adónde lo van a llevar?

 

El hospital está preparado; la cama, tan suave, perfectamente adecuada para soportar tal cantidad de debilidad y dolor, está lista; la enfermera lo espera diligentemente para prestarle los servicios que se requieran.

 

El hombre muy pronto duerme un sueño que lo restaurará; y cuando abre sus ojos, ¿qué es lo que ve? Contempla la comida adecuada para sus circunstancias y necesidades; cerca de él se ha colocado un ramo de flores, para que con su belleza y fragancia le sirva de aliento y lo alegre; y un amigo se acerca con suaves pisadas, y le pregunta si tiene una esposa, o una madre, o algún amigo a quienes se les pueda escribir una carta.

 

Antes de pensar en lo que necesita, ya lo tiene allí a su lado; y casi antes de que pueda expresar un deseo, le es concedido.

 

Este es un ejemplo de la ternura, de la compasión del compañerismo humano, pero infinitamente mayor es la ternura, compasión y misericordia de Dios hacia los pecadores culpables.

 

Él ha pensado en todo lo que un pecador necesita, y ha provisto en abundancia todo lo que el alma culpable requiere para conducirla a salvo al propio cielo.

 

Amados, para cada caso individual, Dios, en el pacto de Su Gracia, ha preparado una cosa buena y diferente. 

 

Para grandes pecadores, cuyas iniquidades son muchas y graves, hay palabras llenas de Gracia como éstas:

 

"Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana."

Isaías 1:18

 

Amados, si el hombre no ha caído en las grandes profundidades del pecado deliberado, el Señor le dice, como el Salvador de corazón misericordioso le dijo a uno que estaba en esa condición: "Una cosa te falta;" y la gracia de Dios está preparada para suministrar esa cosa precisa.

 

Hay tantas cosas en la Palabra de Dios para alentar la necesidad de venir a Cristo como las hay para invitar al hombre inmoral a que abandone sus pecados, y acepte "la entrañable misericordia de nuestro Dios."

Si hay niños o jóvenes que deseen encontrar al Señor, esta promesa es especial para ellos, "Me hallan los que temprano me buscan."

 

Sí, inclusive para los pequeñitos hay tiernas palabras como estas:

 

"Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos."

Mateo 19:14

 

Amados, en el Pacto de Su Gracia, Dios ha respondido al caso peculiar de cada pecador que realmente anhela ser salvado.

 

Si estás muy triste y deprimido, decaído y a punto de desmayar, hay promesas y declaraciones divinas que se adecuan exactamente a cada caso.

 

Aquí algunas de ellas:

 

"El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas."

Salmos 147:3

 

"Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia."

Salmos 147:11

 

"No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare."

Isaías 42:3


Amados en Cristo, queridos amigos, todo parece estar establecido con el propósito de que independientemente de la condición en la que pueda haber caído un hombre por el terrible mal del pecado, Dios venga a él, no con rudeza sino con la mayor ternura, con compasión absoluta y
sobrenatural para darle precisamente lo que necesita.

 

Yo me gozo de poder decir que todo lo que el pecador necesita, entre el tiempo y la eternidad, es suministrado por el Evangelio de Cristo; todo lo necesario para el perdón, para la nueva naturaleza, para la preservación, para el perfeccionamiento, y para la glorificación, está atesorado en Cristo Jesús, en Quien agradó al Padre que habitase toda plenitud.


Antes de continuar, bendigamos la tierna y compasiva consideración de Dios, que previendo lo graves que serían nuestros pecados y nuestras aflicciones, nuestras necesidades y nuestras debilidades, ha dispuesto para nuestras grandes necesidades, una provisión ilimitada de gracia y misericordia.

 

Atrayendo al Pecador

 

Las antiguas prácticas de cirugía podrían haber sido útiles en su tiempo, pero en verdad no eran nada tiernas.

 

A bordo de un buque de guerra después de entrar en acción, ¡qué métodos tan ásperos eran adoptados por quienes intentaban salvar las vidas de los heridos!

 

Recuerdo con impacto y emoción, escenas de películas cono aquella en la que Denzel Whasington como soldado de color en un pelotón de blancos, recibe finalmente sus insumos al igual que todos los blancos y en medio de batallas cuentas y ¡tratamientos brutales incluyendo el serruchar extremidades incurables!

 

Amados, algunos de los remedios que leemos en los antiguos manuales de medicina, deben haber sido mucho más terribles que las propias enfermedades que pretendían curar, y yo no dudo que muchos de los pacientes murieran precisamente por el uso de esos ásperos remedios.

 

Ahora, el método de Dios de mostrar misericordia al hombre es siempre divinamente tierno, pleno de consideración y compasión.

 

Es siempre poderoso; pero, aunque es masculino en su fuerza, es femenino en su ternura, ¡Amen!

 

Queridos amigos, ¡Amados! considera entonces que Dios te ha enviado el Evangelio; pero ¿cómo te lo ha enviado?

 

Lo pudo haber enviado por medio de un ángel; un serafín luminoso podría haberse parado aquí para comentarte en encendidas y poderosas aunque sensibles frases, acerca de la misericordia de Dios.

 

Amados, quizá nos habríamos alarmado si lo hubieramos podido ver, y habríamos huido de Su Presencia; habríamos estado completamente fuera de condición para la recepción del mensaje angélico.

 

En lugar de haber enviado un ángel, el Señor ha enviado el Evangelio por medio de un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras; alguien que se puede identificar con nosotros en nuestra rebeldía, que afectuosamente tratará de entregarnos su mensaje de manera tal que satisfaga cualquier necesidad.

Es probable que algunos escucharon por primera vez el Evangelio de labios de su querida madre;
¿quién más podría contar esa historia tan bien como ella lo hacía? O tal vez lo has escuchado de una amiga, que con ojos inundados de lágrimas y pecho jadeante irradiaba la intensidad con que amaba tu alma.

 

¡Oh Amado!, da gracias que Dios no haya proclamado el Evangelio desde el Sinaí en medio de truenos, con sonido de bocina fortísimo y prolongado, haciéndote recordar la pavorosa convocación del último día tremendo; sino que el bendito mensaje de salvación, "Cree y vivirás," llega a ti brotando de la lengua de algún compañero, en tonos enternecedores que imploran ser bien recibidos.


Vean también la ternura de la misericordia de Dios en otro sentido, y es que el Evangelio no es enviado a ustedes en lengua desconocida. 

 

Hoy, nadie tenemos que acudir a la escuela para aprender griego, o hebreo, o latín, incluso para poder leer acerca del camino de salvación.

 

Nos es enviado en nuestra sencilla lengua materna.

 

Hoy, puedo decir honestamente que no he pretendido las bellezas de la elocuencia ni los refinamientos de la retórica; pero si ha habido una palabra, más tosca y apropiada que pudiera ser usada en lugar de otra, que yo haya considerado que favorecería mi propósito de presentar un claro mensaje del Evangelio, he elegido invariablemente esa palabra.

 

Aunque pudiera haber hablado de otra manera si así me lo hubiera propuesto, he decidido que lo correcto y lo mejor, es, como lo hizo el apóstol Pablo, "usar de mucha franqueza," aún más como Juan Hus aquel termendo reformador y siervo de Dios que en el siglo XIV nos dijo, “la verdad lo vence todo”, para que nadie que me escuche pueda decir honestamente, "no pude entender el plan de salvación como fue explicado por mi ministro."

 

Amado, como has oído el Evangelio predicado tan claramente que no necesitas de un diccionario para entenderlo, considera en esto la entrañable Misericordia de Dios, y Su Anhelo de ganar tu alma para Sí.

 

Amados, recuerden también, que el Evangelio llega a los hombres, no solamente por medio de la vía más adecuada del ministerio, y en el más simple estilo de lenguaje, sino que también viene a los hombres tal como son.

 

No importa cuál sea su condición, el Evangelio es adecuado para ustedes.

 

Si han llevado una vida de vicios, el Evangelio viene y les dice:

 

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados."

Hechos 3:19-20


Por otra parte, ustedes pueden haber vivido una vida de justicia propia; si es así, el Evangelio nos instruye a hacer a un lado esa justicia propia, que no tiene ningún valor, que no es sino un montón de harapos inmundos, y nos indica que se pongan el vestido sin mancha de la
Justicia de Cristo.

 

Amados, cualquiera puede ser de corazón tierno, o ser todo lo contrario; sus lágrimas pueden fluir con facilidad, o pueden ser tan duros como una solera de molino; aunque en cualquier caso, el Evangelio de Dios es exactamente el necesitamos.

 

¡Oh Sí! Bendito Dios y el nombre del Señor, porque aunque un pecador esté exactamente a las puertas del infierno, el Evangelio se adapta a su desesperada condición, e inclusive puede levantarlo desde las profundidades de la desesperación.

 

Amados, observemos en especial otra cosa más, y es que la Misericordia de Dios es muy tierna porque viene a nosotros Ahora

 

Si cualquiera de nosotros, pudiera remediar de inmediato el dolor de una persona que sufre, y sin embargo, lo hicieramos esperar, su tratamiento sería a la vez, cruel y tardío.

 

No obstante el Evangelio de Dios dice:

 

"He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

2ª. Corintios 6:2

 

Si un pecador está parado fuera de la puerta de la Misericordia, aunque sea por sólo media hora, debe culparse únicamente a sí mismo por esa exclusión.

 

Amados, si solamente obedeciera el mensaje del Evangelio y confiara en la obra consumada de Cristo, la puerta se abriría de inmediato; las demoras no son demoras de Dios, sino nuestras.

 

Si nosotros posponemos aceptación de Su Misericordia, somos los únicos responsables.

 

¿Qué nos pide Su Evangelio?

 

Amados en Cristo, queridos amigos, ¿Qué es lo que nos pide el Evangelio?

 

Ciertamente no nos pide nada sino únicamente lo que nos da.

 

No pide nunca de ningún hombre una suma de dinero para que pueda redimir su alma con oro.

 

Los más pobres son bienvenidos de todo corazón de la misma manera que los más ricos; y el mendigo que podría contar todo su dinero con los dedos de su mano, es recibido con la misma alegría que el millonario que posee inversiones y acciones y tierras y barcos.

 

Los pobres son invitados a venir a Jesús "sin dinero y sin precio."

 

El Señor, tampoco nos pide que hagamos severas penitencias o que nos castiguemos para hacernos aceptables a Él.

 

Él no requiere que sometamos nuestros cuerpos a la tortura, o que suframos una larga serie de mortificaciones externas y visibles de la carne.

 

Podemos confiar en Cristo estando sentados aquí, en una banca de la iglesia; y si así lo hacemos, seremos perdonados y aceptados de inmediato.


No se pide profundidad de conocimientos como una condición de salvación.

 

Amados en Cristo, queridos amigos, para ser cristiano, uno no necesita ser un filósofo.

 

·      ¿Te reconoces como un pecador: culpable, perdido, condenado, y reconoces que Cristo es un Salvador?

 

·      ¿Confías en que Cristo es tu Salvador?

 

Entonces eres salvo, sin importar cuán ignorante puedas ser acerca de otros asuntos.


Tampoco se pide una grandiosa medida de depresión espiritual como requisito para venir a Cristo.

 

Amados, yo sé, Conozco que algunos predicadores enseñan que no debes venir a Cristo hasta que no hayas ido primero con el diablo; quiero decir, que no debes creer que Cristo puede y quiere salvarte hasta tanto no hayas llegado, por decirlo así, hasta las meras puertas del infierno, en terror de conciencia y horrorosa depresión de espíritu.

 

Jesucristo no les pide nada parecido a eso; pero si ustedes verdaderamente se arrepienten y abandonan sus pecados, renuncian a los males que los están destruyendo, y ponen su confianza en las aflicciones y en los dolores que Él soportó en la cruz, ustedes son salvos.

 

Conclusión

 

Amados, el Evangelio ni siquiera les exige una gran cantidad de fe.

Para ser salvos, no se requiere la fe de Abraham, ni la fe de Pablo ni de Pedro; se requiere una fe igualmente preciosa, una fe similar en sustancia y en esencia, pero no en grado.

 

Con sólo que Él te deje tocar el borde de Su manto, quedarás sano.

 

Aunque tu mirada sea una pobre contemplación tan temblorosa que tengas la impresión que escasamente lo has visto, sin embargo, esa mirada será el medio de salvación en algunos casos y de acelerar Transformación, en otros.

 

Si tan sólo puedes creer, todas las cosas son posibles para el que cree; y aunque tu fe sea sólo como un grano de mostaza, asegurará tu entrada al cielo.


¡Oh Amado, cuán precioso Salvador es Cristo!

 

Si tú tienes sincera confianza en Él, aunque sea débil y lánguida, serás aceptado.

 

Si de corazón le puedes decir a Cristo: "Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino," pronto tendrás Su confirmación llena de gracia: "De cierto te digo que estarás conmigo en el paraíso."

 

No te engañes a ti mismo con la idea que tienes que hacer mucho y sentir mucho para poder estar preparado para venir a Cristo.

 

Toda esa aptitud no es sino ineptitud.

 

Todo lo que debes hacer para estar listo para que Cristo te salve es hacerte más inepto.

La condición adecuada para lavarse es estar sucio; la condición adecuada para recibir ayuda es ser pobre y necesitado; la condición adecuada para ser sanado es estar enfermo; y la condición adecuada para ser perdonado es ser un pecador.

Si tú eres un pecador, y yo te aseguro que lo eres, contamos con la inspirada declaración apostólica:

 

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores;"

1ª. Timoteo 1:15

 

Podemos agregar a esa declaración, las propias palabras de nuestro Señor:

 

"El que en él cree, no es condenado;"

"El que creyere y fuere bautizado, será salvo."

 

¡Oh, Amados, que el Señor les conceda a todos ustedes la gracia de recibir este Evangelio inmerecido, cuyos requerimientos son tan entrañable y misericordiosamente llevados hasta su condición de abatimiento!

 

Oremos

 

¡Dios los Bendice!

 

Ps. Jorge Macías Benítez