Serie: Tiempo de Revolución
Ps. Jorge Macías Benitez
28 de Mayo del 2022
Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor!!!
El anhelo de #Trascender está presente en todos los seres humanos.
El camino que decidamos seguir al buscar la satisfacción de ese impulso o los medios que utilicemos para desarrollar plenamente este objetivo, marcarán nuestra calidad como seres humanos, nuestro destino y, lo más importante, nuestra felicidad, Gozo.
Ahora, si bien el impulso es el mismo en todos (en esencia), no es lo mismo que busquemos saciarlo a través de una droga dañina que de una forma de Fe y en concreto por medio de una relación con él Único Dios Verdadero.
No es lo mismo que sigamos el camino del servicio que seguir el camino del egoísmo.
Uno enaltece el corazón humano al ver que la vida de otros es mejor por lo que compartimos; el otro degrada nuestro interior mientras pensamos erróneamente que quitar y empobrecer a los demás es la única manera de obtener y enriquecerse: que hacerlos menos es la forma de ser más.
Damos lo que obtenemos, y sólo somos dignos cuando vivimos con dignidad, con humildad y tratamos con ella a nuestros semejantes.
El Título del mensaje hoy, es:
#A340 Identidad y Trascendencia
Parte 2
Oremos
El Anhelo de Trascender
Trascendencia es un término de origen latino que significa «ascender más allá», sobrepasar, exceder los límites.
Cuando decimos que Dios es trascendente, nos referimos a que Él está totalmente por encima de todo lo creado. No está sujeto a ningún limitación alguna. Él absolutamente independiente y está más allá de todo lo que existe.
Podemos hablar de la trascendencia de Dios en dos sentidos. En el sentido ontológico, el ser de Dios es completamente distinto a todo otro ser.
No hay nada de criatura en el Creador.
Es y será siempre «otro» inescrutable. Por lo tanto, epistemológicamente Dios excede también toda nuestra capacidad de conocimiento.
Ninguna criatura puede abarcar a Dios con su conocimiento de criatura. Dios es misterio.
Èl lo sabe todo, nosotros únicamente podemos saber parte. Dios es totalmente puro, nosotros somos pecadores.
Dios solo desea lo justo y bueno; nosotros deseamos con frecuencia lo malo y nuestros afectos son una mezcla de cosas buenas y malas.
Los escritores bíblicos captaron esa trascendencia de Dios, por ejemplo, con relación al tiempo.
Dios es antes de la creación (Salmos 90:2).
También percibieron su trascendencia respecto al espacio.
El universo no lo puede contener (1 Resyes 8:27).
Dios es santo (Oseas 11:9, Salmos 30:4).
Él es exaltado y altísimo (Salmos 113:5-6, Isaías 55:8-9).
Isaías habló tanto de la trascendencia como de la inmanencia de Dios (57:15).
El deísmo lleva la trascendencia de Dios a un extremo errado.
Dios, en esta filosofía, es el Creador que se mantiene lejos y desconectado de su creación.
Según los deistas, Dios creó un universo que se mantiene sólo. Él no está presente en las cosas que pasan acá abajo.
La enseñanza sobre la trascendencia de Dios tiene sus implicaciones.
En primer lugar, el hombre no representa el máximo valor. Dios, el Creador, quien está muy encima de todo es el que da valor. Sin Dios no tiene sentido tratar de articular de manera alguna la valoración humana.
Tal vez por eso, los movimientos humanistas modernos fracasan a la hora de establecer una ética y un orden basados en el valor del hombre.
Sin un Creador, el hombre no es más que polvo cósmico.
Por otra parte, el entendimiento humano jamás podrá comprender la totalidad de Dios.
Lo que Dios es y lo que Dios haca estará siempre plagado de misterios.
Además los humanos nunca podremos conocer a Dios a partir de nuestra propia inteligencia.
Lo que sabemos de Dios se lo debemos al hecho de que Él nos lo ha revelado.
Si Dios no nos revela quién es él y cuál es su voluntad, nosotros permanecemos en la oscuridad.
También es cierto que al amparo de nuestros propios recursos, nunca podremos acercarnos a Dios.
Él es totalmente distinto y además es completamente justo.
Sólo podemos acercarnos a Dios en la medida en que él se nos acerca.
Él puede descender hasta nosotros, pero para nosotros es imposible ascender a Él.
Sólo él puede llevarnos consigo (Juan 14:1-6).
El hombre es criatura y Dios es el Creador.
El hombre no tiene nada dios, como enseñan algunas religiones.
Jesús es Hijo de Dios, porque descendió del Padre, estaba con el Padre desde el principio y es uno con el Padre (Juan 1:1, 3:12-13. 14:8-9).
Nosotros somos hijos de Dios, porque somos criaturas suyas.
Somos obra de sus manos, no la «imagen misma de sus sustancia» (Hebreos 1:1-3).
Sólo podemos ir al Padre, por medio del Hijo (Juan 14:6).
Una Fe que Trasciende
Una Fe que Trasciende, me lleva a hacerme preguntas, como esta:
”Todo lo que hagas dejará algo, la pregunta es: ¿Qué estás haciendo hoy? Porque por eso serás recordado mañana”
Una de las particularidades que tiene ser parte del Reino es, que todo lo que hacemos trasciende.
Esto es muy importante, porque le da sentido de propósito a todo lo que hago.
Es más, saber que mis decisiones, mi Fe, mis obras trascienden, me lleva a ser más responsable.
A esforzarme.
A ser distinto.
Santiago 2:17-18
"Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”
Definición de Trascender:
- Pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa.
- Estar o ir más allá de algo
Por eso lo que expresa el libro de Santiago es clave para entender lo que Dios nos está hablando.
En otras palabras, como lo que estás haciendo superará los limites de tu vida natural, aun después de tu partida con Dios, es necesario que comiences a desarrollar las obras de Fe que hay en tu interior y que el Espíritu ya te capacito para que las hagas.
1 Juan 2:17
"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”
Dios te preparo para trascender y para que hagas historia. Todo lo que hagas dejara algo, la pregunta es, que ¿Qué estás haciendo hoy? Porque por eso serás recordado mañana.
Si uno solo deja deseos, en realidad está dejando algo en el aire, que no tiene fundamento. Solo un deseo.
Es clave aprender la diferencia que existe entre un fuerte deseo humano y una visión que Dios pueda darte.
Un fuerte deseo:
Quizás tenga su cumplimiento, quizás lo puedas lograr porque uno pone todo de sí para lograrlo, pero cabe la posibilidad de que quizás no lo logres.
A pesar de que la palabra dice que Dios te pone el querer como el hacer, el tiempo termina mostrando, si fue un deseo o una visión.
Visión, tiene que ver con algo que Dios está decidido a que tengas y logres.
La visión que Dios te ha puesto se cumplirá sí o sí.
No hay posibilidad que eso no suceda.
Solo si yo rechazo al Espíritu Santo.
Sino una visión puesta por Dios es la próxima realidad en la tierra.
Todo lo que hagas trascenderá tu vida y llegara a tus generaciones… siempre es así.
Dice Apocalipsis 14:13 (PDT)
"Luego, escuché una voz del cielo que decía: "Escribe esto: 'Afortunados los que a partir de este momento mueran unidos al Señor'". El Espíritu dice: "Sí, eso es cierto, ahora ellos descansarán de su trabajo pues sus obras los acompañarán”
Apocalipsis lo confirma.
Lo que hacemos va a trascender.
Confirma que mi trabajo no es en vano, que mi esfuerzo tiene sentido, que no debo escuchar más al diablo cuando te hace sentir que lo que estás haciendo no vale la pena.
Dios dice, yo me ocupo de tu esfuerzo y hago que tus propias generaciones vivan de tu herencia, vivan de lo que hiciste, vivan de lo que lograste.
Pregunta:
¿Pueden vivir de lo que vas a dejar?
Por eso llega este mensaje, para que actives la sobrenaturalidad de Dios, y los años comiencen a redimirse.
Cuando comprendemos que nuestra fe trasciende, nuestras obras imparten vida.
Dice Éxodo 1:15-21 (PDT)
"Había dos parteras hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, que atendían a las mujeres hebreas. El rey de Egipto les dijo: Cuando estén ayudando a las hebreas a dar a luz, fíjense en el sexo del bebé. Si es niño, mátenlo pero si es niña, déjenla vivir. Pero las parteras respetaban a Dios y no hicieron lo que el rey de Egipto les ordenó. Dejaban que los niños vivieran. Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les preguntó: ¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué dejaron vivir a los niños? Ellas respondieron: Porque las hebreas son diferentes a las egipcias; son fuertes y dan a luz antes de que la partera llegue a atenderlas.”
Dios bendijo a las parteras.
Los israelitas se multiplicaron y se fortalecieron mucho.
Dios hizo que las familias de las parteras tuvieran muchos hijos porque ellas respetaron a Dios.
Estas mujeres, pusieron por delante la Fe, luego vinieron las obras y por último la Bendición.
Sus familias recibieron la bendición de la fe de estas mujeres.
La confirmación Apostólica de la trascendencia de mi Fe
Dice 2 de Timoteo 2:3-5
"Siempre te recuerdo en mis oraciones, de día y de noche doy gracias a Dios por ti. Al igual que mis antepasados, sirvo a Dios con conciencia limpia. Cuando recuerdo tus lágrimas por mí, quisiera verte. ¡Qué feliz me haría! Recuerdo tu fe sincera, como la que tuvo primero tu abuela Loida, luego tu mamá Eunice y estoy seguro de que tú también la tienes.”
Pablo marca algo fundamental, la Fe traspasa generaciones y preparan el camino para que las próximas generaciones puedan edificar sobre ese fundamento.
La abuela de Timoteo y la Madre, prepararon el camino a causa de una Fe sincera, para que Timoteo sea discípulo del Apóstol más grande (según mi criterio) del tiempo de la gracia.
Y termine siendo Pastor en Éfeso.
Todo lo que hagas en Cristo, trasciende.
Por eso Dios hace un llamado a hacer, porque necesita las obras de los justos en la tierra, para la manifestación sobrenatural más grande que se haya vivido.
Identidad como el Parakletos
Tener fe más que una conquista personal es un don de Dios.
El Señor nos ve con misericordia y nos va llevando con paciencia para que surja el regalo de la fe.
Decir que creemos en Dios es una bendición, pues nos ofrece una visión diferente en la vida; se trata de una confesión de fe que le da nuevos horizontes a nuestra vida.
Jesús le da una proyección más puntual a nuestra fe.
Decir que creemos en Dios se puede quedar simplemente en ideas generales sin un compromiso de por medio y al margen de los demás, como lo sugiere el comentario de algunas personas que con cierta presunción expresan que creen en Dios pero no necesitan ir a la Iglesia.
Jesús dice a sus discípulos: “Si creen en Dios crean también en mí”.
Porque seguir a Jesús hace posible que podamos vivir la fe con todo el potencial que tiene y nos ayuda a situarnos en el único camino que nos hace #trascender, en el único camino que nos lleva a Dios.
En todas las áreas de la vida buscamos la excelencia y perseguimos en todo momento llegar a #trascender.
También en la vida cristiana tenemos que llegar a vivir a fondo la fe, y el camino de Jesús hace posible que no nos quedemos en una fe especulativa o de complacencia mental, que no nos quedemos en una vivencia individualista de la fe sino que lleguemos a una fe que nos engendre como nuevas personas, que nos convierta en otro Cristo.
Retomando la invitación que las cartas del Nuevo Testamento nos hacen para imitar a Jesús, para reproducir los mismos sentimientos de Jesús, la espiritualidad cristiana nos invita a llegar a ser otro Cristo.
La excelencia en la fe, la meta de la vida cristiana consiste en llegar a ser como Cristo, hechos a Su Imagen, conforme a Su Semejanza…!!
De suyo la expresión nos puede parecer muy exigente pues ya con el sólo hecho de aspirar a ser buenas personas se nos hace difícil.
Ser otro Cristo nos quedaría muy grande, como algo inalcanzable, aunque ésa es la meta de la fe, llegar a ser como Cristo.
Por eso Jesús promete un auxilio, para que logremos un mayor compromiso en la fe, para que podamos reproducir en nuestra vida sus mismos sentimientos.
Para seguir a Jesús, para ser fieles en su camino, para llegar a ser otros Cristo Jesús envía el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, el Parakletos es la gran promesa de Jesús; al despedirse promete un consolador y un auxilio que hará posible que los discípulos se sobrepongan de las dificultades y lleguen a consagrarse completamente a esta misión.
El Espíritu Santo consuela para que también los discípulos puedan consolar a los demás.
Por lo que además de ser otro Cristo también intuimos que estamos llamados a difundir los dones del Espíritu Santo.
Llegar a ser como el Parakletos que consuela y fortalece.
Conclusión Parte 2
Hay tanto sufrimiento en el mundo, hay mucha tristeza y soledad y en medio de estas penalidades estamos llamados a ser consoladores.
La vida se encarga de ponernos delante de situaciones que rebasan nuestra capacidad de respuesta.
A veces nos hemos sentido rebasados e impotentes cuando acompañamos a una madre que pierde a su hijo; cuando un esposo sepulta a su esposa o viceversa, cuando muere un joven, cuando alguien se entera que padece cáncer, cuando alguien está desahuciado, cuando alguien enfrenta las terribles consecuencias de la inseguridad.
Son situaciones tan complejas en las que no sabemos qué decir, cómo comportarnos.
A veces hemos intentado decir palabras elegantes y bien elaboradas, pero no siempre son la mejor respuesta frente a estos problemas delicados.
Puede suceder que al no saber qué decir muchas veces justifiquemos mantenernos al margen o hacer oraciones a la distancia, esquivando confrontarnos directamente con el dolor de los demás.
Se necesita compartir en esos momentos una presencia superior, una luz que no viene de nosotros, que nosotros no inventamos y que es el Espíritu Santo, el gran consolador, el dulce huésped del alma.
El Espíritu Santo es el gran regalo de Jesús para estos tiempos de sufrimiento y desesperanza.
Por tanto, nuestra misión consiste en llegar a ser otro Cristo y otro Parakletos para que la fortaleza y el consuelo se apoderen de los corazones abatidos.
Para que un nuevo Pentecostés levante los ánimos y las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo.,
Oremos
Ps. Jorge Macías Benitez
¡Dios les Bendice!