El Señor bueno me ha venido dando una Visión asombrosa desde el mes de Agosto del 2007 y también la ha venido fundamentando, expandiendo y edificando desde entonces; en el año 2010 antes, durante y posterior a mi estancia, mi tiempo con Él en el Instituto Haggai de Liderazgo Global Avanzado, me entregó esa Visión y Diseños del Reino para Establecerlos y luego Expandirlos en México, Sur de Estados Unidos, Centroamérica, Sudamérica, el Caribe, Asia, Medio Oriente, África y al final Europa.
domingo, 20 de diciembre de 2020
#A267 El Privilegio del Amor de Dios
Oración
domingo, 13 de diciembre de 2020
#A266 Victoria por medio de la Gracia
Serie: La Gracia de Dios
#A266 Victoria por medio de la Gracia
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!
Escudriñando dentro de mi corazón, luego del mensaje devocional del pasado viernes “Derrota el desaliento”, el Señor movía mi corazón a continuar en esta línea de profundizar en la Victoria.
Así, llegó a mí en una de las muy selectas fuentes de inspiración – claro primero el fundamento en la Visión que de Dios recibo – y así, un mensaje del Príncipe de los predicadores Chalres Spurgeon, que este compartió el 19 de Mayo de 1867.
Amados en Cristo, queridos amigos, como Hijo y Siervo de Dios, para mi ha sido clara Su Visión de Victoria y que esta solo es posible precisamente por que nos regala inmerecidamente con Su Gracia.
Amados, la señal distintiva de un cristiano es su confianza en el amor de Cristo y la entrega de su Amor a Cristo en recíproca correspondencia.
Primeramente, la fe estampa su sello en el hombre, capacitando al alma a decir con el apóstol: “Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Entonces el amor proporciona el refrendo y estampa en el corazón: gratitud y amor a Jesús. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”
Claro es el Señor, hablándonos por medio de Pablo en Romanos.
Nuestro fundamento esta tarde lo encontramos en Romanos 8:37, que nos dice:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
Con esto en nuestros corazones, vamos a Orar y entregar este tiempo y La Ministración del Señor este día suyo del domingo 13 de diciembre del 2020, en este mensaje que lleva por título:
Victoria por medio de la Gracia
Oración
Dios es Amor
Amados, los hijos de Dios somos gobernados en sus poderes íntimos por el amor; el amor de Cristo nos constriñe.
Ahora, es así como Creemos en el Amor de Jesús y entonces lo reflejamos.
Nos regocijamos debido a que el amor divino se ha posado sobre nosotros; lo sentimos derramado en abundancia en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado y entonces, motivados por la gratitud, amamos fervientemente al Salvador con un amor puro.
En aquellas grandiosas épocas que constituyen el heroico período de nuestra Fe cristiana, esta doble señal podía ser vista muy claramente en todos los creyentes en Jesús.
Eran personas que conocían el amor de Cristo, y se apoyaban en él, tal como un hombre se apoya en un báculo cuya confiabilidad ya ha comprobado.
No hablaban del amor de Cristo como si fuese un mito que debía ser respetado o una tradición que debía ser reverenciada.
Lo veían como una realidad bienaventurada y en él depositaban toda su confianza.
Estaban persuadidos de que ese amor los transportaría como sobre alas de águilas y los sostendría todos sus días, y permanecían confiados en que sería para ellos un cimiento de roca contra el cual podían golpear las olas y podían soplar los vientos, pero la habitación de sus almas permanecería segura si se cimentaba en él.
Amados, el amor que sentían por el Señor Jesús no era una apacible emoción que ocultaran internamente en la cámara secreta de sus almas, y de la que hablaran exclusivamente en sus asambleas privadas cuando se reunían el primer día de la semana y cantaban himnos en honor de Cristo Jesús el Crucificado, sino que para ellos era una pasión de una energía tan vehemente e integralmente consumidora, que permeaba en todas su vida, se volvía visible en todas sus acciones, hablaba en su plática común, y miraba a través de sus ojos incluso en sus miradas más comunes.
El amor a Jesús era una llama que se nutría de la propia médula de sus huesos, de la esencia y del corazón de su ser y, por tanto, a fuerza de arder se abría paso hacia el hombre exterior, y refulgía allí.
El celo por la gloria del Rey Jesús era el sello y la marca de todos los cristianos genuinos.
Debido a que dependían del amor de Cristo, se atrevían a mucho, y debido a su amor a Cristo, hacían mucho.
Gracias a su confianza en el amor de Jesús, no temían a sus enemigos, y debido a su amor a Jesús, rehusaban huir del enemigo incluso si se aparecía en sus más terribles formas.
Los Primeros Tiempos
Los cristianos de los primeros siglos se inmolaban continuamente sobre el altar de Cristo con gozo y presteza.
En dondequiera que estuvieran testificaban en contra de las perversas costumbres que los rodeaban.
Consideraban algo digno de un asqueroso desprecio que un cristiano fuera como la gente común.
No se conformaban al mundo y no podían hacerlo pues habían sido transformados por la renovación de sus mentes.
Su amor a Cristo los forzaba a dar testimonio en contra de todo lo que le deshonrara por ser contrario a la verdad, a la justicia y al amor.
Eran innovadores, reformadores y destructores de ídolos por doquier; no podían quedarse tranquilos dejando que otros hicieran lo que quisieran siguiendo sus propias opiniones, antes bien, su protesta era continua, incesante, molesta para el enemigo pero aceptable para Dios.
El cristiano era un pájaro de llamativos colores en cualquier sitio, porque el amor por Jesús no le permitía disfrazar sus convicciones; era un extraño y un forastero en cualquier parte, porque el propio lenguaje de su vida diaria difería del de sus vecinos.
Donde otros blasfemaban, él adoraba; donde otros proferían juramentos habitualmente, su “sí” era sí, y su “no,” era no. Donde otros se ceñían la espada, él no resistía el mal; donde otras personas—cada una de ellas—buscaban su propio bienestar y no el de su hermano, el cristiano era reconocido como alguien cuyo tesoro estaba en el cielo y había puesto sus afectos en las cosas de arriba.
El amor por Jesús convertía al cristiano en un protestante perpetuo contra el mal por causa de Jesús; y todavía le conducía más lejos.
Se convertía en un testigo constante de la Verdad que había comprobado ser algo muy precioso para su propia alma.
Los cristianos eran como Neftalí, de quien se decía: “Neptalí, cierva suelta, que pronunciará dichos hermosos.”
En los días apostólicos, los cristianos mudos, los testigos silenciosos, eran escasamente conocidos.
La matrona hablaba de Cristo a los sirvientes.
Habiendo aprendido de Jesús, el niño hablaba de Él en las escuelas.
Mientras el obrero cristiano daba su testimonio en el taller, y el ministro cristiano (y había muchos ministros cristianos en aquellos días, pues todos los hombres ministraban de acuerdo a su habilidad) se paraba en las esquinas de las calles, o se reunía en sus propia casa rentada con decenas o veintenas, según fuera el caso, declarando siempre la doctrina de la resurrección, de la encarnación de Cristo, de Su muerte y resurrección y del poder limpiador de Su sangre.
El amor de Jesús, como lo he dicho al comienzo, era una pasión real para aquellos hombres, y su confianza en Jesús era real y práctica; de aquí que su testimonio en favor de Jesús fuera valeroso, claro y decidido.
En el antiguo testimonio cristiano una trompeta resonaba que despertaba al viejo mundo que estaba asentado en un profundo sueño, soñando sueños inmundos; aquel mundo no quería ser despertado, y revolcándose en el sueño, pronunciaba maldiciones graves y múltiples, y juraba vengarse contra el perturbador que se atrevía a interrumpir su horripilante reposo.
Mientras tanto los creyentes en Jesús—hombres a quienes no les bastaba con dar testimonio con sus vidas y testificar con sus lenguas en los lugares en que su destino los colocaba—continuamente estaban comisionando a grupos de misioneros para que llevaran la palabra a otros distritos.
A Pablo no le bastaba predicar el Evangelio en Jerusalén o en Damasco, sino que le era necesario viajar a Pisidia o a Panfilia, y viajar hasta los últimos confines del Asia Menor, y entonces, tan lleno de Cristo estaba, que sueña con la vida eterna, y quedándose dormido, oye en una visión a un hombre de Macedonia, al otro lado del azul Egeo, que le suplica: “Pasa… y ayúdanos.”
Con la luz matutina Pablo se levanta, plenamente resuelto a abordar un barco y predicar el Evangelio en medio de los gentiles.
Habiendo predicado a Cristo a lo largo de toda Grecia, pasó a Italia, y aunque estaba encadenado, entró como embajador de Dios dentro de los muros de la imperial ciudad de Roma; y se cree que después de eso, su espíritu sagradamente inquieto no estuvo satisfecho con predicar a través de toda Italia, sino que tuvo que visitar España y se dice que llegó incluso hasta Bretaña.
La Anhelo del cristiano por la causa de Cristo era ilimitada; más allá de las columnas de Hércules y hasta las más apartadas islas del océano, los creyentes en Jesús llevaron las noticias de un Salvador nacido para los hijos de los hombres.
Aquéllos eran días de gran celo.
Hoy estamos en medio de días de tibieza.
Aquéllos eran tiempos cuando el fuego era como de carbones de enebro, que guardan un calor sumamente intenso, y ni los naufragios, ni los peligros de ladrones, ni los peligros de ríos, ni los peligros provocados por falsos hermanos, ni la espada misma, podían detener el entusiasmo de los santos, pues ellos creían y por eso hablaban, ellos amaban y por eso servían incluso hasta la muerte.
De esta manera los introduzco a nuestro texto.
¡He aquí a los hombres y su conflicto por Cristo!
Era natural, era inevitable que provocaran enemistad.
Ustedes y yo no amamos mucho a Cristo ni creemos mucho en Su amor; me refiero a la mayoría de nosotros.
Constituimos una generación enfermiza, indigna y degenerada.
Dejamos al mundo en paz y el mundo nos deja en paz.
Nos conformamos en gran manera a las costumbres mundanas y entonces el mundo no se exaspera con nosotros.
Nosotros no acosamos a los hombres declarando perpetuamente la verdad como deberíamos hacerlo y, por tanto, el mundo no se impacienta con nosotros—nos cataloga como una muy buena clase de personas, un poco extravagantes, tal vez un poco enloquecidos, pero aun así muy tolerables y bien portados—así que no tenemos ni la mitad de los enemigos que los cristianos de tiempos antiguos enfrentaron, porque no somos ni la mitad de cristianos verdaderos, no, no somos ni siquiera la décima parte de santos como ellos lo fueron.
Ahora, si fuéramos más santos, en la misma proporción en que lo fuésemos nos enfrentaríamos a la misma batalla, aunque pudiera ser de otra forma.
Aunque hablé críticamente de todos, hay un puñado de personas aquí—así confío—que han sido capacitadas por la gracia divina para conocer el poder del amor de Jesús, y viven bajo sus influencias, y contienden por la soberanía del Rey coronado de espinas.
Ellos son quienes soportan el mismo tipo de luchas—aunque en otras formas—como los conflictos de los días apostólicos, y éstos son quienes pueden usar sin falsedad el lenguaje de mi texto:
“En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
Victorias ya ganadas
Amados, contemplen atentamente al héroe en potencia.
No se necesita violentar la imaginación para concebir a este lugar como un anfiteatro romano.
Allí, en el centro de la arena, está de pie ese héroe.
Las grandes puertas de las jaulas de los leones son alzadas por medio de máquinas, y tan pronto como son abiertas, veloz y furiosamente salen osos y leones y bestias salvajes de todo tipo, previamente dejados sin alimento para que crezca su ferocidad, con los que ha de contender el héroe.
Así era el cristiano en los días de Pablo, y es así ahora.
El mundo es el teatro del conflicto: los ángeles y los demonios son espectadores; una gran nube de testigos contempla la lucha, y los monstruos son azuzados contra él, con los que ha de contender triunfalmente.
El apóstol nos proporciona un pequeño resumen de los males contra los que tenemos que combatir, y coloca primero a la “tribulación.” La palabra “tribulación,” en latín, significa: “trillar,” y el pueblo de Dios es arrojado con frecuencia en la era para ser azotado con el pesado flagelo de la tribulación; pero es más que vencedor, puesto que no pierde nada excepto la paja y el tamo, y de esta manera el trigo limpio es separado de lo que no le beneficiaba.
Sin embargo, la palabra original en el idioma griego sugiere una presión externa.
Es usada en el caso de personas que están sosteniendo cargas pesadas y tienen un gran peso encima.
Ahora, los creyentes han tenido que contender casi en todas las épocas con circunstancias extremas.
En este Tiempo, sólo hay unas cuantas personas que en un momento u otro de sus vidas se enfrentan a una presión extrema, ya sea por causa de enfermedad, o por la pérdida de bienes, o por duelos, o por alguna otra de las mil y una causas de las cuales brota la aflicción.
El cristiano no tiene una senda pareja.
“En el mundo tendréis aflicción,”
Es una promesa segura que nunca deja de cumplirse.
Ahora, los verdaderos discípulos han sido sostenidos bajo todas las cargas, y ninguna aflicción ha sido capaz jamás de destruir su confianza en Dios.
Se dice de la palmera que entre más cocos cuelguen de ella, más erguida y más altanera se proyecta contra el cielo; y lo mismo sucede con el cristiano.
Como Job, nunca es tan glorioso como cuando ha experimentado la pérdida de todas las cosas, y al final se alza desde su muladar más poderoso que un rey.
Amados hermanos, queridos amigos, han de esperar enfrentar al adversario en tanto que permanezcan aquí; y si ahora sufren por el peso de la aflicción, recuerden que deben vencerla y no ceder a ella.
Clamen al Fuerte pidiéndole fuerzas, para que su tribulación produzca en ustedes paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza que no avergüenza. Lo siguiente en la lista es “angustia.”
Yo encuentro que la palabra griega se refiere más bien a la aflicción mental que a cualquier cosa externa.
El cristiano sufre por causa de circunstancias externas, pero esto probablemente sea una aflicción menor que el dolor interno.
“Estrechez de espacio” se asemeja al significado de la palabra griega.
Algunas veces nos encontramos en una posición en la que sentimos como si no pudiéramos movernos, como si fuéramos incapaces de voltearnos a la diestra o a la siniestra: la vía está cerrada; no vemos ninguna liberación, y nuestra propia conciencia de debilidad y perplejidad es insoportablemente terrible.
Tal vez algunos de quienes ven o escuchan este mensaje – o lo hagan posteriormente porque alguno de quienes lo hacen ahora, lo comparten - ustedes se han visto sumidos en ese estado en que su mente está distraída y no saben qué hacer; en que no pueden calmarse ni estabilizarse.
Estarían quizá incluso, considerando calmadamente el conflicto, si pudieran, para luego entrar en él como un hombre con pleno dominio de sus cinco sentidos; pero el demonio y el mundo, la tribulación exterior y el desánimo interior combinados, los arrojan de un lado a otro como olas de la mar, hasta quedar, para usar una expresión sajona de John Bunyan: “muy apabullados por todos lados en su mente.”
Un Cristiano Genuino
Ahora, si tú eres un cristiano genuino, saldrás de ésto sin mayores consecuencias.
Serás más que un vencedor sobre la turbación mental.
Llevarás esta carga, así como cualquier otra, a tu Señor y la pondrás sobre Él; y el Espíritu Santo, cuyo oficio es ser el Consolador, les dirá a las atribuladas olas de tu corazón: “Enmudezcan.”
Jesús dirá, al caminar sobre la tempestad de tu alma: “¡Yo soy, no temáis!”; Y aunque la tribulación externa y la turbación interna se juntaran como dos mares que contienden, ambas serán apaciguadas por el Poder del Señor Jesús.
El tercer mal que el apóstol menciona es la “persecución,” que siempre les ha sobrevenido a los genuinos amantes de Cristo: su buen nombre ha sido calumniado.
Si repitiera las infamias que han sido expresadas en contra de los santos de los tiempos antiguos, me ruborizaría. Baste decir que no hay ningún crimen en la categoría de vicio que no haya sido falsamente colocado a la puerta de los seguidores del puro y santo Jesús.
No obstante Amados, la calumnia no aplastó a la iglesia.
El buen nombre del cristianismo sobrevivió a la reputación de los hombres que tuvieron el descaro de acusarlo.
La prisión siguió a la calumnia, pero en las prisiones los santos de Dios han cantado como pájaros en sus jaulas, más aún que cuando estaban en los campos de la abierta libertad.
Las prisiones han resplandecido como palacios, y han sido santificadas para convertirse en lugares de la morada del propio Dios, mucho más sagrados que todos los domos consagrados de la imponente arquitectura.
La persecución se ha propuesto a veces desterrar a los santos, pero en su destierro han estado en casa, y cuando han sido esparcidos por todos lados, han ido por doquier predicando la palabra, y su esparcimiento ha sido la recolección de otros del número de los elegidos.
Conclusión
Cuando la persecución ha recurrido incluso a los más crueles tormentos, Dios ha recibido muchos dulces cánticos provenientes del potro de tormento.
Las gozosas notas del hermano Lorenzo, mientras lo asaban en la parrilla, deben de haber sido más dulces para Dios que los cantos de los querubines y de los serafines, pues Su Siervo amaba a Dios más que los más resplandecientes de los seres angélicos, y lo demostraba en medio de su más amarga angustia; o el señor Hawkes, ese hermano que mientras eran quemadas sus extremidades inferiores y la gente esperaba verlo rodar por sobre la cadena para caer en el fuego, alzó sus manos flameantes—cada dedo echando fuego— y aplaudió tres veces al tiempo que gritaba: “¡Nadie como Cristo, nadie como Cristo!”.
Amados en Cristo, queridos amigos, Dios fue más honrado por ese hombre que ardía en el fuego, que por los millones de millones que entonan Sus loas en la gloria.
La persecución en todas sus formas ha sobrevenido a la iglesia cristiana y hasta este momento no ha conseguido jamás un triunfo, antes bien ha constituido un beneficio esencial para la iglesia, pues la ha limpiado de la hipocresía; cuando el oro puro fue arrojado en el fuego, no perdió nada sino sólo la escoria y el estaño que más bien se alegra de perder.
Amados, como si hubiese una suerte de perfección en estos males, Pablo nos habla de la espada, es decir, que singulariza una cruel forma de muerte como un cuadro del todo.
Todos debemos Conocer bien y no necesito decirles cómo el noble ejército de mártires de mi Señor ha ofrecido sus cuellos a la espada, tan alegremente como la novia da su mano al novio en el día de su matrimonio.
Todos conocemos cómo han ido a la hoguera y han besado los haces de leña; cómo han cantado camino a su muerte, aunque la muerte fuera acompañada de los más crueles tormentos; y se regocijaron con sumo gozo incluso al punto de saltar y danzar ante el pensamiento de ser considerados dignos de sufrir por causa de Cristo.
El apóstol nos informa que los santos han sufrido todas estas cosas tomadas en su conjunto.
Él no dice que somos vencedores en algunas de estas cosas, sino en todas; muchos creyentes atravesaron literalmente por la carencia exterior, por la tribulación interior, por la carencia de pan, por la carencia de vestido, por el constante peligro de la vida y al final entregaron la vida misma y, sin embargo, en cada caso comprendido en toda la lista de esas sombrías luchas, los creyentes, los dscípulos, fueron más que vencedores.
¡Oh Amados! la mayoría de los hijos e hijas de Dios, no son llamados en este día a enfrentar peligros, o desnudez o espada: si lo fueran, mi Señor les daría la Gracia para soportar la prueba; por ello es que tengo absoluta Certeza que las tribulaciones de un cristiano, en el momento presente, aunque no sean tan terribles esteriormente son todavía más duras de llevar que incluso aquéllas de la edad fiera.
Tenemos que soportar el escarnio del mundo: eso es poco; son sustancialmente peores sus lisonjas, sus suaves palabras, sus diálogos untuosos, su servilismo y su hipocresía.
Es así amados que nuestro mayor peligro es que nos volvamos ricos y nos tornemos altivos, que nos entreguemos a las modas de este presente mundo perverso y perdamos nuestra fe.
Si no podemos ser destrozados por el león rugiente, pudiéramos ser triturados por el apretón del oso, y al diablo poco le importa cuál sea el instrumento siempre que pueda eliminar el amor de Cristo en nosotros y destruir nuestra confianza en Él.
Me temo que la iglesia está en mayor peligro de perder su integridad en estos días blandos y sedosos, que cuando estaba en aquellos tiempos difíciles.
Es entonces mi Clamor ardiente, fragoroso y desesperado, que Dios, mi Señor y mi Dulce Espíriu Santo, nos Inunden con Su Gracia y así nos entreguen la Victoria sobre toda arma, tentación e intento del enemigo, de satanás, por desviarnos del Propósito de Dios, ¡Establecer Su Reino de una buena vez!
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez
domingo, 6 de diciembre de 2020
#A265 La Gracia Transformadora de Dios
Serie: La Gracia de Dios
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!
Amados, profundizando en el propósito de Dios en esta serie de Mensajes sensibles, profundos aunque también de mucho Poder, he recibido del Él que somos como un trabajo de arte, esculpidos con ternura y con cuidado por las manos de nuestro Creador que nos ama.
Ahora, antes de tener un encuentro y comunión con Él, estamos sin brillo por causa del pecado y de material duro por estar en la búsqueda de lo terrenal.
Pero Dios, rebosante de Gracia, no sólo nos rescata del pecado, sino también nos transforma en algo verdaderamente hermoso: La Novia y El Cuerpo de Cristo.
En la carta de Pablo a Éfeso, nos encontramos con Dios y su Gracia transformadora; podemos discernirlo por la forma en que no sólo nos salva, sino que también nos equipa y nos capacita para orar, para amar, para vivir, trabajar, y en última instancia, para parecernos a Él.
Es sólo por su gracia que hemos sido formados y moldeados en algo verdaderamente hermoso.
En Koinonía con nuestro hermano y Pastor Eddie Idelfonso, he encontrado esta Joya y regalo que el Señor nos quiere entregar.
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”
1ª. Corintios 15:10 (RVR)
El Título del Mensaje y Ministración del Señor este día es:
La Gracia Transformadora de Dios
Oración
Los Cambios en la Vida
Los cambios que experimentamos en la vida son influenciados por muchas cosas, tales como la herencia, nuestro ambiente, las decisiones que hacemos, y los diversos tipos de educación.
Amados, la influencia más poderosa en la vida de un creyente es la gracia transformadora de Dios, que es Su bondad para con nosotros, sin tener en cuenta nuestra indignidad, y a pesar de todo lo que merecemos.
La voluntad suprema de Dios es que cada creyente sea conformado a la semejanza de Su Hijo.
Su Gracia es la responsable de nuestro nuevo nacimiento, y es la que nos dirige, mueve e influencia para que seamos cada vez más semejantes a Él.
Así, podemos decir con el apóstol Pablo: "Por la gracia de Dios soy lo que soy" 1ª. Corintios 15:10
La vida del apóstol Pablo es un ejemplo impresionante de la gracia transformadora de Dios.
En Filipenses 3, Pablo habla de cómo una vez dependía de sus buenas obras, y conducta para ganar la aceptación de Dios.
Pablo no entendía al principio que hay sólo una manera ser aceptados ante los ojos de Dios: por Su Gracia.
Si las buenas obras pudieran ganarnos la aprobación divina, Pablo nunca habría escrito acerca de sus vanos esfuerzos anteriores por ganar el favor de Dios, y de sus numerosas razones equivocadas en cuanto a esa confianza: había sido un judío practicante que pertenecía a una familia de antepasados meritorios (Filipenses 3:5); había guardado celosamente la ley (Filipenses 3:6); y había perseguido sin descanso a la iglesia, a la que veía como enemiga de su fe (Filipenses 3:6).
Su encuentro con el Cristo vivo transformó totalmente a Pablo, por lo que dijo:
"Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo"
(Filipenses 3:7).
Reconoció que todos sus títulos y logros humanos no tenían ningún valor espiritual.
Nosotros, igualmente, debemos entender que jamás ganaremos la vida eterna si dependemos de lo que somos o de lo que hagamos; la salvación no tiene nada que ver con el mucho dinero que demos, ni con los excelentes ciudadanos que seamos, ni con lo bien que tratemos a nuestra familia.
Es por Gracia, y sólo por Gracia, que somos salvos (Efesios 2:8, 9).
Pablo aprendió una valiosa lección: de lo único que podemos gloriarnos, es de la Cruz de Cristo (Gálatas 6:14).
Jesucristo se ofreció a Sí mismo como sacrificio vicario, no porque Él vio algo en nosotros que fuera digno de ser salvado, sino a causa de Su gran amor.
Sinceridad y Salvación
Hay muchas personas que son sinceras, pero equivocadamente, creen que serán aceptadas por Dios por lo buenas que son.
Me duele el corazón pensar que morirán en la ignorancia, engañadas por la falsa doctrina de que las buenas obras ganan la aprobación del Señor.
Pablo corrigió su manera de pensar, aprendió que todo lo que él había considerado valioso de nada le servía.
De esta manera, el peor enemigo del cristianismo se convirtió, en su mayor motivador, y en su partidario más sincero.
¿Cómo se produjo este cambio?
Saulo, el "hebreo de hebreos", resuelto a destruir todo lo que tuviera que ver con Jesucristo, se acercaba a Damasco.
Después de un repentino resplandor, cayó al suelo, ciego, y oyó a Jesús decir:
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Hechos 22:7-9
El futuro apóstol aprendió que el ser perseguidor de la iglesia o de los cristianos, equivalía a oponerse al mismo Cristo (Mateo 25:40), y que atacar al cuerpo de Cristo significaba la condenación del juicio de Dios.
Amados, la Gracia de Dios iba a transformarlo, dándole una nueva naturaleza y un nuevo comienzo, su corazón hostil y vengativo iba a ser cambiado, y se convertiría en el impulsador más vigoroso de la iglesia.
Lo que hizo la diferencia fue que Pablo supo que el Señor le estaba hablando.
¿Te está hablando el Señor? ¿Te está pidiendo que hagas algo que no te gusta, o algo que te atemoriza hacer?
Amado, tienes voluntad propia hasta cierto punto; solo que la Gracia de Dios es irresistible, es posible que te estes rebelando durante un tiempo, pero al final no podrás hacer nada.
El himno de George Matheson describe la gracia de esta manera:
"Oh! amor, que no me dejarás, descansa mi alma siempre en ti".
Dios sabe que somos niños, que estamos creciendo y conformándonos poco a poco a Su semejanza, y Él es paciente, bondadoso y perdonador en el proceso de nuestra transformación.
Tal vez digamos a veces: "No, Señor", pero Él tiene una manera intensa de añadir un poco más de presión y un poco más de "incentivo", hasta que decimos: "De acuerdo, Señor!"
Recordemos que es por Su tierno amor, no por condena ni por castigo, que nuestro Padre celestial nos crea circunstancias y dificultades.
Lo que Él nos pide que hagamos es para nuestro beneficio, y será parte del proceso que nos conforma a la imagen de Cristo.
Si tu reconoces que puedes desobedecer una y otra vez, necesita hacerte algunas preguntas en cuanto a tu relación con Él:
Cuando todo se reduce a una decisión final, ya sea a favor o en contra de Dios, ¿cómo puedo decirle no a un Cristo que me amó tanto hasta sufrir una muerte humillante y dolorosísima en mi lugar?
Esta gracia que salva y transforma hoy, es la misma gracia que convirtió a Saulo, el pecador, en Pablo, el Apóstol y Santo, apartado para Dios.
El apóstol reconoce que la Gracia de Dios es la responsable del cambio producido en él (1a Corintios 15:10), y es por eso que se gloría en la Cruz, él no tenía ninguna intención de ser salvo, pero Dios, por Su amor misericordioso, tenía planes maravillosos para su vida.
¿Quién puede ser Transformado por la Gracia de Dios?
Amados, Pablo fue un ejemplo para aquellos que lo rodeaban, y también para las generaciones futuras. Dios quiso que todos nosotros supiéramos que, si Él pudo derribar a Pablo, ponerlo ciego y transformarlo, también puede salvar a cualquiera.
El ver la conversión de Pablo nos lleva a preguntar:
"¿Quién de nosotros no puede ser transformado por la Gracia de Dios?"
Pero no se alucine por la dramática experiencia de Pablo.
Yo fui salvo a la edad de 38 años.
No hubo ningún resplandor; simplemente tomé una decisión durante un mensaje del Pastor de la congregación que visitaba.
Ahora, lo que quiero decirle es esto: yo necesité de tanta Gracia para ser salvo, como la necesitó Saulo de Tarso, el violento y rencoroso perseguidor de la iglesia.
La Biblia dice que todos estábamos muertos en delitos y pecados (Efesios 2:1).
¿Cuánta vida se necesita para hacer vivir a una persona muerta? ¡No importa que la persona muerta tenga siete o setenta años, hace falta la vida! Y Jesucristo es el camino, y la verdad, y la vida (Juan 14:6). ¡Si lo tenemos a Él, somos nacidos de nuevo y estamos verdaderamente vivos!
Una vez que alguien es transformado de pecador a santo, deben hacerse evidentes cuatro actitudes.
Primero, debemos mostrar verdadera humildad.
Escuche la descripción que Pablo, el preeminente misionero y predicador del evangelio, hace de sí mismo:
"Yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios"
1a Corintios 15:9
En el versículo que sigue, le da a Dios el reconocimiento por su transformación, no a nada que él hubiera hecho.
Amados, no hallaraemos orgullo en el corazón de un hombre o de una mujer que entiendan en verdad lo que es la Gracia, esa persona estará siempre dando el mérito a Cristo, reconociendo que todo lo positivo lo debe completamente a Dios.
Cumplir el Propósito de Dios
Por estar Pablo tan abrumado por la inmerecida Gracia de Dios, dedicó su vida a cumplir el Propósito que le había entregado.
Él reconoció que había sido apartado antes de su nacimiento para ser predicador del evangelio (Gálatas 1:15- 16); lo consideraba un inmenso privilegio, y se entregó apasionadamente a la tarea.
El apóstol estaba tan agradecido por su salvación, que tenía que decirle a todo el mundo lo que le había sucedido.
También, cada uno de nosotros tenemos un mensaje que compartir.
No nos quedemoss callados.
No está bien que nos guardemos para nosotros mismos el amor de Dios, cuando hay un mundo de personas que sufren y que desfallecen de angustia, frustraciones, ira, desilusión y desesperación.
Algo adicional que debemos dar testimonio es un sentimiento de dependencia.
Pablo dice que había trabajado
"más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo"
1ª. Corintios 15:10
Estaba diciendo que eso no se debía a sus propios esfuerzos; la misma Gracia, virtud y poder que transformaron su vida, es el mismo poder compasivo que está en acción cada día en la vida del creyente.
No tenemos que depender de nuestra propia sabiduría, habilidades, o fortaleza.
Es Cristo en nosotros quien lo hace (Fil. 4:13), y sin Él, nada podemos hacer (Juan 15:5).
Una última actitud que debemos mostrar, es un espíritu de absoluta confianza.
Al final de su vida, Pablo pudo decir:
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe"
2ª. Timoteo 4:7
Pablo, aguardaba con interés recibir la corona de justicia del Señor mismo. (2 Ti. 4:8).
Conclusión
Qué ejemplo tan grandioso es Pablo del Poder transformador de la Gracia de Dios, que puede tomar a un criminal enfrentado a Cristo y convertirlo en el misionero más grande de la historia!
Pablo se dio a sí mismo sin reservas para proclamar el evangelio, y pudo decir que la gracia de Dios para con él "no fue en vano" (1 Cor. 15:10).
¿Ha derramado Dios Su Gracia en tu vida?
Dígale al Señor lo agradecido que está..... y también a los demás la razón.
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez
domingo, 29 de noviembre de 2020
#A264 Gracia y Fe II
Serie: La Gracia de Dios
#A264 Gracia y Fe II
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Introducción
Hola buenos días, ¡Bienvenidos a esta Casa, la Casa de Dios, ¡Reino de Dios Ministerios!
Soy el Pastor Jorge Macías Benítez, su hermano e Hijo de Dios; también de corazón te tiendo la mano, te abro el corazón y te quiero recibir, dar un abrazo…¡¡¡¡en el Amor del Señor…!!!!
La semana pasada el Señor nos llevó a sumergirnos en lso fundamentos y luego nos llevó a Fondó en cuanto a la Gracia, la Fe y la Certeza, todo a partir prácticamente de un solo versículo en Romanos 4:16.
Así, también nos llevó en Koinonía a Hebreos 11:1.
Hoy, quiere completar este maravilloso Mensaje y Su Ministración.
https://www.youtube.com/watch?v=ZrXtdK6mMds
Si, ¡no ha acabado!
“¡No ha acabado, Su Obra en mí, en tí, en nosotros, no ha acabado la vida en este Tiempo y Lugar, en este planeta, entonces no ha acabado la Transformación y Metanoia del Señor para nuestra vida!”
Ps. Jorge Macías Benitez
La Palabra de Dios nos dice en Romanos:
“16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros 17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. 18 Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido;”
Romanos 4: 16-21
Así, es como me llevó a en la misma reflexión discernir lo que era Su Mensaje y Ministración para este domingo 29 de noviembre del 2020, que lleva por título:
Gracia y Fe
Oración
¿Qué es esta Gracia?
Amados, en verdad quiero que prueben la Gloria de esta poderosa Gracia que garantiza la promesa.
Ahora, ¿Qué es esta Gracia? ¿Cómo nos garantiza que obtengamos nuestra Herencia?
Vayamos a Romanos 4:4-5.
“4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino cómo deuda; 5 más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”
Pablo está hablando aquí acerca de cómo ser justificados, de cómo tener ante Dios una justicia que nos permita heredar la promesa.
Reflexionemos en esto; que es lo opuesto a la gracia y a la fe en estos versículos.
Lo opuesto a la fe es obrar, y lo opuesto a la gracia es la deuda (o saldo, o merecido).
Sí en lugar de confiar en Dios, tratamos de obtener la justicia mediante las obras; Pablo dice que recibirá un salario que se le debe, y eso no está “de acuerdo con la gracia”.
Más bien es lo opuesto a la gracia.
Ahora, si intentamos el trabajar por justificación ante Dios, sino que mas bien creemos en aquel que justifica al impío, la justicia de Dios nos será acreditada como un regalo.
Eso se llama Gracia y la única condición del corazón que se corresponde con ella es la fe.
Así que la Gracia es el Propósito de Dios de darle la justicia y la promesa que no merecemos.
Es por eso que la Gracia es la garantía a la promesa.
Amados, la Gracia hace caso omiso a nuestro demérito.
Oh, ¡Despertemos a esta Verdad!
¿Qué condición del corazón se “corresponde con” la Gracia?
¡Sólo la fe!
Amados, la fe es la experiencia relajante de la Gracia obrando en nuestras vidas.
Si pensamos en este primer acto de fe justificadora en Cristo, entonces podemos decir que la fe está relacionada con la Gracia como la vista lo está con la luz, como el oído lo esta al sonido, como el despertar lo está al reloj despertador.
Amados, la fe está relacionada a la Gracia como la dulzura del paladar está relacionada con la miel en su lengua.
¿Por qué lo expreso así?
Conozco que en este Tiempo esa no es una forma muy común de hablar sobre la fe.
Aunque, ¿lo era hace trescientos años? ¿hace mil? ¿hace 2 mil?
Hoy, existe una falta de conocimiento, aun más, de Discernimiento generalizado acerca de la naturaleza Divina de la Gracia y de la fe.
En la actualidad muchos de los cristianos que asisten a las iglesias están tan desinteresados en una comunión verdadera con Dios y entonces la doctrina bíblica y en vivir conforme al Propósito de Dios, que han perdido muchas verdades y con ello muchas bendiciones.
¡Oh, cuánto ansío que Dios sea misericordioso para con nosotros, y nos despierte de ese inconcebible sopor!
Amados, Ahora, pregunto de nuevo:
¿Por qué digo que la fe está relacionada con la Gracia como la vista lo está a la luz, como el oído al sonido, y como la dulzura del paladar al sabor de la miel en su lengua?
¿No implica esto que la Gracia de Dios ciertamente, despierta la fe cómo la luz despierta la vista, y el sonido despierta al oído, y la miel despierta la dulzura en el paladar?
La respuesta a esa pregunta es, sí.
En lo personal, no tengo ninguna duda que eso es exactamente lo que la Gracia de Dios hace.
De hecho, es la segunda razón por la que la Gracia de Dios es la que nos garantiza que obtengamos la promesa.
Pueden ver una ilustración de esto en los versículos 17 y19 de Romanos 4
Reflexionemos detenidamente en el final del versículo 16; Pablo dice que la Gracia garantiza la promesa para todos los descendientes de Abraham, para los creyentes hebreos, judíos y para los creyentes gentiles, ya que Abraham es el padre de todos nosotros.
Luego en el versículo 17, Pablo cita Génesis 17:5 para mostrar que Abraham iba a ser el padre de muchas naciones.
Después en el resto del versículo 17, dice que la fe de Abraham estaba:
“delante de aquel en quien creyó, es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran”
Ahora, ¿Por qué Pablo nos dice esto? ¿Por qué llama la atención a esta clase de actividad soberana y divina?
Este es el Propósito:
Que Abraham pudiera tener la garantía de que heredaría la promesa, Dios tendría que dar vida a los muertos, y llamar a existir a las cosas que no existen.
Esta es una Gracia soberana, omnipotente, y gratis.
Aquí Pablo está describiendo qué quiere decir con la “gracia que garantiza la promesa”.
Lo que está muerto debe venir a la vida y lo que no existe debe existir.
Eso es lo que hace la Gracia.
Eso no lo puede hacer el hombre.
El hombre no puede resucitar a los muertos; y no puede crear algo de la nada.
Ahora, Dios si puede, y lo hace, para garantizar la promesa para su pueblo.
Amados, eso es lo que significa Gracia.
La Gracia que hace posible lo imposible
Sin el nacimiento de Isaac, la promesa hecha a Abraham hubiera fracasado.
Isaac no existe, y humanamente no puede existir.
Su padre tiene noventa y nueve años.
Su madre tiene noventa y ha sido estéril toda la vida.
Se ha probado con obras y recursos humanos: una concubina llamada Agar y un hijo llamado Ismael.
Pero Dios dice, No.
La promesa no será cumplida y garantizada por mi cooperación con tus recursos humanos, sino por mi soberana gracia de hacer posible lo humanamente imposible.
Pablo indica lleno del Espíritu Santo, en el versículo 19:
“Y sin debilitarse en la fe [Abraham] contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara”.
Amados, si la promesa va a ser garantizada, Dios debe hacer lo imposible.
Debe hacer lo que los humanos no pueden hacer:
“[Dios] da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran”.
Eso es lo que significa Gracia.
El nacimiento sobrenatural de Isaac es una ilustración de cómo Dios crea a los hijos de la promesa, como tu y yo.
Pablo dice en Gálatas 4:28:
“Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa”.
No como Ismael, nacido de lo que los humanos pueden hacer.
Isaac nació por un milagro del Espíritu; nosotros nacimos por un milagro del Espíritu.
Isaac fue generado de lo estéril; todos nosotros también.
Él fue llamado a existir de la nada.
Nosotros también.
La fe de Abraham salió de la nada; la de nosotros también.
Eso es lo que quiere decir Gracia.
Es por ello que la Gracia garantiza la promesa.
La Gracia hace lo que los recursos humanos no pueden hacer nada.
La Gracia no solo nos da cosas mejores que las que merecemos (Romanos 4:4-5); la Gracia nos da cosas que no podemos producir:
La resurrección de la muerte, nos permite ver la gloria, escuchar la verdad divina, saborear la dulzura espiritual.
Todo ello surge por la dulce y soberana Gracia de Dios.
Conclusión
Amados, Permítanme concluir ilustrando un pasaje paralelo que no está en Romanos que nunca antes había notado; pero es tremendamente poderoso en esta reflexión para Discernimiento de lo que es la Gracia.
Efesios 2:4-5 nos dice que la Gracia es precisamente esto; es la obra de Dios de resucitar espiritualmente a los muertos—hacer por nosotros aquello que nunca hubiésemos podido hacer:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, 5 aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados).”
El hecho de que Pablo inserte las palabras “por gracia habéis sido salvados” justo después de “aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida”, muestra que la Gracia es justo lo que Romanos 4:17 da a entender que es:
Es la obra de Dios “da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran”.
¿Y qué es lo que Dios hace que exista para nosotros?
Efesios 2:8:
“Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios”.
Amados la fe es un regalo de la Gracia de Dios; como ver es el don de la vista, y como escuchar es el don del sonido, y la dulzura del paladar es el don de la miel.
La luz del evangelio está resplandeciendo en esta mañana.
La palabra del evangelio está sonando en esta mañana; el amoroso mandamiento de Dios es:
Miren y vean; oigan y escuchen; prueben y disfruten la gloria de la gracia de Dios.
Esto es fe; esta fe está de acuerdo con la Gracia que da vida a los muertos y hace que exista lo que no existe.
Esa Gracia soberana garantiza, por encima de toda la volubilidad y flaqueza humana, que heredará el mundo.
Oremos
¡Dios los Bendice!
Ps. Jorge Macías Benítez
domingo, 22 de noviembre de 2020
#A263 Gracia y Fe
La Fe
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