domingo, 30 de octubre de 2022

#A355 El Poder más Grande

Nueva Serie: El Más Grande Poder

Jorge Macías B.

30 de Octubre 2022

 



#A355 El Poder más Grande


“Y cual la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:19-20). 


“El poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:2).


¿Cuál es la fuerza más grande que opera en este mundo? 

¿El tsunami? ¿Un terremoto? 


¿El calentamiento de la planeta? 


Hay una fuerza mucho mayor. 


Es el poder capaz de romper el ciclo de muerte y descomposición que ha dominado el mundo desde el pecado de Adán y Eva, cuando entró en el mundo, sujetando la naturaleza al dominio de la muerte. Hay un poder superior que introdujo en el mundo un nuevo ciclo de resurrección y inmortalidad. ¡No hay poder mayor que este! Ha roto la fuerza de la maldición de muerte que mantuvo cautivo al mundo. Se desató la mayor expresión del poder de Dios con la resurrección de Cristo, como primer ejemplo de su eficacia.


Las Crónicas de Narnia ilustran el encantamiento maléfico del mal como el poder de invierno que dominó el país bajo la tiranía de la Bruja Blanca. Empezó a perder fuerza con el advenimiento de Aslan, pero realmente tomó efecto cuando el León Emperador resucitó. Su resurrección rompió el encantamiento de la bruja e introdujo vida y inmortalidad en Narnia.


Es como la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos (Ez. 37). Vemos como el ciclo de muerte y descomposición fue puesto al revés. La naturaleza se dio marcha atrás. Los huesos secos se juntaron. 


Luego se cubrieron de carne y eran cadáveres enteros. 


Finalmente cobraron vida y se levantaron, caminaron y vivían.


Es el poder que levantó a Jesús de entre los muertos, pero no se limita a este acto. 


La resurrección de Cristo solo es un botón de muestra.

 

Aquel día, Dios introdujo un nuevo principio que antes no estaba presente en el mundo. 


Rompió el ciclo de muerte de la naturaleza. 


La resurrección de Cristo no fue como la resurrección de Lázaro que solo dio vida a Lázaro. 


El poder que efectuó la de Cristo sigue operando. 


Es suficiente para superar el poder de la muerte, dejándola con un dominio solamente temporal, sin su poder eterno. 


El poder de VIDA es superior al poder de la muerte.


Este es el poder que está funcionando en nosotros. 


Empezó a funcionar cuando Dios nos dio vida (Ef. 2:1) y sigue operando en nosotros rompiendo el poder del pecado que nos ha esclavizado toda la vida. Rompe hábitos viejos. 


Cuando echamos mano a este poder, ¡cambiamos! Hay suficiente poder a nuestra disposición, residiendo dentro de nosotros desde el día de nuestra conversión, para cambiar nuestra disposición y transformarnos por completo, para ser cada vez más como Cristo. 

Este poder te dio nueva vida y, cuando echas mano a él, te irá transformando, hasta el día que veas al Señor. ¡Aleluya! 


no hay Poder más grande que el Amor de Dios


La palabra del Señor nos enseña, en el Libro de Génesis, que Abraham y Sara no tenían hijo (Sara era estéril); sin embargo, ellos tenían una promesa de Dios al respecto. El tiempo transcurría y pasaron varias décadas, y el hijo prometido por Dios no llegaba; pero en el tiempo del Señor y en contra de toda posibilidad humana, Dios cumplió lo que había prometido. 

La Biblia nos enseña que el Señor realizó un milagro en la vida de Abraham y Sara, pues ambos eran de edad avanzada y ella era estéril. En el tiempo de Dios nació Isaac, por encima de todos los obstáculos, dificultades y argumentos humanos. 

La Biblia misma nos enseña que cuando Dios le hizo la promesa de un hijo a Abraham y Sara, ella no creyó al principio; fue en aquel momento cuando el Señor le pregunto: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?”. Y sin duda, sabemos muy bien la respuesta: Todo es posible para Dios. 

No existe cosa difícil para nuestro poderoso Dios, todo es posible para él; más bien, lo que requiere es que sus hijos le crean, que ellos confíen y perseveren en sus fieles promesas, pues el Señor hará todo lo que ha dicho.   

Es interesante, recordar aquí las palabras del Libro de Job 8:5-7 “Si tú de mañana buscares a Dios, y suplicares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y él prosperará la morada de tu justicia. Aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande”. 

Podemos decir, que un escenario de dificultades, de crisis o de oposición, es un terreno en el que aparecen el desánimo y la frustración, los cuales acechan contra nuestro corazón para provocar la renuncia o la murmuración.  

 


 

 

Podemos recordar, por ejemplo, a los discípulos del Señor Jesús, quienes ante su muerte, estaban tristes y desanimados. La Biblia nos enseña que fueron las mujeres quienes se dirigieron al sepulcro a buscar a Jesús, los discípulos no lo hicieron. Estaban sumidos en tristeza y decepción. 

Adicional a esta situación, los discípulos de Jesús debían enfrentar a los enemigos del evangelio, es decir, al Imperio romano; además de los celosos líderes religiosos, los judíos que no creían en Jesús como el Mesías, entre otros. Sin embargo, sólo tres días después de morir, el Señor Jesús se levantó de los muertos, alcanzando la más grande victoria para aquellos que habían de creer. 

Ante todo esto, podemos estar convencidos que para Dios todo es posible. En medio de las más grandes adversidades, ante diversos obstáculos, ante gigantes enemigos, debemos tener presente: “No hay nada difícil para Dios”, él es Todopoderoso, y tiene el gobierno de todas las cosas.

Dios es más grande que tu problema


No es extraño que en ocasiones nos enfrentamos a situaciones adversas y difíciles que nos marcan profundamente en nuestro ser, llegamos a creer que todo está perdido y hemos sido derrotados por aquel problema, ese problema que quizás, la mayor parte del tiempo nos hace sentir débiles, quebrantados , ahogados y desesperados; que nos hace pensar que ya nada podemos hacer al respecto. Hay ocasiones en las que es tan difícil pensar positivamente que cada día que pasa nos consume y nos aqueja “ese problema”.

Si bien es cierto, vivimos en tiempos duros, pero la mayor parte del tiempo creemos que nunca nos pasará algo malo, pero cuando llega el momento difícil comienzan nuestras dudas: ¿Por qué a mí?, ¿En qué he fallado? O ¿ Qué he hecho de mal para merecer esto?, y esto se transforma en una tormenta que nunca acabará, por lo tanto este suceso llamado “ problema” no nos permite ver nuestro mundo a color, con esperanza, amor y confianza, sino mas bien en un tono gris y frío y nos perdemos las cosas simples de la vida, como es disfrutar cada momento, ya sea positivo o negativo.

LA SABIDURIA DEL ÁGUILA

El águila es el ave con mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.


A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a

sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. Volar se hace ya tan difícil!

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación que durara 150 días.  Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.

Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.

Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.


En nuestras vidas, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.

Haz de Dios tu habitación:


Dios nos invita a entrar y morar en su habitación, los que habitan y hacen refugio en su habitación son los que confian en Dios y ponen su mirada en Jesús. 


Reina Valera Revisada (1960) Mateo 6

6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta,c ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

​1. La habitación del creyente:

a) Habita al abrigo del Altísimo (Sal. 91:1).

b) Mora bajo la sombra del Omnipotente (Sal. 91:1).

1. La habitación del creyente:

a) Una defensa segura es un buen ataque ().

Para conquistar las batallas tienes que saber que sin Dios estas derrotado, este salmista sabia que para ganar las batallas tenia que permanecer en Dios y poner toda su confianza en Él. 


TU DEFENSA ES DIOS Y TU REFUGIO, AHI ES EL LUGAR DE FORTALECERTE Y CONFIAR EN SUS PROMESAS. SINO NO SALGAS A LA BATALLA PUES TERMINARAS DERROTADO. (Samuel 16:6-13)


TUS BATALLAS MAS GRANDES ESTAN A SOLAS CON DIOS. (Samuel 17:32-36)

b) Mora bajo la sombra del Omnipotente ().


LO MAS MARAVILLOSO DE MORAR BAJO LA SOMBRA DE DIOS ES DESCANSAR EN ÉL.

Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 11

28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar

c) En su habitacion el muestra tus sendas tus peligros


Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 22

31Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

En vez de ir a la batalla se resguardo en su habitación, Y PECÓ 

EL ÁGUILA Y LA TORMENTA


¿Sabías que un águila sabe cuando una tormenta se acerca mucho antes de que empiece?


El águila volará a un sitio alto para esperar los vientos que vendrán.  Cuando pega la tormenta, coloca sus alas para que el viento las agarre y le lleve por encima de la tormenta.  Mientras que la tormenta este destrozando abajo, el águila vuela por encima de ella.


El águila no se escapa de la tormenta. Simplemente usa la tormenta para levantarse más alto. Se levanta por los vientos que trae la tormenta.  Cuando las tormentas de vida nos vienen – Y todos nosotros vamos a pasar por ello - Podemos levantarnos por encima poniendo nuestras mentes y nuestra fe hacia Dios.


Las tormentas no tiene que pasar sobre nosotros. Podemos dejar que el poder de Dios nos levante por encima de ellas.  


Dios nos permite ir con el viento de la tormenta que trae enfermedad, tragedia, y demás cosas en nuestras vidas.  


Podemos volar sobre la tormenta.


Recuerda, no son los pesos de la vida que nos lleva hacia abajo, sino el como los manejamos.


La Biblia dice,  – "pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán."

La determinación del creyente:


 «Diré yo a Jehová: mi Dios, en quien confiaré». DI A TUS PROBLEMAS CUAN GRANDE ES TU DIOS

 «Diré yo a Jehová: mi Dios, en quien confiaré». DI A TUS PROBLEMAS CUAN GRANDE ES TU DIOS

REMEDIO PARA EL TEMOR

Jn. 16:33.

En el año 1735 Juan Wesley viajó desde Inglaterra a la Colonia de Georgia en las Américas. En medio del Atlántico el buque encontró una tempestad que puso en peligro la vida de los tripulantes y de los pasajeros. Juan Wesley se encerró en su cuarto; pero allí pudo oir el canto de un grupo de moravos que, no teniendo recursos para pagar la comodidad de unos camarotes, tuvieron que quedarse en la cubierta y sufrir la furia de la tempestad. Después el señor Wesley preguntó a uno de los moravos cómo ellos y sus niños podían cantar en circunstancias tan terribles. El moravo le contestó con una pregunta: “Señor Wesley, ¿conoce usted a Jesucristo? Para el creyente, Jesús echa fuera el temor.”

El valor del creyente:


a) Esperanza mía ().

b) Castillo mío ().

c) Mi Dios en Él confiaré ().

4. El valor del creyente:


  1. Porque Él te librará del lazo del cazador y de la peste destructora ().

SOLAMENTE JESUS TE PUEDE LIBRAR DE TUS TEMORES 

(Marcos 9:14-29)


2) Porque con tus plumas te cubrirá y estaras seguro (). 


CUAN IMPORTANTE ES ESTAR EDIFICADO SOBRE LA ROCA


Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 7


24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

28Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

La inteligencia del creyente: 



«Ha conocido mi nombre» ().


Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 9

23Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme,a que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 9

24Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme,a que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.


El amor de Dios

El poder más Grande



Ante las ofensas o decepciones podemos permitir que la raíz de amargura nazca en el corazón, o permitir que el resentimiento levante grandes murallas en la familia, o separe matrimonios. Sin embargo Dios nos muestra su más grande amor al dar a su Hijo por nosotros. 


Por amor Jesús venció, por amor podemos obedecer, vencer al enemigo, rescatar nuestra familia, avanzar hacia el plan de Dios, por amor podemos vivir más para Dios que para nosotros mismos… 


Predica: El amor de Dios es el poder más grande.

El amor de Dios siempre prevalecerá. Recordemos que el apóstol Pablo por el Espíritu Santo dijo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” 1 Corintios 13:13. 

Veamos un ejemplo de la preeminencia del amor en la vida de Abraham. La Biblia nos enseña que Abraham y Lot se tuvieron que separar pues quienes cuidaban sus ovejas comenzaron a tener diferencias por los espacios para pastorear, y Abraham le dijo: 

“No haya ahora altercado entre nosotros dos, porque somos hermanos. Delante está la tierra, si vas a la izquierda, yo iré a la derecha, y si vas a la derecha, yo iré a la izquierda”.   


Antes estas cosas sucedidas Abram no había quedado con resentimientos hacia su sobrino Lot, él había perdonado cualquier ofensa y ahora desea el bienestar y libertad para su familia. 

A veces en nuestra casa o familia se presentan crisis, y estas son oportunidades para ejercer el perdón y no desear venganza, ni la tragedia para el otro. Abram estaba bendecido y en paz, pero él desea lo mejor para su sobrino Lot.

Colosenses 3:12-14 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro… Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”.

El Espíritu Santo aquí nos recuerda la importancia del amor de Dios en nuestro corazón para tolerar, soportar y perdonar; el amor de Dios es el vínculo perfecto es decir, es el poder de Dios que mantiene unida la familia, el matrimonio, la iglesia, etc.        

Vemos además que Abram tomó una actitud valiente para batallar por la libertad de su familia, él “Armó a sus criados”, y “cayó sobre ellos de noche y les atacó”, sabemos por la Biblia que Abram no era un hombre de guerra, pero aquí se llenó de valor para rescatar a su familia, y no renunció ni abandonó su campaña hasta verlos libres. Así mismo Jesucristo el Señor está con nosotros para rescatar, salvar y bendecir nuestra familia.

Por amor el Padre envió a su Hijo, por amor Jesús dio su vida por nosotros, por amor él alcanzó la victoria más grande en toda la historia al resucitar, es entonces el amor el más grande poder.   


Conclusión: Si permitimos que el amor de Dios gobierne nuestra vida, todo será diferente, pues la capacidad para tolerar y perdonar fluirá, la atmósfera familiar será una bendición; la capacidad para obedecer a Dios será mayor, pues quien ama a Dios guarda sus mandamientos. 

Oremos

¡Dios les Bendice!

Ps. Jorge Macias Benitez.

domingo, 9 de octubre de 2022

#A352 Amor que Guía

 


Introducción


Cuando nos acercamos a Dios, muchas veces ese primer pulso inicial tiene que ver con una búsqueda inerte hacia el amor. Sabemos que todo lo mundano es tirano y mentiroso, solo en su presencia conseguimos algo verdadero.

Dios es amor, lo escuchamos todo el tiempo y en todas partes, no hay duda. Sin embargo la idea que las personas tienen del amor, no siempre corresponden con el amor puro y verdadero que él nos propone. A pesar de esto, en lugar de abandonar, debemos persistir y aventurarnos a ser guiados por ese amor.

Mientras en otras actividades necesitamos ser guiados constantemente por nuestra razón, con Dios debemos estar preparados para aceptar algo mas profundo y fuera de nuestro entendimiento. Éste amor es sobrenatural y en tanto, debemos estar dispuestos a qué nos transforme.

Amar y ser amados de la manera en que Dios quiere, es un proceso encausado por la fe. Cuando alguien todavía no cree lo suficiente, no puede decodificar el mensaje que Jehová tiene para su vida.

I. Ser guiados por el amor – Caracterización del amor


1. Amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19)


El amor no es un invento de la humanidad, o un entramado complejo de circunstancias. 

Amamos porque es el sentido de nuestra existencia y su raíz es el Creador. 

Él ama su creación y nos permite compartir y vivir de ese amor, de otra manera sería imposible.

Cuando nos acercamos a su presencia, él empieza a darnos de ese amor que parecía inexistente. 

Empezamos a actuar de manera distinta hacia los otros, y nuestra mirada cambia de manera irremediable. 

Dios es quién permite que esto sea posible, cuando aceptamos y priorizamos su amor en nuestras vidas.

Intentar amar a alguien sin aceptar primero el amor de Dios, resulta prácticamente imposible

No hay manera pues su ley es la que rige todo movimiento existente en la tierra. 

Empecemos creyendo que el amor no nos pertenece, es un don divino.

2. Guiados por el amor porque el amor es el mandamiento principal (Juan 15:12)


Seguir a Dios no es simplemente decirlo ó intentar aparentarlo. 

Dios no es superficial. 

Él nos demanda acciones, hábitos y enseñanzas. 

Nos da orden, pues el verdadero amor es organizado, por eso el mundo está tan lejos de conocerlo. 

Éste amor requiere de esfuerzo, esa es la parte qué menos suele gustar a la humanidad, pero sin duda la mas importante. 

Jesús enseñó qué el principal mandamiento del Padre era amar de la manera en que él nos ama

Esto significa de manera apasionada, haciendo el bien, de forma perenne, sin mirar intereses de por medio. ¿Es sencillo? No. ¿Es imposible? Tampoco.
Cuando tomamos éste mandamiento cómo él rector de nuestras vidas, comprendemos mejor lo qué Dios nos pidió a través de Jesús. Por ejemplo, quién anda en el mundo quizá cuestione qué sí alguien nos hiere una mejilla, debemos volver la otra.

Esa es la voluntad de Dios, y solo en la fe y el amor podemos experimentar qué no es imposible. (Mateo 5:38-46

Es la diferencia entre ser verdaderos hijos de Dios y seguir formando parte del mundo.

3. Guiados por el amor – El amor es apasionado (Efesios 5:2)


Dios realmente nos enseñó el significado de la pasión al permitir el sacrificio de su hijo, por nuestra salvación. 

Éste acto es el eje central en el qué debemos pensar cuando queremos entender la magnitud de su amor.

Es probable que cuando aceptemos vivir en el Evangelio, debamos sufrir en su nombre. 

En Filipenses 1:29-30 se nos explica qué creer, también significa padecer. 

La pasión es estar dispuestos a aceptarlo, y la pasión en Cristo se diferencia en qué confiamos que Dios siempre está a nuestro favor. Es decir, no sufrimos en vano.

La parte central de amar con pasión, es saber qué cualquier dolor experimentado, es es pos de la obra de Dios. 

Así como Jesús padeció para que se honre el nombre del Padre, nosotros también debemos estar disponibles y dispuestos. De esto se trata el verdadero amor qué nos enseña su Palabra.

II. Ser guiados por el amor – Consecuencias


1. Al ser guiados por el amor, el amor transforma (Colosenses 3:5-14)


Cuando algo realmente conmueve nuestra vida, por consecuencia nos transforma. 

Por ejemplo, los padres no vuelven a ser los mismos después de varios años de criar un hijo. 

Es una experiencia qué impacta y qué marca la diferencia.

El amor de Dios actúa de ésta manera. Nos toma y nos hace de nuevo. Por ello a medida que vamos amando y apropiándonos de sus enseñanzas, renunciamos al pecado. 

Es necesario qué lo hagamos, no opcional.

La violencia, el odio, resentimiento y egoísmo no tienen cabida cuando se trata de amar a Dios. 

Debemos alejarnos de todo aquello que contamine nuestro templo, y de esta manera poder seguir inundando nuestro espíritu del Evangelio.

2. Cuando somos guiados por el amor todo coopera para bien (Romanos 8:28)

Cuando la fe nos mueve y aumentamos nuestro amor hacia el Padre, tenemos seguridad en qué todo nos sale bien. 

A pesar de la aflicción nuestra vida está encaminada, estamos bajo su protección y nuestros pasos tienen propósito.

El amor de Dios dibuja ese mapa qué nos indica exactamente lo que debemos hacer. Conocerlo es aprender qué solo en su amor podemos vislumbrar su Gloria e inmensidad.

Es por esto qué la pasión se vuelve un regocijo, mas no una tortura. Es decir, padecemos alegremente. Pues nos vestimos de amor para ir a todas las partes que Jehová quiera llevarnos.

3. No estamos solos nunca más (Mateo 28:19-20)


La Palabra de Dios nos asegura qué su amor es esperanza y gozo sin fin. 

Tiene ese calor característico y fraternal que recuerda a la niñez pero que no hace mas que expandirse. 

Él nos acompaña de la manera mas incondicional y pura qué existe.

¿Hasta cuando dura su amor? Podemos estar tranquilos de que jamás abandona. 

El Amor De Dios es Eterno.

La Biblia nos asegura que Él estara con nosotros hasta el fin del mundo, cuyos tiempos están bajo la orden del Padre. 

En esto se distinguen los amores y placeres carnales, a los dones divinos de Dios. 

En un mundo donde domina la pérdida, él permanece como la única promesa real. 

Nuestro propósito en éste mundo debe ser alcanzar sus promesas y vivir en esa salvación. ¿Estamos preparados?

Aceptar ser guiados por un amor tan real es aceptar que la tristeza es estacional, que el dolor se mueve, pero que hay algo real y que dura para siempre.

Conclusión

Jehová se encarga de no dejar cabos sueltos en los mensajes que nos transmite a través de su Palabra. 

Es claro al enseñarnos que sin amor no hay propósito. 

Sin esa expresión de su presencia seríamos como objetos planos y sin funcionamiento. 

Su amor nos da profundidad.

El Padre nos guía hacia un amor apasionado, en algunas situaciones doloroso, porque eso es lo que implica la pasión. 

Sin embargo, jamás en vano. 

Ser hijo de Dios nunca es una pérdida, pues aunque exista la aflicción, éste amor es lo único capaz de mantenernos a flote.

Su amor está sustentado en una fe firme y solo puede expandirse. 

El amor de Dios no tiene fin, dura lo que nosotros queremos que dure. 

Solo debemos cuidarlo y avivarlo como lo único indispensable en nuestras vidas, porque realmente lo es.

En el Amor del Señor...

Ps. JORGE MACIAS BENITEZ.
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domingo, 18 de septiembre de 2022

#A349 El Poder del Amor

 Nueva Serie: El Más Grande Poder

Jorge Macías B.

17 de septiembre de 2022




#A349 El Poder del Amor


Hoy en mi corazón mueve el Señor el compartirles al respecto de esta que es una gran verdad doctrinal y, basándome en ella, predicar con mucha propiedad un sermón doctrinal cuya esencia pudiera ser la Gracia soberana de Dios. 


El amor de Dios es, evidentemente, previo al nuestro: “él nos amó primero.” 


El texto establece muy claramente que el amor de Dios es la causa de nuestro amor, pues “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” 


Remontándonos al tiempo antiguo, o más bien, antes de todo tiempo, cuando nos enteramos que Dios nos amó con un amor eterno, deducimos que la razón de Su decisión no es que nosotros le hayamos amado, sino que Él quiso amarnos. 


Dice la Palabra de Dios:


“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”  1a. Juan 4:19


Sus razones, y Él tenía razones (pues leemos acerca del consejo de Su voluntad), son conocidas sólo por Él mismo, pero no se han de encontrar en alguna bondad inherente a nosotros o que fuera previsto que existiría en nosotros. 


Fuimos elegidos simplemente porque Él tendrá misericordia del que tenga misericordia. 


Él nos amó porque quiso amarnos. 


El don de Su amado Hijo, que fue una consecuencia directa de Su elección de Su pueblo, fue un sacrificio demasiado grande de parte de Dios para haber sido motivado en Él por alguna bondad en la criatura. 


No es posible que la piedad más sublime mereciera una bendición tan grande como fue el don del Unigénito. 


No es posible que algo en el hombre hubiera merecido la encarnación y la pasión del Redentor. 


Nuestra redención, como nuestra elección, se origina en el amor espontáneo de Dios. 


Nuestra regeneración, en la cual somos hechos partícipes reales de las bendiciones divinas en Jesucristo, no fue de nosotros ni por nosotros; no fuimos convertidos porque nos inclinábamos ya en esa dirección, ni tampoco fuimos regenerados debido a que hubiese por naturaleza algo bueno en nosotros, antes bien, debemos enteramente nuestro nuevo nacimiento a Su poderoso amor, que trató eficazmente con nosotros haciéndonos pasar de muerte a vida y de las tinieblas a la luz. 


Nos hizo volver de la alienación de nuestra mente y de la enemistad de nuestro espíritu a esa deleitable senda de amor en la que ahora vamos viajando a los cielos. 


Como creyentes en el nombre de Cristo 


“no somos engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” 


La esencia del texto es que el espontáneo amor de Dios, nacido de Él mismo, ha sido el único medio de llevarnos a la condición de amarlo a Él. 


Nuestro amor por Él es como un mustio riachuelo que se apresura en su curso al océano porque de allí provino. 

Todos los ríos van a dar a la mar, pero sus aguas se originaron en ella: las nubes que fueron exhaladas por el poderoso océano fueron destiladas en lluvias y llenaron las corrientes. 


Allí se encuentra su causa primera y su origen primigenio, y, como sí reconocieran la obligación, rinden a cambio un tributo a la fuente engendradora. 


El oceánico amor de Dios que es tan vasto que ni siquiera el ala de la imaginación podría recorrerlo, envía sus tesoros de la lluvia de la gracia que caen en nuestros corazones y son como las dehesas del yermo; hacen que nuestros corazones se desborden y que la vida impartida fluya de regreso hacia Dios en arroyos de gratitud. 


Todas las cosas buenas son Tuyas, grandioso Dios. 


Tu bondad crea nuestro bien. 


Tu infinito amor por nosotros genera nuestro amor por Ti.


Pero, queridos amigos, yo confío que después de muchos años de instrucción en las doctrinas de nuestra santa fe, no necesito seguir por la trillada senda doctrinal, sino que puedo guiarlos por una senda paralela, en la que puede verse la misma verdad desde otro ángulo. 


Me propongo predicar un mensaje práctico, y posiblemente esto sea más acorde con el sentido del pasaje y con la mente de su escritor, de lo que sería un discurso doctrinal. 


Veremos el texto como un hecho que hemos probado y comprobado en nuestra propia conciencia.

Bajo ese aspecto, el enunciado del texto es que: un sentido del amor de Dios por nosotros es la causa principal de nuestro amor a Él. 


Cuando creemos y sabemos y sentimos que Dios nos ama, nosotros lo amamos a cambio como un resultado natural. 


En la proporción en que nuestro conocimiento se incrementa, nuestra fe se fortalece y se profundiza nuestra convicción de que realmente Dios nos ama, y nosotros, desde la propia constitución de nuestro ser, somos constreñidos a entregar a cambio nuestros corazones a Dios. 


La Ministración de hoy, por tanto, fluirá en ese canal. 


Que Dios nos conceda que Su Santo Espíritu lo bendiga para cada uno de nosotros.


Consideraremos de entrada LA NECESIDAD INDISPENSABLE DEL AMOR A DIOS EN EL CORAZÓN.


Hay algunas gracias que, en su vigor, no son absolutamente esenciales para la pura existencia de la vida espiritual, aunque son muy importantes para su sano crecimiento; pero el amor a Dios tiene que estar en el corazón, o de lo contrario no hay allí ninguna gracia de ningún tipo. Si alguien no ama a Dios, no es un hombre renovado. 

El amor a Dios es una marca que siempre está asentada sobre las ovejas de Cristo, pero nunca está asentada sobre nadie más.


Al reflexionar sobre esta sumamente importante verdad, quiero que consideren el contexto del texto. 


Encontrarán en el versículo séptimo de este capítulo, que el amor a Dios es establecido como una indispensable señal del nuevo nacimiento. 


“Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.” 


Entonces no tengo ningún derecho a creer que soy una persona regenerada a menos que mi corazón ame a Dios verdadera y sinceramente. 


Sería vano que yo, si no amara a Dios, citara el certificado que registra una ceremonia eclesial y dijera que eso me regeneró. Ciertamente no hizo eso, pues de otra manera se habría presentado el resultado seguro. 


Si he sido regenerado, yo podría no ser perfecto, pero sí puedo decir esto: 


“Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.” 


Cuando por la fe recibimos el privilegio de convertirnos en hijos de Dios, recibimos también la naturaleza de hijos y con amor filial clamamos: “¡Abba, Padre!” 


Esta regla no tiene ninguna excepción. 


Si un hombre no ama a Dios, tampoco ha nacido de Dios.

 

“Muéstrenme un fuego sin calor y entonces pueden mostrarme una regeneración que no produce amor a Dios, pues así como el sol tiene que producir su luz, así un alma que por la gracia divina ha sido creada de nuevo, tiene que poner de manifiesto su naturaleza mediante un sincero afecto hacia Dios.” 


“Os es necesario nacer de nuevo” 


Ahora, cualquier persona no han nacido de nuevo a menos que amen a Dios. 


Cuán indispensable es entonces el amor a Dios.


En el versículo octavo se nos informa que el amor a Dios es una señal de que conocemos a Dios. 


El verdadero conocimiento es esencial para la salvación. Dios no nos salva en las tinieblas. 


Él es nuestra “luz y nuestra salvación.” 


Somos renovados en conocimiento a imagen del que nos creó. 


Ahora, “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” 


Todos ustedes han sido enseñados desde el púlpito, todos ustedes han estudiado las Escrituras, todos ustedes han aprendido de los eruditos, todos ustedes han recogido información de las bibliotecas, pero todo eso no es ningún conocimiento de Dios en absoluto a menos que amen a Dios, pues en la verdadera Fe, amar y conocer a Dios son términos sinónimos. 


Sin amor ustedes permanecen todavía en la ignorancia, una ignorancia del tipo más infeliz y ruinoso. Todos los logros son transitorios, si el amor no funge como sal para preservarlos. 


"Cesarán las lenguas y la ciencia acabará. Solo el amor permanece para siempre.”


Tienen que tener este amor o serán necios para siempre. 


Todos los hijos de la verdadera Sion son instruidos por el Señor, pero ustedes no son instruidos por Dios a menos que amen a Dios. 


Vean, entonces, que estar desprovistos del amor a Dios es estar desprovistos de todo verdadero conocimiento de Dios, y por tanto, de toda salvación.


Además, el capítulo nos enseña que el amor a Dios es la raíz del amor a los demás. 


El versículo once y doce dice: 


“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” 


Ahora, si alguien no ama a los cristianos, no es cristiano. 


Quien, estando en la iglesia, no es parte de ella de alma y corazón, no es sino un intruso en la familia. 


Pero como el amor a nuestros hermanos brota del amor a nuestro único Padre común, es claro que tenemos que sentir amor a ese Padre, o de lo contrario, fallaremos en una de las señales indispensables de los hijos de Dios. 


“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” 


Ciertamente, no podemos amar verdaderamente a los hermanos a menos que amemos al Padre; por tanto, si carecemos del amor a Dios, carecemos de amor a la iglesia, lo cual es una marca esencial de la Gracia.


Además, ateniéndonos al sentido del pasaje, descubrirán por el versículo dieciocho que el amor a Dios es un importantísimo instrumento de esa santa paz que es una señal esencial de un cristiano. 


“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,”  


Donde no hay amor no hay tal paz, pues el miedo, que tiene tormento, turba el alma; de aquí que el amor sea un compañero indispensable de la fe, y cuando están juntos, el resultado es la paz. 


Donde hay un ferviente amor a Dios allí está establecida una santa familiaridad con Dios, de donde fluyen la satisfacción, el deleite y el descanso. 


El amor debe cooperar con la fe y echar fuera al miedo, de tal manera que el alma puede tener arrojo delante de Dios.


¡Oh, cristiano!, tú no puedes tener la naturaleza de Dios implantada en ti por la regeneración, ni tampoco puede revelarse en amor a los hermanos, ni puede florecer con las hermosas flores de la paz y el gozo, a menos que tu afecto esté puesto en Dios. 


Él ha de ser entonces tu sumo gozo. Deléitate asimismo en Jehová. Oh, amen al Señor, ustedes, Sus santos. 


Oh, amen a Jehová, todos vosotros Sus santos.


Si buscamos nuevamente en la epístola de San Juan y seguimos sus observaciones hasta el siguiente capítulo y el tercer versículo, vemos también que el amor es la fuente de la verdadera obediencia. 


“Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos.” 


Ahora bien, un hombre que no obedece los mandamientos de Dios, evidentemente no es un verdadero creyente, pues, aunque las buenas obras no nos salvan, con todo, siendo salvos, los creyentes han de producir inevitablemente buenas obras. 


Si bien el fruto no es la raíz del árbol, con todo, un árbol bien arraigado, a su tiempo producirá sus frutos. 


Entonces, aunque el cumplimiento de los mandamientos no me hace un hijo de Dios, siendo un hijo de Dios, seré obediente a mi Padre celestial. 


Escucha, no puedo ser obediente a menos que ame a Dios. 


Una mera obediencia externa, un decente reconocimiento formal de las leyes de Dios, no es obediencia a los ojos de Dios. 


El Señor aborrece el sacrificio carente de corazón. 


Yo debo obedecer porque amo, pues de lo contrario no he obedecido del todo en espíritu y en verdad. 


Vean entonces que para producir los frutos indispensables de la fe salvadora, tiene que haber amor a Dios, pues sin fe, esos frutos serían irreales y verdaderamente imposibles.


Espero que no sea necesario que continúe con este argumento. 


El amor a Dios es tan natural para el corazón renovado como es para el bebé el amor a su madre. 


¿Quién necesita razonar con un niño para que sienta amor? 


Si tienes la vida y la naturaleza de Dios en ti, ciertamente buscarás al Señor. 


Así como la chispa, que contiene la naturaleza del fuego, asciende a lo alto para buscar al sol, así el espíritu nacido de nuevo busca a su Dios, de quien ha obtenido la vida. 


Escudríñense, entonces, y vean si aman a Dios o no. 


Pongan sus manos sobre sus corazones y como en presencia de Aquel cuyos ojos son como llama de fuego, respóndanle. 


Conviértanlo en su confesor en esta hora. 


Respondan esta sola pregunta: “¿Me amas?” 


Yo confío que muchísimos de ustedes serán capaces de decir:


“Sí, te amamos y te adoramos; Oh, ansiamos gracia para amarte más.”


Todo esto fue necesario para conducirnos al segundo paso de nuestro discurso. 


Que el Espíritu Santo nos guíe en la prosecución del tema. 


En el Amor del Señor


Ps. Jorge Macias Benitez