Serie: Con Visión hay Camino
#A230 Luz y Revelación de Dios
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
El Conocimiento Propio del Mensaje anterior mis Amados en Cristo, queridos amigos, nos ha entregado Revelación y Comunión del Diseño y Verdad del Conocimiento que Dios quiere darnos al respecto de nosotros mismos y que sin SU Presencia, sencillamente no tiene sentido.
Ahora Amados, surge un par de nuevas preguntas:
· ¿Cómo, entonces, podemos saber de qué manera nos ve Dios?
· ¿Cómo podemos saber lo que El piensa de nosotros?
En Salmos 36:9 dice: “En tu luz veremos la luz”.
Amados La palabra “luz” se menciona dos veces con dos diferentes significados.
La primera vez se refiere a una luz específica, la luz divina, por eso dice en “tu luz”; la segunda es luz en general, y por eso no lleva adjetivo.
Es Justo ahí, el Centro del Mensaje de esta mañana:
Luz y Revelación de Dios
Oremos
Visión de la Luz Verdadera y Divina
Amados en Cristo, queridos amigos, la Luz Divina es el Conocimiento que Dios tiene, y la vista de Dios es Su Criterio.
Estar en la Luz Divina es ser iluminado y puesto en evidencia por El.
En el Salmo 36:9 Dios nos dice lo que El sabe de nosotros.
La segunda “luz” denota la verdadera condición de un asunto.
Por lo tanto, “en tu luz, veremos la luz”.
Amados, cuando recibimos Revelación de parte de Dios, Su Luz Divina resplandece sobre nosotros y nos permite ver la verdadera condición de cierto tema, esto es que Dios por medio de Su Espiritu Santo nos entrega Discernimiento al respecto de ello.
Bajo nuestra propia luz jamás veremos la luz.
Solamente en la Luz de Dios podremos ver la luz, que es Su Revelación y Discernimiento.
En Efesios 5:13 vemos claramente la función de la luz:
“Mas todas las cosas que son reprendidas, son hechas manifiestas por la luz; porque todo aquello que hace manifiestas las cosas es luz”.
Amados, la función de la Luz es poner las cosas en evidencia.
La primera Luz que se menciona en Salmos 36:9 es absoluta e imparcial y pertenece a Dios y solo emana de Él.
En esta Luz quedamos desnudos y descubiertos y no podemos evitar ver nuestra verdadera condición, que es la efímer flama inicial que vemos al estar en aquella luz.
Nosotros no sabemos lo que somos, pero una vez que la Luz Divina alumbra, nos percatamos de nuestra condición.
Es en ese momento que muchas cosas que hemos considerado buenas, cuando son expuestas por la Luz Divina, nos daremos cuenta de cuán horribles, cuan pecaminosas son para Dios.
Es muy probable y hasta común que pensemos que somos mejores que los demás; sin embargo cuando la luz ilumina nuestro ser, vemos no solamente que el pecado es pecado, sino que muchas cosas que pensábamos que eran buenas, se manifiestan también como pecado.
Amados en Cristo, queridos amigos, no debemos examinarnos a nosotros mismos, para luego informar al Señor de los resultados; por el contrario, la Luz Divina y Sobrenatural de Dios que Es en Su Espíritu Santo debe iluminarnos, entregarnos Discernimiento, Fruto de Su Espíritu Santo, Discernimiento de espíritus, Espíritu de Ciencia, por ejemplo y entonces en ello debemos confesar nuestros pecados delante de El.
Amados en Cristo, queridos amigos, hacernos un examen personal no es un acierto.
El conocimiento de uno mismo no proviene de autoexaminarse interiormente.
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“El Conocimiento de uno mismo, es Su Revelación y SOLO puede provenir de Su Luz Divina y Sobrenatural en la Llenura del Espíritu Santo.”
Ps. Jorge Macías Benítez.
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A medida que la Luz Divina va alumbrándonos, podemos ver lo que El ve en nosotros.
No tenemos que preguntarnos cómo saber cuando estamos en Presencia de Su Luz Divina, ni cómo saber si ésa es la Luz Divina, así como no necesitamos usar una vela ni una linterna para saber si el sol está en el cielo.
Amados, es tan simple – al igual que Dios – como que al vernos a nosotros mismos, automáticamente sabremos que estamos expuestos a la luz del sol y que éste ya ha salido.
Cuando tenemos un entendimiento más exacto acerca de nosotros y vemos nuestra verdadera fotografía y entendemos la condición caída de nuestra carne, sabemos que Dios nos ha dado Su Luz y que estamos bajo la Luz Divina.
Sin embargo, si el concepto que tenemos de nosotros mismos no es acertado, no nos daremos cuenta de que nuestra carne es débil, vil y corrupta como se describe en la Biblia; solo esto demuestra que no hemos recibido la Luz Divina.
Cuando ésta nos alumbra, no necesitamos preguntar dónde está la luz ni qué es, porque su manifestación es evidente.
Es como encedenr el interrupotr de la luza en la casa… ¡Capicci!
Después de que Adán comió el fruto del árbol del Conocimiento del bien y del mal, lo primero que vio fue la vergüenza de su desnudez.
Este fue el sentir de su propia conciencia.
Ahora, ¿hizo esto que temiera a Dios? No; incluso, valiéndose de sus propios esfuerzos, hizo delantales con hojas de higuera para cubrir su desnudez.
Cuando escuchó la voz de Dios que le preguntaba: “¿Dónde estás tú?”, se escondió entre los árboles del huerto tratando de escapar de la Presencia de Dios, aunque no lo logró.
El no podía depender de los delantales que había hecho y tuvo que admitir que estaba desnudo.
Lo máximo que puede resultar de examinarnos a nosotros mismos es, como en el caso de Adán, que veamos nuestra propia vergüenza.
Sin embargo, él no sintió ningún remordimiento por su pecado; y además trató de encubrirlo.
Cuando Dios lo cuestionó, Adán se conoció a sí mismo.
Cuando Dios le preguntó dónde estaba, no lo hizo porque no lo supiera, sino para que Adán se diera cuenta de dónde se hallaba.
Para que Adán Conociera Su Verdadera Posición e Identidad
Efesios 1:13-14.
Amados en Cristo, queridos amigos, quienes tenemos experiencia en esto, podemos testificar que cuando nos examinamos a nosotros mismos, aunque veamos algo malo, lo único que podemos hacer es cubrirlo usando nuestros propios medios.
En cambio, cuando la Luz Divina nos ilumina, sencillamente no podemos escondernos.
Reflexión
Cierto creyente le preguntó a un judío si quería ser salvo, y aunque éste le contestó que no, lo instó a que se arrodillara y le pidiera a Dios que le mostrara cómo era por dentro.
El hombre no sabía cuán sucio era, hasta que la Luz Divina brilló sobre él.
Cuando vio sus pecados, quería que la tierra se lo tragara.
Esto nos muestra que a fin de uno darse cuenta de que es un pecador, necesita la Luz Divina.
Amados en Cristo, antes de recibir la salvación las personas no admiten ser pecadoras.
Aunque muchos pecadores evidentemente muestran su condición como tales, no creen tener pecados.
Sólo cuando la Luz Divina brilla en ellos, se dan cuenta de cuán pecadores y viles son; la reprobación que la Luz Divina produce, hace que vean que no pueden esconderse en ningún lugar.
Muchos pecadores saben que tienen pecados porque su corazón se lo dice y lo confiesan.
Ellos tal vez se consideren personas sabias y conocedoras de sí mismas; no obstante cuando el Espíritu Santo derrama Su Luz Divina sobre ellos, se dan cuenta de que los pecados que confesaron son superficiales y que no aborrecen aquellos actos como Dios los detesta.
Después de recibir iluminación, esto es Revelación, Disciernen que sus pecados son abominables y que necesitan ser librados de ellos.
Amados en Cristo, queridos amigos:
“Los que trabajamos en la obra de Dios, no debemos tratar de convencer a los demás de sus pecados, sino que debemos Orar para que el Espíritu Santo los amoneste.”
Ps. Jorge Macías Benítez.
Todo autoexamen es igualmente superficial, insuficiente y distorsionado.
“Sólo la Luz Divina y Sobrenatural de Dios, Su Revelación por medio del Espíritu Santo, puede hacer que el hombre, nosotros Sus creados veamos nuestra verdadera condición como Dios la ve.”
Ps. Jorge Macías Benítez.
Amados en Cristo, queridos amigos, si en Verdad somos creyentes día tras día nos vamos conociendo más, no por hacernos una autoevaluación, sino porque la Luz Divina nos alumbra.
Cuando esto sucede, nos damos cuenta de cuán corruptos somos.
No tengo duda de que expresamos mucho amor hacia los demás, pero cuando la Luz Divina resplandece en nosotros, descubrimos que no amamos a los demás lo suficiente.
Amados, tal vez hayamos conducido muchas personas al Señor y creamos que nuestra obra es próspera; solo reflexionemos en lo siguiente:
Cuando la luz divina nos alumbra, hallamos que nuestras obras no son más que producto de la carne, vanas e improductivas, y que no han sido realizadas por Dios.
Muchas veces pensamos sinceramente que estamos haciendo la voluntad de Dios, pero cuando Su Luz brilla, vemos que ése no era el caso.
En cierta ocasión pregunté a una hermana en Cristo que me hablara de su experiencia con respecto a Obedecer la Voluntad de Dios.
Ella me dijo:
“Cada vez que Dios se demora en revelarme Su voluntad, me doy cuenta de que mi corazón todavía no está dispuesto a obedecerle; es posible que todavía tenga una meta errada. Muchas veces he visto que ése es el caso”.
Cuando procuramos conocer la voluntad de Dios y no encontramos respuesta, debemos pedirle que nos escudriñe – como lo hizo David - y nos muestre si no estamos dispuestos a obedecerle.
Escucha:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.”
Salmos 139:23-24
Amados, cuando la Luz Divina nos alumbra, vemos nuestra verdadera condición interna.
Nosotros pensamos que siempre estamos dispuestos a obedecer a Dios, aunque nos engañamos a nosotros mismos.
Al lavarnos el rostro, ¿nos examinamos para ver si tenemos polvo blanco, manchas negras o lodo, o nos miramos siquiera en el espejo?
“La única manera de conocernos bien, es Clamar a Dios que nos ilumine con Su Luz.”
Ps. Jorge Macías Benítez
Muchas veces pensamos que nuestra intención es buena y nuestra conducta aceptable, pero cuando la Luz Divina brilla, nos damos cuenta de cuánto egoísmo y cuánta injusticia hay en nosotros.
Solo en la Luz Divina, podemos ver la luz.
El Creyente Maduro
Amados en Cristo, queridos amigos, la diferencia entre un creyente maduro y uno superficial, esta relacionado con la Luz Divina, con Su Relación con Dios, con Su Intimidad con el Espíritu Santo.
Bajo la Luz Divina vemos negro lo que es negro, y blanco lo que es blanco.
El creyente inmaduro ve sus faltas hasta cierto punto y sólo si llega a estar bajo la Luz Divina.
Amados, en contraste el que es maduro se conoce a sí mismo porque está constantemente bajo la Luz de Dios por medio del Espíritu Santo.
Cuando un creyente inexperto habla de su amor por el Señor y dice que se consagra totalmente a El, por experiencia sabemos que no sabe de qué está hablando.
De hecho, todavía no sabe cuán difícil es consagrarse a Dios ni cual será el resultado futuro de esa consagración; sencillamente expresa lo que siente en ese momento.
Esto es similar a la repuesta que el Señor Jesús le dio a Jacobo y a Juan cuando ellos le pidieron que les concediera sentarse uno a Su derecha y el otro a Su izquierda:
“No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que Yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos”
Marcos 10:37-39
El contenido de las palabras que el Señor dijo es profundo y difícil de comprender; sin embargo, ellos se apresuraron a contestar que sí podían.
Cuando no tenemos la Luz Divina, somos como estos dos discípulos que no conocían su debilidad ni el alcance de lo que Dios nos exige.
Pensamos que podemos hacer cualquier cosa.
Cuando la luz divina nos alumbra, entendemos cómo hablamos libremente en muchos asuntos relacionados con Verdades Espirituales, Diseños de Dios y Su Reino, sin entender en absoluto qué repercusiones habrá.
Amados, la Luz Divina no sólo manifestará que lo que pensamos es bondad no lo es en Verdad, sino que también cosas que pensamos que no son buenas se manifestarán como buenas.
Muchas veces sabemos muy bien que somos débiles en ciertos aspectos, e incluso lo hacemos saber a otras personas y lo confesamos a Dios al orar, pero no tenemos el sentir de que es abominable.
Por otra parte, aunque estamos conscientes de esta debilidad, desperdiciamos nuestra vida miserablemente.
Amados, cuando la Luz Divina llega a nosotros, nos damos cuenta de que somos supremamente débiles.
Entonces sentimos desesperación y dolor por causa de esta debilidad, y nuestro corazón se aflige; comprendemos que si no somos libertados, no podremos seguir viviendo.
La diferencia en profundidad entre el conocimiento que se deriva de nuestro análisis personal y el que procede de la Luz Divina es simplemente inconmensurable.
Así que, aunque nos conozcamos interiormente, en realidad no nos conocemos bien, a menos que tengamos la Luz Divina.
El entendimiento que se deriva de la introspección, simplemente muestra lo que uno piensa que es; pero el Verdadero Conocimiento de uno mismo que se recibe por medio de la Luz Divina y Sobrenatural que solo nos es entregado por Revelación estando en Intimidad con el Espíritu Santo, demuestra cómo Dios nos ve.
El juicio que hacemos de nosotros mismos nunca es exacto como lo es el juicio que Dios hace de nosotros.
Vemos aquí la diferencia entre la Luz Divina y el conocimiento de uno mismo.
Conclusión
Amados en Cristo, queridos amigos, esto es simplemente lo que nosotros entendemos en nuestra mente, mientras que la Luz Divina es lo que Dios conoce y nos revela por medio de Su Espíritu.
Muchos se equivocan cuando piensan que la luz de la cual habla la Biblia es conocimiento o entendimiento de hombre.
Por eso no es extraño oír que alguien tiene mucha luz, aunque su vida es caótica.
Esto no es posible, pues la luz no es entendimiento; la Luz Divina, la que nos entregada por Dios en el Espíritu Santo ¡se recibe en Visión y Revelación!
La Palabra de Dios dice que el conocimiento envanece.
Amados, cuando la Luz Divina brilla en el corazón del hombre, no lo envanece sino que lo conduce a reprobarse a sí mismo y a arrepentirse de sus hechos pasados, a aborrecer la carne y a rogar de todo corazón a Dios que lo libre de la inmundicia.
Uno puede estar lleno de conocimiento bíblico y aún así no tener la Luz Divina en el corazón; lo único que tienes en tal caso, es la cabeza llena de letra o quizá de entendimiento de hombre.
Si alguien reincide en sus antiguos pecados, puede hablar acerca de la Biblia porque tiene un entendimiento previo, pero carece de la Luz Divina.
La Luz Divina se encuentra en el Poder del Espíritu Santo, mientras que el Conocimiento de Dios, es la Luz que en Visión y Revelación, el hombre retiene en el corazón, en su espíritu y entonces en su alma, emociones y mente.
Amados, podemos encontrar entendimiento en la Biblia y también en las experiencias espirituales; ahora, el Verdadero Conocimiento sin Poder del Espíritu Santo carece de vida.
El señor Scofield dijo: “No hay nada más peligroso que separar la Verdad del Poder”.
Si la Verdad no procede del Poder del Espíritu Santo, aun cuando tengamos mucho entendimiento, carecemos de Luz y nos es imposible conocer nuestra Verdadera condición y andar por el camino que nos es propuesto.
Si ya recibimos la Luz Divina, por medio del Espíritu Santo, debemos guardarla y preservarla sin permitir que pierda su Poder.
En ocasiones, Dios nos da Luz y nos concede una percepción clara de algún asunto.
Por un tiempo parece que podemos Discernir el asunto en sus más mínimos detalles; da la impresión de que todas las cosas están claras y manifiestas, pero más adelante, a pesar de que todavía recordamos la experiencia y retenemos lo que vimos, nuestro sentir con respecto a dicho asunto no parece ser tan profundo; como si no lo viéramos tan claro como antes.
La Luz Divina ha desaparecido, y lo que queda es sólo reminiscencias; es entonces que debemos andar conforme al entendimiento de hombre que tengamos.
Sin embargo, esto no es suficiente.
La Luz hace que el hombre tenga un sentir profundo, lo cual no sucede con el entendimiento.
Es entonces que si queremos seguir este camino, es indispensable que la Luz Divina nos ilumine.
Nuestro propio sentir nos engaña o reduce nuestra convicción por el pecado.
Si procuramos la santidad siguiendo nuestro propio sentir, estaremos siguiendo a un guía ciego.
Es entonces cuando necesitamos la Luz Divina, porque sólo así se manifiesta la Verdad de cualquier asunto.
Su Luz va ligada a la forma como Dios ve nuestra condición y a lo que El dice.
Cuando Dios dice que algo está equivocado, está equivocado. Antes de que venga la luz, solamente tenemos lo que nosotros pensamos, lo cual, por supuesto, no es digno de confianza.
Nuestra vida amados, no es lo que decimos que es, sino lo que Dios dice que es.
Clamo al Señor con estas palabras: “Oh Dios, concédeme una revelación completa e ilimitada de mi, conforme a como Tu me ves”.
¡Cuán profundas son estas palabras!
En muchas ocasiones pensamos que si no vemos nada de malo en nosotros, entonces estamos bien.
Muy pocas veces nos damos cuenta de que Dios nos ve de una manera diferente.
Si no sabemos cómo nos ve El, sólo nos estaremos engañando a nosotros mismos.
Debemos tener Certeza de que seremos iluminados por la Luz Divina de tal manera que El pueda revelarnos nuestra verdadera condición.
No es posible conocernos a nosotros mismos, a menos que Dios nos ilumine, ya que no podemos confiar en nuestra propia juicio y criterio.
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez